Los seres humanos hemos creado una nueva cultura en torno a la recompensa inmediata que es muy atractiva y, al día de hoy, ineludible.
Gozamos de productos y servicios que nos premian con tenerlo todo aquí y ahora. Ya no hay que esperar a ir a una tienda especializada para tener música, juegos de consola, libros, ropa, víveres o películas. Es tan fácil pedir cosas desde el teléfono, que ni siquiera recordamos cómo era el mundo hace unos 10 años.
Era un mundo cruel y árido en el que uno debía esforzarse por lograr y tener cosas.
No es que no me guste la cultura de lo inmediato. Al contrario, es maravillosa y hace la vida mucho más llevadera. ¡Si hay alguien que goza servicios como Steam, soy yo! El problema es que con frecuencia, esta forma de vida es más un estorbo que arruina nuestra capacidad para implantar hábitos nuevos o cambiar los que no nos gustan. ¡Odiamos si quiera el pensar en la palabra disciplina!
Esto genera una avalancha de obstáculos que nos hacen fallar de maneras épicas al momento de querer mejorar nuestra experiencia de vida.
La sociedad parece aplaudirnos cuando alguien come mal por estar muy ocupado, dormir poco por dedicar tiempo a las fiestas, despertar tarde en fin de semana, o al empeñar el futuro con deudas de tarjetas de crédito.
Y ni qué decir de la mercadotecnia. Nos vende la fantasía de que con una píldora mágica/gadget/bebida/amuleto dormiremos mejor, bajaremos de peso o tendremos más energía.
Sin embargo, lo que todo mundo se esfuerza en ignorar es el hecho de que los nuevos hábitos se apoyan en la disciplina. No hay más.
No existen los milagros, la magia, la providencia, ni El Secreto. Sólo existe el trabajo, la dedicación y la constancia.
Para evitar el desarrollo de nuevos hábitos existe una gran colección de obstáculos, casi todos basados en nuestro gran y pesado ego. Aquí presento una pequeña lista:
Estamos cerrando un año más y la cultura occidental se prepara para el letargo y diversión que traen las fiestas de diciembre. Se planean las reuniones, los regalos y los propósitos para el año que viene.
Lo tenemos todo. Estamos listos. Este año será el que marque la diferencia en mi vida.
El 1 de enero es el día perfecto para iniciar. ¡Vamos con todo!
Si entreno duro, en un mes estaré corriendo mi primera carrera. Al fin y al cabo los blogs de productividad y TED dicen que con 21 o 30 días el hábito queda listo.
Los expertos en productividad al estilo estadounidense nos dicen que debemos vivir con la mentalidad de cambio y realizando afirmaciones que pongan la mente en el camino ideal. Aunado a acciones pequeñas, al final de 30 días el hábito quedará en la mente y será parte de nuestra vida.
Suena fácil y sencillo. Uno piensa que con un esfuerzo de tan sólo unos días podrá comer ensaladas cual vaca o salir a incendiar las calles con el running.
Sin embargo, hay una falla inmensa en este sistema. Esta teoría está pensada con la mentalidad de la recompensa inmediata.
Para la mentalidad occidental, los cambios deben llegar sin esfuerzo y de la manera menos incómoda posible. Si algo produce un poco de sudor en la frente, es descartado. Es más, si pueden pagar por que alguien más se esfuerce, lo hacen.
No en vano Estados Unidos es el país que más productos milagrosos lanza. Basta con echar un vistazo a los informerciales. Harán lo que sea para vendernos desde pelador de patatas mágico, hasta un aparato de tortura medieval para ejercitar el abdomen. Todo es fácil y con el menor esfuerzo posible.
¡Puedo tener six pack mientra miro Netflix!
Los hispano parlantes, no somos diferentes.
La recompensa inmediata es uno de los daños más grandes que la sociedad de consumo ha casado en el crecimiento personal y espiritual.
Todo lo queremos aquí y ahora, y los hábitos no se escapan.
Por eso, al intentar cumplir metas y adquirir mejores disciplinas, fallamos miserablemente. Cuando vemos la cruda realidad de que los hábitos requieren esfuerzo y hasta un poco de sacrificio, los abandonamos.
Después de algún tiempo de reflexión y experimentación personal, decidí retar la idea de los 21 a 30 días.
Ya sea curar mi insomnio, volverme corredor, aprender un idioma o a cocinar… todos mis procesos de hábitos nuevos han tomado mucho más de 3 meses. Algunos más complejos han tomado unos buenos 4 años. Todas y cada una de mis mejoras personales han llevado un largo proceso de introspección, investigación, experimentación, muchos errores y caídas, y práctica constante.
Quizá soy muy tonto. Es posible que mi cerebro de mandril no pueda con una meta corta de 21 días. Pero lo que sí puedo decir es que los cambios que se han quedado y que forman parte de mi cotidiano, han sido logrados al 100% y los practico hasta el día de hoy.
Pero todos han tomado mucho tiempo y, sobre todo, disciplina.
No me cansaré de decirlo. El secreto de la vida es la disciplina. La necesitamos para estudiar, trabajar, divertirnos y hasta para dormir.
Creo que es hora de comenzar a entenderlo antes de que llegue el año nuevo.
El martes 3 de agosto tuvimos un buen Chocoscopio sobre cómo mantener la creatividad y la inspiración. A veces es necesario entender que ambas no dependen del ego, sino de la constancia y la disciplina.
Ser creativo no significa ser desparpajado o abusar del cuerpo. Crear requiere entrenamiento y dedicación. Todo ello se puede lograr cuando tenemos la mente en paz. Y para ello contamos con la mejor herramienta del mundo: la meditación.
En esta transmisión nuestro CEO, El Tamal, estuvo dormido. Así que esperamos que aparezca a cuadro la próxima.
La hoja en blanco, cuerdas sin tocar, lienzo vacío, teclado en silencio. Todos estos demonios modernos llegan a cobrar nuestra tranquilidad cuando la mente creativa se topa contra la pared.
¿Cómo mantenerse creativo? ¿Cómo resolver problemas que parecen imposibles? ¿Cómo conservar la ecuanimidad en momentos de alto estrés?
Ser creativo no solo es cuestión de talento, sino de entrenamiento y práctica. En este Chocoscopio revisaremos algunas técnicas que nos permitirán ser creativos en todo momento… siempre y cuando convirtamos el placer en disciplina. Sí, la disciplina no es mala.
Martes 2 de agosto de 2016
CDMX 4:00 PM / Buenos Aires 7:00 PM / Caracas 5:30 PM / Madrid 11:00 PM
Si no alcanzas a conectarte para la transmisión en vivo, el video de la charla será publicado al día siguiente.
Todas las personas somos creativas. No hay forma de que no lo seamos, pues es una capacidad que la selección natural ha puesto en nuestra mente para poder resolver problemas complejos.
Sin embargo hay ocasiones en que las musas parecen haber salido de vacaciones y necesitamos ser productivos. Aquí comparto 5 acciones que ayudan mucho a mantener la creatividad a flote.
Si quieres saber más sobre creatividad para la vida, te invito a Omoi. Es un taller de mindfulness para creativos en donde aprendemos técnicas para que las musas siempre nos acompañen. Más información.
… música que se escucha tan profundamente que ya no se escucha. Te conviertes en música.
T.S. Elliot
La experiencia de crear es espiritual. No en el sentido religioso, sino en el más puro sentido humano. Cuando nos sentamos a escribir una carta, a dibujar o pintar, cocinar, a tocar algún instrumento o a diseñar una página, suceden varias cosas interesantes en nosotros.
Para empezar el mundo a nuestro alrededor se pierde. Dejamos de estar distraídos por ruidos o por el medio ambiente. Dejamos de sentir el cuerpo. ¿Te has percatado que cuando te absorbe alguna actividad creativa, dejas de sentir las piernas?
Cuando creamos nos convertimos en lo que sea que creamos. Por un momento somos música y nos movemos entre notas. Por un instante somos texto que comunica y que expresa. O quizá nos transformamos en ingredientes de una historia que se narra en un platillo servido.
Crear es espiritual porque nos une con el presente, fundiéndonos con el flujo de la vida. Se suspenden los juicios y las opiniones y simplemente seguimos adelante hasta terminar. Es entrar a un proceso meditativo en el que la vida transcurre en armonía y en tono con los ritmos de la naturaleza. Los sentimientos surgen y se plasman para simplemente ser.
Llegar a esta zona no es nada fácil. A algunos nos cuesta mucho trabajo, pues la inspiración nos evade con frecuencia. La buscamos activamente en todos lados y siempre tarda más de lo que quisiéramos. Por desgracia, algunas personas se rinden y otras más se intoxican para poder sentirse en sintonía con los jugos creativos.
¿Y si te dijera que la creatividad es más zen de lo que te imaginas?
Una persona creativa trabaja mejor cuando vive justo aquí y ahora, dejando de lado la angustia del futuro y la pesadumbre de un pasado que lo ancla. Sabe que la inspiración tarda en llegar, pero si mantiene la mente en calma, siempre será mucho más sencillo producir y llegar al Silencio.
Así como debemos practicar la escritura o la música para ser mejores, un gran ejercicio para el creativo es sentarse en silencio a meditar. Si esta práctica se lleva con disciplina, la inspiración se encontrará de forma más fácil y sencilla, sin tener que recurrir a estimulantes o dramas.
Si lo que escribo te es útil y te gusta, ¿por qué no invitarme un café? Gracias.
Sobre mi
¡Hola! Soy Kyonin, monje y maestro budista de la tradición Soto Zen. Formo parte de Grupo Zen Ryokan. Comparto la sabiduría eterna del Buda para ayudar a encontrar la paz interior y la liberación del sufrimiento. Juntos vamos en camino hacia la compasión.
En días de lluvia
la melancolía invade
al monje Ryokan
-Haiku de Ryokan Taigu Roshi