por Kyonin | Mar 2, 2015 | Budismo, Creatividad, Talleres, Vida, Vida oficinal, Zen
En los más de 20 años como creativo y trabajando para agencias y diversos clientes, me topé con problemas que retaban mi inteligencia al máximo.
Había quienes no sabían bien lo que querían, pero esperaban un resultado espectacular. Estaban los que asumían que sabían más que el creativo, y no puedo olvidar a los pocos que me daban linea abierta para crear lo que yo quisiera.
En todos los casos mi compromiso era fuerte porque entendía que las personas invierten dinero en material publicitario, web o editorial y necesitan sacar el máximo provecho. A algunos esto los convierte en personas muy irritables y que están en constante presión. Misma que transmiten a los que trabajan con ellos.
Eso para mi siempre fue un reto porque quienes están bajo presión constante se dejan llevar por la prisa, la ira y el enojo; sacrificando la razón y su inteligencia en el proceso. Ésto deja poco espacio para avanzar en el trabajo creativo y uno se debe adaptar a producir con mayor velocidad.
Así que debía recurrir a mi creatividad de manera acelerada, forzando al máximo la mente y produciendo ideas a todo vapor.
¿De dónde sacar ideas? A veces la música ayuda mucho. Ver libros con trabajos de otras personas también ayuda.
Pero donde siempre encontré la mayor fuente de creatividad era cuando botaba todo lo convencional y me dedicaba a observar mi entorno.
Descubrí que la creatividad siempre está ahí, pero con la presión de la vida la vamos cubriendo con basura mental.
¿Cómo encontrar la respuesta a un problema cuando estamos tan centrados en la urgencia? ¿Cómo solucionar cualquier situación si el ego nos ha vuelto engreídos y obtusos?
Al tener la mente tranquila se puede sentir la claridad o lo pesado del aire. Se pueden ver colores y formas con ojos frescos. Los números, las recetas, las notas musicales… ¡todo se percibe en niveles más profundos con la mente serena!
Yo sé que existe el mito de que producimos mejor bajo presión, pero una cosa es tener la necesidad de resolver cosas rápidas y otra es hacerlo de manera óptima y bien pensadas.
Al estar centrados y enfocados podemos descubrir que la solución a un reto no está en producir ideas aleatorias para ver cuál funciona. No.
La creatividad corre por las venas del ser humano, está en nuestra naturaleza, y es mucho más fluida si practicamos la atención consciente.
Para ello entrenar en mindfulness es una gran ayuda, así como apagar las distracciones, cerrar los libros, callar las conversaciones y salir a caminar.
La creatividad se manifiesta en los colores de un parque, en la sinfonía de la ciudad, en las matemáticas que suceden bajo nuestra nariz.
Es cuestión de dejar el ego de lado para vivir en el presente y poder crear.
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por Kyonin | Feb 26, 2015 | Creatividad, Meditación, Mindfulness, Productividad, Vida
—Mamá, ¿porqué no intentas agregar un poco de vinagre a la sopa? Con una cucharada es suficiente. Yo lo he hecho y mejora el sabor, además de que extrae más minerales de los ingredientes.
—No. Así siempre la hemos hecho en la familia. Tu abuela no era tonta.
He escuchado discusiones de este tipo muchas veces a lo largo de mi vida, en diferentes familias.
En cuestión de aprendizaje, la experiencia de crecer en este mundo es peculiar, por decir lo menos.
Nacemos, vamos a la escuela, aprendemos todo lo que se necesita y poco a poco vamos experimentando cómo se resuelven los problemas de la vida.
Probamos un método o sistema, y si funciona, lo adoptamos para el resto de nuestros días. Quizá con algo de tiempo podemos modificar lo aprendido para ser más eficientes pero, ¿cuántos de nosotros estamos realmente interesados en cambiar los sistemas aprendidos?
La triste realidad es que muy pocas personas están dispuestas a salir de la comodidad para modificar lo que ya funciona. ¿Para qué esforzarse?
Uno de los factores que más disfruto de la vida es la asombrosa capacidad que tenemos para cambiar el medio ambiente. De hecho, uno de los motores más grandes para el crecimiento humano es la incomodidad.
Si hay algo que no nos gusta, luchamos por cambiarlo a como de lugar. Pero cuando las cosas ya están bien, regresamos a la comodidad y la búsqueda termina.
ACLARO: No tiene nada de malo aceptar las cosas como son. La aceptación es un valor budista importantísimo y necesitamos cultivarlo diario. Ésto no significa que debamos rendirnos y esperar la muerte. No. Se trata de reconocer el estado actual de las cosas y usarlo como cimiento para construir una mejorar vida para el beneficio propio y de las personas que nos rodean.
Y aquí es donde entra el impulso creativo humano.
La creatividad es la habilidad de buscar soluciones inteligentes e innovadoras para un problema dado.
Ya sea un proyecto artístico, matemático, culinario o de placer, la creatividad es una expresión natural para nosotros.
Claro que esto todo mundo lo sabe. Admiramos a las personas creativas y todo el tiempo estamos consumiendo ideas que producen otros.
Si es tan importante y tan humana, ¿entonces porqué evitamos ser creativos?
Por ego.
El ego, siempre gordo y amante de la comodidad, es el que nos impulsa a sentarnos quietos sin cambiar las cosas. Es el que nos hace sentir bien con lo establecido y evita todo tipo de esfuerzo para mejorar. Si no ponemos atención al ego y lo controlamos, nos volvemos apáticos y veremos a los creativos como enemigos.
La apatía es una fuerza negativa devastadora porque mata la creatividad; lo cual nos estanca y corta todo tipo de crecimiento personal.
¿Cómo hacer que fluya la creatividad? Existen muchos métodos, pero comparto sólo algunos que me han funcionado:
- Practicar Mindfulness diario (meditación no necesariamente budista)
- Preguntar siempre: ¿hay una mejor manera de hacerlo?
- Imaginar. Sí, imaginar una historia de cómo un super héroe resolvería el problema es divertido, pero también destapa los jugos creativos del cerebro.
- ¡Experimentar sin miedo!
El último punto será explicado con más detalle en próximos posts. Gracias a que perdí el miedo a la experimentación he hecho cambios importantes en cosas tan simples como afeitarme mejor. Suena tonto, pero ésto me ha generado ahorro y piel sin cicatrices.
¿Cómo aplicas la creatividad a tu vida cotidiana?
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por Kyonin | Feb 23, 2015 | Budismo, Vida, Zen
Como buen geek/friki siempre me gustó llenar mi cabeza de historias y aventuras fantásticas. Una historia recurrente en mi infancia y adolescencia era pensar en el super poder que me gustaría tener. A veces quería volar como Superman. Otras quería ser mega inteligente como Batman o Ironman. Cuando visitaba una piscina, quería ser Namor. Y claro, casi todo el tiempo yo era el mejor Jedi Master imaginario.
Esta mentalidad de fantasía es fundamental para el crecimiento porque nos hace ver la vida con otros ojos y nos pone en los zapatos del héroe. Por un breve momento tomamos un respiro para pensar como él o ella y ver resueltos nuestros problemas con ojos frescos. Esto nos obliga a ser creativos y salir de todos los retos de la mejor manera posible.
El budismo zen me gusta por muchas razones, pero una de ellas es por que nos da a todos super poderes que podemos utilizar en la vida cotidiana.
Uno de ellos se llama Shoshin o Mente de Principiante, que es la disciplina de ver la vida siempre con ojos frescos, dejando de lado el ego y los prejuicios, con toda humildad.
Este concepto, cada vez más raro en nuestra cultura, es vital para una mente sana porque es una espada destructora de egos que siempre está afilada.
He pensado en esto porque me he topado con personas que asumen que ya lo saben todo porque leyeron un par de blogs o porque leen el Twitter de algún escritor. Y de pronto son expertos en lo que sea.
Esto les da la ilusión de que son mejores que todos y van por la vida emitiendo juicios; que resultan en cadenas personales que los cierran a otros puntos de vista. Con ello también cortan la posibilidad de crecimiento porque asumen que ya no hay nada más allá para aprender.
Quien practica la mente cerrada está sembrando la semilla del sufrimiento. Primero y más importante, se intoxican de los vapores emitidos por su propio ego. Cometen errores fundamentales como asumir que conocen a tu pareja al 100% y que ya no hay nada más que los sorprenda. Creen que ya no hay nada más para mejorar su desempeño en el trabajo o escuela. Toman su propia opinión como realidad absoluta y dejan de dar crédito a la inteligencia de los demás.
Esto es como una fábrica de sufrimiento que afecta a todos por igual, creando conflicto entre personas y naciones.
En contraste, alguien que practica Shoshin siempre está abierto al cambio.
La Mente de Principiante nos da paz porque entiende la impermanencia de las cosas y valora todo lo que hay.
Shoshin es un valor supremo para poder resolver problemas de manera inteligente y fresca, utilizando los menores recursos posibles.
Las relaciones personales de un Principiante siempre son sanas porque sabe que todos son sus maestros y que siempre hay algo nuevo qué aprender.
Quien usa este principio se convierte en una persona mucho más creativa e innovadora, porque se requiere humildad para entender que nunca nadie puede ser experto.
Todos somos principiantes. El verdadero truco es mantenerse siempre como principiante.
Si quieres cultivar la Mente de Principiante, te invito a tomar el Reto de Aria Stark. Te apuesto que te sorprenderá el resultado.
Quién sabe. Podría ser el mejor super poder que puedas ganar 🙂
por Kyonin | Feb 19, 2015 | Budismo, Zen
El poeta persa Jalal ad-Din Muhammad Rumi, o sólo Rumi para los amigos, vivió en el siglo XIII y dejó un legado enorme de sabiduría que promueve la sencillez y una vida que opta por la paz. Ha tocado corazones y mentes de miles de personas a lo largo de la historia y hoy comparto un poema que me ha acompañado estos días.
¿Hasta dónde estás dispuesto a rechazar o abrazar a tus sentimientos? Nuestra experiencia y concepto de vida depende de nuestro bagaje cultural y la colección de apegos/aversiones que portamos. Cuando nos enamoramos de ellos, dejamos de ver las cosas como son y comenzamos a odiar, rechazar y sufrir.
Rumi nos hace cuestionar, ¿y si tratáramos a nuestros sentimientos como huéspedes?
La Casa de Huéspedes
Ser humano implica ser una casa de huéspedes.
Cada mañana llega alguien nuevo:
una alegría, una depresión, una ira,
una conciencia momentaria llega como un visitante no anunciado.
¡Da la bienvenida a todos ellos! ¡Trátalos bien!
Aún si se trata de un tumulto de tristezas
que destrozan tu casa violentamente
y te dejan sin muebles.
Aún así, trata a cada huésped con respeto.
Quizá te esté dejando sin nada
porque te está preparando para nuevas alegrías.
El pensamiento oscuro, la vergüenza, la malicia;
recíbelos en la puerta con una sonrisa
e invítalos a entrar.
Agradece a quien llegue,
porque cada uno ha sido enviado
para ser tu maestro.
—
Traducido por Kyonin.
por Kyonin | Feb 17, 2015 | Budismo, Vida, Zen
«Saludos, amigo mío. Todos estamos interesados en el futuro, porque es ahí donde tú y yo pasaremos el resto de nuestras vidas. Y recuerda, amigo. Los eventos del futuro te afectarán en el futuro. Estás interesado en lo desconocido… lo misterioso. Lo inexplicable. Por eso es que estás hoy aquí.»
Crislwell, Plan 9 From Outer Space (la peor película jamás filmada, del director Ed Wood)
Los seres humanos somos animales muy curiosos, a diferencia de otros mamíferos. A pesar de que nuestro cuerpo esté en un lugar, tenemos la capacidad de que la mente vuele a lugares muy lejanos, doblando el tiempo y el espacio para satisfacer al ego.
Hay quienes deciden vivir atascados en el pasado. Viven del recuerdo y la nostalgia de la música de sus años de adolescencia. Adoran el recuerdo de la novia o el novio de la secundaria. No sueltan sus discos de Caifanes o sus programas de televisión con los que crecieron. Atesoran nostalgia y sueños que jamás se cumplieron. Ven con alegría sus años anteriores y no dan crédito a ser felices por lo que son el día de hoy.
También hay quienes se han encadenado al futuro. Crean fantasías de lo que no ha pasado. Algunas son alegres, como ganar la lotería. Otras son nefastas y angustiantes como conflictos personales o problemas de trabajo. Se abrazan tanto al futuro que lo portan como una cadena en el cuello.
Algunos vivimos en ambos mundos y estamos preocupados de tiempo completo.
Todo esto lo escribo porque estas últimas semanas me he topado con amigos y alumnos que están angustiados por el futuro.
No saben qué pasará y han decidido abrazarlo y no ver que futuro es sinónimo de fantasía. Como no sabemos qué vendrá y como no agradecemos lo que tenemos hoy y aquí, vamos generando presión dentro de nosotros. Buscamos a toda costa asegurar el futuro.
Pero, ¿cómo podemos asegurar algo que no sabemos si pasará o no? Es imposible. Podemos anticipar algunas cosas, pero la vida siempre sigue su carrera y tiene sus propios movimientos. Son tan grandes que escapan nuestra comprensión.
Vamos tratando de controlar la vida como si tuviéramos algún poder real sobre ella. Entonces viene una de las actitudes más tontas del ser humano: tratamos de controlar una fantasía sobre algo que no ha sucedido.
No tiene nada de malo tener un seguro de gastos médicos, claro. Tampoco tiene nada de malo querer lograr un título universitario o un negocio propio.
Lo que nos vuelve infelices es abrazarnos a los objetivos y generar obsesión por ellos. Cuando esto pasa, estamos sujetos a olvidar que la Señora Impermanencia siempre puede llegar a demostrarnos quién manda. Y no, no somos nosotros.
Cuando el ego crece sin control y creemos que somos dueños de la vida, es cuando más sufrimos al entender que no poseemos nada. Ni siquiera el aire que respiramos.
En el budismo zen jamás hablamos de esperanza. De hecho, la destrozamos y la tiramos a la basura porque no nos sirve.
La esperanza es la fabricación de un futuro ideal al cual nos abrazamos. Es el rechazo absoluto del presente para cambiarlo por la idealización del futuro.
Esperanza es igual a fantasía. Invalida nuestro criterio y la capacidad de actuar el día de hoy.
Por supuesto, siempre podemos pensar en que las cosas serán buenas en los años venideros. Pero si no trabajamos por ello, jamás sucederá. Hay que plantearse un destino al que llegar, pero sabiendo que la vida cambia cada segundo.
El futuro se construye aceptando la vida como es aquí y ahora; para entonces trabajar con lo que tenemos hoy.