4 hábitos de los monjes budistas que puedes adoptar hoy

4 hábitos de los monjes budistas que puedes adoptar hoy

Contrario a la creencia popular, la evidencia histórica apunta a que Shakyamuni Buda (el Buda histórico) no era un ser mágico. Tampoco fue enviado por los dioses y no tenía nada de especial.

Sin dudad era un tipo inteligente. Eso lo llevó a llevar una vida de estudio, introspección y de enseñanza; que se traducen en una sola palabra: disciplina.

El Buda era una persona que desarrolló hábitos poderosísimos, documentados en el documento Sumangala-Vilsini. Le ayudaron a cuidar su cuerpo, mente y su relación con el universo.

Muchas de estas prácticas nos fueron transmitidas a la comunidad monástica para ser practicadas a diario.

Así que pensando sobre esto, concluí que sería interesante hacer un resumen de los hábitos que todos podemos desarrollar hoy mismo.

Pero no hay de qué preocuparse. No son rituales complejos, ni versos en idiomas extraños. Son hábitos que promueven la introspección, la calma mental y son prácticos.

1. Posee sólo lo necesario

El Buda nació en la nobleza y rodeado de lujos. Conforme iba creciendo entendió que los bienes materiales, a pesar de que algunos son necesarios, la mayoría son insatisfactorios.

Cuando tienes algo que cubre un capricho y es novedoso, terminará siendo sustituido por el siguiente artículo que te dicte el deseo.

Pero muchos hemos encontrado que comprar poco, estar conscientes de los impulsos y entender lo vacío que es el materialismo, trae la paz mental.

Sí, leíste bien. Tener pocas cosas, tranquiliza los nervios.

Algunos monjes budistas van por la vida con unas 20 cosas.

No se trata de que dejes de comprar para siempre. Se trata de que seas tú quien controla el impulso por comprar.

Es más fácil de lo que crees. Sólo pregunta con honestidad: ¿Realmente necesito esto? Casi siempre la respuesta será no.

2. Cultiva la generosidad

Ser generosos no es una cuestión de moda o de que los demás nos vean como héroes.

Es el acto más noble y humano que existe porque si somos generosos, estamos promoviendo un mundo en el que vale la pena vivir.

Además, la generosidad es un hábito que tiene recompensas gigantescas. Cuando ayudas a alguien sin esperar nada a cambio, estás cuidando a la humanidad en general.

Te hace compasivo, comprendes a los demás y pateas al ego lejos de ti. La depresión se aminora, la tristeza se va y vienen sentimientos de satisfacción y armonía.

Ser generosos no es difícil. Cede el paso. Sonríe a todos y saluda. Regala algo de comida a quien tenga hambre. Dona un poco de dinero a alguna institución en la que creas.

Al final del día, tus actos y tu pensamiento serán purificados con el fuego de la bondad.

3. Medita

Nunca me cansaré de promover la meditación.

Es la disciplina mental por medio de la cual enfocamos la mente a una sola cosa. Nos enseña a soltar lo que no vale la pena. Nos da cimientos para ser mejores fomentando la generosidad y la compasión.

¿Cómo comenzar a meditar? Aquí hay algunas ideas.

4. Sigue a los sabios

Llega el momento en la vida en el que debemos aceptar que no lo sabemos todo.

De hecho, muchos somos bastante tontos, a pesar de poner todo el empeño 😀

Cuando entendemos esto, es el momento de buscar un maestro.

¿Necesitas aprender una nueva habilidad para tu trabajo? Busca a algún experto que te enseñe por medio de un curso, libro o charla.

¿Quieres cocinar mejor? Sigue a algún chef que comparta sus conocimientos.

¿No sabes cómo correr sin lastimarte? Encuentra a algún maratonista que te inspire.

Cuando caminamos a la sombra de un sabio, sus conocimientos nos benefician. Pero más allá, estamos ablandando el ego porque reconocemos que siempre hay alguien que es mejor.

El Buda siguió a muchos maestros, por años y años. ¿Porqué tú no?

Pero Chocobuda, todo esto es muy difícil de lograr. 

Claro que no lo es. Sólo hay que decidir hacerlo y entender que los beneficios son mucho más grandes. No sólo saldrás ganando tú.

El universo se beneficia con tu práctica.

 

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¡Gracias!

 

Gravedad: una involuntaria película budista

Gravedad: una involuntaria película budista

ADVERTENCIA: Este post contiene spoilers que arruinarán la película si no la has visto. Sigue bajo tu propio riesgo.

En otros lugares lo he dicho de forma muy apasionada: no me gusta ir a las salas de cine. Lo que sí disfruto mucho es ver películas, que es diferente.

Sin embargo, siendo tan fan de la ciencia ficción y sabiendo el suceso que es Gravedad, el nuevo filme del mexicano Alfonso Cuarón, asistí a verla. Dos veces.

Y estoy feliz porque es una de las mejores películas budistas que he visto en mi vida.

Con toda seguridad podrás encontrar una mejor reseña de Gravedad, así que este comentario sólo se enfocará al dharma contenido en Gravedad.

Desconozco si Cuarón es budista o no, pero si el guión de la película refleja su manera de pensar, debe ser una persona muy interesante.

Gravedad es la historia de los astronautas Ryan Stone (Sandra Bullock) y Matt Kowalski (George Clooney), y de cómo deben superar el desastre para regresar en una pieza a la Tierra. En verdad es una premisa simple y fácil de entender.

Pero debajo de esto hay una capa muy intensa y primitiva de emociones y arquetipos humanos que tocan las fibras más íntimas de la espiritualidad.

Ella es la Madre Tierra, los cimientos de la seguridad, lo que damos por hecho y lo que obviamos para seguir adelante con la vida.

Él es el Cazador, el fuego del Sol. Es el hambre de aventura, el fuego volcánico, la sabiduría que llega con la edad. Es el arquetipo del héroe clásico que se sacrifica para que la normalidad regrese a la Tierra.

A pesar de estar en gravedad cero, Ryan Stone es una mujer que cae hasta lo más bajo de su vida. Ya no existe más salida que su propia muerte.

Pero decide aceptar las cosas como están.  Aprende a dejar ir el pasado, a soltar el dolor y el luto. Extiende sus alas quemadas para sobrevolar la lava que la calcinaba, para nacer desde la matriz del planeta.

Gravedad contiene sabiduría arcana que por más de 2,500 años ha sido estudiada por el budismo:

Aceptación

La primera enseñanza del Buda fueron las Cuatro Nobles Verdades, en las que nos enfrentamos a la cruda realidad de que la vida incluye el sufrimiento. No podemos decir que estamos vivos sin aceptar que todos los seres sufren.

Entendemos que la raíz del sufrimiento son nuestros propios apegos y aversiones, pero que también existe una salida para el sufrimiento.

Nos aferramos tanto a nuestro estatus quo, que cualquier cosa que nos saque de ello nos causa terror. Rechazamos el cambio, aun cuando éste prometa bienestar.

Esta resistencia al estado actual de las cosas nos hace sufrir aun más.

Al aceptar la vida como está, lo que somos y lo que tenemos, el sufrimiento cesa.

Es necesario decir que aceptar las cosas como son, no significa conformismo. Sólo implica dejar de oponerse a la realidad para poder construir hacia arriba.

Desapego

Por desgracia la cultura occidental nos exige atarnos a lo que se pueda para vivir cargando piedras en la espalda. Y si se trata de luto y sufrimiento, somos expertos.

Apegarnos a las cosas es como querer contener la respiración para siempre. En algún momento tendremos que dejar ir el aire o moriremos de asfixia.

Sentir dolor por una separación, por una muerte y llorar de tristeza por días enteros, es parte de la experiencia humana. Es necesario porque es ahí donde valoramos la vida, las relaciones personales y nuestro lugar en el universo.

Cargar por siempre ese sufrimiento termina por amargarnos y, a la larga, impacta nuestra salud física y mental.

Dejar ir no es fácil, pero si primero entendemos y aceptamos las cosas como son, el camino será mucho menos duro.

Renacimiento

El renacimiento, para muchos, significa que al morir regresaremos a esta vida para seguir aprendiendo.

Pero renacer también se puede experimentar sin tener que cesar de existir. Lo vemos todo el tiempo, todos los días.

Al abrir los ojos en la mañana estamos renaciendo a nuevas posibilidades y oportunidades. Recibimos en las manos un puño de arcilla para moldear nuestra vida como queramos.

En ocasiones tenemos que caer y golpear fuertemente el suelo. Es una muerte simbólica en la que perdemos todo lo que nos hacía sentir seguros. Y de ahí nos reinventamos, nos reconstruímos poco a poco; con una nueva comprensión de la vida.

Renacer es una experiencia muy pesada, pero la más noble y espiritual de todas.

Con todo esto dicho, no pierdo de vista que Gravedad es una película comercial. Dudo que los productores hayan intentado dejar un mensaje budista a la humanidad.

Sin embargo, no pude evitar ver entre líneas.

Derechos Humanos y para todos los seres vivos [Blog Action Day 2013]

Derechos Humanos y para todos los seres vivos [Blog Action Day 2013]

NOTA: Este post es con motivo del Blog Action Day 2013. 

En tiempos en los que la violencia y el egoísmo son tan enormes que llevan a las naciones a masacrar a su propia población, nunca está de más recordar que existe algo llamado Derechos Humanos.

Derechos como la equidad, no ser discriminados o vida sin violencia; son a menudo pasados por alto en pro de un beneficio personal. Por todos lados vemos cómo se pasa por encima de la gente, cómo se destruyen vidas, conciencias y futuros con tal de obtener algo.

Y no, no estoy hablando de gobiernos. Estoy hablando de nosotros mismos.

Somos los ciudadanos del mundo, las personas que navegamos las calles y llenamos restaurantes, las que violamos los Derechos Humanos una y otra vez.

No tratamos igual a un indígena que a una persona blanca.

No respetamos las formas de pensar ni religión de otros. Odiamos al que es diferente o tiene formas de pensar no alineadas con las nuestras.

Robamos el cable, el internet y la música en cada oportunidad que podemos.

Quebrantamos la ley cuando nos conviene, pero somos los primeros en gritar «¡Injusticia!», cuando la ley nos da lo que merecemos.

Torturamos y masacramos mentes usando esquemas, berrinches y manipulaciones.

Odiamos a la mujer, a las personas con discapacidad y tratamos de ocultar que existen personas del mismo sexo que se aman y que han decidido consagrar sus vidas entre sí.

Rompemos los Derechos Humanos cuando nos pasamos una luz roja, cuando insultamos a alguien y cuando envidiamos.

Mentimos, alardeamos y nos cegamos ante el dolor ajeno; y siempre tenemos justificación que nos reivindica como superiores.

Al actuar así, perdemos toda capacidad moral de exigir a nuestros gobiernos que los Derechos Humanos sean respetados.

Pero vamos más allá. Perjudicamos nuestros propios Derechos Humanos cuando violamos nuestra mente y cuerpo. Cuando no le damos importancia a la nutrición o decidimos estupidizarnos con sustancias como alcohol o drogas.

Al no respetar los Derechos Humanos básicos, nos dañamos a nosotros mismos. Y es un error terrible porque nos volvemos insensibles al sufrimiento, no sólo de personas, sino de todos los seres vivos.

Un perro, una hormiga o un hongo tienen el mismo derecho de existir que nosotros. Entonces, ¿porqué nos sentimos justificados al matarlos? ¿No deberíamos sentir un profundo agradecimiento y respeto hacia todas las formas de vida que coexisten con nosotros? Cada alimento que llega a nuestra mesa debería ir acompañado de una plegaria de agradecimiento por los seres que han dado su vida para mantener la nuestra.

¿Porqué no declara una Carta de Derechos Universales Para los Seres Vivos?

Los puntos serían muy sencillos y fáciles de aprender: respeto absoluto a la vida, derecho a la libertad, a no sufrir, al agua y aire limpios, al alimento saludable y a la paz.

Con nuestra atención plena, generosidad, amor inflexible y compasión, estos Derechos Universales se cristalizan cada vez que practicamos el altruísmo y dejamos de comportarnos como imbéciles egoístas.

Creo que vale la pena hacer un esfuerzo para practicarlos.

Pero puedo estar equivocado.

El Mundo Gira o la Señora Impermanencia ataca de nuevo

El Mundo Gira o la Señora Impermanencia ataca de nuevo

El Mundo Gira. Es uno de mis episodios favoritos de los X-Files y es un título que he usado a lo largo de los años porque esa frase engloba mucha sabiduría.

No importa cuánto te resistas, no importa cuánto te reveles, el Mundo Gira. Siempre. Y a veces gira mucho más rápido de lo que esperas.

Si estamos atentos y con la mente donde debe estar, entendemos que la Señora Impermanencia llega cuando menos la esperas. Justo como la Inquisición Española.

Esta semana he recibido varios recordatorios de que El Mundo Gira y la experiencia ha sido maravillosa.

Todo comenzó el domingo en la noche, mientras tenía una noche como cualquiera. Nada fuera de lo normal.

Entonces un olor a quemado salió por detrás de mi escritorio en el estudio. Esto siempre pone los pelos de punta porque siendo freelancer, dependo de que mis herramientas de trabajo funcionen.

De inmediato me di cuenta que era el monitor de mi PC y el corazón se arrugó un poco.

Seguí usando la PC hasta que todo el sistema comenzó a apagarse.  Luego de calmarme, sonreí y acepté que había que comprar un monitor nuevo. Sería un gasto imprevisto, pero no comprarlo sería dispararme en el pie.

A la mañana siguiente tomé la laptop para trabajar y buscar un buen monitor a buen precio.

Pocos minutos después llegó un correo de Casa Tibet con mi invitación para ir a escuchar al Dalai Lama en la Ciudad de México. Claro que esto me dio mucha felicidad, pero implicaba viajar. ¡Otro gasto inesperado!

Luego de leer toda la información y responder, me apresuré a planear un viaje emergente de 3 días.

Minutos después, comenzó a llegar trabajo de diseño para el estudio. ¡No podía estar más feliz!

A día siguiente, martes, salí a correr y noté que mi nariz sentía la molestia clásica de la gripe que comienza. No le presté atención y seguí.

Horas después, ya mientras trabajaba, una clienta que no había pagado, depositó todo lo que debía. ¡Preocupaciones financieras solucionadas!

Para el miércoles, la gripe se manifestó por completo, llegó más trabajo, me di cuenta que no era necesario comprar monitor nuevo. El problema había sido que la extensión a la que está conectada mi PC se había quemado… y viene en camino un monitor nuevo.

Anoche fue difícil por las molestias de la gripe.

Hoy amanecí muy bien y con pocas molestias. Como sea, me procuraré un día tranquilo para poder descansar, meditar, ayunar y recuperarme. No quiero ser El Hombre Moco en el evento del Dalai Lama.

Y bueno, escribo todo esto con una sonrisa. Lo que prometía ser una semana insípida e irrelevante, se convirtió en una celebración de la Impermanencia.

La vida es dinámica y no importa cuánto planees, es una fuerza más poderosa que tú y que yo. ¿Cómo aceptar eso sin sufrir? Estando atento y sabiendo que todo en el universo es dinámico. Entre más resistencia pongas, más sufres. No hay más.

El Mundo Gira.

Y me encanta.

Por cierto, si vas a ir a ver al Dalai Lama en México avísame para saludar en persona 🙂