Rompo mi silencio digital de diciembre para invitarlos a recibir juntos el año 2021 con una breve ceremonia y Zazen. Como en otros años, nos sentaremos inmóviles y en silencio para dejar que las campanas suenen y que la gratitud llene nuestros corazones.
La ceremonia será por Zoom, la noche del 31 de diciembre de 2020, a las 11:40 PM, tiempo de la Ciudad de México.
Si estás en otra zona horaria, ¡no hay problema! Siempre podrás ver el video en YouTube. No importa en dónde estés o cuándo estés, estamos juntos porque somos un ser indivisible 🙂
Este año recitaré el Usnisa Vijaja Dharani Sutra o Butcho Sonsho Darani Kyo. Es un dharani (oración y petición a Amida Buda) del budismo Mahayana que se entona en tiempos de dificultad y enfermedad. Su objetivo es liberarnos del sufrimiento al abrir la conciencia a la verdadera naturaleza de la vida, la Impermanencia. Es perfecto para despedir 2020 y comenzar 2021 con un corazón puro.
Se dice que quien lo escucha puede obtener la liberación del sufrimiento, purificar su karma de esta y otras vidas, destruir los obstáculos de su vida, ayudar a la sanación de los seres queridos, entre otras cosas.
Quien incorpora este dharani a su práctica cotidiana, estará protegido por la Luz Dorada del Buda y podría experimentar la Iluminación de Todo Lo Que Es.
Aunque 2020 ha sido el año en el que la Señora Impermanencia nos recordó quién es la jefa, escribo estas líneas con un corazón lleno de gratitud, en paz.
Estos últimos meses, la mayoría de los humanos hemos experimentado caos, confusión, miedo y dolor en todos los sentidos. Pero al mismo tiempo la compasión, la introspección y las ganas de ayudar han prevalecido. En todas partes donde miro encuentro personas bondadosas dispuestas a hacer que la vida siga valiendo la pena.
También este año comprobé que fue justo para este momento en la historia en el que mi práctica tuvo significado y propósito.
De verdad, ¡gracias! Sin ustedes no soy nada, querida sangha. Gracias por ser Grupo Zen Ryokan, por escuchar, por dejarme ser útil y por dejarme ser un instrumento del Buda para llevar el Dharma a todas partes.
Querida sangha: El Buda, Avalokiteshvara, Bodhidharma y Dogen se manifiestan en cada uno de ustedes. Están vivos, actuales, respiran y vibran; gracias a su práctica. No podría estar más feliz con sus manifestaciones de cariño y su dedicación para hacer que nuestras comunidades sean puerto seguro para todos.
Sigamos adelante, tenemos mucho por hacer. Mientras haya un ser que no tenga comida, mientras haya una persona con el corazón roto, mientras haya miedo en la mirada de la gente; no podemos detenernos. La Gratitud es nuestra base. La Compasión es nuestro motor. Y la Generosidad es nuestra práctica.
Nuestra misión como practicantes de Soto Zen es llevar belleza, paz, alegría y seguridad a los corazones de todas las personas que nos rodean.
No podemos detenernos. En este momento de la historia es más importante que nunca nuestra práctica, nuestro compromiso para que la vida siga siendo bella.
Aún nos queda vivir juntos el retiro de Rohatsu el sábado 19 de diciembre de 2020. Y la noche del 31 de diciembre recibiré el año 2021 en Zazen y, como ya es tradición, los invitaré a que se unan a estar juntos por Zoom.
Sigamos avanzando juntos. Que la Luz Dorada de Amida Buda abra nuestra conciencia.
Compórtense de acuerdo con los Preceptos. Disfruten las fiestas. Regresaré en enero 2021.
En su Iluminación, Shakyamuni Buda pudo entender más allá de las palabras, cómo funciona el universo. Descubrió las Cuatro Nobles Verdades, pero también otros conceptos vitales para la cosmovisión budista. Uno de ellos es la Ley de Causa y Efecto.
Esta ley nos dice que absolutamente todo está interconectado, que todo tiene una razón de ser y que todo lo que hacemos tiene un gran impacto en la vida. La Ley de Causa y Efecto, también llamada Ley del Karma, nos permite confirmar que todo lo que vivimos es necesario, pero, además, nos da un sentimiento de responsabilidad realista y crudo.
Entonces, todo lo que hacemos tiene consecuencias. Puede que nos gusten o puede que no, pero siempre recibimos lo que damos. Es una ley simple que se debería mantener simple, pero el gran problema que siento estos tiempos, es que hemos creado un medio ambiente propicio para que las consecuencias de nuestros actos se amplifiquen y regresen a nosotros con mucha más fuerza.
En el pasado, cuando en mundo era más pequeño y no teníamos telecomunicaciones, un acto dañino, como un asalto a mano armada, afectaba a una comunidad pequeña y autocontenida. Con seguridad el ánimo y la vida se movían, pero las consecuencias del acto solo afectaban esa parte del mundo.
Hoy en día un acto dañino es documentado y publicado en línea, afectando la vida de posiblemente millones de personas. No es que el mundo esté peor que nunca, es más que las conexiones que tenemos nos permiten propagar odio, miedo y tribalización con toda facilidad.
Las consecuencias de un asalto a mano armada ahora tocan a muchas más personas que antes, haciendo que trasciendan a la comunidad en la que deberían suceder. No solo es el acto del robo que se ha publicado, sino el estado de ánimo y la negatividad que va en aumento día con día.
Entonces, en el umbral de un año nuevo lunar, es necesario abrir la conciencia y el corazón a esto. Considero de extrema importancia mirar hacia adentro y preguntarnos si en verdad queremos que 2021 sea igual o peor que 2020.
Entre diciembre de 2020 y hasta el 12 de febrero de 2021, tenemos una ventana de oportunidad de oro para cambiar el curso de la energía del mundo. Es posible vivir una vida llena de belleza y paz, aún en el ojo de la tormenta humana. Pero hay que trabajar por ello y entrenar la mente para soltar y navegar las aguas.
Y para eso tenemos el Buddhadharma y la práctica Zen. El Shakya-sama nos dejó como legado un conjunto de reglas y filosofías que tienen el poder de cambiar la historia humana. Y no, no por medio de la revolución, sino por medio de la introspección y la práctica activa de la compasión.
No debemos desperdiciar la oportunidad. Llevemos belleza a todos lados. Debemos comportarnos con compasión y benevolencia. Aunque tarde un poco, eso que demos, regresará a nosotros y de manera amplificada.
Más al respecto en el video, a partir del minuto 27:17.
Quizá uno de los monstruos más difíciles de vencer es nuestra propia apatía. Es la que nos ata y nos mantiene inmóviles mientras la vida alrededor se desarrolla.
En esta charla hablamos de algunas razones por las que fallamos al intentar hacernos de nuevos hábitos, y respondo preguntas de los participantes.
Hubo una pregunta que me hicieron y no respondí, pero lo hago aquí.
¿Es la meditación el hábito más importante? Sí que lo es. Cuando meditas dejas de lado el ego, suspendes las preguntas y aceptas la vida como es. Por unos instantes puedes mirarte sin apegos u opiniones, para apreciar el camino que tienes qué recorrer. Meditar te calma, te da cimientos para seguir adelante y nos hace ver la vida con ojos frescos.
Aun en tiempos de epidemia y con todo el flujo de quejas y odio en redes sociales, creo que vivimos tiempos de una abundancia que no tiene igual en la historia humana. ¡Tenemos mucho de todo! De hecho, hemos perfeccionado tanto nuestras cadenas de producción y de distribución, que ahora nos sobra tiempo para hacer de la recompensa inmediata todo un culto.
Adoramos tenerlo todo de inmediato. Si queremos libros, en un clic están disponibles en nuestros dispositivos. Si queremos música, millones de piezas están listas paras er disfrutadas. Si queremos meditar, existen cientos de apps que prometen calma y mindfulness de inmediato y con un esfuerzo mínimo. Si queremos ver algo en la TV, ahora tenemos miles de opciones con tan solo pulsar un botón… que ni siquiera es botón físico, sino una metáfora inmediata e interactiva, mostrada en una pantalla.
La recompensa inmediata es maravillosa. Sin duda, hace la vida cómoda, pero tiene costos muy fuertes. Quizá el más grande de ellos, es que nos hemos vuelto muy perezosos. Cualquier cosa que requiera invertir tiempo y esfuerzo para nuestro bienestar, nos causa angustia y mucha resistencia. Es esta resistencia donde están las razones por las que nuestros hábitos no quedan, por más que nos esforcemos. Básicamente se trata de un ego inflamado que produce una reacción en cadena en nuestra motivación.
Gozamos de productos y servicios que nos premian con tenerlo todo aquí y ahora. Ya no hay que esperar a ir a una tienda especializada para tener música, juegos de consola, libros, ropa, víveres o películas. Es tan fácil pedir cosas desde el teléfono, que ni siquiera recordamos cómo era el mundo hace unos 10 años. Y en tiempos de encierro, esta comodidad se convirtió
Era un mundo cruel y árido en el que uno debía esforzarse por lograr y tener cosas.
No es que no me guste la cultura de lo inmediato. Al contrario, es maravillosa y hace la vida mucho más llevadera. ¡Si hay alguien que goza servicios como Steam, soy yo! El problema es que con frecuencia, esta forma de vida es más un estorbo que arruina nuestra capacidad para implantar hábitos nuevos o cambiar los que no nos gustan. ¡Odiamos si quiera el pensar en la palabra disciplina!
Esto genera una avalancha de obstáculos que nos hacen fallar de maneras épicas al momento de querer mejorar nuestra experiencia de vida.
La sociedad parece aplaudirnos cuando alguien come mal por estar muy ocupado, dormir poco por dedicar tiempo a las fiestas, despertar tarde en fin de semana, o al empeñar el futuro con deudas de tarjetas de crédito.
Y ni qué decir de la mercadotecnia. Nos vende la fantasía de que con una píldora mágica/gadget/bebida/amuleto dormiremos mejor, bajaremos de peso o tendremos más energía.
Sin embargo, lo que todo mundo se esfuerza en ignorar es el hecho de que los nuevos hábitos se apoyan en la disciplina. No hay más.
No existen los milagros, la magia, la providencia, ni El Secreto. Sólo existe el trabajo, la dedicación y la constancia.
Para evitar el desarrollo de nuevos hábitos existe una gran colección de obstáculos, casi todos basados en nuestro gran y pesado ego. Aquí presento una pequeña lista:
Si lo que escribo te es útil y te gusta, ¿por qué no invitarme un café? Gracias.
Sobre mi
¡Hola! Soy Kyonin, monje y maestro budista de la tradición Soto Zen. Formo parte de Grupo Zen Ryokan. Comparto la sabiduría eterna del Buda para ayudar a encontrar la paz interior y la liberación del sufrimiento. Juntos vamos en camino hacia la compasión.
En días de lluvia
la melancolía invade
al monje Ryokan
-Haiku de Ryokan Taigu Roshi