por Kyonin | Jun 21, 2016 | Editorial, Yoga
ADVERTENCIA: Este es un post 100% personal y aburrido.
Tengo cerca de 4 años practicando yoga y hoy 21 de junio de 2016, Día Internacional del Yoga (proclamado por la ONU), he decidido escribir un poco al respecto.
Jamás podría decir que soy yogui, maestro o practicante serio. De hecho estoy seguro que soy bastante malo. Sin embargo soy testigo de cómo mi cuerpomente ha cambiado (para bien) con la práctica de esta disciplina milenaria.
Todo comenzó cuando, luego de un maratón, me di cuenta que necesitaba estirarme un poco para relajar los músculos. Investigando descubrí que existían ejercicios de yoga para corredores y un montón de videos y tutoriales en YouTube. Como esa semana no estaba corriendo para recuperarme, decidí intentar un poco de yoga.
Y en 3 días de práctica de 20 sesiones de minutos, me recuperé; a diferencia de otras carreras en donde me llevaba hasta dos semanas estar bien de nuevo. Me impresionó.
El yoga siempre había estado en mi mente y su práctica no me era ajena, pues el Buda y muchos maestros budistas de la histora han sido yoguis. De hecho, parte de mi entrenamiento como monje zen ha sido el estudio de la filosofía yogui, y es hermosa.
También siempre han estado presentes las historias de amigos cercanos que por medio de su práctica, han logrado curar su cuerpo de cáncer, cirugías y enfermedades de todo tipo. Y sobra decir que su mente ha recibido paz que esparcen por el mundo.
Así que ahí estaba yo, practicando yoga por primera vez. Admito que al principio sentía una mezcla de miedo y vergüenza. ¿Cómo era posible que un artista marcial y corredor practicara yoga? ¡Eso es para jovencitas y ancianos! Pero el sentimiento de aventura era más grande. Decidí borrar estos sentimientos de mi mente y continuar la práctica.
Con el paso de los meses mi cuerpo se fue haciendo más flexible y comencé a desarrollar músculos que nunca había visto. Mi espalda y rodillas, que habían sido destrozadas por años de obesidad, comenzaron a curar. Ya no despertaba con dolor de cadera o cuello. Podía subir escaleras sin problema, además de que corría más ligero.
Como ya estaba cuidando mi nutrición, el yoga vino a ser un gran complemento.
Llegó entonces el año de la ortodoncia, en el que traer objetos extraños pegados a los dientes, me provocaba laceraciones en la boca. Tuve que dejar de correr para no lastimarme. Mi práctica de yoga sería el único ejercicio que realizaría. Tuve sentimientos extraños, pues correr me gustaba mucho. Dejarlo por un tiempo no me parecía la mejor idea, pero era necesario.
Sin embargo, lo hice. Seguí sin parar. En un par de semanas vi que yoga me hacía sentir mucho mejor que correr. La parte superior de mi cuerpo se fortaleció y me sentía feliz y con energía todo el tiempo. Yoga había llegado para quedarse en mi vida.
Cuando terminó el tratamiento de ortodoncia, no regresé a correr. Sentí que era mucho mejor para mi pasar más tiempo en el tapete, sintiendo y fortaleciendo el cuerpo.
Desde entonces no he parado y cada día se pone mejor.
Como mencioné, soy bastante ignorante. No sé nada de yoga y no podría enseñarlo a nadie. Mi práctica es, de hecho, deficiente porque no tengo la posibilidad de pagar para ir a un estudio con un maestro. Mis maestros son quienes buenamente comparten su conocimiento en YouTube y en DoYogaWithMe.com. También, claro, he leído algunos libros que me han servido mucho.
Esa es la razón por la que decidí compartir este post. Si yo pude curar mi cuerpo tan solo con videos, ¡imagina lo que yoga puede hacer por ti, si tienes las posibilidades de ir a un estudio! Y si no tienes la manera, pon un video e inténtalo. No tienes nada que perder, pero puedes ganar mucho.
Si nunca lo has intentado, no tengas miedo. El yoga te hará sentir bien, en unidad con todo lo que te rodea y te dará un sentimiento de paz que pocas cosas pueden dar.
¡Feliz Día del Yoga!
Namaste.
por Kyonin | Mar 28, 2016 | Budismo, Editorial, Meditación, Zen
En días pasados el sitio de BBC mundo, que es maravilloso por su contenido de interés general tipo revista, publicó un artículo llamado ¿Por qué meditar puede ser peligroso para tu salud?, por Jolyon Jenkins. Varios amigos, por diferentes vías, me apuntaron al reportaje y me pidieron comentarios.
Primero debo decir que disfruto lo que el el buen Jolyon escribe. Tiene puntos de vista que comparto, como este artículo sobre el juego Minecraft. Sin embargo, de vez en cuando cae en el mal periodismo científico para generar interés en los lectores, y lo entiendo. Todos necesitamos mover el hormiguero de vez en cuando. No creo que sea por mala intención, de ninguna manera. Habiendo sido yo mismo reportero para un par de medios, sé lo que es enfrentarse a un editor que obedece más al mercado que al periodismo en sí. Y cuando se trata de generar miedo para atraer lectores, los medios de difusión no se tocan el corazón.
Éste nuevo post sobre los peligros que la meditación trae a la salud, tiene varios problemas y omisiones que sin duda generan miedo y confusión para el lector.
Trataré de comentar y aclarar de manera breve lo que pienso, aunque es necesario recordar que puedo estar completamente equivocado. Si algo que escribo crea duda, por favor busca a alguien que sí sepa de lo que habla 🙂
La visión limitada del artículo
El artículo narra la mala experiencia de una chica en Francia, que al parecer es una muestra de que a muchas personas la meditación les causa crisis de ansiedad. Luego cita de forma muy general a un maestro de meditación y a un médico.
Creo que también faltó revisar otras fuentes, como maestros budistas que han consagrado su vida a enseñar meditación. Existen tradiciones milenarias que al día de hoy basan sus actividades en samadhi. Que yo sepa no han mandado a nadie al hospital y los alumnos se pueden contar por cientos de miles a través de los años. Y hay una razón poderosa que revisaré en un momento.
Mindfulness NO ES meditación budista o zazen
Este punto el más importante. En los últimos 20 años hemos visto cómo la práctica del mindfulness ha tomado por sorpresa a la sociedad occidental porque ofrece muchos beneficios.
Es un movimiento que nació en Estados Unidos cuando alguien vio que había buen negocio por explotar, pero como la cultura estadounidense es muy delicada aceptando conceptos religiosos extranjeros, decidieron cambiarle de nombre y quitarle toda la esencia budista o hindú.
El mindfulness nació como una versión light de la meditación budista vipassana. Como todo lo light, carece de sentido, no tiene contexto histórico y busca la recompensa inmediata. Encima de todo, eliminaron el conocimiento acumulado a lo largo de miles de años sobre el ego; conceptos eje como Compasión, Gratitud y Generosidad; borraron el dharma y todo rastro de psicología budista o yoga.
Sin estos elementos, la meditación se puede convertir en un monstruo inmanejable que genere más confusión y que amplifique el sufrimiento.
Hay cientos de escuelas y personas que enseñan mindfulness como una píldora mágica para el estrés, pero sin dharma y sin estudio de ética y moral, la técnica se convierte en simples ejercicios de respiración para sentir tranquilidad momentánea.
Gente cercana a mi lo practica y siguen siendo los mismos individuos llenos de ego y en busca de la gratificación personal, sin importar causar daño a los demás en el proceso. Eso sí, hacen su mindfulness con velitas e incienso todas las mañanas para estar listos y seguir abusando de lo que se pueda.
No dudo que existan muchos maestros éticos que sí estudien y se preocupen, pero mindulness no es meditación budista, y mucho menos zazen.
Falla de los maestros
La meditación budista y el zazen son ejercicios mentales súper extraños para la cultura occidental. Basamos nuestra civilización en poseer cosas y culpar al universo de nuestro sufrimiento; pero jamás miramos hacia adentro. Guardar silencio para contemplar los pensamientos causará angustia porque no estamos acostumbrados a ver lo que tenemos en la mente. Cualquier monje budista o yogui serio lo sabe.
Las personas que tienen contacto por primera vez con esta disciplina deben comenzar con tiempos tan bajos como 30 segundos o 1 minuto, para construir una práctica sólida a lo largo de varios años. Hablando personalmente, me tomó casi 20 años de práctica poder asistir a retiros (sesshin) de 10 días y disfrutarlos.
Es absolutamente irresponsable admitir a alguien a un retiro de silencio si no lleva muchos años de práctica. En el artículo no sabemos cómo estaba la práctica de Suzanne, solo nos refiere a la desgracia.
Creo que los maestros llevan la responsabilidad de conducir por buen camino la práctica del alumno.
Por otro lado, la psicología budista es un concepto que se le subestima y es poco comprendido en occidente (¿Cómo que el ego es solo una ilusión? ¿Cómo que los pensamientos son moco secretado por la mente de simio? ¿Cómo que mi corazón roto no es realidad, si estoy sufriendo porque Wenceslao me dejó?).
Si un maestro de mindfulness no pasa tiempo estudiando la visión hindú, taoísta o budista de la mente, no estará en capacidad de enseñar meditación de forma exitosa y duradera.
—
¿Pero Chocobuda, tienes un taller de mindfulness para creativos?
Sí, eso es correcto. Omoi es un curso de mindfulness y meditación para creativos. Hago la distinción fuerte entre ambos conceptos. El mindfulness es una aspirina para la tensión. La meditación es una práctica para toda la vida.
El artículo de Jolyon Jenkins tiene un gran punto positivo: avisa a la gente que la meditación existe. Entre más personas lo practiquen, será un mundo mejor porque habrá menos estrés y contento por lo sencillo de la vida.
La meditación budista y el zazen son perfectamente seguros si el maestro sabe lo que está haciendo. Y por fortuna son muchos los monjes y maestros de yoga de las varias tradiciones que están bien entrenados y dispuestos a compartir su conocimiento con quien se acerque.
Finalmente, creo que también es responsabilidad del practicante investigar y leer un poco antes de comenzar, pero eso aplica para cualquier actividad nueva.
por Kyonin | Dic 17, 2015 | Editorial
No podemos pedir paz del exterior, hasta que tengamos paz interna.
—El Buda
Es la época del año en que el invierno comienza a hacerse presente en este hemisferio y el ambiente es cálido, a pesar de que el aire es frío.
Ha sido un año lleno de amigos, bondad y reflexión.
Con todo mi corazón doy gracias a cada uno de ustedes por todo lo que han dado al universo.
Que estas fechas sean de diversión, descanso y festejos; para que estemos listos y que 2016 sea el año más duro de nuestras vidas.
¿Qué sigue en Chocobuda? Quizá un Periscope para desear feliz navidad 🙂
Después será momento de guardar silencio y descansar.
Nos vemos en enero.
Gassho,
Kyonin
por Kyonin | Dic 3, 2015 | Budismo, Editorial, Minimalismo, Navidad Minimalista, Zen
Fin de Ango
Como suelo hacer desde hace varios años, a principios de septiembre anuncié que Ango iniciaba. Éste es un periodo intenso de 3 meses en el que las sanghas budistas zen estudiamos con más energía y dedicación. Así seguimos el ejemplo del Buda, quien reunía a sus monjes en un monasterio durante el monzón.
Parte de esta práctica es poner especial atención en la disciplina, capacidad de renuncia y autocontrol. Cada participante debe decir adiós a dos apegos, crear dos hábitos virtuosos o comenzar actividades de compasión.
Al final de estos meses pude ser útil a muchas personas promoviendo Gratitud, Compasión y Generosidad. Aprendí que la ternura y el amor incondicional a todos los seres es más importante de lo que imaginamos. Mi práctica de zazen fue rigurosa y extendida, aprendí movimientos y ceremonias que necesitaba, así como nuevos mantras y dharanis.
A pesar de que me fue muy duro porque me encantan, pude dejar de comer cacahuates (maní), que solo me hacen daño. Mis hidratos de carbono solo vienen por los vegetales que consumo. También pude no engancharme en las ventas especiales de Steam (juegos para PC donde invariablemente caía rendido a sus pies). ¡No compré nada y me quedé contento con lo que ya tengo! Para un gamer, eso es un logro importante.
¿Qué queda para el siguiente Ango? Mucho. El trabajo por los demás nunca se termina, así que hay más dharma que aprender y transmitir. Aun necesito seguir aprendiendo japonés, guitarra, más dharma, más historia, más neurociencia y más literatura. El grupo local de zazen necesita más atención y una nueva sede.
Mis autoengaños y estupidez son infinitos, así que aunque no haya Ango, debo seguir trabajando en ellos. Quizá algún día pueda ser mejor persona.
Rohatsu
Para marcar el final de Ango, estaré de retiro por algunos días. Este es un evento especial llamado Rohatsu (pron. Rojatz), donde la sangha se sienta en silencio y convive para celebrar el regreso a la vida normal.
Si me acompañaste en estos 3 meses, es momento de apreciar todo lo que sucedió, dar gracias por todas tus bendiciones y prometer que aplicarás lo aprendido en beneficio de todos los seres vivos.
Así que haz tu propia versión de Rohatsu con un día especial. Medita por tiempo extendido, has una donación de tiempo o trabajo a alguna organización en la que confíes y prepara una comida especial. Pasa una tarde leyendo un libro dharma o mirando alguna película que te inspire.
Invitación a Mínima de Navidad 2015
No tenía pensado hacer este taller, pero varios amigos me han pedido que lo abra. Navidad es, erróneamente, un periodo en el que el estrés y la tristeza atacan. En Mínima soltamos toda la manipulación mediática y aprendemos a aceptar la vida por lo que es, con lo que tenemos y con lo que somos.
El minimalismo no solo es dejar de comprar cosas, sino que es entender la raíz de los apegos a lo material. Esto es clave para vivir una navidad que nos llene de tranquilidad.
Si quieres ver el temario, duración y costo de este taller, haz clic aquí.
El grupo será muy pequeño. Sólo podré trabajar con 5 personas, así que inscríbete cuanto antes.
¿Cómo es que un monje budista esté a favor de la navidad? Porque es una celebración de unidad, de la calma, de vida y el nacimiento de un buda que hasta el día de hoy nos sigue inspirando. 🙂
Es un curso de 4+1 semanas en las que aprendemos el daño que nos hace la acumulación de cosas y cómo entender el valor del desapego, para poder liberarnos de todo lo que sobra. Con menos de todo aumenta la calidad de vida.
Nuestro lema es: Menos es más. Siempre.
¿Por qué 4+1 semanas? El temario principal abarca cuatro semanas, pero incluye una semana extra de Minimalismo en Navidad, muy útil para sobrevivir las presiones y depresiones de diciembre.
Incluye:
- 4 podcasts con pláticas técnicas y filosóficas, uno por semana
- 4 meditaciones guiadas, una por semana
- 20 minutos a la semana de asesoría y apoyo personal vía Skype o Google Hangouts
- Correos diarios con lecturas de apoyo
EXTRAS:
- Copia electrónica del libro Minimalista, la vida con menos cosas
- Semana especial dedicada a la Navidad Minimalista. Son 5 semanas en total
- Incluye taller de meditación Iniciando el Camino. Seis semanas de meditación para que practiques cuando lo necesites. Son dos talleres 🙂
Inicia: Viernes 11 de diciembre de 2015.
Donativo: el mismo del año pasado.
Toda la información en la página del taller del año pasado. Clic aquí.
por Kyonin | Nov 30, 2015 | Editorial
ADVERTENCIA: Esta entrada es larga y no es sobre budismo, aunque sí de minimalismo. Ve por un café o un té 🙂
Dedicado a la memoria de Seth Roberts. Gracias por la ciencia, el humor y las palabras amables.
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Este es un post que me costó muchos meses atreverme a escribir. Aun en este momento me siento renuente a publicarlo, pero luego de consultar con personas sabias y de muchas horas de zazen, decidí hacerlo porque puede que sea de mucho valor para personas que estén pasando por lo que pasé toda la vida.
Es un poco de mi historia personal y de cómo vencí a la obesidad.
Pero no, no es un relato de dietas y ejercicio, a pesar de que las mencionaré. Tampoco es una historia manipuladora de que la vida es super hermosa y feliz cuando logras objetivos.
Este es más un relato de cómo la información, el conocimiento y la ciencia personal, son la espada que destruye la ignorancia y la estupidez.
Es la historia de cómo afronté la adicción, curé mi espíritu, sané mi interior y de cómo todo lo demás comenzó a tomar su lugar.
Este soy yo hace unos 5 años:
Un tipo que vivió en la obesidad toda la vida. Me gusta bromear con que la única vez que no fui obeso, era cuando acababa de nacer. Después de ahí, me convertí en el bebé muffin y así crecí. Fui niño obeso y todos los meses mis padres me sometían a dietas horribles para tratar de controlar mi peso. Siempre había una nueva dieta en las revistas o algún amigo contaba su éxito comiendo lo que estuviera de moda.
Pasé por la dieta de los jugos, del agua, del caldo de pollo, de la luna, la de Jane Fonda (sí, soy hijo de los 80’s)… nada funcionó. Perdía unos cuantos kilos, pero a los días lo recuperaba todo y con venganza.
Yo era el niño que no corría, que nadie invitaba, el que no podía con deportes, el objeto de bullying y mil apodos. Yo era el niño roto que prefería jugar videojuegos y leer cómics, recluido en mi recámara.
La adolescencia fue particularmente dura porque si los niños son crueles con los obesos, los adolescentes son despiadados. Yo mismo lo era para defenderme de los constantes ataques. La soledad y el aislamiento eran aun mayores en esos años. Trataba de compensar la falta de popularidad y el exceso de peso, con una «superioridad» intelectual que provocó que más personas se alejaran de mi. Sí, era yo el odioso mascota de los maestros y el nerd de la escuela. Los libros y la ciencia me daban refugio de todo lo que no me gustaba, pero a cambio la soberbia me dominó.
Con la adolescencia llegan las fiestas, los amigos inseparables y la hiper-consciencia de tener un cuerpo aceptado por los demás. Para un joven obeso, eso es el infierno. Además de las dietas de tortura medieval que ahora yo me imponía, me mataba haciendo ejercicio para tratar de perder peso. Intenté futbol americano, pero me lastimé la espalda. Eso me llevó a las artes marciales donde me quedaría por muchos años.
El kung fu, ninjutsu y el karate-do lograron en poco tiempo que comenzara a tener confianza en mi. Si tenía alguna frustración, lo dejaba todo en el dojo. Pero por más duro que entrenara, seguía subiendo de peso. A veces sin control. Subía 10 kilos, bajaba 5. Subía 15 y bajaba 3. La tendencia era hacia arriba.
En aquellos años, Mon-Sensei me impulsaba a seguir mi camino marcial. Gané varios torneos y eso me ayudó mucho, pues me daba sentido y confianza. Recuerdo con cariño que terminando el entrenamiento, el maestro nos hablaba de Bodhidharma, el monje budista que había creado las artes marciales chinas. Esto me inspiraba y sembró en mi el gusto por el budismo… pero esa es historia para otro día.
Por esos años también comencé a experimentar con la meditación, que también trajo un poco de calma a mis problemáticos días de adolescencia.
El punto es que aun con todo ese entrenamiento, seguía subiendo de peso. Descubrí que entrenar ¡me producía más hambre!
Hacía todo lo que me decían, todo lo que se suponía que era necesario para perder peso. Comía cosas light, pan integral, carne sin grasa, usaba sustitutos de azúcar, me mataba haciendo ejercicio. ¡Lo hacía todo bien!
Y al final, estaba fuera de control. Por completo.
La universidad fue menos difícil que la preparatoria, pues mi estatura ayudaba a disfrazar la obesidad. Nunca fui flaco, pero al menos la grasa parecía repartirse por todo el cuerpo. Los intentos por bajar de peso seguían, por supuesto. Pero era más como volar por instrumentos porque ya sabía que todo iba a fallar. Era el único estilo de vida que conocía, en realidad.
La vida adulta se hizo más sencilla, pues tan pronto puse pie en una oficina, me di cuenta que todo mundo estaba obeso. Así que la presión por ser delgado se terminó… pero también la lucha por estar sano. Me dejé llevar por la alimentación oficinista, que es devastadora para el cuerpo.
Pasé cerca de unos 25 años trabajando en oficinas y con la misma dinámica de nutrición. Comía todo lo que la mercadotecnia dice que es sano: barras de granola, cereales, leches y quesos descremadas, refrescos de dieta, panes integrales, carnes frías de pavo. Y el peso seguía en aumento porque además, la vida oficinal ya no me permitía seguir entrenando.
Un día pasó un desastre en mi vida. Lo perdí todo (por primera vez) y me di por vencido. Así que recurrí a mi única amiga, a quien siempre había estado comigo y que nunca me decía que no: la comida.
Pasé varios años en esa depresión, pero tuve la claridad de regresar a entrenar artes marciales. Ahora el aikido fue lo que me rescató y retomar la meditación como práctica seria me ayudó mucho. También comencé tomar en serio el budismo como filosofía, así que la tristeza se acabó y salí adelante.
Pasaron más años, abrí el Chocobuda, dejé la vida oficinal, me hice corredor, me mudé de ciudad y mi peso seguía en aumento. Llegué hasta casi los 150 kilos, como puedes ver en la foto de arriba.
Y comencé a enfermar. Mis rodillas y espalda cedieron. Con dolor crónico me avisaban que el peso era insostenible. Padecía insomnio, dolores de cabeza constantes, sangrados nasales, problemas de piel, depresión, apatía inmanejable, mis dientes se estaban pudriendo. Muchos sistemas de mi cuerpo estaban fallando al mismo tiempo.
Lo peor es que por dentro, en mi ser, en mi mente, me sentía vacío. Roto. Sonreír era muy difícil. Estaba sin rumbo y no podía sostener nada por mucho tiempo. Este estado mental me hizo ignorar oportunidades increíbles, tomé las peores decisiones y dejé ir a personas que me querían.
Había alcanzado un punto crítico en la vida y sabía que de seguir así, me esperaban la diabetes, el cáncer y el paro cardíaco en la siguiente esquina. No quiero ni pensar qué tan cerca estuve de eso.
Un diciembre, para aprovechar las vacaciones, tomé un libro llamado Freakonomics, que habla de las conexiones estadísticas y matemáticas en campos inesperados de la vida. Es un texto compuesto de muchos artículos y resultados de estudios que hacen una lectura informativa y apasionante. Y también incluye entrevistas. Una de ellas era a un científico llamado Seth Roberts, quien había controlado su peso cuando entendió que la adicción al sabor es lo que nos hace perder el control.
Seth se dio cuenta que el cerebro humano evolucionó para optimizar recursos y nos impulsa a comer cuando hay abundancia. El sabor de la comida le dice al cerebro que es hora de comer para guardar energía y usarla en tiempos de sequía, pues hace 10,000 años no existía un suministro estable de alimento. El hombre primitivo necesitaba moverse de arbusto en arbusto o de presa en presa. El sabor dulce de la fruta le decía que había que comer lo más posible porque no había certeza de volver a encontrar comida.
El sabor agradable de la comida despierta la adicción porque nuestro simio interno tomará todo lo que pueda. Así se mantiene con vida y sigue su marcha. El problema es que en tiempos modernos, el suministro de comida es estable… pero además toda la comida es deliciosa para mantener la venta.
La comida a la que tenemos acceso en las ciudades ha sido diseñada por científicos para que siempre sea deliciosa y con altas cantidades de sustancias que nos dañan. Al mismo tiempo nos dicen vía mercadotecnia, que todo es sano y que nos conviene, que la obesidad es nuestro problema porque no hacemos ejercicio suficiente.
Seth Roberts me introdujo a varios conceptos que volaron mi mente, pues cambió todos los paradigmas de más de 40 años de vida:
- La evolución no ha preparado al ser humano para digerir la basura que comemos actualmente.
- La comida actual está diseñada para hacernos comprar, no para nutrir.
- Todo está lleno de azúcar y gluten, sustancias adictivas y que dañan la salud hasta causar casi todos los problemas que llenan las clínicas hoy en día.
- El azúcar es la causa de casi todos los problemas emocionales y psiquiátricos.
- Más sabor = más obesidad o síndrome metabólico.
- Existe la paleo dieta.
- Existe la ciencia personal, que es la valentía para mandar al infierno a la ciencia comercial y experimentar con nosotros mismos.
Me quedé helado, pues comencé a comprender. Después de Freakonomics comencé a devorar literatura de nutrición. Me enteré que existe un movimiento internacional muy importante, de personas que han decidido regresar a comer como lo hacían nuestros ancestros.
Aprendí de ciencia molecular, genética, historia y geografía de los alimentos, química; y claro, también investigué porqué en Asia la obesidad es insignificante comparada con occidente.
Entendí que la razón por la que nunca perdí peso era debido al azúcar. Los alimentos de «dieta» ¡están llenos de azúcar y gluten!
Investigué cómo vencer la adicción al sabor, para poco a poco experimentar con mi cuerpo. Y comencé a perder tallas. Empecé a lograr lo que por años pensé que era solo para actores de Hollywood. Semana a semana perdía un poco más de peso.
Me sentía tan bien que comencé a correr y participé en varias carreras. Aun estaba gordo, pero podía llegar a los 5K, luego a los 10K. Inicié yoga y también me sentí increíble.
Con el paso de los meses, una vez que la adicción al sabor se había ido, cambié toda mi alimentación a la paleo dieta. Más experimentos y más ciencia de por medio, por supuesto.
En este estilo de vida no existe comida procesada. Solo comemos alimento natural preparado en casa. Esta es la manera en la que me alimento actualmente.
Pasaron varios años ya desde que estoy en este viaje que no termina. Ahora mi cuerpo es fuerte y sin grasa. Mi espíritu y actitud por la vida han cambiado. Mi meditación es profunda y significativa. Estoy de buenas casi todo el tiempo y hace muchos años que no me enojo.
Mi práctica budista se ha fortalecido, pues ahora tengo energía para estudiar y trabajar por los demás.
Todo, absolutamente todo, se mejoró.
Sigo leyendo ciencia todos los días, experimentando responsablemente con mi cuerpo, aprendiendo de nutrición y diseñando nuevos hábitos que me hacen ser de más utilidad a las personas que me rodean. Si has estado en taller conmigo, ahora entenderás porqué la nutrición es esencial para el cambio espiritual.
Al día de hoy, este soy yo. Un hombre que se reconstruyó gracias al amor por la ciencia, la lectura y que perdió el miedo. Soy un tipo normal, el más tonto de los tontos, pero si puedo tomar algún crédito, es que decidí cambiar mi vida entendiendo que el camino largo es siempre el más seguro.
¿Cuánto peso ahora? No lo sé. No uso básculas. Uso vida.
Nunca tengas miedo de experimentar. Cambiar hábitos es posible, es cuestión de entender que siempre hay que hacerlo de manera informada y por la ruta más larga.
por Kyonin | Nov 4, 2015 | Editorial, Eventos, Periscope
Ayer di el salto y me animé a probar Periscope, el servicio de video streaming de Twitter, y quedé muy sorprendido.
Pensé que sólo estaría en línea por unos minutos para ver cómo funciona, pero en cuestión de segundos había muchas personas conectadas, dándome la bienvenida y haciendo preguntas. ¡Me la pasé muy bien!
Comparto aquí el video que quedó guardado en Katch.me.
Gracias a todos. Ver corazones flotando en la pantalla de mi móvil fue de lo más agradable 🙂
Si quieres seguirme en Periscope, la cuenta es @chocobuda. Los videos quedarán guardados en Katch.me por el tiempo que el servicio lo permita.