Heisei: taller de manejo de emociones negativas

Heisei: taller de manejo de emociones negativas

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Heisei en un vistazo

Evento: Heisei, taller en línea de manejo de emociones negativas

Facilitador: Kyonin

Inicia: Octubre 6 de 2014

Disponibilidad: Limitada

Cierre de inscripciones: Octubre 3 de 2014

Donativo: $1,200.00 MN /70 € / US$92.00 (Si ya has tomado talleres de Chocobuda, el donativo es de $1,000.00 / 59 € / US$77.00)

Más información: elchocobuda ARROBA gmail.com

 

Problema

Las emociones negativas son útiles y naturales para el desarrollo de nuestra vida. Gracias a ellas podemos distinguir el peligro, saber cuando alguien abusa de nosotros o cuando requerimos apoyo y cariño.

El problema es que en estos tiempos de conexiones inmediatas e individualidad, el culto al ego hace que estas emociones crezcan a niveles incontrolables. Nunca nos percatamos cuando la ira, la tristeza y los celos comienzan a tomar el control de nuestras acciones. Estamos enojados, con prisa o tristes de tiempo completo.

Esto hace que nuestras vidas se vuelvan grises, nos volvemos depresivos o agresivos y comenzamos a habitar un mundo donde todo nos ataca de forma personal. Pronto la salud comienza a gastarse, y cansamos a las personas que nos rodean, erosionando amistades y relaciones.

 

Solución

Cuando las emociones negativas nos dominan y comenzamos a ver que nuestra tranquilidad y salud están siendo destruidas, es tiempo de actuar antes de que el problema se vuelva inmanejable.

Creemos que existe un camino de vida más tranquilo y amable, en el que podemos aprender a dejar ir las emociones que no nos ayudan y a no caer en extremos pasionales. Así crecemos y construimos un mejor mundo para nosotros mismos y quienes nos rodean.

La ira, ell rencor, la tristeza o los celos; todos ellos pueden ser reducidos a su mínima expresión.

Por eso creamos Heisei, taller de manejo de emociones.

Heisei es la palabra japonesa que significa compostura, calma, aplomo, serenidad y ecuanimidad.

Inscribirte a Heisei, te ayudará a:

  • Hacer de la meditación un hábito cotidiano para fortalecer tu estado de ánimo y reacciones.
  • Estar atento a tus estados ánimo para poder dejarlos ir antes de que te causes daño a ti o los demás.
  • Buscar espacios de silencio e introspección necesarias para el auto conocimiento.
  • Reconocer tu naturaleza humana para que funcione en equilibrio con tus valores.
  • Aprender a ver las cosas de forma abierta y sin caer en extremos.
  • Entender la raíz de muchos de estos sentimientos.
  • ¡Sonreír más y respirar con tranquilidad!

Cuando logramos ser uno con las emociones negativas, nos volvemos ecuánimes y más amables. No sólo te sentirás mejor, sino que la gente que te rodea se sentirá bien a tu lado.

 

IMPORTANTE

Este taller no es sustituto de terapia psicológica, tratamiento profesional o medicamentos prescritos por tu médico. Este taller es un apoyo y funcionará de la mano con las indicaciones de tu profesional de salud. Si has estado con depresión o ira crónica por más de 1 año, por favor visita a tu médico antes de inscribirte a Heisei.

 

¿Por qué es diferente este taller?

  • Nos apoyamos de recientes teorías de la conducta humana como la psicología evolutiva para conocer nuestro interior.
  • Usamos filosofía budista zen para buscar respuestas.
  • Tomamos la meditación como espina dorsal de nuestra práctica y tranquilidad.
  • Es un taller diseñado para su práctica en casa. Tú decides el momento y tiempo para tomarlo.

 

Objetivo

Entender y aprender a manejar emociones negativas que evitan el crecimiento personal y que impactan nuestra relación con el mundo; usando como herramientas principales el conocimiento y la meditación cotidiana.

 

Duración

4 semanas (más 1 entrega extra dedicada a navidad)

 

Inicia

6 de octubre de 2014
Cierre de inscripciones: 3 de octubre de 2014

 

Disponibilidad

Por la naturaleza personal de este taller, entre más personas se inscriban menos atención personal podré dar.

Es por eso que hay muy pocos lugares disponibles.

Inscríbete cuanto antes.

 

Material incluido

El taller te proveerá de todas las herramientas necesarias para el cambio:

  • 5 podcasts
  • 5 Documentos en PDF con información y ejercicios 100% prácticos
  • 5 audios de meditaciones guiadas
  • Correos diarios con lecturas, inspiración y ejercicios extras
  • Acceso al grupo de discusión en Grupos de Google
  • Tutorías semanales vía Hangouts o Skype
  • Incluye el taller de meditación básica Iniciando el Camino (6 semanas)

 

Requisitos

  • Uso de computadora, internet, cuenta en Gmail
  • Participar activamente en el grupo de discusión
  • Presentar un mini reporte semanal de experiencia por email
  • Presentar un ensayo final por email
  • Compromiso, disciplina y tiempo para dedicar al menos 30 minutos al día. De lo contrario este taller no te servirá.
  • Disposición para trabajar en un cambio para siempre

 

Donativo

$1,200.00 MN /70 € / US$92.00
Si ya has tomado talleres de Chocobuda, el donativo es de $1,000.00 / 59 € / US$77.00

 

Inscripción y más información

Escribe a elchocobuda ARROBA gmail.com

 

Temario

Semana 1. ¡Sólo somos humanos!

Bienvenida

Qué son las emociones y para qué sirven

Cómo percibimos las emociones

Cómo las usamos

Cuando las emociones toman el control

El daño de la sociedad de consumo

La visión evolutiva

La visión budista

Introducción al ego

Los Tres Venenos

La meditación como camino a la tranquilidad

La mente consciente

Una nota sobre nutrición y ejercicio

 

Semana 2. Apegos

El origen de las emociones adversas

Sufrimiento

Cuatro tipos de sufrimiento

El engrane autojamonoide

El corazón de la compasión

Generosidad

 

Semana 3. Emociones básicas

Las 6 emociones básicas y cómo manejarlas

Asco Tristeza

Miedo

Ira

Sorpresa

Alegría / Felicidad

Nota sobre la pasión y la euforia

 

Semana 4. Hacia la tranquilidad

Área de acción vs. área de preocupación

Dejar ir lo que nos lastima

Respeto absoluto

El valor del silencio

Felicidad

Cierre

 

Semana bonus. Navidad

Depresión de invierno

La función del ego y expectativas

¡Generosidad!

 

Preguntas Frecuentes

¿Es un curso budista?

No, no lo es. Sin embargo toma elementos del budismo como el desapego, la aceptación y el manejo de sentimientos.

 

No vivo en México. ¿Puedo inscribirme?

¡Por supuesto! Muchos amigos de América del Sur, España y Europa del Este han tomado talleres de Chocobuda.

 

Si eres monje budista, ¿porqué cobras? Deberías ser generoso y dar todo gratis.

Me encantaría, pero la realidad es que los monjes zen también comen y pagan renta. Amo impartir talleres, pero toma tiempo hacerlo. Tiempo que dedico al taller, es tiempo que no dedico a clientes de diseño (mi actividad principal).

Pero no te preocupes. No compraré un Ferrari. Lo ganado en los talleres sirve para pagar gastos de este sitio en Internet y comprar comida. Literalmente.

 

Pero el Buda no cobraba por sus enseñanzas.

La enseñanza del Buda no era gratuita. Vivía de Dana, donaciones que los alumnos le dejaban.

 

¿Dónde se imparte el taller?

En tu casa. En tu vida cotidiana. Es un taller en línea pensado para que practiques desde casa todo el tiempo.

 

No sé meditar / No me concentro / No tengo tiempo

No importa que meditar te sea difícil. Las meditaciones están dirigidas a todo tipo de practicantes, desde principiantes a meditadores constantes. Son cortas y dirigidas. Lo único que tienes que hacer es buscar 10 a 20 minutos de tu día.

 

Pero qué feo eres.

Lo soy. Tengo cabeza de melón.

Cuando logramos ser uno con las emociones negativas, nos volvemos ecuánimes y más amables. No sólo te sentirás mejor, sino que la gente que te rodea se sentirá bien a tu lado.

La elegancia del Silencio

La elegancia del Silencio

Una día un filósofo visitó al Buda y le preguntó: «Sin palabras y sin no-palabras, ¿me dirás la Verdad?»

El Buda se mantuvo en silencio.

Después de un momento el filósofo se levantó, hizo reverencia y agradeció al Buda diciendo: «Gracias a tu infinita gentileza y amor, he limpiado todos mis autoengaños y he llegado al Camino Verdadero.»

Cuando el filósofo se había ido, Ananda, un discípulo avanzado del Buda, le preguntó: «Gran Maestro, ¿Qué es lo que el filósofo obtuvo?»

El Buda respondió: «Un buen caballo corre tan solo al ver la sombra del látigo».

En estos días he estado reflexionando sobre el Silencio, la elegancia que lo envuelve y lo mucho que lo odiamos.

Sí, me refiero al Silencio con S mayúscula, como una práctica de desarrollo personal.

Parecería que uno de nuestros monstruos más grandes es la simple idea de pasar un minuto en Silencio absoluto. Le damos la vuelta, huimos de él como si nos fuera a matar.

Tememos su simpleza y su vacío porque estamos muy acostumbrados al ruido.Preferimos la vulgaridad y agresión del sonido incesante del habla o de los motores de nuestra civilización.

Cuando ganamos unos momentos a solas corremos a violar el Silencio con música o con nuestro incansable diálogo interno.

El Silencio nos impone autoridad y horror porque es dentro de él cuando nos enfrentamos a nuestro más grande enemigo: nosotros mismos.

Dentro de nuestra mente viven nuestras pasiones y sufrimientos. También están los recuerdos y planes del futuro. Pero también están los remordimientos y arrepentimientos. Toda esa complejidad nos produce angustia, pero la preferimos a sentarnos en Silencio porque no tenemos ni idea de cómo practicar la quietud absoluta.

El Silencio es elegante y majestuoso. Tan simple y tan elemental que hemos perdido la capacidad de encontrarlo.

No es casualidad que el Buda nos haya dejado enseñanzas importantes con este tema. Él pedía a sus monjes que guardaran silencio lo más posible, a menos que fueran a hablar de forma constructiva o sobre el dharma.

También nos ilustra con esta analogía (del Sutta Nipata): El riachuelo es pequeño y lleno de rocas, tiene curvas y pendientes; por ende hace mucho ruido. En cambio el río es enorme y vasto; y corre hacia el mar haciendo el menor ruido posible.

El chisme, las críticas, las charla vacía, la música alterante, el exceso de medios de comunicación, las incesantes alertas de nuestros teléfonos móviles; todo ello contribuye a que nuestra existencia sea ruidosa y se mantenga alejada de la práctica silente.

Para llegar a la Iluminación o a la Verdad, el Silencio es el camino. No hay más.

Esto se logra con la práctica de técnicas de enfoque y meditación. Ya sea zazen, mindfulness, qi gong, mandalas o yoga; cualquier disciplina que promueva el Silencio, nos hará crecer y acercarnos más a nuestra elusiva espiritualidad.¿Qué prefieres ser, un riachuelo o un río?

sin freno

majestuosa y completa

palabra no dicha

Montañas caminando

Montañas caminando

El Monje Daokai del Monte Furong dijo a sus seguidores: «Las montañas verdes siempre están caminando. Una mujer de roca da a luz a un niño por la noche». A las montañas no les hace falta cualidades de montañas. Por ende, siempre están en calma y siempre caminan.

Dogen Zenji, en Sansui Kyo (Discurso de las Montañas y el Agua)

La suave pero firme voz de mi maestro sonó como trueno en el zendo mientras mis compañeros y yo practicábamos kinhin (meditación caminando).

Montañas caminando, dijo.

Las montañas se mueven lento. Tan lento que necesitaríamos varias vidas para notarlo. Parecen inmóviles y eternas, pero no lo son. Justo como nosotros. Cuando entrenamos zazen nos convertimos por un momento en montañas que se mueven poco, pero que capturan un instante en el tiempo para luego soltarlo hacia la inmensidad.

Las montañas no necesitan demostrar lo que son. No compran dispositivos electrónicos. No usan Twitter. Tampoco necesitan títulos, colores o fronteras. Son parte del universo y se manifiestan lentamente. No dan explicaciones. Sólo son. Están.

En el zendo éramos 15 montañas distintas caminando mientras portábamos las ropas del Buda y dejábamos que el humo del incienso nos fundiera en un ente sin división alguna. Por varios días de arduo entrenamiento mis compañeros y yo recitamos los versos de Dogen y reflexionamos sobre las enseñanzas del Tathagata y muchos otros bodhisattvas.

Pasar tiempo sentado junto a mis maestros fue de especial ayuda porque me di cuenta que no soy nada. No sé nada.

Y entendí lo largo que es mi camino. ¡Tantos seres qué ayudar! Pero al mismo tiempo aprecié (una vez más) la importancia de la disciplina y el estudio.

Hubieron discusiones acaloradas, pocas horas de sueño, tensión y aprendizaje que requirió todo el enfoque posible.

Pero también hubo silencio adornado de elegancia y perlas de serenas sonrisas.

Y al final en el zendo quedó un Buda solitario observando cómo regresábamos a nuestros países.

Montañas caminando.

 

 

Un Chocobuda dirigiendo el servicio matutino (a la derecha), Takesa Ge, Hannya Shingyo y salida de los monjes.

 

Ceremonia de Kito: compasión para todos los seres vivos. Dedicada a los niños sufriendo en Gaza y a niños migrantes en América Latina. Hannya Shingyo. Un Chocobuda tocando el tambor fuera de cuadro.

Mentalidad divisoria

Mentalidad divisoria

Por estos días estoy me estoy preparando para ir a un cónclave de mi orden budista. Será fuera de México (más sobre esto en el siguiente post) y la he pasado entre listas, estudios, trabajo pendiente y zazen. A este evento acudirán compañeros monjes de varias partes del mundo y serán días de entrenamiento rígido y enfocado.

Para mi es una oportunidad única de aprender y convivir con personas interesantísimas que llevan 20 o 40 años sirviendo.

Hablando por teléfono con mi padre, que tiene un nacionalismo fanático y enfermizo por México, me dijo muy serio y ceremonioso…

-Espero pongas el nombre de México muy en alto.

Con toda amabilidad le dije que el budismo zen no funciona así. No voy a un concurso o a algún certamen. Voy a estudiar junto a personas que han consagrado su vida a servir a la humanidad. Son una inspiración para mi. Eso es todo.

Por supuesto mi padre no tomó bien esta respuesta. En su imaginación, es mi deber hacer propaganda para que México sea bien visto por el mundo; y además competir para que yo sea el mejor de todos los asistentes.

La llamada terminó, pero debo admitir que terminé molesto y un poco asqueado por la idea.

Gracias a que la gente pone en alto el nombre de su país, es que la humanidad está torcida. ¿Ser el mejor? ¿Pero en qué?

Una y otra vez la historia nos demuestra que las barreras y las fronteras no funcionan. Entre más nos esforzamos por mantener esta mentalidad divisoria, más sufrimiento nos causamos.

Tenemos esta ilusión de orgullo patriota que nos intoxica y corroe nuestra capacidad de compasión.

Las grandes guerras de la humanidad, el machismo, todos los crímenes de odio, todas las bombas israelíes que caen sobre Gaza, el racismo, los malos gobiernos, los narcos… todo ello es derivado de que en nuestra mente separamos el YO del USTEDES.

Este ego inflamado es el que nos empuja a tener más, a querer más poder y a pisotear a los demás.

En Aikido, mi amada arte marcial, aprendemos que cuando hay competencia y separación, alguien siempre sale herido. Es decir, para que exista un ganador, alguien tiene que pagar el precio y ser humillado o pisoteado.

Morihei Ueshiba O’Sensei no creía en la competencia. Él promovía la paz por medio el trabajo en equipo para el avance comunitario. Son valores que incorporé a mi práctica y son parte de mi tonta cruzada por promover la compasión.

Si te has preguntado porqué las cosas no mejoran, piensa que entre más levantes las divisiones entre los seres vivos, jamás avanzaremos como especie.

Es hora de empezar a destruir la palabra YO y reemplazarla por TODOS NOSOTROS.

El limbo de la preocupación

El limbo de la preocupación

Con mucha frecuencia he escuchado a personas decir que tanto el budismo como el zen son filosofías en las que nada importa; que sus practicantes somos nihilistas deprimidos y que somos unos vale madres (término mexicano para alguien que evita responsabilidades o involucrarse en lo que sea). La gente que nos observa se impresiona de mala forma porque no nos preocupamos por lo que sucede al rededor o lo que nos afecta directamente.

No hay nada más lejos de la realidad. Existen situaciones en el universo que nos importan mucho, que nos parecen terribles y que necesitan ser atendidas. La gran diferencia es que entendemos que es posible no preocuparse para mejor tomar acciones que ayuden a solucionar las cosas, aunque sea un poco. También sabemos que la preocupación es otra cara del sufrimiento.

Algunos pasan sus días o años enteros preocupándose por cosas en las que no tiene ingerencia y que, por más desvelos y bilis que acumule, no tiene manera de solucionar. Se preocupan por situaciones a una escala tan grande, que los problemas reales que sí pueden solucionar, los dejan pasar para que crezcan y causen más daño.

Esto se vuelve aun peor porque la preocupación es viral. Se instala en el anfitrión, lo consume y busca al siguiente objetivo para contaminarlo. Es decir, parece que preocuparse por todo es un gran pasatiempo social. Cuando uno se preocupa en la familia / escuela / oficina, todo mundo se engancha. Entonces sufrir en grupo se convierte en una manera más de compartir la experiencia.

La preocupación es una fuerza muy poderosa. Es un remolino que nos arrastra hacia un limbo del cual es muy difícil salir. Causa una especie de ceguera que no nos permite ver que siempre existen opciones. Siempre.

Con todo esto dicho, hago esta pregunta: ¿vale la pena preocuparse por cosas que no tenemos el poder de arreglar?

Uno de los escritores clásicos de productividad que más me gusta, Stephen Covey, tiene un diagrama que ayuda a explicar esto:

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En el Área de Preocupación entran todas las situaciones y fenómenos que nos angustian y que no podemos hacer nada directamente para resolver. Ejemplos: matanza de focas en el polo norte, asteroides en ruta de colisión con la Tierra, guerra en países al otro lado del mundo, malas decisiones de políticos, árbitros malos en juegos de futbol, vidas de personas famosas, el futuro de lo que sea… Nótese que usé la palabra directamente porque hay algunas cosas en las que sí podemos influir indirectamente.

En el Área de Acción caben todas las situaciones en las que tus actos tienen consecuencias directas positivas. Ejemplos: trabajar sin distracciones, limpiar tu alimentación, meditar, mejorar tu comprensión financiera, no votar por políticos siniestros, unir y formar nexos con la gente de tu vecindario, donar a una organización que ayude a eliminar la matanza de focas, no consumir productos de una corporación maléfica (te estoy viendo, Coca-Cola), ayudar a tu familia y amigos, escuchar a quien se acerque a ti.

Así pues, si te preocupa mucho que las personas en tu país sufran hambre, no te quedes quejándote en Twitter o Facebook. Dona tiempo o dinero a una organización que tenga el poder de cambiar las cosas.

Si te angustia la seguridad y el crimen en tu ciudad, deja de contar historias y de propagar tu estrés. Mejor educa a los jóvenes sobre cómo prevenir y no participar en el crimen, aprende sobre ello y disminuye riesgos.

Si detestas lo que están haciendo los políticos de tu país, para en seco la propagación de memes y mejor participa en foros ciudadanos pacíficos, educa a los jóvenes en arte y cultura, integra a tu comunidad para hacer cambios positivos y mejorar la vida para todos.

El punto de todo esto es dejar en claro que la preocupación no sirve mas que para traer sufrimiento, mismo que te congelará en tu sitio y no te dejará mover.

Si hay alguna situación que se necesite resolver, no la conviertas en problema con tu preocupación. Mejor actúa con calma e inteligencia para mejorar las cosas.

Las pequeñas acciones cambian al mundo. Esto es karma (acción), Visión y Acción correcta, en budismo. Siempre puedes comenzar hoy.

 

 

La compasión comienza contigo

La compasión comienza contigo

Como bien sabrás, parte del motivo de mi práctica como monje es compartir y promover la compasión (karuna, en Pali). Es un valor que está en riesgo de hundirse para siempre en este océano de individualismo y de egolatría. Y al mismo tiempo nos estamos ahogando como consecuencia de ello.

No se trata de compasión de decir «Ah, pobre indigente. ¡Cómo sufre!». Esta es compasión inútil y vacía.

Es muy claro (y la ciencia lo ha dicho una y otra vez), que la compasión y la amabilidad tiene muchos beneficios. Nos hace sentir bien, destruye la tristeza y la depresión, mejora la salud; y encima de todo, los demás salen beneficiados.

Se trata de entender que todos los seres vivos sufrimos y de tomar acciones para ayudar y mejorar las condiciones de todos.

Aquí es donde nuestro ego y ceguera se interponen. Queremos que el mundo funcione y que los demás sientan compasión hacia nosotros. Queremos que el gobierno deje de atropellarnos, una mejor pareja, que la contaminación se termine, mejor condición para los niños de la calle, paz en el mundo… pero creo que no tenemos la calidad moral de pedir nada.

Es imposible exigir un trato digno, cuando manipulamos y mentimos.

Es de vergüenza implorar que los políticos sean honestos, cuando nosotros no lo somos ni con nosotros mismos.

No tenemos cara para pedir que los conductores de transporte público sean éticos, cuando al conducir un auto somos los primeros en pasar por encima de las reglas.

No tiene sentido pedir paz y fin al crimen, cuando somos los primeros en explotar en violencia a la primera provocación.

La lista puede continuar, por supuesto. Vivimos en esta eterna contradicción donde queremos que el universo funcione sin esforzarnos en nada.

Y es que la compasión necesita comenzar dentro de nosotros. Para recibir respeto, debemos entenderlo a fondo. Eso sólo se logra sintiendo respeto hacia nosotros, como organismos vivos.

Una buena alimentación, dedicar tiempo a meditar, leer muchos libros, tener la mente abierta a la diversidad y nuevas ideas; son actos de amor propio y de respeto absoluto. Cada vez que respetamos el cuerpo-mente, convertimos la vida en algo sagrado y puro.

El respeto y la compasión comienzan dentro de nosotros.

Hasta que lo sintamos hasta el tuétano, no tenemos capacidad moral de pedir que el universo nos respete.

Imagen: Kannon o Avalokiteshvara, bodhisattva de la compasión.