Budismo Soto Zen para Principiantes. Episodio 6. Las 3 Marcas de la Existencia: Sufrimiento y No-Yo

En esta charla continuamos explorando las Tres Marcas de la Existencia. Cuando Shakyamuni Buda llegó a la Iluminación, pudo ver cómo se teje la realidad y cómo hay características compartidas en todas las vidas humanas. Éstas son constantes que se pueden experimentar en cualquier cultura y en cualquier tiempo.

Comprenderlas hace mucho más ligera la carga de nuestro propio ego.

La tolerancia no funciona y jamás funcionará

La tolerancia no funciona y jamás funcionará

 

Luego de miles de años de conflicto que aún no terminan, la humanidad está despertando al hecho de que nuestra especie está llena de opiniones polarizadas, culturas, estilos de vida y todo tipo de manifestaciones religiosas.

En los últimos años la palabra tolerancia ha sido inyectada al subconsciente colectivo como una medicina para curar las impurezas sociales y comenzar a vivir de manera más pacífica. Suena muy bien en papel y crea encabezados maravillosos en los medios. Escribirla en redes sociales o incluirla en charlas de café nos hace sentir revolucionarios y cercanos a Gandhi. Y no está mal porque hay que comenzar en algún lado.

Pero a pesar de que hemos avanzado un poco como civilización, la realidad es que la tolerancia como la conocemos no funciona y jamás será de utilidad.

Esto es porque este valor está cimentado en la idea de superioridad moral y de división. ¡Es justo esta mentalidad la que nos ha metido en tantos problemas!

Decir que el grupo X tolera al grupo Y significa que X es mejor que Y, y X está dispuesto a sobrellevar las cosas que hacen a Y diferente/inferior.

Decir que YO tolero que TÚ seas diferente, me pone a mi en un pedestal imaginario de superioridad.

La mente divisoria es justo la que hace que un grupo proteja sus puntos de vista y ataque a quien no los comparte.

Mi loca e ingenua mente cree que lo que necesitamos es soltar la tolerancia y abrazar la compasión (budista).

Llevar la compasión a nuestros corazones y hacerla parte de nuestra identidad nos hace abiertos a todas las manifestaciones de la vida. Nos une a la vida misma porque comprendemos que YO, TÚ y TODOS somos tan sólo un aspecto más de la existencia, con los mismos derechos de ser.

Ser compasivos no significa sentir lástima. Vivir la compasión es tener la certeza de que todos los seres vivos pueden experimentar sufrimiento y que hay que trabajar todos juntos para estar en paz con las cosas tal cual son. Esto nos da fuerza, paciencia y voluntad para que todos estemos bien por igual.

Hay que entender que todos percibimos la realidad de maneras distintas, que hay espacio para todo tipo de ideas y que debemos aprender de todos.

Con toda seguridad estoy equivocado con todo esto pero creo que la tolerancia es una cadena formada de eslabones de ego.

La compasión es libertad.

 

Tarde de preguntas y respuestas sobre perdón, odio y mocos

Hoy dejo una transmisión de Periscope que tuvimos la tarde de ayer para responder preguntas sobre odio, perdón y mocos mentales; comenzando con el Sutra del Corazón para personas enfrentando la partida de un ser amado.

Estos eventos se están convirtiendo en algo recurrente. ¿Podrían ser sustituto del podcast llamado Chococast?

Lamentablemente ese nombre está siendo usado por muchas personas, así que habrá que cambiarlo. Uno nunca sabe… ¿podríamos estar en el nacimiento del Budascopio? 😀

Puedes ver el video con comentarios y corazones aquí:

Y puedes verlo también en YouTube, aunque sin comentarios ni preguntas de los participantes.

 

Reto 4: Elimina el YO por un día

 

El ser humano está lleno de regalos y milagros que ha decidido ignorar porque siente que el universo le debe algo. Está seguro de que se merece todo lo que tiene tan sólo por haber nacido. Por supuesto es un error que no discutiré en este post, pero sí me centraré en uno de los regalos más maravillosos al que nunca ponemos la atención debida: el lenguaje.

Por el simple hecho de haber nacido en esta especie, tenemos el hardware adecuado para que nos podamos comunicar. Aprendemos el lenguaje y códigos de nuestros padres y comenzamos a relacionarnos con el universo a través de la palabra. Hablamos, leemos, escribimos y vamos construyendo la personalidad de acuerdo a cómo entendemos nuestro idioma. Incluso hay personas que reciben doble o triple regalo porque tienen acceso a hablar más idiomas.

Nuestra relación íntima con la lengua es la que forma nexos con quienes nos rodean, pero también forma nuestra personalidad.

El uso de la palabra YO en las lenguas romances es muy pesado, a diferencia de varias lenguas asiáticas (japonés, cantonés, malayo, tailandés) en donde hay más relevancia a conceptos como NOSOTROS, TODOS y TODO. O simplemente el YO se usa de forma circunstancial y no como sujeto de todas las frases.

El español está lleno de YO por todos lados. ¿Has puesto atención a cómo te relacionas con el universo? ¿Te has escuchado hablar?

Todo el tiempo usamos la palabra YO en todas sus variantes: mi, me, mío. También conjugamos los verbos en relación a cómo afectan nuestra vida: como, hice, haré, amo, odio.

Nada de malo en usar YO como parte de nuestra lengua, claro. Lo necesitamos para expresarnos. Pero cuando toda nuestra cultura está centrada en YO y olvidamos TODO y NOSOTROS, es cuando estamos en problemas.

Cultivar el ego como lo hemos hecho produce prácticamente todos nuestros problemas. Si existe un concepto de YO, entonces surge el concepto de ELLOS, ESO, AQUEL. Es grave porque genera una mente divisoria que se centra en las diferencias entre YO y NO-YO.

Así, lo que está fuera de mi no me concierne. Lo que no soy yo, puedo ignorarlo. Lo que no me pertenece, lo puedo odiar. Lo que es diferente a mi, lo puedo usar y lo puedo odiar.

Te propongo este ejercicio. En un papel escribe 3 cosas que hiciste hoy en la mañana.

Tu lista quedaría muy parecida a la mía:

  1. Me desperté
  2. Bebí agua
  3. Preparé café

Ahora escribe la misma lista sin usar YO. Sí, sé que es difícil, pero esfuérzate un poco. Podría quedar algo como esto:

  1. Despertó
  2. Bebió agua
  3. Preparó café

Sí, sé que parece extraño, pero este ejercicio te dará idea de lo mucho que está gravado el YO en nuestra relación con el universo.

S.S. Dalai Lama dijo en un discurso que «el culto al ego genera confusión e ignorancia porque promueve el apego a nosotros mismos». Y tiene toda la razón. Entre más nos centramos en nosotros mismos, perdemos la perspectiva de que existen otros seres vivos a quienes les debemos nuestro lugar en el espacio. Peor aún, dejamos de cuidarlos y de atender sus necesidades por seguir mirándonos al espejo.

 

En el mismo discurso, S.S. menciona un estudio hecho en Nueva York donde se descubrió que las personas que basan su habla en términos auto-referenciales son más propensos a tener problemas de salud y muerte temprana. No es de sorprender puesto que al estar centrados en ellos mismos, sufrían más por sus propios apegos y aversiones; lo cual genera tensión y depresión.

Entonces el Reto número 4 del Chocobuda es:

Elimina el YO de tu habla por 1 día

¿Cómo? Poniendo atención a tus pensamientos y a tus palabras. Aquí una lista de ejemplos y su cambio por una frase no auto-referencial:

Tengo hambre > Hay hambre

Estoy muy ocupado > Hay cosas que hacer

Te amo > Existe el amor

Me duele > Hay dolor

Tengo frío > Hace frío

Cuando ponemos la palabra YO en las situaciones de la vida, estamos asumiendo que somos los dueños de las cosas y del universo. No eres dueño del frío y no eres el único con frío en el universo. No tienes patente sobre el hambre humana, el hambre aplica y es una necesidad de todos los seres vivos.

¿Qué se logra con este ejercicio?

  1. Poner atención al presente porque estarás atento a tu mente y habla (eso es un WIN por sí mismo)
  2. Ver lo ególatras que somos
  3. Entender que lo que nos afecta a nosotros también afecta a los demás
  4. Por ende, se comienza a construir empatía con los seres vivos
  5. Al no centrarte en ti, los apegos se vuelven pasajeros y se minimizan
  6. La tristeza y la soledad se van porque dejas de enfocarte en tu propio trasero

Inténtalo por 1 día. Te aseguro que aprenderás mucho de ti.

Y su puedes, repite el reto muchas veces y notarás beneficios maravillosos.

Por supuesto, te invito a compartir tu experiencia en los comentarios.

 

 

No hay problema. ¡En serio!

No hay problema. ¡En serio!

Hace muchos años, antes de que mi entrenamiento budista se convirtiera en camino de vida, yo trabajaba en una agencia de comunicación. Debido a que mi casa estaba lejos, me veía obligado a pedir comida a domicilio. Sólo contaba con 1 hora para comer.

Alguna vez pedí por teléfono un sándwich a una cafetería cercana. Conforme se iban sumando los minutos de espera, mi humor se iba haciendo más y más amargo. Luego de 40 minutos mi comida no había llegado. Enfurecido, llamé a la cafetería para preguntar por qué mi emparedado no había llegado. Noté cómo la persona que me atendía titubeaba. ¡Habían olvidado MI comida!

El dependiente volvió a tomar mi orden y me dijo que en 10 minutos estaría ahí. Colgué muy enfadado y de muy mal humor.

Diez minutos se convirtieron en 20 y el pedido llegó.

De mala gana la recibí y me apresuré a ir al comedor. Tendría que comer en menos de 5 minutos.

Al tomar el sándwich en mis manos noté que el pan no tenía buena consistencia. Al morderlo sentí que el pan no era fresco y estaba más bien aguado. Mi pedido había sido olvidado, ya no tenía tiempo de ir a comer otra cosa y encima de todo, el pan no era fresco. ¡AAAARRRRG!

Una explosión nuclear de furia y odio surgió de mi estómago. ¿Cómo era posible? ¿Cómo podían haberme esto a MI? ¡No sabían con quién se estaban metiendo!

Con toda la ira del mundo aventé la comida a la basura. Corrí por el teléfono y por 10 minutos el encargado de la cafetería tuvo que soportar mis gritos y amenazas. Mis compañeros se pusieron tan incómodos que prefirieron apartarse de mi el resto del día. Fue una de las tardes más amargas de mis 20’s.

Mirando hacia atrás puedo decir me avergüenzo de mi comportamiento. Actué como el ególatra profesional que era, hice sentir mal a mucha gente, me quedé sin comer y además gasté dinero extra en más comida. Yo mismo me encargué de que mi sufrimiento fuera amplio y expansivo.

¿Cuántas veces no pasamos por este tipo de situaciones? De pronto el universo no cumple con nuestros caprichos y expectativas; y esto nos destruye. Convertimos situaciones normales de la vida en problemas.

Tenemos el ego tan inflamado y fuera de control, que envenenamos nuestro juicio pensando que el universo nos debe algo. En realidad es todo lo contrario. Somos lo que somos gracias a que el universo funciona. Nosotros somos los que tenemos la obligación de aportar algo de regreso al universo.

Para el budismo los problemas no existen. Lo que existe son situaciones de todo tipo en un fino balance que sólo se puede apreciar con la mente en calma. La vida es un paquete que incluye la felicidad, dolor, risa, oscuridad, aire, maldad, compasión y miles de etcéteras.

Estas situaciones son convertidas en problemas por nosotros mismos, por nuestros apegos, opiniones y ese horrible sentimiento de auto importancia que tenemos.

Sin duda hay situaciones que necesitan toda nuestra atención como:

  • Resolver situaciones en el trabajo, que es nuestra fuente de sustento.
  • Lidiar con el desempleo.
  • Cuidar de una persona enferma.
  • Entregar tareas en la escuela.
  • Arreglar el corazón luego de una separación.
  • Ayudar a alguien.
  • Asegurarnos una vida cómoda y tranquila.
  • Convivir con personas difíciles.

Pero de ninguna forma son problemas.

La vida es lo que es. Punto.

Cuando entendemos esto podemos estar libres de prejuicios y opiniones. Así es más fácil atender lo que sea que se presente y sin caer en pasiones ni berrinches.

¿Cómo terminó mi pequeña historia de berrinche? Mi ego convirtió un hecho cotidiano en un incidente internacional. Fui el loco iracundo de la oficina por muchos años a venir (al día de hoy se me recuerda así). Por semanas la gente evitó comer conmigo. La cafetería siguió operando e incluso abrió nuevas sucursales.

Así que sabiendo esto, mira todo lo que te rodea. Mira a las personas difíciles. Revisa tu lista de pendientes. Piensa en tu familia y amigos.

Y repite conmigo: ¡No hay problema!