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¿Festejar la muerte del Buda? Sí, es correcto. La celebramos y recordamos con respeto, ya que vida y muerte son expresiones de una sola cosa, son la misma moneda, inseparables. El Buda se ganó un buen descanso después de 80 años de andar por la vida dedicado a aprender y a enseñar. Pensamos en el Iluminado como un hombre, como maestro; además de que reflexionamos Impermanencia de las Cosas.
Nehan-e o Día del Parinirvana es una gran oportunidad para sentir profunda gratitud y amor hacia los seres queridos y maestros que han dejado este plano existencial. Celebramos sus actos, su vida y sus enseñanzas.
Para llevar este festejo clásico del budismo a casa se puede montar un altar pequeño y discreto con una imagen del Buda recostado, una vela e incienso. La imagen del Buda puede imprimirse luego de una simple búsqueda en la red, como esta.
Quizá te sea interesante realizar una sesión larga de zazen o meditación. También se puede buscar un festejo en alguna sangha local. Pero en general se piensa
Durante la semana del 15 de febrero también se acostumbra cantar el Shariraimon o Verso en Homenaje a las Reliquias del Buda.
Shiri raimon, en sino-japonés
Is-shin cho rai man toku en man sha ka nyo rai shin jin sha ri hon ji hos-shin hok-kai to ba ga to rai kyo i ga gen snin nyu ga ga nyu butsu ga ji ko ga sho bo dai i butsu jin riki ri yaku shu jo hotsu bo dai shin shu bo satsu gyo do nyu en jaku byo do dai chi kon jo cho rai.
Versos de Homenaje a las Reliquias del Buda
Shari raimon
Con sincera reverencia nos postramos ante las reliquias del verdadero cuerpo del Tath?gata Shakyamuni, plenamente dotado de innumerables virtudes, el Dharmakaya, la base fundamental; y de su estupa, que es la totalidad del universo. Con profundo respeto veneramos al Único que se ha manifestado en cuerpo por amor a nosotros. El poder sustentador de Buda nos inunda cuando accedemos a él. Es cuando despertamos verdaderamente. Mediante el poder espiritual del Buda, los seres vivos nos beneficiamos: nos revela el ideal del Despertar, realizamos la práctica del bodhisattva, y juntos penetramos en la perfecta paz y en el conocimiento de la igualdad de todas las cosas. Reverentemente, nos inclinamos.
Vivimos el dharma. Somos dharma. Somos budas y celebramos la vida en todas sus expresiones.
Con respeto, sin tiempo y en silencio.
Nada de nosotros permanece, pero permanecemos juntos.
A pesar de las muchas leyendas que se han construido a lo largo de los siglos, el Buda era un hombre normal.
Shakyamuni comía, dormía, envejeció, y al final de su vida enfermó. Murió de disentería por comer carne en mal estado. Sin glamour ni nada en especial. Tuvo una muerte como la de cualquier ser vivo.
Esta calidad humana y normal es lo que hace que el Día del Paranirvana sea significativo.
Este es el día en el que Shakyamuni Buda murió cerca del pueblo de Kushinagara, en las orillas del río Hiranyavati. En los templos budistas zen se cuelga un banderín o se coloca una estatua del Buda entrando al nirvana. Se hace una ceremonia para expresar nuestra gratitud al Buda. Se observa en las primeras dos semanas de febrero, sin pasar del día 15.
Celebración de Nehan-e en el templo de Myojoji.
En sánscrito, Nirvana significa literalmente “extinción de las ilusiones mundanas y la pasión”. Cuando la extinción de éstas es lograda, se llega al Nirvana. Sin embargo en este día especial, Nirvana significa la muerte del cuerpo de Shakyamuni Buda.
Se dice que al tiempo de su muerte, el Buda estaba durmiendo en una cama que había sido preparada entre dos árboles sala. Su cabeza estaba orientada hacia el norte, su cara al oeste y apoyaba su mano derecha como almohada.
El Buda dió su último sermón que exponía la Verdad Suprema: A pesar de que el cuerpo físico muere, el Dharma trasciende al tiempo. Para ver al Buda, sólo hay que ver al Dharma. Así, Shakyamuni instruyó a sus monjes en los Preceptos para que siguieran la Senda del Buda.
Su último discurso es llamado Yuikyogyo o Sutra de la Última Enseñanza del Buda (Parinirvana Sutra).
El Iluminado murió a los 80 años y entró al Mahaparinirvana; el estado más profundo de la Iluminación, donde no se llega o se sale, pero donde se es libre y puro.
A pesar de que esto sucedió hace más de 2,500 años, los estudiantes del Dharma veneramos este momento en el tiempo, porque sabemos que el amor y la gratitud es lo que nos une a nuestra historia común y a todos los maestros que nos han dejado la ruta a seguir.
Esta semana estará dedicada a festejar el Nehan-e. En el próximo post hablaremos de algunas ideas para la celebración.
No, no vamos a hablar de la icónica banda de Kurt Cobain, por más que me guste.
Al igual que karma, nirvana o nibbana, es otro término budista que fue adoptado por nuestra cultura, pero que nadie tiene una idea clara de qué significa.
Muchas personas lo asocian con el cielo cristiano o con un estado de euforia donde sólo existe la felicidad, que es alcanzado por designio divino o circunstancias mágicas.
Alguna vez también escuché decir que nirvana era tener el estómago lleno después de una comilona épica.
Lamento desilucionar a quienes piensen eso, pero estudiando un poco de budismo nos podemos dar cuenta que nirvana no tiene nada qué ver con resultados mágicos de ninguna especie.
Nirvana es el estado perfecto de la mente en el que nos liberamos del deseo y la ira.
Es el fin del mundo porque ya no hay identidad ni límites para la mente.
Quien entra en nirvana está en paz con el mundo, tiene compasión por todos y deja de lado sus obsesiones y fijaciones.
Esta paz se obtiene cuando terminamos con los caprichos y aversiones porque sólo así se puede dejar de sufrir.
También es muy importante aclarar que podemos llegar al nirvana en este momento. En esta vida. No es una recompensa cósmica al morir, ni tampoco es un sendero mágico. Llegar al nirvana es para todos, aquí y ahora.
¿Cuántas veces no hemos sufrido porque no podemos comprar un auto nuevo? ¿Cuántas veces no hemos sufrido porque una persona no nos ama como quisiéramos? ¿Cuántas veces nos hemos sentido defraudados porque los planes no salen como lo imaginábamos?
Entre más desees algo, más sufres.
Y en el otro extremo, entre más luches por alejar algo de tu vida, más sufres.
El deseo y la aversión son fuerzas muy poderosas que han acompañado a la raza humana desde el principio de los tiempos. Pero también el sufrimiento.
Basta con escuchar cualquier canción pop, de cualquier cultura. Todas dicen «te amo y te deseo» o «te odio, aléjate» o «¡Qué triste estoy, me voy a lacerar aun más!». Pero aun no he encontrado ninguna que diga acepto la realidad como es, estoy en paz y sigo adelante.
Para llegar a un estado de calma en el que la vida es buena y estemos en paz con todo lo que somos y tenemos, necesitamos controlar los deseos y las aversiones. Con ello, de forma casi inmediata, llega la aceptación de la realidad como es.
Entre menos autos, casas, ropa, discos, libros, juegos y viajes necesitemos, vamos a estar mucho más tranquilos con el mundo porque no seremos objetivo de la presión social por tener cosas.
Entre menos deseemos a una persona, cuando dejamos a la enfermedad estar ahí sin causar sufrimiento, entre menos peleas tengamos con la pareja, cuando dejamos que la vida fluya; se terminarán muchas razones para ser infelices.
Yo sé que se lee fácil, pero la realidad es que para entrar en nirvana se necesita atravesar un largo camino de entrenamiento y meditación. Pero la buena noticia es que es posible hacerlo.
Como ya lo he escrito, el desapego es la actividad minimalista por excelencia y lo mejor de todo es que es gratis. Claro que no es fácil, pero al estar conscientes de nuestros hábitos y preferencias, podemos lograrlo.
Pero Chocobuda, tú dices eso porque estás loco. A una persona normal se le antoja tener todo y estar siempre feliz. No, no estoy loco. Y me cuesta mucho trabajo mantenerme desapegado y ver la vida por lo que es. Es una labor de disciplina, meditación y de introspección diarias.
¿Que si se me antoja tener cosas? ¡Claro! Sin embargo valoro mucho más la paz y calma que trae el poseer poco y este sentimiento de felicidad constante que me sigue desde hace algunos años.
Esta calma, pocos factores de preocupación y vivir con ética, forman el camino más seguro al nirvana.
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Sobre mi
¡Hola! Soy Kyonin, monje y maestro budista de la tradición Soto Zen. Formo parte de Grupo Zen Ryokan. Comparto la sabiduría eterna del Buda para ayudar a encontrar la paz interior y la liberación del sufrimiento. Juntos vamos en camino hacia la compasión.
En días de lluvia
la melancolía invade
al monje Ryokan
-Haiku de Ryokan Taigu Roshi