Vivir el presente facilita crear hábitos

Vivir el presente facilita crear hábitos

La mente humana evolucionó para fabricar pensamientos. Muchos. Y lo hace con un ciclo de entrada de datos-procesamiento-salida de datos.

En es sentido, es una maravilla. Es lo que nos vuelve lo que somos, lo que nos hace relacionar con el universo.

El problema es que produce tantos pensamientos, planes y fantasías sin parar. Y además le gusta mucho engancharse a pequeñas distracciones para evitar quedarse quieta.

Se divierte con entradas inútiles de información que, a la larga, nos afectan más que beneficiarnos. En tiempos de la conexión perpetua, la alimentamos con aun más distractores.

Con todo esto no es mentira afirmar que la mente casi nunca está donde debe estar: aquí y ahora.

Esta capacidad de no estar en el presente tiene costos muy altos para la vida cotidiana. Estamos distraídos y perdemos las llaves, nos perdemos, no escuchamos o tenemos accidentes.

Sacrificamos productividad por seguir enganchados en pequeños dulces para la mente. Vivimos nuestros días sin poner atención a nuestras reacciones y relaciones con el universo.

A la hora de querer crear hábitos, las distracciones se convierten en un obstáculo gigantesco.

Por ello quienes se proponen algo como dejar de fumar, de maldecir, comer mejor, caminar más o aprender algo; se pierden en el mar de la apatía y no logran lo que quieren.

Los que quieren aprender algo nuevo, se quedan en el intento porque las distracciones son mucho más atractivas.

Todo ello se puede evitar al poner atención al momento presente, a nuestras palabras y pensamientos, a las acciones y omisiones que estamos por ejecutar.

Vivir aquí y ahora nos devuelve la elusiva capacidad de autocontrol, misma que se pierde con mucha facilidad.

Antes de que pongas trabas o pretextos, en realidad es fácil lograrlo. Pero requiere práctica.

Aunque venga de manera tácita e invisible, cuando nos proponemos forjar un hábito nuevo estamos firmando un contrato de atención:

Quiero comer cosas que me nutran (por ende vigilaré con atención todos mis alimentos, de lo contrario impactaré mi salud y el bienestar de quienes me rodean).

Así nos es mucho más claro el compromiso de cambio y estaremos en el presente, resguardando el contrato.

Y claro, la meditación es la herramienta máxima para cultivar atención consciente. Pero eso ya lo sabías, ¿no?

 

El propósito máximo de la vida

El propósito máximo de la vida

Era un día normal para Narayanan Krishnan en Bangalore.

El trabajo en el hotel había sido tan rudo como siempre. Se sentía cansado, pero estaba feliz porque había sido seleccionado como nuevo chef para trabajar en un hotel  en Suiza.

La vida era muy buena. Era el rey del mundo.

Esa noche salió de trabajar para ir a casa. Y lo que vio en un callejón cambió su vida para siempre.

—Vi a un hombre muy viejo que literalmente, se estaba comiendo su propio excremento por el hambre, —recuerda Narayanan. —Regresé al hotel y pregunté qué tenían disponible. Tenían idli. Lo compré y se lo di al viejo. Créeme, nunca había visto a una persona comer tan rápido. Mientras comía, sus ojos estaban llenos de lágrimas. Eran las lágrimas de la felicidad».

Al igual que al Buda, el chef fue marcado de por vida por este hecho.

Luego de pensarlo, renunció a su trabajo y desde 2002 se dedica a alimentar a «los olvidados»: ancianos, pobres, enfermos mentales y hombres santos*.

Pero su labor no sólo abarca la alimentación. También corta el cabello y afeita a casi 400 personas al día. Es un trabajo de tiempo completo.

En palabras de Narayanan:

—Alimentamos a los indigentes, a los viejos y a los enfermos mentales que han sido abandonados por la sociedad. La gente está sufriendo por falta de alimento. Si no los alimentamos, morirán de hambre.

«Les corto el cabello, los afeito y los baño. Para ellos, sentirse de nuevo seres humanos ha tenido un gran impacto psicológico. Les da  una mano en la cual apoyarse y esperanza para vivir.

«El alimento es una parte. El amor es la otra. Así que la comida les da nutrición física, pero el amor y afecto que les muestras les da nutrición mental.

«Todos tenemos 5.5 litros de sangre. Yo soy sólo un humano. Para mi todos son iguales.

«Existen miles y miles de personas sufriendo.

«¿Cuál es el propósito máximo de la vida? Es dar.

«Comienza a dar. Experimenta la felicidad de dar.

Esta inspiradora historia hace que nuestra mente vuele y pensamos que Narayanan y todas las personas generosas tienen un halo divino en ellos.

Pero esto está muy lejos de la realidad.

Narayan, tú o yo somos exactamente igual. Todos tenemos al rededor de 5.5 litros de sangre.

La diferencia es que él decidió dejar de lado su ego para mejorar a la humanidad.

Todos tenemos Naturaleza del Buda en nosotros. Es cuestión de quitar la basura que la cubre.

¿Hasta cuándo comenzarás a dar?

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* En India es común ver a los bikkhu en la calle. Son hombres que renunciaron a todo para buscar la iluminación. Viven en las calles en condiciones infrahumanas.

 

No busques lo que ya tienes

No busques lo que ya tienes

En ocasiones se ve la desesperanza en tus ojos. Ya no soportas el trabajo, a tu jefe y el tráfico de la ciudad te tiene perpetuamente enfermo.

Trabajas para tener dinero y comprar lo que sea que te haga feliz, aunque sea por un instante. Satisfaces tus deseos y tus pasiones, te rodeas de mucha gente, pasas horas inmerso en redes sociales; pero la realidad es que sigues estando solo.

Odias los lunes porque te recuerdan que eres un tornillo más en la maquinaria inhumana que mueve a la civilización.

Tratas de distraer tu atención con la televisión y con el cine. No pensar es lo mejor para no enfrentar el hecho de que el vacío dentro de ti se hace más grande con el paso de los días.

Comprar una casa, un auto, muchos seguros y tener inversiones. ¡La presión es grande! No eres un triunfador hasta que tu ego se monte en el auto más ostentoso posible.

Odias que el universo no funcione como quieres y todo parece confabularse en tu contra. Los autos, las reacciones de los demás, el gobierno. ¡Nada cubre tus expectativas!

Muchas veces has llorado porque el amor que imaginas no ha llegado y pasas horas atrapado en «los mejores años de tu vida», sin darte cuenta que son arena que se fue entre tus dedos.

¿Cuántas noches no has deseado ese abrazo que no llegará?

¿Cuántas veces no has culpado a alguien por tu corazón roto, cuando el primer responsable eres tú mismo?

Te desesperas, gritas, mientras tu rostro refleja infelicidad.

Y buscas por todos lados lo que te haga sentir bien. Buscas en las tiendas, en los viajes, en tus adicciones, en la fiesta y en las redes sociales.

¿Dónde está? ¿Qué es lo que buscas?

Pero lo que buscas ya lo tienes. Está dentro de ti.

Es el silencio. Es el tiempo a solas contigo mismo, sentado mientras pones atención a tu respiración.

Es el poder ver cómo pasan los pensamientos flotando en el cielo azul que es tu mente; sabiendo que de nada sirve aferrarte a las cosas.

Es el levantarte temprano y ver en silencio cómo el sol pinta de naranja a la ciudad y sentirte agradecido por tener una oportunidad más para ayudar a los demás.

Lo que buscas eres tú, que está enterrado entre cajas de productos y pretensión.

No busques lo que ya tienes.

Sólo siéntate en silencio a descubrirlo.

 

Para ti, que te gustaría golpear en la cara a tu jefe con la carta de renuncia

Para ti, que te gustaría golpear en la cara a tu jefe con la carta de renuncia

Como ser humano, lo que sea que hagas, hazlo de forma que no pueda ser repetido. Lo que se puede repetir, es mejor dejárselo a los robots.

La vida no corre sobre rieles.

Las aves no cantan en notas menores ni mayores. Las enseñanzas de Bodhidharma* no caben en papel a rayas.

Le buddha-dhara es amplio y sin límites. Cuando intentas retenerlo, lo pierdes. No es un bacalao seco, sino un pez vivo. Y los peces vivos no tienen forma fija.

En el manual del soldado japonés dice que debemos estar preparados para la guerra en mil diferentes posibilidades. Eso no aplica sólo para la guerra porque la vida tampoco sigue regla alguna. Cuando tratas de vivir la vida de acuerdo a un manual, fallarás sin duda.

Esto también es cierto para asuntos legales, donde tienes que mantener la guardia aun si todo va de acuerdo al manual.

Los gansos salvajes no dejan rastros, pero no importa a donde vayan, nunca se pierden. No hay huellas en su camino. No son como la máquina de vapor, que corre sobre rieles; o como la brecha dejada por un buen en el molino.

¿Acaso no vivimos de momento a momento? ¿Cómo es que tomamos la vida, la analizamos, la sistematizamos y la archivamos?

Lo que sea que hayas logrado en esta vida, no puedes llevarlo a tu último día. Morirás desnudo.

Al final no tendrás más opción que soltarlo todo.

¿No es evidente que la mayor felicidad consiste en hacer lo que tengas que hacer?

No puedes depender de nada porque el valor de las cosas cambia. Esta realidad es lo que motivó al Buda a renunciar a sus títulos nobiliarios, a su esposa e hijo, para convertirse en monje.

Por Sawaki Kôdô Rôshi, de su libro Para ti

Traducido por Kyonin

* Bodhidharma: Monje budista japonés que vivió entre el siglo V y VI. Propagó el budismo Chan en China y se le atribuye la creación del Kung Fu.

Para ti, que te gustaría golpear en la cara a tu jefe con la carta de renuncia

Para ti, que estás llorando porque alguien te engañó

En algún punto te darás de golpes y te preguntarás si tu beneficio o pérdida personal, valen realmente todo este sufrimiento o júbilo.

Tarde o temprano todos comienzan a pensar sólo en ellos mismos. Dirías, ¡eso está bien! Pero, ¿qué estuvo bien? Sólo estuvo bien para ti exclusivamente. Eso es todo.

¿Porqué será que los humanos estamos tan destrozados? Porque el esfuerzo de siempre querer ganar un poco de ventaja es lo que nos destroza.

Tener ilusiones significa ser inestable. Tener ilusiones significa ser controlado por la situación.

Una persona con grandes deseos es muy fácil de engañar. Incluso el timador más hábil no puede sacar ganancia de alguien que no desea nada.

El budismo significa no-ego, nada que ganar. Debes estar en comunión con el universo y con todos los seres vivos.

Todos los seres están en un error: vemos como felicidad aquello que nos lleva a la infelicidad, y lloramos por la infelicidad que no es infelicidad para nada.

Todos sabemos que las lágrimas de un niño se convierten en sonrisa cuando le das una galleta.  Lo que los seres vivos llamamos felicidad es mucho más que eso.

Por Sawaki Kôdô Rôshi, de su libro Para ti

Traducido por Kyonin

Para ti, que te gustaría golpear en la cara a tu jefe con la carta de renuncia

Para ti, que estás exhausto de pelear con tu pareja

La cuestión no es saber quién está en lo correcto. Sólo estás viendo las cosas desde otro punto de vista.

Deja de intentar ser algo especial y sé tú. ¡Detente en seco y siéntate en zazen!

Todo lo malo comienza cuando dices «Yo». Lo que sigue de ahí, es pura ilusión.

Todos se imaginan que su ego nunca podrá cambiar, que es un punto central en el que gira todo el universo al rededor. Existió un hombre que dijo «¡Miren! ¡Todo mundo está muriendo, excepto yo!». Ese hombre lleva varios años muerto.

Todos hablan de casarse por amor, pero, ¿qué no se están casando realmente por sexo? ¿Qué no al final todo se trata de un pene y una vagia? ¿Porqué nadie es honesto y dice que se enamoró de un pene o una vagina?

Cuando puedas, mira la cara de un perro que acaba de tener sexo. Sólo mira al espacio con extraños ojos vacíos. Justo así es con la gente: al trabajan mucho hasta llegar al frenesí, para que al final no quede nada.

Un hombre que no entiende nada, se casa con una mujer que no entiende nada. Luego todo mundo dice, «¡Felicidades!». Eso sí que es algo que no entiendo.

Una familia es el lugar donde padres e hijos, esposa y esposo, se ponen de mal humor mutuamente.

Cuando un niño adopta una actitud desafiante,  los padres maldicen, «¡No entiendes nada!». ¿Pero cómo son los padres? ¿No es verdad que tampoco ellos entienden nada? Todo mundo está perdido en su ignorancia.

Todos hablan de educación, ¿pero para qué nos estamos educando? Para ser ciudadanos comunes, eso es todo.

Es más gracioso observar a los monos en el zoológico, siendo observados por los humanos sueltos.

Por Sawaki Kôdô Rôshi, de su libro Para ti

Traducido por Kyonin