por Kyonin | Jul 10, 2014 | Budismo, Compasión, Vida
Como bien sabrás, parte del motivo de mi práctica como monje es compartir y promover la compasión (karuna, en Pali). Es un valor que está en riesgo de hundirse para siempre en este océano de individualismo y de egolatría. Y al mismo tiempo nos estamos ahogando como consecuencia de ello.
No se trata de compasión de decir «Ah, pobre indigente. ¡Cómo sufre!». Esta es compasión inútil y vacía.
Es muy claro (y la ciencia lo ha dicho una y otra vez), que la compasión y la amabilidad tiene muchos beneficios. Nos hace sentir bien, destruye la tristeza y la depresión, mejora la salud; y encima de todo, los demás salen beneficiados.
Se trata de entender que todos los seres vivos sufrimos y de tomar acciones para ayudar y mejorar las condiciones de todos.
Aquí es donde nuestro ego y ceguera se interponen. Queremos que el mundo funcione y que los demás sientan compasión hacia nosotros. Queremos que el gobierno deje de atropellarnos, una mejor pareja, que la contaminación se termine, mejor condición para los niños de la calle, paz en el mundo… pero creo que no tenemos la calidad moral de pedir nada.
Es imposible exigir un trato digno, cuando manipulamos y mentimos.
Es de vergüenza implorar que los políticos sean honestos, cuando nosotros no lo somos ni con nosotros mismos.
No tenemos cara para pedir que los conductores de transporte público sean éticos, cuando al conducir un auto somos los primeros en pasar por encima de las reglas.
No tiene sentido pedir paz y fin al crimen, cuando somos los primeros en explotar en violencia a la primera provocación.
La lista puede continuar, por supuesto. Vivimos en esta eterna contradicción donde queremos que el universo funcione sin esforzarnos en nada.
Y es que la compasión necesita comenzar dentro de nosotros. Para recibir respeto, debemos entenderlo a fondo. Eso sólo se logra sintiendo respeto hacia nosotros, como organismos vivos.
Una buena alimentación, dedicar tiempo a meditar, leer muchos libros, tener la mente abierta a la diversidad y nuevas ideas; son actos de amor propio y de respeto absoluto. Cada vez que respetamos el cuerpo-mente, convertimos la vida en algo sagrado y puro.
El respeto y la compasión comienzan dentro de nosotros.
Hasta que lo sintamos hasta el tuétano, no tenemos capacidad moral de pedir que el universo nos respete.
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Imagen: Kannon o Avalokiteshvara, bodhisattva de la compasión.
por Kyonin | Jul 7, 2014 | Budismo, Vida, Zen
Existen muchos maestros de budismo Zen y de Ch’an que hay que estudiar a profundidad. Pero uno de los que más ha dejado enseñanzas para mi en estos tiempos es el Master Xiyun.
No sabemos mucho de él, sólo que nación en la provincia de Huangbo, un poco de su vida monástica y que murió en el año 850 DC. Sin embargo dejó enseñanzas que siguen haciendo eco en los practicantes de budismo en todo el mundo.
La siguiente enseñanza habla sobre cómo todos somos un sólo ser, un sólo universo. Indivisible y más grande de lo que podemos imaginar.
No tenemos más que sentir humildad y nuestra propia pequeñez ante la realidad que se aprecia sin apegos y sin rechazos:
«El Maestro me dijo: Todos los Budas y todos los seres sintientes son sólo Una Mente (una sóla Existencia), junto a la cual no hay nada más.
Esta mente sin inicio, es indestructible. No es verde ni amarilla. Tampoco tiene forma o apariencia. No pertenece a ninguna categoría de las cosas que existen o que no existen. No puede ser enseñada como algo nuevo o viejo.
No es grande ni pequeña porque trasciende medidas, nombres, rasgos y comparaciones.
Es lo que ves frente a ti. Es aquello que si lo intentas razonar, caerás en el error. Es un vacío sin límites que no puede ser comprendido o medido.
La Mente Únicaes el Buda y no hay distinción entre Buda y seres sintientes. Sin embargo los seres sintientes están atados a su forma física, así que deben buscar la Budeidad en el exterior. Y cuando comienzan a buscar, ya lo perdieron todo; porque están usando al Buda para buscar al Buda, están usando la Mente para encontrar la mente.
Aunque busquen por siglos y siglos, no encontrarán nada. No saben que si detienen el pensamiento conceptual y se olvidan de la ansiedad, el Buda se revelará ante ellos. Por que la Mente es el Buda y el Buda es todos los seres vivos.No es menos que eso para seres ordinarios y tampoco es más que eso por manifestarse en los Budas.»
Todos somos Budas. Siempre lo hemos sido y sabemos que tenemos la capacidad de parar el sufrimiento. Pero nos negamos porque estamos muy distraídos buscando la felicidad en redes sociales y en placeres momentáneos.
Es hasta que guardamos silencio y aceptamos la vida como es, que el universo se transforma en un lugar maravilloso.
por Kyonin | Jul 1, 2014 | Budismo, Vida
Hacerla de jamón. Frase de uso muy popular en la Ciudad de México con la que sus habitantes llaman a los obstáculos de la vida: En el gobierno me hacen de jamón todos los trámites. / También se usa para declarar que una situación ha causado drama innecesario: Terminó con su novia y se la está haciendo de jamón él solo. / En otras ocasiones se dice para declarar incomodidad por el exceso de procesos involucrados para obtener un beneficio: Me están haciendo de jamón mi título universitario.
A muchos nos encanta hacer la vida de jamón. Cualquier cosa que nos pase se convierte en un suceso que nos afecta enormemente. Es decir, somos especialistas en sufrir.
Ya sea que necesitemos realizar un trámite, que vivamos una separación o que el universo no cumpla nuestros caprichos, el drama siempre está al alcance de la mano.
Por más que queramos evitarlo, echamos a andar ese pequeño sistema dentro de nosotros. Es un motor que siempre está listo para funcionar. Lo he llamado El Engrane Autojamonoide porque… ¡ah cómo nos gusta hacérnosla de jamón a nosotros mismos!
Sufrir es una de las actividades más fáciles que tenemos los humanos. Esto es debido a que el ego ha crecido tan fuera de control, que de pronto pensamos que el cosmos gira alrededor de nosotros y nos sentimos personalmente atacados.
Sufrimos por el clima, cualquiera que sea; si las condiciones de trabajo cambian un poco; si hay separación; si hay amor; si el equipo de futbol no gana; por nuestros padres, hijos, hermanos, primos y amigos; por la religión; por la música de alguien más; por el sistema operativo que los demás usan…
¡Nos la hacemos de jamón por todo! El Engrane Autojamonoide es una maquinaria muy eficiente.
Quizá suena divertido y sea algo que todo mundo hace, pero la verdad es que es una conducta negativa donde la principal víctima es uno mismo.
Cuando buscamos drama innecesario generamos un mundo inhóspito y muy hostil. Es un sistema de rechazo mutuo, de desconfianza y de amargura que afecta nuestras relaciones personales y nuestra experiencia de vida.
Hacerla de jamón por todo sale muy caro en dinero, en salud y en tranquilidad.
Por suerte hay muchas maneras de inutilizar el Engrane Autojamonoide.
La primera y más importante es poner atención a nuestras reacciones. No se necesita ser monje budista o psicólogo experto para notar cuando estamos exagerando las cosas. Se trata tan sólo de revisar si la situación por la que estamos pasando en verdad es taaaaan grande como lo imaginamos.
Luego viene un chequeo de ego. Si tu discurso está plagado de yo, mi, me, a mi, entonces tu ego está inflamado y listo para echar a andar el tan mencionado mecanismo del jamón.
Por último, la meditación es la medicina que controla y deshabilita el engrane. No para siempre, no. El Engrane es parte de nosotros. Pero sin duda se controla mejor. Con práctica y con disciplina, la mente del meditador se aclara para poder estar atento a sus reacciones y palabras.
Así que te pregunto… ¿cómo piensas hacerla de jamón este día?
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Nota Chocobudista: La primera enseñanza del Buda, luego de haber alcanzado la iluminación, fue sobre las Cuatro Nobles Verdades (Catt?ri Ariyasacc?ni). Éstas nos dicen que la vida incluye sufrimiento (dukkah), el sufrimiento tiene una causa, el sufrimiento tiene un final, existe un camino hacia una vida tranquila. Con la iluminación el Buda pudo destruir su Engrane Autojamonoide.
por Kyonin | Jun 26, 2014 | Budismo, Minimalismo, Zen
Hace unos días un amigo en mi sangha comentó que la práctica del budismo zen iba de la mano con la práctica del minimalismo. Eso me hizo pensar un momento y siguió una muy agradable conversación.
Concluimos que la práctica del zen nos lleva a una vida minimalista.
Esto es debido a que la espina dorsal del budismo es la práctica de zazen (meditación) y el estudio del dharma. Para efectos de este post me enfocaré en la primera.
Cuando uno se sienta en zazen diariamente, con disciplina y sin fallar, experimenta muchísimos cambios. La ciencia ha demostrado una y otra vez que meditar trae una cantidad enorme de beneficios al cuerpomente. Parecería que cada mes se publica un nuevo estudio al respecto, puesto que la neurociencia ha llegado a comprender mejor la mente humana gracias a los estudios en meditadores.
Los cambios suceden a nivel físico, por supuesto. Pero también el meditador experimenta modificaciones en su comportamiento y en su relación con el universo.
Después de un par de meses de zazen uno se percata que es más difícil enojarse y caer en la ira. No significa que las cosas dejen de importar, es sólo que la mente se abre a más posibilidades pacíficas. El ego se comienza a controlar, así que el drama no llega tan frecuentemente. Y aunque sea de forma muy lenta, dejar ir las cosas, situaciones y relaciones se torna natural.
También llega una necesidad espontánea de entender a los demás, de escuchar y de ayudar; es decir, el meditador se vuelve mucho más paciente, comprensivo y compasivo.
Aquí viene lo más interesante: practicar zazen trae como resultado menos apegos materiales y físicos.
De pronto coleccionar cosas deja de ser interesante. Acumular libros, revistas, ropa, decoración y todo eso que antes era importante, comienza a perder relevancia.
Donar, tirar o reciclar objetos que antes hubieran sido sagrados, se vuelve parte del cotidiano.
El practicante de zen deja de necesitar distracciones materiales y mentales porque está contento con lo que hay aquí y ahora.
De ninguna manera esto no significa que se convierta en un bicho extraño y que se vaya a vivir a una caverna al bosque. Tampoco significa que sea un ser insensible. No. Es sólo que la búsqueda personal se enfoca hacia el interior, no a las posesiones.
El minimalismo llega gradualmente, de forma natural.
Otro punto a aclarar es que no tienes que ser budista para volverte minimalista. Tampoco tienes que ser un meditador con años de experiencia. En realidad no importa la filosofía o la religión. Lo que importa es tener conciencia para entender que el alma del minimalismo es poner atención al presente.
Practicar zazen nos une al silencio por dentro y por fuera.
¿Suena loco? Lo es.
Pero no me creas a mi, que no soy nadie. Experimenta. Medita. Hoy.
por Kyonin | Jun 16, 2014 | Budismo, Minimalismo, Vida
Desde hace algún tiempo he estado muy interesado en la psicología evolutiva(PE), que estudia los cambios en nuestro comportamiento derivados por la evolución y la selección natural.
No importa cuánto nos esforcemos en pensar que somos los «reyes de la creación», al final somos un animal más en el mundo. No somos diferentes de cualquier otro mamífero. Nuestras reacciones, pesamientos y emociones están ahí como resultado de millones de años de cambios graduales. Están grabados en nuestro ADN y rigen nuestra conducta actual, a pesar de estar en el punto más alto de la tecnología y el desarrollo.
Me parece fascinante porque va de la mano con las ideas centrales del budismo zen.
Parte del objeto de estudio de la PE es analizar cómo funcionan las culturas cazadoras-recolectoras que aún habitan el planeta, porque son lo más parecido que tenemos a los primeros seres humanos que vivían en África hace 200,000 años.
Son pueblos que viven en lo más profundo de las selvas o planicies y que no se han incorporado a la civilización de consumo. Subsisten con sus valores, creencias y costumbres. No tienen necesidad de integrarse al mundo moderno porque su ecosistema les da todo lo que necesitan.
Hay muchos datos curiosos sobre estas culturas. Por ejemplo, no tienen comida industrial, por ende no existe la obesidad ni enfermedades como el cáncer o la diabetes. Tampoco conocen la demencia, el autismo o el síndrome de déficit de atención. No requieren vacunas. No tienen trabajos de oficina, autos o centros comerciales; así que no tienen estrés ni enfermedades de los nervios. No están conectados por telecomunicaciones, entonces su contacto es cara a cara. El concepto de machismo o feminismo no existe, sólo hay equidad y trabajo en equipo.
Sale el sol y despiertan para ir a conseguir el alimento del día. Dedican mucho tiempo a la espiritualidad y al desarrollo de costumbres y rituales de grupo.
Viven en perfecta comunión con la Tierra.
Cada uno de los factores mencionados es digno de estudio. Pero es importante resaltar el hecho de que sólo tienen lo que necesitan.
Los aborígenes australianos o los Yanomami en América del Sur no atesoran libros, música ni adornos. No sienten apego hacia lo material porque ni siquiera tienen dónde almacenar la cantidad de basura que nosotros acumulamos.
No tienen una casa enorme que limpiar. No tienen mil tanques de gasolina qué llenar para su nuevo Mazda. Tampoco piensan en pagar el seguro o la tarjeta de crédito. No se preocupan por el guardarropa. No compran apps. No acumulan riqueza porque entienden que ésta es sólo una ilusión y que no es necesaria para la vida.
Estas sociedades tienen exclusivamente lo que pueden cargar en sus manos o en alguna bolsa hecha a por ellos mismos.
Y según estudios como este de la Universidad Vrije (Bruselas), sabemos que los cazadores-recolectores actuales son personas felices. Es más, los que se han tratado de integrar a las grandes ciudades terminan enfermos de los nervios o con diabetes.
Por supuesto yo jamás propondría un retroceso de la civilización, no. Tampoco diría que vivir como cavernícola es lo mejor.
La humanidad ha tocado niveles sorprendentes de progreso y si podemos lograr que la ciencia y la cultura sean libres para todos, llegaremos mucho más lejos de lo que imaginamos.
Así que retomar la vida primitiva es impensable.
Pero sí debemos encontrar un equilibrio entre lo que poseemos y lo que somos por dentro. Necesitamos tomar el control sobre el consumismo desmedido y mirar hacia adentro de nosotros.
Necesitamos menos autos y más meditación. Necesitamos menos colecciones y más generosidad. Para ser felices debemos liberarnos del yugo de los apegos, para poder ayudar a los demás a salir adelante.
En tiempos de las orgías de individualidad en pantallas de 4″, mirar hacia las sociedades cazadoras-recolectoras nos puede ayudar a tomar el control del caos interno.
El minimalismo es natural al ser humano. Es parte de nuestra identidad como especie.
Entonces, ¿porqué nos esforzamos en negar el minimalismo?
por Kyonin | Jun 4, 2014 | Budismo, Vida
En la antigüedad se pensaba que los templos eran lugares sagrados donde se acudía a hacer reverencia a alguna deidad o iluminado. La gente entraba en comunión con el mundo espiritual, que siempre ha sido parte innata del ser humano. Se mostraba respeto, interés y, por sobre todas las cosas, la voluntad de estar en armonía con la comunidad y el mundo al rededor.
Independiente al credo, la búsqueda interna por ser mejor y tener buena calidad de vida, son nuestra naturaleza. El mundo y la civilización humana han cambiado mucho y ahora la espiritualidad se reduce a un puñado de apps y compras sin sentido. Pero eso es tema para otro día. De origen siempre hemos buscado la paz y tranquilidad en lo espiritual.
Y en casi todas las culturas, a la entrada de los templos, se podía leer esta advertencia:
Deja tus armas antes de entrar al templo.
Siendo lugares sagrados, los templos no aceptaban utensilios para erradicar la vida o dañar a alguien.
El budismo Soto Zen no es diferente a otras filosofías en el sentido de que necesitamos un lugar para congregarnos y practicar en grupo. Es decir, los templos son parte de la cultura zen. Dejar las armas fuera también es valor requerido para acceder al templo.
A pesar de que existen muchos templos zen en el mundo, hay un concepto hermoso con el cual practicamos diario: tu cuerpo-mente es tu templo.
Cuerpo-mente es una palabra única, sin división. Está formada de dos conceptos que hemos dividido con el paso del tiempo, pero siempre ha sido una sola cosa. Es una amalgama perfecta que nos empeñamos en destruir.
Tu cuerpo es el vehículo con el cual te mueves por el mundo. Con él trabajas, juegas y experimentas las sensaciones que trae estar vivo.
La mente es el conjunto de cualidades cognoscitivas con las que entiendes el universo al rededor y te dan personalidad, producto de millones de años de selección natural.
Cuerpo-mente eres tú. Tú eres tu templo y es hermoso.
Entonces, ¿por qué nos empeñamos en violarlo una y otra vez con armas?
Existen armas «duras» como pistolas o cuchillos. Esas están diseñadas para extinguir templos.
Pero me refiero a otras armas más letales, capaces de producir muchos mayores daños y sufrimiento. Estos son algunos ejemplos de las armas más comunes que usamos en nuestra contra:
Los tres venenos: Ignorancia, Apego y Aversión
Estos venenos son naturales al ser humano. Ignorancia no se refiere a falta de estudios, sino a la capacidad que tenemos de ignorar la realidad y el sufrimiento de los demás. Apego son deseos, avaricia y obsesiones. Aversión es el reflejo de todas las cosas que rechazamos y que odiamos. Cuando los tres venenos dominan, la mente y el corazón se rompen y dejamos de ver las cosas como son.
Ira
Sentir ira de vez en cuando es normal y hasta sano para algunas personas. Se convierte en un arma cuando nos abrazamos a ella y no la soltamos.
Abuso físico
El cuerpo humano es una máquina que necesita cuidados y mantenimiento. No hay por qué abusar de él o del cuerpo de los demás.
Sustancias tóxicas
Drogas de todo tipo nublan la mente y arruinan la experiencia de la vida. Son armas muy poderosas que cuesta trabajo sacar cuando la adicción está presente. Pero es posible.
Nutrición errónea
Es impresionante lo que una nutrición adecuada puede hacer. Pero también es estremecedor ver lo que los alimentos dañinos pueden causar. Todo se puede resumir a esto: La comida natural te cura. La comida de fábrica te enferma.
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La lista puede seguir por cientos de posts. Hay tantas armas contra nuestro templo como estrellas en la noche.
El punto es: ¿estás dispuesto a meter armas al templo? ¿Vale la pena?