Desarrollar hábitos nuevos ayuda a calmar la mente

Desarrollar hábitos nuevos ayuda a calmar la mente

NOTA: Este post apareció en 2013. Vale la pena repetirlo porque el desarrollo de hábitos se ha convertido en una necesidad tajante en estos tiempos de caos. Esta es la versión corregida y aumentada.

 

Hace varias semanas indiqué que durante los últimos 3 meses del año estoy participando en un evento budista llamado Ango, durante el cual hay que volver más intenso el estudio y el zazen. Entre muchas otras cosas, también hay que forjar nuevos hábitos o dejar de lado alguna pasión.

Esto resulta en una práctica mucho más enfocada y con mejores intenciones para la vida cotidiana.

Varios amigos lectores me escribieron para pedir más posts sobre cómo forjar nuevos hábitos y cómo llevar a buen término la intención de mejorar nuestra vida.

Aprovechando que este año está terminando y que muchos aprovechan el mes de enero para comenzar con nuevos hábitos, creo que es buena idea hablar sobre cómo lograrlo.

Esto me puso a pensar lo mucho que las cosas han cambiado para mi desde que decidí perder el miedo a experimentar. Pasamos los días haciendo las cosas como lo aprendimos de nuestros padres; y jamás nos detenemos a pensar si existe una forma más eficiente de obtener los resultados.

La Receta de Pastel de Fresa de la Abuela© será la misma receta y jamás será puesta a prueba. Es más, nadie se atrevería a cuestionarla, ¿correcto? Los mismos ingredientes, mismos procedimientos producen el mismo resultado. Seguirla al pie de la letra es una tradición y un hábito que simplemente está.

Vamos por la vida resolviendo problemas de la misma forma. Nos sentamos en un muy cómodo cojín, el cual nos absorbe y nos entumece el sentido crítico.

Es cierto que para los budistas es natural aceptar las cosas como son, pero eso no significa que no estemos en la búsqueda de formas óptimas que nos den más tiempo y tranquilidad.

Así, forjar nuevos hábitos es una cadena de acciones que mejoran la vida y calman la mente porque llegamos a un punto en el que sabemos que estamos tomando el control sobre lo conocido. Nos atrevemos a empujar los límites sólo un poco más, hasta que la nueva actividad se convierte en estándar y seguimos adelante con el aprendizaje.

En lo personal puedo decir que crear nuevos hábitos retando el conocimiento convencional, ha mejorado mi tonta existencia. Me curé el insomnio, adquirí orden en el trabajo, adopté la meditación como parte de mi vida, aprendí lo básico de un par de idiomas de mi interés, mejoré mi alimentación, me volví corredor… y la lista puede seguir.

Por supuesto no puedo decir que mi vida es perfecta y mucho menos puedo decir que soy un ejemplo. Todo lo contrario. Soy bastate bestia y justo porque mi vida es caos y golpes contra la pared, es la razón que busqué la tranquilidad por medio de los nuevos hábitos.

¿Cómo comenzar un nuevo hábito?

Perdiendo el miedo a experimentar y reconociendo la necesidad primigenia que nos mueve hacia la búsqueda. Y de ahí en adelante comenzamos a actuar hacia lo que queremos.

No es lo mismo querer bajar de peso por vanidad, que hacerlo por una preocupación clara por nuestra salud.

Conforme pasen los días escribiré más sobre el tema.

¿Tienes algún secreto para comenzar a desarrollar nuevos hábitos? ¡Comparte en los comentarios!

Si necesitas un método probado ya por muchos amigos lectores de este blog, te invito a tomar Shojiki, el taller de hábitos donde la meditación es la espina dorsal de nuestra práctica.

 

Los hábitos en las redes sociales en línea

El cultivo de hábitos de forma voluntaria es una forma maravillosa de lograr el crecimiento personal o espiritual. Nos guste admitirlo o no, somos seres definidos por los hábitos. Nuestras vidas se caracterizan por la ejecución de conductas repetitivas automáticas que nos dan seguridad y abren la puerta al aprendizaje. Y eso es muy bueno.

Pero esta automatización de acciones también nos puede perjudicar si no estamos atentos a ellas y a cómo la mente se pierde. Tal es el caso de nuestros hábitos en las redes sociales en línea.

Todos tenemos muchas redes sociales. Ejemplos: los amigos de la universidad, los compañeros de trabajo, la familia o los miembros del club deportivo. Cada grupo tiene su mística, reglas y valores; que se vuelven hábitos de grupo. Quizá en el futuro hablaré de ellos.

Éste post hablará brevemente de nuestros hábitos de redes sociales en línea. Es decir Facebook, G+, Twitter, Diaspora, YouTube (sí, es una red social) o Pinterest.

¿Te has dado cuenta cómo al entrar a tu red social siempre haces lo mismo? Te firmas, vas a tus alertas de mensajes, respondes, actualizas tu estatus con un mensaje o foto y luego comienzas a leer el torrente de actualizaciones de tus contactos. Ésto es un hábito del cual se valen los genios matemáticos e ingenieros de software para colocar contenido y publicidad en nuestras mentes. Nada de malo en ello, claro.

Las redes sociales son una magnífica herramienta para estar en contacto con la gente que quieres, para consumir información de tu interés y hasta para buscar peleas con quien no conoces. En teoría, estos medios facilitan la comunicación humana y nos acercan unos a otros. O eso es lo que dicen en su publicidad.

La realidad es que nuestros hábitos en redes sociales nos han vuelto vulnerables, agresivos y estamos más solos que nunca. ¿Cómo es esto? ¿Cómo es posible que al tener más de 500 amigos en la lista de contactos podamos estar solos?

Porque por desgracia, lo que los anuncios no nos dicen, es que las redes sociales usan trucos psicológicos elementales para mantenernos enganchados y sin despegarnos de ellas, como por ejemplo:

Recompensa inmediata. Entrar a Facebook es entrar a una pizzería que siempre está repleta de pizza caliente y lista para el consumo. Sólo hay que iniciar el consumo y el flujo de rebanadas jamás se detiene. Son fáciles de digerir y no hay que tomar decisiones más que abrir la boca para recibir más.

Ilusión de anonimato. Entrar en discusiones en redes sociales es fácil y delicioso. Cada vez que hay algo que nos ofende y nos molesta, basta con lanzar insultos y listo. Satisfacción inmediata. Nadie sabe quiénes somos y nadie sabe cómo encontrarnos… a menos claro, que se ponga mucho esfuerzo de por medio.

Ilusión de libertad. Las redes sociales nos ofrecen un sinnúmero de opciones para hacer lo que sea. Es decir, nos da la libertad de elegir siempre y cuando no salgamos del corral.

Claro que hay muchos trucos psicológicos más. Y no, no estoy en contra de las redes sociales. Todo lo contrario.

Hay que afirmar que las redes son lo que son: herramientas.

Pero nuestra atención tiene que estar en los hábitos, para que éstas no se conviertan en un problema.

¿Cómo hacer que las redes sociales funcionen a nuestro beneficio? Estos pequeños hábitos pueden hacer un mundo de diferencia:

Controla tu tiempo. No veas tus mensajes cada 5 minutos. Dedica una hora o un par de horas al día para tus redes sociales, sin que se entrometan en tus actividades. Si necesitas las redes para trabajar, crea una cuenta sólo para el trabajo.

Úsalas como recompensa para reforzar otros hábitos. El ser humano no es diferente a otros mamíferos en el sentido de que también nos gustan los premios. Revisa qué hábito quieres crearte y luego usa el tiempo en redes sociales como premio. Ejemplos:

  • 1 hora de inglés equivale a 30 minutos de Facebook.
  • Comer una ensalada al día y cero refrescos, equivale a 30 minutos de Twitter.

No entres en discusiones sin sentido. Las peleas son constantes en redes sociales debido a que no tienen consecuencias reales y no arreglan el problema que se discute. Sin embargo son adictivas porque nos dejan agredir y sacar al simio interno, lo cual genera estrés, cansancio y vacío. La vida es mucho más tranquila cuando no discutes por cosas irrelevantes.

Promueve la amistad. Habla sobre cosas positivas y de la forma más honesta posible. Haz planes para salir con tus amigos, para realizar alguna colecta a beneficio de una ONG.

Limita tus grupos. Entre más grupos tengas qué atender, más estrés generas para ti mismo. Pon un límite de grupos de interés y verás cómo es mucho más simple manejar tus conexiones.

¿Tienes algún hábito secreto para manejar tus redes sociales? ¡Compártelo!

¿Necesitas aprender sobre cómo cambiar tu vida por medio de los hábitos positivos? Ven a nuestro taller de hábitos.

10 malos hábitos que destruyen tu felicidad [parte 2 de 2]

10 malos hábitos que destruyen tu felicidad [parte 2 de 2]

La primera parte de este artículo la puedes encontrar dando clic aquí.

En la entrega anterior vimos cinco malos hábitos que pueden destruir tu felicidad. Mentir, manipular, procrastinar, ser negativos o tardarnos en todo; son conductas que sangran tu felicidad.

Para continuar, expongo algunos más:

6. Lenguaje obsceno

Mi maestra de literatura afirma que el lenguaje obsceno es un atentado contra el idioma castellano. Coincido al 100% porque nuestro idioma es tan rico, que cuesta trabajo no sucumbir ante la pereza de conocer más vocabulario para expresarnos. Pero más allá de eso, las maldiciones corrompen  nuestra relación con el universo debido a su carga de odio. Sí, leíste bien. Cuando dices «el puto lápiz», estás hablando con odio sobre el objeto. Lo calificas y lo denigras, cuando en realidad te está prestando un servicio. Quizá suena inocente, pero tu cerebro detecta el odio de tus palabras y comienza a etiquetar así a todo lo que te rodea. Mejor lee y aprende a expresarte de forma amable. Te aseguro relaciones personales más pacíficas.

7. Adicción a las redes sociales

Perder el tiempo, como lo mencioné antes, es delicioso. La mente adora estos espacios en los que le das miles de textos sin sentido, porque no hay esfuerzo alguno para digerirlos. Twitter y Facebook son una piñata de información. Les pegas con un clic y sueltan premios de mensajes inútiles en su mayoría. Esta simplicidad es la que los vuelve adictivos y nos hace olvidar el valor de mirar frente a frente a nuestros amigos verdaderos. Son herramientas de comunicación poderosas cuando se saben usar, pero nos encanta navegar la corriente interminable que nos presentan. Si pasas más de 1 hora al día en las redes sociales, tienes un problema de adicción.

8. Mal lenguaje corporal

Muchas personas no creen que esto sea un problema porque todo mundo lo hace. Rodar los ojos hacia arriba o hacer muecas cuando alguien te dice algo; tronar la boca cuando no crees lo que te dicen; apretar de más la mano de alguien que te salda; sentarte mal en un sillón ajeno; caminar con la espalda encorvada por pura pereza; no mirar a tu interlocutor a los ojos… todos esos son ejemplos de mal lenguaje corporal. Aunque creas que a nadie le importa, es un mal hábito que genera asperesas en tus relaciones personales.

9. Síndrome del lobo solitario

Pensar que no necesitas a nadie, que estás solo contra el mundo y que tú solo puedes cambiar el universo, expone lo grande que es tu soberbia. Hay dos malas noticias con este hábito: el ego crece y obtendrás lo que buscas. Te quedarás muy, muy solo porque a nadie le gusta estar al rededor de un soberbio egolatra. Aceptar con humildad cuando necesitas ayuda y pedirla no te hace ver menos macho. Te hace trabajar en equipo y fomentar relaciones sanas con los que te rodean.

10. Berrinches

Hacer berrinches por todo lo que no puedes obtener o porque el mundo no reacciona a tu gusto, te afecta más de lo que crees porque estableces una relación de control y frustración con lo que te rodea. Implica un rechazo absoluto a la realidad y el único que sufre eres tú. A nadie le importa que llores porque no puedes tener la nueva iPad, créeme. Pero a todos les importa cuando eres caritativo y ayudas a los demás. Hacer berrinches es un hábito de los peores porque al igual que el anterior, es el camino más certero a la soledad.

Estos son solo algunos de los malos hábitos que podemos tener. Creo que la mayor parte del tiempo los practicamos sin dolo o sin siquiera imaginar que estamos afectando a los demás. Nuestro ego hace que la razón se nuble y no podemos ver que todas nuestras acciones tienen consecuencias, ya sea buenas o malas.

Siempre hay personas que sufren por nuestra apatía, ignorancia o malas intenciones.

Corregir estas conductas puede ser tan sencillo como poner atención a nuestras acciones y pensar siempre en los demás. Pero hay hábitos tan incrustados en nuestra conciencia que es necesario tomar pasos extra para modificarlos.

Nótese el término: modificar.

Los malos hábitos no se pueden eliminar porque las redes neuronales necesarias para su ejecución ya están establecidas en nuestro cerebro.

Todos los hábitos obedecen un ciclo básico:

  • Detonante: lo que nos impulsa a actuar.
  • Procedimiento: el hábito en sí (morderse las uñas, fumar, mentir).
  • Recompensa: es el premio por ejecutar el procedimiento.

Siguiendo este modelo es posible iniciar hábitos de cero. Por medio de la disciplina y la repetición los hábitos quedan grabados en nuestra personalidad.

El problema con los hábitos negativos, como fumar, es que el ciclo ya está en nuestro cerebro. Ya existe información que fluye por estas conexiones neuronales. Dejar el hábito es virtualmente imposible. Lo que sí podemos hacer cuando entendemos este ciclo, es modificar el procedimiento. En lugar de fumar podemos ir a caminar 10 minutos, por ejemplo.

Somos seres de hábitos. Más de lo que nos gustaría aceptar. Cuando nos esforzamos en entenderlos, cosas buenas comienzan a suceder.

¿Tienes algún mal hábito que quieras modificar? ¿Olvidé alguno? ¡Comenta!

10 malos hábitos que destruyen tu felicidad [parte 1 de 2]

10 malos hábitos que destruyen tu felicidad [parte 1 de 2]

Se habla mucho por todos lados sobre la importancia que tiene adquirir nuevos hábitos. Existen blogs, libros, podcasts y oradores magníficos que nos impulsan a tomar la aventura de mejorar nuestra vida con conductas sanas como salir a correr, comer mejor, estudiar más o ser más productivos.

Sin embargo los hábitos son mucho más que ganas de aprender cosas nuevas o leer libros motivacionales. Los hábitos son parte de la naturaleza humana y no podríamos ser lo que somos sin ellos.

Vivimos por y para ellos. ¿No me crees? Piensa en lo que hiciste hoy en la mañana y compáralo con lo que hiciste ayer. Estoy seguro que será lo mismo que harás mañana temprano. Es decir, tienes hábitos establecidos para despertar, comer, beber, trabajar y relacionarte con el universo que te rodea.

Por definición, los hábitos son acciones repetitivas que hacemos de forma automática y que están gravadas en nuestra personalidad.

Podrás auto engañarte pensando que eres muy libre y que eres único e irrepetible; que siempre buscas ser diferente. La realidad es que todos somos hábitos. Y eso no es malo. Al contrario.

Somos capaces de tener y desarrollar hábitos maravillosos que nos hacen crecer y tener vidas increíbles.

Pero siendo los seres de contrastes que somos, no podemos negar que también tenemos hábitos que nos hacen sufrir o que ponen en peligro nuestra salud mental, física o espiritual. Y al ser acciones automáticas, muchas veces no nos percatamos que estamos llenos de malos hábitos.

La mejor forma de comenzar a cambiar estas conductas es saber que existen y que quizá las practicamos todo el tiempo. Por esa razón comparto esta pequeña e incompleta lista  de 15 hábitos que TODOS tenemos y que nos cuestan la felicidad. 

1. Mentir

El Doc. House dice (y con mucha razón): Todos mentimos. A veces lo hacemos para cosas «buenas» y a veces para destruir. Como sea, estar consciente de nuestra habla nos ayudar para evitar mentir lo más que se pueda. Es mejor una verdad ruda, que vivir en falsedad.

2. Manipular

Este hábito es uno de los peores. Ya sea de forma consciente o inconsciente, todos disfrutamos tener el control de las personas o de las situaciones. Podemos llegar límites absurdos  como causarnos daño para obtener atención o cariño. Si eres manipulador, revisa tus intenciones y entiende que todos los seres vivos merecen ser respetados. Si necesitas lograr algo, es mejor ser claro y directo que andar atentando contra la dignidad de los demás.

3. Procrastinar

Perder el tiempo es delicioso porque permite descansar y relajar la mente para poder seguir siendo útiles. El problema es que la mente disfruta estar enfocada en cosas que la distraen y que evitan el pensamiento. Cuando nos enganchamos en la procrastinación pueden pasar horas o días antes de que nos demos cuenta. Al final somos víctimas de eso porque mientras perdemos el tiempo, el trabajo y los proyectos se apilan. Estar consciente de cuando procrastinamos es el primer paso para vencerla.

4. Negatividad

En ocasiones la vida se pone tan ruda que todo lo vemos mal. La comida no sabe bien, el atardecer duele y en general todo es nefasto. Eso es ser negativo y es una conducta virulenta porque acaba con nuestra salud y se contagia a los demás. Afecta a todo el universo. La mejor forma de acabar con ella es estar atentos a nuestros pensamientos y al habla. No se trata de ser ingenuos felices, sino de no caer al otro extremo.

5. Tardanza

Soy el primer convencido de que las cosas nunca urgen. Pero también entiendo que esta civilización depende del tiempo. Llegar a tiempo, entregar a tiempo, hablar oportunamente… todo ello forma parte de nuestro estilo de vida, y eso está muy bien. Son reglas que no podemos romper. El problema es que nuestro ego siempre quiere ir contracorriente y se revela ante el tiempo. Cuando el mal hábito de la tardanza nos invade, afectamos a todos los que nos rodean. Estar enfocados y conscientes del momento actual nos ayuda a no caer en la tardanza.

En la siguiente entrega exploraremos otros 5 malos hábitos, para después hablar un poco sobre cómo cambiarlos.

Leer segunda parte.

Regresa Shojiki, taller de hábitos. 21 de abril de 2014

Regresa Shojiki, taller de hábitos. 21 de abril de 2014

shojiki-abril-2014-POST

Hace unos días terminó Shojiki, el taller de hábitos que comenzamos en enero de 2014, aquí en Chocobuda.

Varios amigos de México, España, Colombia, Venezuela y Costa Rica aprendimos la importancia que tienen los hábitos en nuestra vida. Algunos adquirieron un hábito nuevo y otros tomamos algún mal hábito y lo transformamos en conductas virtuosas.

Ha sido muy valioso este taller para mí, sobre todo porque ya entendí que lo mejor es el camino lento, y soy de las personas que aún le falta mucho tiempo, pero puedo decir que estoy cumpliendo con el hábito que me propuse.

—Ana Lilia Solis

Shojiki es una buena experiencia porque no sólo ve los hábitos como conductas superficiales, sino que estudia los origines primitivos de nuestra personalidad. Por medio de la meditación y la práctica consciente crea las conexiones neurológicas necesarias para que un hábito sea parte de nuestro instinto. Siempre siguiendo el camino lento porque paso a paso es la mejor manera de crecer.

El taller fue exitoso, pero lamentablemente muchas personas se quedaron sin lugar. Tuve que limitar la cantidad de participantes para no afectar la atención personal que puedo brindar.

Así que decidí lanzar un segundo grupo.  Si quieres experimentar Shojiki, este es el momento.

Comenzamos el 21 de abril de 2014.

Como extra incluye un taller de meditación por separado que puedes practicar mientras comenzamos Shojiki. Es decir, son dos talleres.

Recuerda que el cupo es limitado.

Haz clic aquí para más información.