Cinco acciones que tomaba el Buda antes de hablar

Cinco acciones que tomaba el Buda antes de hablar

 

En varios sutras del Canon Pali, el Buda nos dejó la enseñanza del Habla/Expresión Correcta.Es parte del Noble Camino Óctuple y es relevante porque en estos días el odio y los juicios están fuertes en redes sociales.

Creo que es buen tiempo de hacer una pausa y recordarnos que la comunicación humana necesita ser entendida como una herramienta para crear… pero también para destruir.

Nos expresamos no solo con palabras, sino con texto, con señas y con lenguaje corporal. En todos los casos debemos ser absolutamente responsables.

Antes de responder preguntas o de dar una enseñanza, Shakyamuni Buda consideraba estas cinco condiciones:

1. Que tu expresión sea verídica y basada en hechos. No solo es evitar la mentira. Es entender que tu opinión no es tan importante como crees y tu percepción de las cosas jamás es la realidad. Antes de dar una opinión o compartir meme/mensajes, revisa fuentes y verifica. Esto es útil porque en todo mundo expande miedo y odio con mensajes que nadie se toma el tiempo de revisar.

2. Que tu expresión ayude y beneficie a los demás. Si te enfocas en el odio y miedos, tu habla será de odio y miedo. Por eso es mejor tomarse un respiro (literalmente) antes de expresarte. Decían las abuelas: si no tienes nada amable que decir, no digas nada.

3. Exprésate con amabilidad y buena voluntad. Que todas tus comunicaciones sean elegantes, discretas y que busquen el beneficio de los demás. La crítica constructiva y los consejos entran aquí.

4. Que tu mensaje sea claro y fácil de entender. Hay que esforzarnos por evitar palabras de más e ir directo al grano. Así respetamos el tiempo y la inteligencia de los demás.

5. Que tus comunicaciones sean oportunas. A veces es bueno expresarse en el momento. Pero casi siempre es mejor esperar. Si sientes ira, envidia o celos, siempre es mejor esperar varias horas antes de hablar. También hay que decir las cosas cuando los demás estén preparados para escuchar.

En mi experiencia como monje estas acciones han sido de mucha ayuda. Gracias a ellas el conocimiento del Buda sigue vigente. Espero esto te sea de utilidad.

Caminar (y vivir) en silencio para calmar la mente

Cuando tenía unos 25 años, una de las mejores experiencias en mi vida fue un retiro de aikido en el que permanecí en silencio por varios días. Todos los asistentes sabíamos de ante mano nuestras obligaciones y tareas, pues las habíamos estudiado por un par de semanas antes.

Durante 4 días nadie dijo una sola palabra. Nos comunicábamos con acciones y con las técnicas en el dojo. Al principio fue muy difícil por que durante toda mi vida el lenguaje siempre había sido una herramienta nata, a la cual siempre se recurre sin pensar.

Al segundo día de silencio, entrenamiento y meditación, experimenté cosas que nunca imaginé posibles. Para empezar comencé a tener una claridad mental que no conocía. La comida, a pesar de ser sólo arroz y vegetales, tenía un sabor intenso y fuerte. Los colores del dojo, los sonidos y lo que mi cuerpo sentía; todo era mucho más real y profundo. El resto del tiempo lo pasé entrenando con una dedicación y disciplina maravillosos.

De regreso en la ciudad, mi maestra y compañeros comentamos lo vivido. Ella nos dijo que el Silencio (sí, con S mayúscula), era la herramienta más grande para el artista marcial. Es en el Silencio donde vive la concentración y de donde el bushido saca la fueza necesaria para la vida. En el Silencio radica el Ki o Qi, la energía intrínseca del universo.

Para las filosofías antiguas el Silencio era el cimiento de la espiritualidad. El mismo Buda, siendo la personificación del Silencio, se mantuvo callado por 6 días luego de haber llegado a la iluminación.

No importa la cultura que estudiemos, si miramos su espiritualidad, nos encontraremos con que el Silencio siempre está presente y es practicado de forma rigurosa, aun cuando estar en silencio implique canto y danza.

¡Estás loco, Chocobuda! ¿Cómo es posible estar en silencio mientras se canta y se baila?

Cuando bailamos y cantamos en un concierto o en una fiesta, la mente discursiva se calla. Los pensamientos que nos atormentan se van por un momento y llegamos a experimentar el Silencio absoluto gracias a que entramos en meditación profunda.  Ésta es la razón por la que en culturas ancestrales los mantras y la danza son practicados para entrar en contacto con la divinidad.

Al callar la voz y los pensamientos, tan sólo por un minuto, la mente mira hacia adentro y encuentra la fuerza y la inspiración para seguir adelante. Es en el Silencio donde nos ponemos en contacto con la vida, lo que nos da una comprensión muy íntima con la Gratitud y la Compasión.

El Silencio es imprescindible para el crecimiento personal.

Esto lo sabemos todos, pero nuestra cultura contemporánea está centrada en la producción de ruido tanto externo como mental. El resultado lo conocemos todos: estamos más solos, estresados y enojados que nunca. No podemos concentrarnos en nada y tenemos un miedo sobrenatural a estar solos.

Buscamos más distracciones, más tecnología y música más estridente para intentar cubrir nuestra soledad. La sociedad nos impulsa a mantenernos ocupados de tiempo completo.

Y es triste, por decir lo menos.

Cuando guardamos silencio aprendemos a observar la vida que nos rodea. Es irónico, pero cuando no hablamos es cuando nos conectamos de forma espiritual e íntima con las personas que nos rodean; y ni siquiera es necesario mirar directamente. Basta con callarnos y escuchar la respiración o el movimiento que los demás producen.

Para practicar el Silencio no se tiene que ser un ser iluminado o un meditador experto. Se necesita simplemente querer hacerlo y convertirlo en un hábito.

Es tan sencillo como dedicar 5 minutos al día para beber una taza de café o té y dejar de hablar, poniendo toda la atención al sonido que nos rodea.

Entre amigos y parejas, guardar silencio y sentirse uno junto al otro por unos minutos sin hablar, es mágico.

El Silencio calma la mente y es el primer paso a una buena salud mental, pues ejercitamos la disciplina de dejar ir palabras inútiles y ponemos atención a los demás.

Con todo esto dicho, guardaré silencio y esperaré aquí a que tú también lo practiques 🙂

El sabor de la libertad

El concepto de libertad no debería existir. Es antinatural que siquiera tengamos que usar esa palabra y que le hayamos puesto tanto valor. La simple idea de libertad es una condición que surge para contrarrestar el concepto de cautiverio y esclavitud.

Pensar en libertad es una ilusión que nadie entiende, pero que vende muy bien lo que sea.

Eres libre. Muy libre. Jamás habías sido tan libre y feliz. Por eso necesitas un teléfono móvil. Escoge entre estos 35 modelos.

Nos encanta creernos el cuento de que somos libres. Es una narración que surge una y otra vez en nuestra mente, en nuestras tradiciones y en lo que enseñamos a los niños.

Luchamos por la libertad cuando nos sentimos amenazados, cuando no nos podemos salir con la nuestra, cuando no ganamos o cuando alguien está en conflicto con nuestros intereses. Pero al mismo tiempo ponemos cadenas a las personas que queremos, a nuestro trabajo y a nosotros mismos.

Somos los primeros en violar la ilusión de libertad. Ya sea moda, tecnología, relaciones personales, sustancias tóxicas, partidos políticos, nacionalidades, lo que sea que escojamos; nos ponemos unas cadenas enormes en el cuello que nos evitan ser libres.

Nos hacemos esclavos de nuestras opiniones, de nuestros deseos y de lo que queremos alejar. No permitimos la diversidad y odiamos al que es diferente. ¡Esa es la peor clase de esclavitud! Además de que nos hace infinitamente amargados e infelices, para perder toda capacidad de tolerancia y paz.

En la naturaleza no existe un concepto alguno como libertad. No hay ser vivo que tenga en cautiverio a otro o que lo aterrorice psicológicamente. Existen ciclos, por supuesto, pero no contienen maldad alguna. El tigre mata porque lo necesita, así como la vaca destruye el pasto porque necesita mantenerse viva también.

Pero nosotros vamos mucho más lejos porque queremos que el universo funcione para nuestros propósitos. Esclavizamos, destruimos, manipulamos. Juzgamos y ejecutamos al culpable de no ser como nosotros.

¿Cómo es eso libertad?

En los primeros dos versos del Dhammapada, el Buda nos dice:

Los estados mentales están precedidos por la mente, liderados
por la mente, creados por la mente. Si uno habla o actúa con
mente impura, de aquí el sufrimiento lo sigue a uno como la
rueda sigue la pata del buey que tira el carro.

Los estados mentales están precedidos por la mente, liderados
por la mente, creados por la mente. Si uno habla o actúa con
mente pura, de aquí la felicidad lo sigue a uno como la sombra
que no se aparta.

La libertad es un concepto humano que inventamos para contrarrestar el peso de nuestras propias ataduras. Jalamos una carreta persiguiendo la zanahoria de la libertad, haciéndonos esclavos durante todo el camino.

Cuando la mente está libre de deseo, de hambre de poder y deja de odiar; entonces las ideas de libertad, esclavitud, fronteras, fantasías de seguridad y cautiverio se esfuman hacia el cosmos.

Con la mente limpia se terminan las divisiones y las diferencias. Desaparece la ilusión del Yo para dar paso al sagrado y perfecto Todo.

El verdadero sabor de la libertad llega cuando dejas de buscarla y cuando dejas de ponerte rocas en la espalda.

El verdadero sabor de la libertad llega.

El verdadero sabor de la.

El verdadero.

Verdadero.

.

.

.

— silencio —

Cuando olvidamos la belleza

Esta mañana durante mi zazen tuve un momento de claridad, o como decimos en México, me cayó el veinte sobre la belleza y cómo la hemos pisoteado en nuestra intensa búsqueda por cumplir metas, mantener el poder y comprar basura que no necesitamos.

Al vivir en el eterno ciclo capitalista de trabajar-comprar-dormir, perdimos la sensibilidad para apreciar la belleza de la vida. En lugar de la sencillez y la elegancia, optamos por tener más de lo que sea para mantener la obsesión por poseer.

Pagamos por tener el nuevo iLo-que-sea de Apple (o de cualquier marca, para el caso), que terminará apilado junto a todos los demás productos inútiles con diseño industrial placentero.

Pero lo que nadie nos dice es que tener demasiado de todo no nos hace más felices, sino que nos deja vacíos y secos para apreciar la realidad por lo que es. Aun más allá, este atasque por comprarlo todo y por controlarlo todo, nos ha vuelto más tontos.

Y es que admirar la belleza no requiere invertir dinero ni poseer nada, sino que es un esfuerzo mental al que ya no estamos acostumbrados y lo rechazamos categóricamente.

Mirar el amanecer, ir al museo, apreciar una pintura, disfrutar del silencio, escuchar música no popular; todas son actividades que requieren callar el pensamiento para poner atención a lo que se tiene en frente.

La realidad misma es mágica.

No necesitas comprar nada para sentir la elegante paz de la meditación zen cuando sólo miras la pared por 20 minutos.

Tampoco hay que tener 15 parejas al mismo tiempo para ver la sincronía con la que se mueve el mundo que nos rodea.

No es requerimiento el ser político destacado para rendirse ante la majestuosidad de Magritte. De hecho, nunca conocí político que disfrutara del arte.

Al contrario. Ahora escuchamos reguetón y pintamos las paredes. Destruímos. Extinguimos especies completas. Violamos culturas completas para quitarles oro u otros recursos materiales.

Cambiamos nuestro voto por un premio instantáneo, opacando la nobleza y futuro de toda una nación.

Cada vez que optamos por la fealdad, estamos renunciando a la razón y a la creatividad. Nos hemos vuelto criaturas feas en tantos sentidos, que cuesta trabajo entenderlo.

Pero al mismo tiempo… pero al mismo tiempo, aun dentro de todo este ambiente humano que ensucia la naturaleza, hay destellos de que lo hermoso vive dentro de nosotros.

Por cada 100 grafiteros, hay un pintor que es libre y vuela hacia el cosmos con sus pinceles.

Por 1000 grupos norteños o reguetoneros, hay un joven componiendo jazz o cantando ópera.

Por un millón de compradores compulsivos en fiestas navideñas, hay un padre que lleva a su hijo al museo y le explica de dónde vienen sus raíces y por qué debe estar orgulloso de ser humano.

El arte, el silencio y la elegancia viven en la simpleza de cada amanecer.

La creatividad se asoma de entre el lodo, como flor de loto.

Es cuestión de callar la mente y ver la realidad en silencio.

¿Qué ves?

Si quieres saber más sobre cómo callar la mente para que tu creatividad florezca, ven a Omoi, el taller de mindfulness para creativos.

 

 

La elegancia del Silencio

La elegancia del Silencio

Una día un filósofo visitó al Buda y le preguntó: «Sin palabras y sin no-palabras, ¿me dirás la Verdad?»

El Buda se mantuvo en silencio.

Después de un momento el filósofo se levantó, hizo reverencia y agradeció al Buda diciendo: «Gracias a tu infinita gentileza y amor, he limpiado todos mis autoengaños y he llegado al Camino Verdadero.»

Cuando el filósofo se había ido, Ananda, un discípulo avanzado del Buda, le preguntó: «Gran Maestro, ¿Qué es lo que el filósofo obtuvo?»

El Buda respondió: «Un buen caballo corre tan solo al ver la sombra del látigo».

En estos días he estado reflexionando sobre el Silencio, la elegancia que lo envuelve y lo mucho que lo odiamos.

Sí, me refiero al Silencio con S mayúscula, como una práctica de desarrollo personal.

Parecería que uno de nuestros monstruos más grandes es la simple idea de pasar un minuto en Silencio absoluto. Le damos la vuelta, huimos de él como si nos fuera a matar.

Tememos su simpleza y su vacío porque estamos muy acostumbrados al ruido.Preferimos la vulgaridad y agresión del sonido incesante del habla o de los motores de nuestra civilización.

Cuando ganamos unos momentos a solas corremos a violar el Silencio con música o con nuestro incansable diálogo interno.

El Silencio nos impone autoridad y horror porque es dentro de él cuando nos enfrentamos a nuestro más grande enemigo: nosotros mismos.

Dentro de nuestra mente viven nuestras pasiones y sufrimientos. También están los recuerdos y planes del futuro. Pero también están los remordimientos y arrepentimientos. Toda esa complejidad nos produce angustia, pero la preferimos a sentarnos en Silencio porque no tenemos ni idea de cómo practicar la quietud absoluta.

El Silencio es elegante y majestuoso. Tan simple y tan elemental que hemos perdido la capacidad de encontrarlo.

No es casualidad que el Buda nos haya dejado enseñanzas importantes con este tema. Él pedía a sus monjes que guardaran silencio lo más posible, a menos que fueran a hablar de forma constructiva o sobre el dharma.

También nos ilustra con esta analogía (del Sutta Nipata): El riachuelo es pequeño y lleno de rocas, tiene curvas y pendientes; por ende hace mucho ruido. En cambio el río es enorme y vasto; y corre hacia el mar haciendo el menor ruido posible.

El chisme, las críticas, las charla vacía, la música alterante, el exceso de medios de comunicación, las incesantes alertas de nuestros teléfonos móviles; todo ello contribuye a que nuestra existencia sea ruidosa y se mantenga alejada de la práctica silente.

Para llegar a la Iluminación o a la Verdad, el Silencio es el camino. No hay más.

Esto se logra con la práctica de técnicas de enfoque y meditación. Ya sea zazen, mindfulness, qi gong, mandalas o yoga; cualquier disciplina que promueva el Silencio, nos hará crecer y acercarnos más a nuestra elusiva espiritualidad.¿Qué prefieres ser, un riachuelo o un río?

sin freno

majestuosa y completa

palabra no dicha