Hace años, en una mañana cualquiera, mientras caminaba al trabajo por una calle ruidosa y llena de tráfico, noté que mi mente iba a mil por hora. Preocupaciones, listas de pendientes, discusiones imaginarias; hasta que una pequeña pausa en el semáforo me hizo detenerme. Respiré profundo y, sin buscarlo, todo se aquietó. Escuché el canto de un pájaro, vi cómo el sol tocaba las hojas de un árbol, y por un instante muy chiquito, estaba totalmente presente. Esa breve experiencia me recordó lo que enseña el maestro Huineng: el verdadero Zen en la vida cotidiana no es escapar del mundo, sino despertar dentro de él.
El Capítulo 5 del Sutra de la Plataforma, “Dhyana”, es muy breve. Sin embargo, es una enseñanza poderosa y sencilla sobre cómo practicar Zazen sin depender del zafu ni de condiciones especiales. Nos recuerda que la práctica Zen es posible en todo momento del día. Cada segundo del día es sagrado y una expresión de la budeidad a la que pertenecemos. No lo podemos ver porque estamos muy ocupados siendo nosotros mismos, pero es posible tocar esta Tierra Pura si entendemos este capítulo.
La palabra Zen proviene del término sánscrito Dhyana, que significa meditación o concentración. Sin embargo, como lo aclara Huineng, no se trata de meditar como un acto aislado, formal o ritualizado. Dhyana es más importante que eso para el Zen. Lo entendemos como ver directamente la naturaleza de la mente y vivir sin apego.
“Dhyana significa ver la naturaleza de la mente. Ver la naturaleza es Bodhi.”
Por eso, practicar Dhyana es practicar Zen porque vivimos con atención plena, con las menores distracciones posibles, y sin quedar atrapados por etiquetas como “bueno” o “malo”. Entrenamos día tras día para permitir que la mente vuelva a su estado natural de claridad y presencia.
Zen en la vida cotidiana es atención en cada acción
Huineng deja claro cómo llevar esta práctica a cada momento de la vida:
“El sentarse en meditación no significa fijar la mente en la ausencia de movimiento. Significa estar libre de apegos al bien y al mal.”
Aunque los maestros del Zen nos piden sentarnos en un zafu, Zazen no está limitado a un tiempo o lugar. El estado de presencia y atención se manifiesta cuando lavamos los platos con atención, cuando escuchamos sin juzgar, cuando respiramos con conciencia mientras esperamos el autobús. El verdadero Zen en la vida cotidiana es cultivar una mente libre, despierta y no reactiva, justo en medio del caos y la rutina.
A veces me gusta pensar que la práctica Zen nos vuelve creativos, no reactivos.
En el centro del Zen hay claridad sin rigidez
Así como el Maestro nos enseñó en el capítulo 4, en este apartado nos insiste en estar atentos para evitar el malentendido común de pensar que meditar es dejar la mente en blanco o aislarla del mundo. Huineng dice que “una mente sin movimiento no es necesariamente una mente despierta”. Lo importante no es erradicar los pensamientos, sino que no haya aferramiento a ellos.
“El verdadero Dhyana no consiste en sentarse sin moverse, sino en mantener la mente libre en toda situación.”
Esto ayudó a construir el Soto Zen como lo conocemos hoy. Para nosotros el énfasis no está en alcanzar estados especiales, sino en estar completamente presente con lo que hay, sin rechazo ni apego.
Si hay tristeza, nos sentamos con ella. Cuando estamos felices, nos sentamos con esa felicidad. No importa si hay ruido interno o externo, la práctica de Shikantaza debe ser mantenida.
Vínculo con el capítulo 4, meditación y sabiduría
En el capítulo anterior, Huineng explicaba que Samadhi (meditación) y Prajna (sabiduría) son inseparables. Aquí en el capítulo 5, esa enseñanza se vuelve más práctica porque nos dice que la meditación es ver la mente tal como es, y eso es ya un acto de sabiduría.
La práctica de Zazen en el Soto Zen refleja esta visión. Nos sentamos sin objetivo, sin querer lograr algo, y en ese dejar-ser surge una comprensión profunda. No estamos vaciando la mente, sino viendo con claridad lo que surge y dejándolo pasar.
Zen sin separación
Por los años que llevo practicando y enseñando, estoy convencido de que tenemos un fallo fundamental en nuestra espiritualidad. Nunca la tomamos en serio y la dejamos como una actividad más para el fin de semana.
Por eso creo que uno de los aportes más revolucionarios de Huineng es mostrar que no hay separación entre práctica espiritual y vida cotidiana. Cuando comprendemos esto, la idea de que sólo se medita en el zafu desaparece. Cada instante puede ser una oportunidad para despertar.
Trabajo es Buda. Escuela es Buda. Comida, descanso, enojos, tristeza, todos son Buda. Si los separamos, el budismo y toda la sabiduría de los Patriarcas dejan de funcionar.
Huineng no desecha la meditación sentada, por supuesto. Pero sí advierte que si la usamos como un refugio o como un acto separado del resto de la vida, hemos perdido el corazón del Dharma. El verdadero Zen en la vida cotidiana es vivir cada momento con claridad, presencia y sin aferramiento.
¿Cómo practicar esto hoy?
Independientemente de que practiques Zen o no, la atención plena es nuestro derecho. Es solo que no viene gratis y tenemos que esforzarnos en lograrla. Practicar Zazen es la mejor manera que tenemos, pero si no te gusta el budismo, puedes comenzar con algunas ideas fáciles de implementar.
Observa tu respiración mientras trabajas.
Come sin distracciones, sintiendo cada bocado.
Escucha a alguien con todo tu ser, sin planear tu respuesta.
Camina como si cada paso fuera sagrado.
Guarda silencio a lo largo del día y pon atención al discurso mental.
Apaga la música. Pon atención a la vida que te rodea.
Estas pequeñas acciones son semillas de Dhyana. Y si las haces con sinceridad, descubrirás que el Zen ya está ocurriendo.
Es importante decir que estas acciones no logran nada si solo las haces una vez. Elige una y repítela por muchos días. Sin hábito, no hay aprendizaje.
La meditación está en ti y es tu derecho
El capítulo 5 del Sutra de la Plataforma nos enseña que el verdadero Dhyana no se trata de inmovilidad ni de lograr algo especial. Se trata de reconocer lo que ya está presente en nosotros. Una mente clara, libre, compasiva.
Practicar Zen en la vida cotidiana no es un ideal lejano ni una meta que se alcanza tras años de esfuerzo. Es una forma de estar, aquí y ahora, reconociendo la plenitud del instante presente sin adornos ni rechazos. Por tener esta mente y cuerpo humano, es tu derecho.
Hoy, al terminar de leer, detente. Mira a tu alrededor. Respira. ¿Puedes estar aquí por completo? ¿Puedes dejar de perseguir objetos mentales y simplemente estar?
Luego de un sesshin, de esos intensos donde a los monjes no se nos permite ni bañarnos para enfocarnos solo en Zazen, tocaba lavar la ropa usada durante los 10 días. ¡Era más que necesario! Mientras preparaba la lavadora, que es una de esas tareas simples que hacemos casi sin pensar, me sorprendí sintiendo una claridad poco habitual. No estaba esforzándome por estar presente, simplemente estaba. Cada movimiento era natural, sin esfuerzo, sin distracción. En ese momento me quedó claro algo de lo que el Patriarca Huineng dice en el Sutra de la Plataforma: que la profunda meditación y sabiduría no están separadas. Surgen juntas, como la luz de una vela y su llama.
En el capítulo IV de este sutra, Samadhi y Prajna, Huineng nos muestra que meditar no es escapar del mundo ni forzar la mente al silencio, sino reconocer su naturaleza libre y clara.
Es un capítulo corto que está dividido en tres partes que explicaré en este post. Pero antes haré una parada para explicar algunos conceptos.
Samadhi es una palabra sánscrita que significa concentración profunda o absorción. En el contexto Zen, Samadhi no es simplemente sentarse en silencio o suprimir los pensamientos. Es una estabilidad mental que surge cuando no estamos apegados al pensamiento. Es la quietud de una mente libre, presente y no reactiva.
Para Huineng, Samadhi no implica inmovilidad física ni mental, sino una capacidad de actuar sin perturbación interna, una calma que está en el centro de cualquier situación. Por supuesto, esto solo se alcanza con nuestra práctica de Zazen.
¿Qué es Prajna?
Prajna, como vimos en el capítulo 2 de este sutra, es la sabiduría intuitiva, la comprensión directa de la realidad tal como es. No se trata de conocimiento intelectual, sino de una percepción clara que nace de la práctica cotidiana, del silencio y la observación. Prajna ve la vida sin filtros ni juicios, sin separarse de lo que es.
Por eso para nosotros es tan importante llevarnos lo aprendido del Dharma a la vida diaria. Huineng nos pide vivir con y para el Dharma.
¿Qué es Tathata?
En todo el capítulo subyace el principio de Tathata, que en sánscrito significa “talidad” o “lo tal como es”. Es la realidad vista sin distorsión, la verdadera naturaleza de todas las cosas.
Comprender Tathata es practicar Prajna. Es ver sin esforzarnos en agregar algo o en quitarle algo. Es ser parte de la realidad sin editarla. En palabras simples: es estar presente con lo que es, sin lucha. Cuando aceptamos lo que surge y lo atravesamos con claridad, estamos tocando la verdad más grande del Dharma.
Reconocer Tathata al lavar los platos, en la oficina, en la escuela o al escuchar sin interrupciones es un acto de sabiduría encarnada.
Meditación y sabiduría son una sola cosa indivisible
El corazón del capítulo IV es esta frase: “Samadhi es la quinta esencia del Prajna, mientras que Prajna es la actividad del Samadhi… En el mismo momento que alcanzamos Prajna, el Samadhi es inmediato y viceversa.”
Esto significa que meditación y sabiduría no son dos caminos distintos, sino un solo proceso vivido desde distintas perspectivas. Si hay calma real, surge claridad. Si hay visión verdadera, la mente se aquieta.
Primera parte: inseparabilidad
En la primera parte del capítulo, Huineng insiste en que separar Samadhi y Prajna es un error. Quien medita sin sabiduría cae en la rigidez; quien reflexiona sin estabilidad mental se vuelve superficial. El Maestro nos dice:
“Son análogos a una lámpara y su luz. Con una lámpara, hay luz. Sin una lámpara, habrá oscuridad… En nombre son dos cosas, pero en sustancia son una y la misma.”
Esta metáfora deja claro que no podemos tener una sin la otra. Practicar solo meditación sin comprensión es como tener una lámpara sin encender. Solo cuando ambas están presentes, hay verdadera transformación.
Segunda parte: Samadhi no es poner la mente en blanco
En esta sección, Huineng responde a quienes creen que Samadhi significa vaciar la mente completamente, ponerla en blanco o mantenerse inmóvil. Él responde con firmeza:
“El sentarse quietamente sin pensamientos es una visión errónea. Tal interpretación nos colocaría con los objetos inanimados, y es un obstáculo en el Camino Correcto.”
Aquí critica la práctica inútil de quedarse en blanco, sin pensamiento ni discernimiento. El Zen busca una mente viva, libre, despierta, no un estado de pasividad.
Aquí aplica mi comentario recurrente: si un maestro de meditación te dice que meditar es poner la mente en blanco, ¡huye hacia las montañas! ¡No sabe lo que está haciendo!
Tercera parte: pensamiento liberado
Huineng introduce el concepto del pensamiento liberado, que es llegar a Prajna y practicarla sin aferramiento:
“El ‘pensamiento liberado’ es ver y conocer todos los Dharmas con una mente libre de apego… Cuando nuestra mente trabaja libremente sin ningún obstáculo… logramos el Samadhi de Prajna.”
Es decir, hay que vivir la meditación y sabiduría en lo cotidiano. Cuando observamos sin juzgar, cuando actuamos sin ego, cuando respondemos sin rigidez, esa es la práctica más profunda.
Vivir desde la meditación y sabiduría
La enseñanza de Huineng no es solo para el zafu. Nos dice que la iluminación no está en huir del mundo, sino en vivir con atención, calma y claridad en medio de él. Que Samadhi y Prajna no se encuentran al final de un retiro, sino en la forma en que respondemos a este momento.
Cocinar, trabajar, hablar, caminar, estudiar o descansar; todo puede ser práctica si estamos presentes. Esa es la revolución silenciosa del budismo Zen: descubrir que meditación y sabiduría están disponibles ahora mismo.
La lámpara ya está encendida
El capítulo IV del Sutra de la Plataforma nos recuerda que no necesitamos buscar la iluminación como algo separado. Si hay verdadera meditación (Zazen), hay sabiduría. Si hay sabiduría viva, hay calma. El camino está en unir ambas en cada acción. Practicar meditación y sabiduría en la cocina o al hablar con alguien, es entrar en el corazón del Zen
La lámpara y la luz son inseparables. La práctica no es juntar piezas, sino ver que ya están unidas. Solo hace falta reconocerlo.
¿Te has dado cuenta que las enseñanzas budistas apuntan a una sola acción? No hay calma ni sabiduría sin meditación. ¿Qué pasaría si cada cosa que haces hoy la convirtieras en tu práctica de meditación y sabiduría?
Continuamos con nuestra serie sobre el Sutra de la Plataforma o Sutra de Huineng. En el Capítulo II, Sobre Prajna, nuestro Patriarca aborda uno de los principios más poderosos del budismo Mahayana, la sabiduría inherente. Este concepto nos dice que todos poseemos dentro de nosotros mismos la capacidad de despertar, sin importar nuestra educación, posición social o conocimientos previos. De igual forma, todos los seres, situaciones y objetos de este universo, estamos unidos en y por la Vacuidad.
La sabiduría inherente no es algo que se aprende desde fuera; es una realización interna que llega cuando nos abrimos a nuestra verdadera naturaleza.
Prajna es una palabra sánscrita que se traduce como “sabiduría trascendental”. Para el Zen no se trata de una sabiduría intelectual ni de acumular conocimientos, sino de una comprensión directa, viva e intuitiva de la realidad tal como es.
Huineng aclara que recitar la palabra «Prajna» sin ponerla en práctica es como hablar de comida sin comerla. El Patriarca nos advierte contra la ilusión de creer que hablar sobre el Dharma es lo mismo que realizarlo. La verdadera “sabiduría inherente” surge cuando dejamos de buscar fuera y empezamos a mirar hacia dentro, observando la mente con atención clara y sin apegos.
Mahaprajnaparamita, sabiduría inherente que nos lleva a la otra orilla
Otro término clave que aparece en este capítulo es “Mahaprajnaparamita”, que significa «la gran sabiduría que lleva a la otra orilla». Esta «otra orilla» simboliza la liberación del sufrimiento y la entrada en un estado de libertad plena.
Para Huineng, Mahaprajnaparamita no es una meta distante ni una teoría compleja. Es el reconocimiento de que nuestra mente, en su estado más profundo, ya es espaciosa, abierta y vacía de ego. Es como el espacio: no tiene forma, no discrimina y todo lo contiene. Cuando dejamos de apegarnos a pensamientos y emociones, esta sabiduría se manifiesta naturalmente.
Tathata, la talidad de las cosas
En el Capítulo II, el Sextro Patriarca nos habla sobre el concepto de “Tathata”, o «talidad». Es la realidad tal como es, antes de que la mente la divida en bueno o malo, correcto o incorrecto. Ver las cosas desde la sabiduría inherente significa verlas en su talidad, sin filtros ni prejuicios.
Para los practicantes de Zen, cultivar esta visión es esencial. En lugar de quedar atrapados en nuestras ideas sobre el mundo, aprendemos a estar presentes con lo que es y con lo que hay. Esto no implica pasividad, sino una apertura radical que nos permite responder con claridad y compasión a cada momento.
Me gusta decir que el Zen nos vuelve creativos, no reactivos. Esto se logra al dejar de luchar contra la vida, permitir que sea, y entonces muchas posibilidades se abren ante nosotros.
Estudio del Dharma y práctica de Zazen nos da el equilibrio necesario
Imagino que le sucedía también a Huineng. En esta Vía nos encontramos personas que se pierden en los libros y en lo académico; así como quien evita el Dharma para solo practicar Zazen. Ambos extremos son un error porque debemos encontrar el punto medio, como nos anima Huineng.
El estudio del Dharma nos proporciona lenguaje, contexto y guía. Pero es a través de la práctica de Zazen donde verdaderamente podemos ver nuestra mente tal como es. En el silencio de Zazen, sin perseguir pensamientos ni rechazar emociones, la sabiduría inherente comienza a brillar.
Huineng nos recuerda que incluso la comprensión más profunda es fácil de perder si no se vive directamente. Por eso, estudiar este sutra es un primer paso. El siguiente es sentarse, aquietarse, y dejar que la mente se vacíe de sus patrones habituales. Ahí, en la quietud, la sabiduría ya está presente.
Vivir desde la sabiduría inherente
La verdadera revolución espiritual que propone Huineng no es adoptar nuevas creencias, sino abandonar las falsas ideas sobre nosotros mismos. Cuando dejamos de identificarnos con el ego, con nuestros miedos y deseos, descubrimos que en el centro mismo de nuestra experiencia está la claridad, la compasión y la libertad.
Vivir desde la sabiduría inherente significa actuar con conciencia en la vida cotidiana: en el trabajo, en las relaciones, en el descanso. Es recordar que cada momento es una oportunidad para despertar, porque ya tenemos dentro de nosotros lo que buscamos.
Tu sabiduría ya está aquí
El Capítulo II del Sutra de la Plataforma nos ofrece una enseñanza directa y poderosa: no necesitas buscar la iluminación en libros ni en maestros lejanos. Tu sabiduría inherente ya está aquí, es la verdad esperando a ser reconocida.
Por favor no dejes esta lectura en la teoría. Lee el sutra, estúdialo con calma, pero sobre todo siéntate en silencio y obsérvate. No necesitas cambiar nada, solo ver con claridad. Huineng nos da la llave; abrir la puerta depende de cada uno de nosotros.
Creo que te ha sucedido. La vida que hemos creado suele sentirse como un torbellino constante. Despiertas en medio de notificaciones, tareas pendientes, compromisos laborales o de escuela, y asuntos personales que parecen no tener fin. Este ritmo frenético da una sensación de caos que a menudo te a lleva a preguntar cómo se podría calmar el caos que nos rodea y que habita en nuestro interior.
Recuerdo claramente una época en la que vivía constantemente abrumado por las responsabilidades laborales y personales. El estrés era tal que mi salud comenzó a deteriorarse y mi paz mental era prácticamente inexistente. Fue entonces cuando decidí buscar respuestas en el budismo Zen. Al comenzar la práctica de la Zazen y el estudio de las enseñanzas de Shakyamuni Buda, lentamente aprendí a observar mis pensamientos y emociones, en lugar de querer controlarlas.
La meditación diaria y la filosofía budista me permitieron recuperar el equilibrio y descubrir una paz interior que antes parecía imposible. Esta experiencia transformadora me enseñó que el caos no desaparece, pero sí podemos aprender a relacionarnos con él de una manera más saludable y consciente.
¿Qué es realmente el caos?
Para cualquiera que lo esté viviendo, el caos es esa sensación constante de desorden, estrés e incertidumbre que experimentamos en nuestra mente y nuestra vida diaria. Creemos que el caos es producto de circunstancias externas como el tráfico, la política, el ruido o las responsabilidades infinitas, pero desde la perspectiva budista Zen, el caos tiene un origen más profundo: nuestra mente y nuestra desconexión con nuestro verdadero ser.
Para el Zen en realidad no existe tal cosa como caos. Todo lo que experimentamos tiene un orden inteligente, aunque no siempre seamos capaces de verlo. Cada evento, por aleatorio y malévolo que parezca, tiene una razón y nos ofrece exactamente lo que necesitamos para aprender y evolucionar. A veces me gusta decir que caos es Buda.
¿Por qué sentimos caos en nuestra vida?
Sentimos el caos intensamente cuando perdemos el equilibrio y nos alejamos de la espiritualidad, perdiendo así contacto con nuestro verdadero ser y con el hecho de que pertenecemos a algo más grande y hermoso: la naturaleza. Este desequilibrio es como vivir en una habitación desordenada, donde encontrar cualquier cosa resulta complicado y estresante. El Zen nos da la claridad para ordenar esa habitación interior mediante prácticas como Zazen, el estudio de nuestras escrituras y la atención plena.
Cuando nuestra mente se encuentra desordenada, sufrimos mucho y no siempre comprendemos por qué. Este sufrimiento se manifiesta como ansiedad, estrés o frustración, y es aquí donde el Buda ofrece una solución profunda a través de sus enseñanzas fundamentales.
Calmar el caos con las Cuatro Nobles Verdades
Las Cuatro Nobles Verdades, expuestas por Shakyamuni hace más de 2500 años, son una guía clara y práctica para identificar el origen de nuestro sufrimiento y cómo podemos poner fin al mismo.
Primera Noble Verdad: La vida incluye sufrimiento
Esto no significa que la vida sea mala o negativa, sino que sufrir es parte natural de la existencia. Todos experimentamos pérdida, dolor físico, desilusión y estrés. Reconocer esto nos libera del pensamiento ingenuo de que debemos vivir siempre felices y perfectos. También nos ayuda a entender el “desorden” de la vida y en el que viven otras personas.
Segunda Noble Verdad: El sufrimiento surge del deseo, la aversión y las expectativas cuando se salen de control
El sufrimiento no aparece espontáneamente, surge porque deseamos que las cosas sean diferentes a como son. Nos aferramos a expectativas sobre cómo debería ser nuestra vida, y cuando esas expectativas no se cumplen, sentimos frustración, enojo o tristeza. Sufrimos también cuando queremos alejar algo de nuestra experiencia y lo llevamos al extremo.
La clave para calmar el caos está en aprender a soltar estos deseos irracionales y aceptar la vida como se es, sin quitar nada ni agregar nada.
Tercera Noble Verdad: Es posible cesar el sufrimiento
La buena noticia del budismo es que existe un camino para liberarse del sufrimiento. Podemos aprender a vivir sin tanto apego y aceptar las circunstancias con mayor sabiduría y compasión. Esto no significa resignarse pasivamente, sino comprender que el verdadero cambio comienza con nuestra actitud interior.
La mala noticia es que la solución al sufrimiento no es gratis ni viene en pastillas. Debemos esforzarnos para lograrlo porque en el budismo no hay nadie que venga a salvarte. Tu salida del sufrimiento y felicidad están únicamente en tus manos.
Cuarta Noble Verdad: El camino hacia la liberación es el Noble Óctuple Sendero
Este sendero es una guía práctica y efectiva que incluye las correctas visión, intención, habla, acción, vida, esfuerzo, atención plena y concentración. Al practicar cada uno de estos aspectos en nuestra vida cotidiana, podemos efectivamente calmar el caos interno y externo, alcanzando un estado de paz y equilibrio.
Cómo el budismo Zen puede ayudarte a calmar el caos
Tener una filosofía clara y práctica es fundamental para afrontar los desafíos de la vida moderna. El budismo Zen, en particular, ofrece enseñanzas profundamente espirituales y a la vez realistas que te ayudarán a entenderte mejor y a encontrar la calma que buscas.
Zazen, el pilar del Zen
La meditación Zen es el corazón de la práctica budista Soto Zen. Sentarse en silencio, observando nuestros pensamientos sin juzgarlos ni aferrarnos a ellos, nos permite tomar distancia del caos mental. Esta práctica no sólo calma la mente, sino que también nos ayuda a conectarnos profundamente con nuestro verdadero ser.
Al practicar regularmente Zazen, aprendemos a identificar cómo la mente genera el caos mediante pensamientos obsesivos o emociones negativas. Con paciencia y constancia, descubrirás que puedes calmar el caos interior y mantener un estado de equilibrio más duradero.
## Atención plena en la vida cotidiana
Además de la meditación formal y el estudio de textos especiales, el budismo Zen promueve la atención plena como una forma de vida. Esta práctica implica estar completamente presente en cada actividad, desde lavar los platos hasta conversar con amigos o trabajar. Al cultivar la atención plena, aprendes a vivir plenamente el momento presente y a aceptar cada experiencia como un maestro que te ofrece sabiduría.
Calmar el caos a través del Dharma
El Dharma, o las enseñanzas del Buda, es una filosofía práctica que te respalda en cualquier circunstancia. Al incorporar estos principios en tu vida, podrás afrontar con serenidad cualquier situación que surja.
Es común sentir resistencia al principio, pero poco a poco descubrirás que tu mente se vuelve más tranquila y clara. Las situaciones que antes parecían abrumadoras ahora se ven como oportunidades para practicar paciencia y comprensión.
Apoyo en la comunidad de practicantes
El budismo Zen también resalta la importancia de tener una comunidad de apoyo. La Sangha, o comunidad budista, es fundamental porque te permite tener un maestro que te guíe, y aprender de otras personas que también están en este camino. Al compartir experiencias y desafíos, la carga se vuelve más ligera y la práctica más enriquecedora.
Para calmar el caos de tu vida
El budismo Zen no promete una vida libre de dificultades, pero sí una vida más consciente, compasiva y equilibrada. Al abrazar estas enseñanzas, descubrirás que el caos externo disminuye a medida que tu mente se fortalece.
¿Por qué no comenzar hoy mismo? En internet hay muchísimos recursos para dar tu primer paso en el budismo Zen. Claro que también este blog contiene mucha información que te puede ser útil
El budismo Zen no es para personas con mucho dinero o gente super espiritual. El Zen, por diseño, es para todos y está pensado para que cualquier persona pueda sentirse en casa. ¡Inténtalo! Lo peor que puede pasar es que aprendas a meditar y un poco de filosofía que te servirá para el resto de tu vida.
En mis años practicando y enseñando budismo Zen he sido bendecido con encontrarme a muchas personas que han decidido caminar esta Vía conmigo. Pero también me he encontrado con muchos que se van aburridos, porque creen que siempre hablo de lo mismo. En ocasiones me preguntan, «¿Otra vez vas a hablar sobre esto, Chocobuda?». Sí, otra vez hablaré sobre esto porque la repetición es precisamente el secreto del Zen para despertar. No es un accidente ni falta de creatividad; es por diseño que los maestros budistas siempre volvemos a los mismos principios esenciales.
Vacuidad, las Cuatro Nobles Verdades, Tres Venenos de la Mente, las enseñanzas de los Patriarcas, naturaleza búdica; todos son temas recurrentes. Llevamos milenios enseñándolos y seguiremos haciéndolo porque el ser humano es tan bestia, que necesitamos repetirnos el mensaje una y otra vez.
Cuando leemos un libro o vamos a una charla, basta con que pase una mosca y lo olvidamos todo.
Vivimos en una cultura que valora lo inmediato y lo novedoso. Siempre buscamos algo nuevo, algo diferente, algo que nos entretenga y nos saque del aburrimiento cotidiano. Pero esta cultura de la inmediatez ha erosionado nuestra capacidad de profundizar en lo esencial. Hemos perdido la paciencia y olvidado que la verdadera transformación espiritual requiere tiempo, atención y, sí, repetición constante.
El Zen no está para divertirte y, para el caso, ninguna tradición budista. Estamos para retar tus ideas preconcebidas del mundo, bajarle a tu ego y darte las herramientas para ser una persona compasiva.
La trampa de creer que ya sabes todo
Me parece siempre muy curioso observar cómo algunas personas abandonan las sanghas budistas porque sienten que ya «dominan» el mensaje. Escuchan unas cuantas enseñanzas, leen algunos textos clásicos y pronto asumen que han descifrado todas las enseñanzas del Buda y los Patriarcas del Zen. Estas personas, sin darse cuenta, caen en la trampa del ego espiritual, creyendo que ya no necesitan meditar ni asistir a actividades comunitarias porque «ya lo saben».
Con cierta frecuencia recibo mensajes que dicen cosas como “no fui a Zazenkai porque ya sabía lo que ibas a decir”.
Cuando esto sucede, empiezan a distanciarse poco a poco. Su práctica se vuelve intermitente, comienzan a descuidar su meditación diaria y eventualmente abandonan completamente la comunidad. Pero ¿qué hay detrás de este fenómeno? Simplemente soberbia disfrazada de sabiduría.
El Zen para despertar no se trata de acumular conocimiento intelectual, sino de desarrollar humildad y atención plena a través de hábitos constantes y repetidos.
Dogen Zenji es claro cuando nos repite una y otra vez su mensaje: iluminación es práctica. Son una sola cosa indivisible.
El Zen no busca novedad, busca profundidad
Si estudias los textos clásicos budistas, notarás algo interesante: todos ellos son profundamente repetitivos. El Sutra del Corazón, el Sutra del Diamante, los koans y hasta las charlas informales de grandes maestros como Dogen Zenji o Bodhidharma siempre insisten en los mismos puntos clave. ¿Por qué?
Esto tiene varias razones. La primera y más importante es que el ser humano necesita la repetición para aprender y desarrollar sabiduría. La repetición es la madre de la transformación.
Otra razón es que en los tiempos del Buda la palabra escrita estaba reservada para nobles, militares de alto rango y clérigos. Los sutras surgieron como tradición oral, y la repetición era una manera de recordarlos para luego transmitirlos a otras personas.
Y luego está el hecho de que el Zen no busca sorprenderte con algo nuevo en cada sesión, sino llevarte a profundizar en las verdades fundamentales hasta que estas verdades se conviertan en tu forma natural de vivir. La repetición no es accidental, es intencional y necesaria. Cuando repetimos, gradualmente incorporamos la sabiduría del Zen en nuestro cuerpo, mente y vida cotidiana.
¿Cómo funciona la repetición en el Zen para despertar?
La repetición en el Zen tiene una función clara y precisa: nos ayuda a superar la mente que constantemente busca distracciones y novedades superficiales. Cada vez que escuchas una enseñanza repetida, si tienes una mente abierta y humilde, descubrirás una nueva capa de significado y entendimiento.
Por ejemplo, cuando te sientas en Zazen cada día, la postura es la misma, la respiración es la misma, y aparentemente no cambia nada. Sin embargo, cada sesión es diferente porque tú eres diferente. Tu mente está en otro estado emocional, tus pensamientos cambian, tu perspectiva se transforma sutilmente. La repetición constante en Zazen es precisamente lo que te permite observar estos cambios sutiles y comenzar a despertar a la realidad tal como es.
Este es exactamente el mecanismo del Zen para despertar: aunque las palabras se repitan, tú cambias continuamente. Esa es la belleza del Zen.
Día tras día hablo de Zazen y de los mismos temas que se tocan en las comunidades Soto Zen. Pero lo hago desde diferentes perspectivas, lecturas y ejercicios. Y poco a poco, conforme la sangha lo necesita, amplío la profundidad de las enseñanzas. Literalmente lo he hecho por años y a veces siento que no he tocado ni la superficie del Dharma. Pero no me rindo, sigo adelante. Es lo que hacemos los maestros del Zen y no nos vamos a detener. Es necesario.
¿Aburrido del Zen? Quizá necesitas una mente de principiante
Si tu maestro budista te aburre porque repite demasiado las enseñanzas, detente un momento y busca tu mente de principiante, ese estado mental del que hablaba Shunryu Suzuki en su libro Mente Zen, mente de principiante. Suzuki Roshi decía que en la mente del principiante existen infinitas posibilidades, mientras que en la mente del experto existen muy pocas.
Cuando pierdes la mente de principiante, caes en la arrogancia de creer que ya no tienes nada más que aprender. O que ya conoces al 100% a una persona. Este es el mayor obstáculo en tu camino espiritual. Recuerda siempre que el Zen se vive y se entiende desde la humildad y la simplicidad. Cada enseñanza, cada sutra repetido, cada sesión de Zazen es una oportunidad para despertar un poco más.
La práctica repetitiva del Zen transforma tu vida cotidiana
El objetivo del Zen para despertar no es solamente soltar los pensamientos y aceptar las cosas como son; es mejorar tu vida cotidiana aquí y ahora. La repetición en la práctica te ayuda a incorporar hábitos saludables y sostenibles que traen beneficios reales a tu vida diaria.
La paciencia, la atención plena, la calma ante el estrés, la claridad mental para tomar decisiones; todos estos son frutos directos de la repetición constante en tu práctica Zen. Cada repetición es una pequeña semilla que eventualmente dará frutos. ¿Aburrido? Quizá. Pero profundamente transformador.
La repetición es el corazón del Zen para despertar
Sé que este post puede ser tomado como una chancla gigante. Y aunque me parece divertido, no es la intención. Me gustaría que consideres esto: en el Zen, la repetición no es monotonía, sino maestría. Es el proceso que nos lleva de la superficialidad del conocimiento a la profundidad de la sabiduría práctica. Es lo que nos permite despertar gradualmente, entendiendo y experimentando cada vez más plenamente la realidad tal como es.
Así que la próxima vez que escuches una enseñanza que ya has oído antes, no te preguntes por qué se repite, sino qué nuevo aprendizaje puedes descubrir en ella. Recuerda, las palabras pueden ser las mismas, pero tú no lo eres. Este es el verdadero poder del Zen.
Para leer la primera parte de esta mini serie de la Rueda de la Vida, clic aquí.
La Rueda de la Vida o Bhavacakra, en sánscrito, es una representación simbólica del samsara, este ciclo de nacimiento, muerte y renacimiento en el que los seres sintientes estamos atrapados por la ignorancia, el deseo y avaricia.
Esta imagen, común en los monasterios budistas de distintas tradiciones, no solo ilustra la condición de sufrimiento en la que vivimos, sino también las enseñanzas clave para liberarnos de ella. En el budismo zen, la Rueda de la Vida se entiende como un espejo de nuestra mente y nuestras acciones, guiándonos hacia la liberación a través de la práctica consciente.
En esta segunda entrega terminaremos de explorar los Seis Reinos de la Existencia y cómo nos pueden ser útiles.
Los seis reinos de la existencia y su significado en la práctica budista, continuación.
4. El reino de los asuras, la lucha constante
Los asuras son seres que, si tienen una práctica sincera y disciplinada, son los líderes que llevan a la humanidad hacia adelante. Pero dominados por la envidia y la competencia se convierten en tiranos. En nuestro día a día, esto se manifiesta en la comparación con los demás, la ambición desmedida y los conflictos. El Buda de este reino nos muestra cómo desarrollar la ecuanimidad y la generosidad para liberarnos de la rivalidad.
5. El reino de los humanos, la oportunidad del despertar
El reino humano es el único donde se puede alcanzar la iluminación. Aunque también hay sufrimiento, aquí tenemos la capacidad de reflexionar sobre nuestra existencia y buscar la liberación. Este es el camino del Dharma, donde el Buda nos anima a practicar la ética, la meditación y la sabiduría.
6. El reino de los dioses, el placer efímero
Este reino representa la felicidad y el disfrute, pero también la distracción. Los dioses viven en el placer hasta que el karma se agota y deben renacer en otros reinos. En nuestra vida, esto se refleja en la comodidad que nos impide cuestionarnos y avanzar en el camino espiritual. El Buda de este reino nos recuerda la impermanencia y la necesidad de seguir practicando.
La salida del samsara: el Buda y la Rueda de la Vida
En la parte superior de la Rueda hay un Buda señalando el camino hacia la liberación, usando la metáfora de la luna llena. Esto nos recuerda que, aunque el samsara es cíclico, existe una salida: la práctica budista y Zazen. A través de la atención plena, la meditación y la comprensión de la realidad tal como es, podemos dejar de estar atrapados en estos ciclos de sufrimiento.
En el budismo Zen, la práctica de Shikantaza nos permite observar directamente nuestra mente y reconocer cómo perpetuamos nuestro propio sufrimiento. Cada momento de consciencia es una oportunidad para salir del samsara y despertar a la verdadera naturaleza de nuestra existencia.
Aplicando la Rueda de la Vida en nuestra práctica diaria
Bhavacakra no es solo un concepto filosófico, sino una herramienta de introspección y crecimiento. Cada día podemos preguntarnos:
¿En qué reino me encuentro hoy? ¿Estoy atrapado en la ira, el deseo o la ignorancia?
¿Cómo puedo aplicar la enseñanza del Buda en este reino para transformar mi experiencia?
¿Estoy cultivando la atención plena para salir del sufrimiento?
Un llamado a la práctica
Comprender la Rueda de la Vida nos ayuda a ver que nuestro sufrimiento no es permanente y que tenemos el poder de transformarlo a través de la práctica cotidiana. Cada reino representa una faceta de nuestra experiencia, así como los estados mentales que desarrollamos. En cada uno de ellos hay una enseñanza para nuestra liberación.
La reflexión para ti es ¿en qué reino te encuentras hoy y cómo puedes aplicar las enseñanzas budistas para salir del sufrimiento?
¡Que todos los seres encuentren la liberación del sufrimiento!
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Continuaremos con los otros tres reinos en el post siguiente. Para saber más sobre la Rueda de la Vida, su significado y aplicaciones para mejorar tu vida, nuestro próximo curso es para ti. Clic aquí.
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Sobre mi
¡Hola! Soy Kyonin, monje y maestro budista de la tradición Soto Zen. Formo parte de Grupo Zen Ryokan. Comparto la sabiduría eterna del Buda para ayudar a encontrar la paz interior y la liberación del sufrimiento. Juntos vamos en camino hacia la compasión.
En días de lluvia
la melancolía invade
al monje Ryokan
-Haiku de Ryokan Taigu Roshi