El poder de los pequeños comienzos y cómo los hábitos moldean tu vida

El poder de los pequeños comienzos y cómo los hábitos moldean tu vida

El poder de los pequeños comienzos y cómo los hábitos moldean tu vida

Es muy divertido ver cómo está de moda hablar del “modo monje” para lograr ser más productivo. Es real que los hábitos moldean tu vida, pero yo soy monje budista Soto Zen y no hago nada de lo que los blogs motivacionales dicen. De hecho, mis compañeros monjes de otras tradiciones budistas, coinciden en la falacia de estos artículos. Si sabes de budismo, entonces lo que quieres es ser menos productivo para dar paso a la ecuanimidad y al equilibrio. Pero ese es tema para otro día.

Sin embargo, lo que sí es muy real, es que los hábitos son parte fundamental para la vida de un monje. Al comprenderlos, estudiarlos meticulosamente y comenzar sin juzgar, transformamos nuestra vida a una existencia ecuánime y disponible para ayudar a los demás.

Por supuesto, el camino del monje budista no es para todo mundo. Pero los hábitos sí son para toda la humanidad, porque son el corazón de lo que nos vuelve humanos.

Cuando dedicamos tiempo a entender cómo funcionan los hábitos, muchas necesidades de nuestra vida comienzan a ser resueltas. Nos volvemos personas más enfocadas y capaces de lograr cosas que antes solo estaban en la imaginación. De nuevo, los hábitos moldean tu vida tanto para cosas virtuosas como para otras no tanto.

En esta nueva serie de posts hablaré sobre hábitos y cómo implementarlos de forma efectiva para que los propósitos de año nuevo no se conviertan en frustración.

En el corazón de cada logro significativo, hay un inicio humilde, una semilla de hábito plantada que crece y da forma a nuestro futuro.

Imagina que cada pequeña acción que realizas a diario es una semilla que plantas en el jardín de tu vida. Con el tiempo, cuidado y atención plena, estas semillas crecen y florecen, transformando tu realidad de formas que nunca imaginaste. Esta es la esencia del poder de los hábitos: pequeños comienzos que, repetidos a lo largo del tiempo, conducen a grandes cambios. Los hábitos, esos patrones de comportamiento que realizamos casi sin pensar, son los bloques de construcción de nuestras vidas. Al entender y optimizar nuestros hábitos, podemos moldear nuestras vidas de manera significativa.

La naturaleza de los hábitos

Los hábitos son acciones o conductas que repetimos regularmente, a menudo de manera automática. Desde cepillarnos los dientes hasta revisar el teléfono apenas nos despertamos, los hábitos forman parte de nuestra rutina diaria. Pero ¿alguna vez te has detenido a pensar en cuánto impactan en tu vida? Los hábitos no solo son parte de nuestras vidas, sino que literalmente las construyen.

Nuestro gran problema con los hábitos es que queremos que lleguen de la forma más fácil, sin fricción y sin compromiso. Pero lamentablemente eso no pasará. Para que los hábitos queden hay que estudiar qué son, cómo los entiende el cerebro y comenzar a experimentar con ellos.

Sin un método y sin investigación, los hábitos solo crecen como maraña sin orden y sin propósito.

Los hábitos y el cerebro

Nuestro cerebro está programado para buscar eficiencia. Cuando formamos un hábito, el cerebro encuentra una manera de hacer menos esfuerzo en esa tarea específica. Esto se debe a la dopamina, un neurotransmisor asociado con el placer y la recompensa. Cada vez que seguimos un hábito y obtenemos una recompensa, ya sea una sensación de logro o una gratificación inmediata, nuestro cerebro registra ese patrón. Eventualmente, lo que comenzó como una decisión consciente se convierte en un comportamiento automático.

Los pequeños comienzos son la semilla del cambio

La belleza de los hábitos radica en su simplicidad. Un pequeño hábito, como dedicar cinco minutos al día a la meditación, puede tener un efecto mariposa en tu vida. Por ejemplo, una persona que comienza a caminar diez minutos al día puede sentirse más energizada, lo que podría llevarla a hacer cambios más saludables en su dieta. Estos pequeños hábitos son manejables y no intimidantes, lo que aumenta la probabilidad de adherencia a largo plazo.

Los hábitos como herramientas de transformación

Los hábitos son herramientas poderosas para alcanzar objetivos personales y profesionales. Por ejemplo, un escritor que se propone escribir 200 palabras al día puede acabar escribiendo un libro al cabo de un año. La consistencia y la paciencia son claves en este proceso. Al desarrollar hábitos, nunca hay que perder de vista que los resultados no son inmediatos, pero con el tiempo, la acumulación de pequeñas acciones consistentes puede conducir a logros significativos.

Integrando nuevos hábitos en tu vida

Incorporar nuevos hábitos en tu vida requiere un enfoque estratégico que derive de un método y de un sustancioso proceso de investigación. Si no tienes la información adecuada, la posibilidad de que falles es muy grande.

Primero hay que elegir qué hábito quieres. Luego hay que investigar cómo lograrlo y dividirlo en acciones pequeñas que puedan ser mantenidas por al menos un par de meses. También hay que vincularlo con una acción existente. Por ejemplo, si deseas empezar a leer más, podrías formar el hábito de leer diez páginas cada noche después de cenar.

Para mantener el seguimiento de tus progresos, considera usar un diario de hábitos o aplicaciones específicas. Y si te encuentras con obstáculos, adapta tu enfoque, pero no abandones tu objetivo.

Conclusión

Los hábitos moldean tu vida de formas extraordinarias. Desde mejorar nuestra salud y productividad, decir adiós a conductas adictivas, hasta enriquecer nuestras relaciones personales; los hábitos son la llave para desbloquear nuestro potencial.

Crear hábitos virtuosos o cambiar los que no te gustan, es mejor cuando estás rodeado de personas con el mismo interés. Te animo a que des el primer paso hoy mismo. Y si estás buscando una guía más profunda para transformar tu vida, considera inscribirte en el taller de hábitos Shojiki, que comienza el 17 de enero de 2024. En este taller, exploraremos juntos un método probado por cientos de personas como tú y que han aprovechado el poder de los hábitos para crear la vida que desean. ¡Te espero!

Minimalismo para la productividad y descansar mejor

Minimalismo para la productividad y descansar mejor

El minimalismo nos vuelve más productivos y nos permite descansar más.

El minimalismo para la productividad es algo de lo que te podrías beneficiar en más sentidos de los que imaginas. Yo lo he descubierto a lo largo de los años y la experiencia ha sido maravillosa. De verdad que me gustaría que todos pudieran probar la vida minimalista para tener vidas más amplias y lindas.

Aunque tenemos tecnologías y herramientas maravillosas que prometen vidas más tranquilas, la verdad es que trabajamos más que nunca. Todos hemos experimentado burnout y estamos exhaustos porque la avalancha de cosas que debemos hacer no para. Entonces, la búsqueda de la productividad y el anhelado descanso a menudo parecen ser fuerzas opuestas. Nos encontramos en una constante carrera contra el tiempo, intentando cumplir con las demandas diarias mientras anhelamos un merecido descanso. ¿Y si te dijera que hay una filosofía de vida que puede equilibrar estas fuerzas aparentemente contradictorias?

Cuando comenzamos a crearnos el estilo de vida minimalismo, lo primero que aprendemos es que menos, es más, y que es posible encontrar armonía entre productividad y descanso pleno.

Evita distracciones y encuentra la concentración

Nos hemos creado un universo de distracciones, notificaciones y sistemas que pelean por nuestra atención. De verdad que es muy cansado estar atento a tantas alertas en nuestros días. Por eso es por lo que el minimalismo es una gran solución, porque es una suerte de escudo protector para tu enfoque.

Al reducir el desorden y notificaciones en tu entorno, encuentras la paz necesaria para concentrarte en lo que realmente importa. Elimina aplicaciones innecesarias, organiza tu espacio de trabajo y experimenta cómo la claridad mental se convierte en tu aliada en la búsqueda de objetivos diarios.

Crea espacios agradables y estimula la creatividad

El minimalismo para la productividad no solo se trata de deshacerte de cosas; también se trata de cuidar y valorar lo que eliges conservar. Al crear espacios de trabajo más agradables y libres de desorden, permites que la creatividad fluya. Un entorno ordenado es el lienzo perfecto para ideas innovadoras y soluciones creativas. Descubre cómo la simplicidad puede ser el catalizador de tu creatividad.

Menos estrés, más bienestar

La relación entre minimalismo y reducción del estrés es innegable. Al liberarte de la carga de posesiones innecesarias y compromisos abrumadores, experimentas una sensación de ligereza. El hábito del minimalismo te enseña a priorizar lo esencial y a dejar de lado lo superfluo, lo que naturalmente disminuye la carga emocional y mental. Encuentra la tranquilidad que necesitas para enfrentar cada día con calma y serenidad.

Atención plena para cumplir objetivos

La atención plena es una habilidad crucial para alcanzar tus metas diarias. Al adoptar el minimalismo para la productividad, te vuelves más consciente de tus elecciones y acciones. En lugar de abrumarte con una lista interminable de tareas, aprendes a dedicar plena atención a lo que está frente a ti. La atención plena te permite cumplir tus objetivos con eficacia, sin sacrificar la calidad de tu trabajo ni tu bienestar.

Sobran horas para estudiar, hacer ejercicio o descansar

El día tiene 24 horas, pero parece que dura 2. ¡El tiempo no nos alcanza! Pero lejos de ser un problema externo a ti, es totalmente el resultado de nuestra saturación de cosas por hacer.

Cuando practicas minimalismo y meditación, el tiempo se dobla y te rinde más. De pronto te encuentras con un excedente de tiempo. Aprovecha esas horas adicionales para invertir en el autocuidado. Ya sea dedicando tiempo a estudiar algo que amas, comprometiéndote con una rutina de ejercicio o simplemente disfrutando de un merecido descanso, los minimalistas entienden el valor del tiempo bien empleado.

El descanso, un pilar fundamental

Contrario a la creencia de que la productividad implica sacrificar el descanso y la salud, el minimalismo abraza la importancia de recargar energías. Un minimalista reconoce que la calidad del descanso es vital para un rendimiento óptimo. Al simplificar la vida, se crea un espacio sagrado para el descanso reparador, garantizando que cada día comiences fresco y revitalizado.

Una mente descansada, enfocada en el éxito

La relación entre un sueño reparador y el éxito diario es innegable. Una mente que ha descansado bien es capaz de enfrentar desafíos con claridad y determinación. El minimalismo y la meditación no solo te brindan tiempo para el descanso, sino que también te enseñan a valorarlo como un componente esencial para alcanzar el éxito sostenible.

Comienza a crear el hábito del minimalismo. Vale la pena

La transformación hacia una vida minimalista y productiva no ocurre de la noche a la mañana, pero cada pequeño paso cuenta. Comienza por evaluar tus posesiones, eliminar lo innecesario y simplificar tu rutina diaria. Descubre cómo el minimalismo no solo mejora tu productividad, sino que también te permite disfrutar de un descanso pleno y significativo.

El minimalismo no es una moda. Es un estilo de vida que se revela como la clave para reconciliar la productividad con el descanso. ¿Listo para explorar este viaje transformador? Únete a Mínima, nuestro curso de minimalismo y meditación para iniciar tu camino hacia una vida más simple, centrada y plena. Tu bienestar y éxito están a solo un paso de distancia. ¡Inscríbete hoy!

Los hábitos se construyen con paciencia y constancia

Los hábitos se construyen con paciencia y constancia

Siempre que comienza un nuevo año, las redes sociales están llenas de retos de hábitos. Muchos creadores de contenido retan a su público a que hagan algo extraordinario por 20 o 30 días, con la esperanza de que esta acción se quede para siempre. Aunque la iniciativa de cambio es noble, estos retos solo nos llevan a un esfuerzo inútil, porque justo así es como no debemos construir hábitos nuevos.

Iniciar un año de retos como 2023 no solo es cuestión de buenos deseos o tomar retos, sino de saber qué demonios estamos haciendo con nuestros hábitos. Hay que saber cómo funciona la mente y el cuerpo ante las nuevas rutinas, para que a lo largo de muchas semanas o meses, se puedan convertir en hábitos.

Pero el problema es que no estamos educados para entender cómo funcionan los hábitos, los pequeños rituales cotidianos y su importancia. Queremos que los hábitos se queden tan sólo por imaginarlos o recurriendo a la fuerza bruta, sin tener claro la disciplina y constancia que se requiere. Pero aún más importante, no tomamos conciencia del tiempo que requiere crear un hábito nuevo. Por ejemplo, como cuando queremos volvernos corredores en cada enero.

Nos preparamos y conseguimos todo. Estamos listos. Este año será el que marque la diferencia en mi vida.

El 1 de enero es el día perfecto para iniciar. ¡Vamos con todo!

Si entreno duro, en un mes estaré corriendo mi primera carrera. Al fin y al cabo, los blogs de productividad y TED dicen que con 21 o 30 días el hábito queda listo.

Los expertos en productividad al estilo estadounidense nos dicen que debemos vivir con la mentalidad de cambio y realizando afirmaciones que pongan la mente en el camino ideal. Aunado a acciones pequeñas, al final de 30 días el hábito quedará en la mente y será parte de nuestra vida.

Suena fácil y sencillo. Uno piensa que con un esfuerzo de tan sólo unos días podrá comer ensaladas cual vaca o salir a incendiar las calles con el running.

Sin embargo, hay una falla inmensa en este sistema. Esta teoría está pensada con la mentalidad de la recompensa inmediata.

Para la mentalidad occidental, los cambios deben llegar sin esfuerzo y de la manera menos incómoda posible. Si algo produce un poco de sudor en la frente, es descartado. Es más, si pueden pagar por que alguien más se esfuerce, lo hacen.

No en vano Estados Unidos es el país que más productos milagrosos lanza. Basta con echar un vistazo a los informerciales. Harán lo que sea para vendernos desde pelador de patatas mágico, hasta un aparato de tortura medieval para ejercitar el abdomen. Todo es fácil y con el menor esfuerzo posible.

¡Puedo tener six pack mientras miro Netflix!

Los hispanoparlantes no somos diferentes.

La recompensa inmediata es uno de los daños más grandes que la sociedad de consumo ha casado en el crecimiento personal y espiritual.

Todo lo queremos aquí y ahora, y los hábitos no se escapan.

Por eso, al intentar cumplir metas y adquirir mejores disciplinas, fallamos miserablemente. Cuando vemos la cruda realidad de que los hábitos requieren esfuerzo y hasta un poco de sacrificio, los abandonamos.

Hace años, cuando estaba experimentando con los hábitos, decidí retar la idea de los 21 a 30 días porque algo no estaba correcto.

Ya sea curar mi insomnio, volverme corredor, aprender un idioma o a cocinar… todos mis procesos de hábitos nuevos han tomado mucho más de 3 meses. Algunos más complejos han tomado unos buenos 4 años. Todas y cada una de mis mejoras personales han llevado un largo proceso de introspección, investigación, experimentación, muchos errores y caídas, y práctica constante.

Los hábitos que formamos los monjes budistas requieren aún más tiempo para quedar, pues también tienen que ver con la práctica activa de dejar el ego de lado.

Quizá soy muy tonto. Es posible que mi cerebro de mandril no pueda con una meta corta de 21 días. Pero lo que sí puedo decir es que los cambios que se han quedado y que forman parte de mi cotidiano, han sido logrados al 100% y los practico hasta el día de hoy.

Pero todos han tomado mucho tiempo y, sobre todo, disciplina.

No me cansaré de decirlo. El secreto de la vida es la disciplina. La necesitamos para estudiar, trabajar, divertirnos y hasta para dormir.

Creo que es hora de comenzar a entenderlo antes de que 2023 nos lleve en su remolino.

Si quieres aprender y entrenar hábitos conmigo, estamos por comenzar un nuevo taller. Información aquí.

Charla en video: Hablemos de nuestros hábitos

Charla en video: Hablemos de nuestros hábitos

El monstruo más grande que tenemos los humanos es nuestro ego. Y de él se desprenden minions terribles como la apatía y la adoración a la comodidad. Esta es la que nos ata y nos mantiene inmóviles mientras la vida alrededor se desarrolla.

En esta charla, originalmente en vivo, abarcamos algunas de las razones por las que fallamos al intentar hacernos de nuevos hábitos, y respondo preguntas de los participantes.

Hubo una pregunta que me hicieron y no respondí, pero lo hago aquí.

¿Es la meditación el hábito más importante? Un rotundo Súper Turbo Champion Edition Alpha X. Cuando meditas dejas de lado el ego, suspendes las preguntas y aceptas la vida como es. Por unos instantes puedes mirarte sin apegos u opiniones, para apreciar el camino que tienes qué recorrer. Meditar te calma, te da cimientos para seguir adelante y nos hace ver la vida con ojos frescos.

Esto y mucho más en la charla.

¡GRACIAS A TODOS!

Si quieres saber más sobre hábitos y comenzar 2021 haciendo cambios positivos en tu vida, Shojiki es el taller es para ti.

Crea tu vida ideal entendiendo los hábitos, parte 2

Crea tu vida ideal entendiendo los hábitos, parte 2

Existen tantos malos hábitos como estrellas en el cielo. Cada uno de nosotros somos definidos por nuestros hábitos. Algunos son virtuosos y nos ayudan a cuidar la salud y nuestro sustento. Otros, por desgracia, minan nuestra calidad de vida y la de los seres que nos rodean.

Ya sea que nos mordamos las uñas, comamos cosas a escondidas o estemos en una relación codependiente, los hábitos poco virtuosos todos los tenemos. A veces son graciosos, pero en muchas ocasiones son vergonzosos porque sabemos que necesitamos cambiarlos o dejarlos del todo, pero no sabemos cómo.

Cuando un hábito negativo se instala en nuestra mente, los resultados negativos solo se acumulan y transforman nuestra percepción de la vida. De pronto ya no imaginamos nuestra experiencia sin X tipo de comida, X tipo de estímulo o X tipo de conducta.

¿Cómo cambiar o dejar un mal hábito? Por desgracia, solo la voluntad de cambiar no es suficiente. Todos los hábitos que tenemos han modificado nuestro cerebro de manera física, al establecer conexiones neuronales que se quedan para siempre. Piensa en montar una bicicleta. Cuando aprendiste fue difícil, pero ahora es intuitivo.

Pero fumar, la adicción al porno o el uso de drogas, han modificado nuestro cerebro y, en parte, por eso es casi imposible abandonarlos.

Entonces necesitamos saber que no es posible abandonar los hábitos así de fácil. Lo que resulta más eficaz es entender primero nuestro cerebro y utilizar esas conexiones neuronales para modificar la conducta.

Digamos que queremos dejar de fumar. Lo primero que tenemos que identificar es lo que dispara la urgencia por un cigarrillo. Quizá es el estrés del trabajo. Quizá es aburrimiento. O quizá solo queremos pertenecer y hacer lo que la manada hace.

Una vez que sabemos lo que lo dispara, entonces hay que ver la recompensa que se obtiene cuando se ejecuta el hábito negativo. Quizá es calmar los nervios. Podría ser que necesitamos el golpe de nicotina para despertar del sopor luego de la comida (en México se llama Mal del Puerco).

Entonces, al saber qué dispara el hábito y cual es la recompensa final, lo que queda en medio es la conducta por cambiar con un pensamiento como este:

Cuando hay estrés, en lugar de encender un cigarrillo, salgo a caminar a paso veloz por 10 minutos. Eso me va a calmar y a despertar.

Y por supuesto, como todos los hábitos, es necesario poner empeño en ejecutarlo sin negociar con el ego.

La teoría de la Ventana Rota

En la década de los 80’s el crimen en la ciudad de Nueva York estaba fuera de control. De hecho, era uno de los lugares más peligrosos del planeta. Alcalde tras alcalde intentaron sin éxito alguno, tratar de erradicar la violencia.

El criminólogo George Kering tenía una teoría sobre criminología ambiental: los crímenes violentos disminuyen si los delitos menores son erradicados. Se llama teoría de la ventana rota porque si la calle está libre de piedras u objetos que puedan ser arrojados, no habrá ventanas rotas.

Con esto de base, en 1994 el nuevo gobierno de la ciudad implementó la política de cero tolerancia al crimen. Y penalizó enérgicamente delitos menores como tirar basura en la calle, no obedecer el semáforo, hacer pintas en las paredes o perturbar la paz pública con música estridente.

Fue una medida radical y difícil de aceptar para la población, pero luego de unos meses, los crímenes violentos y los de las mafias alcanzaron mínimos históricos. No desaparecieron por completo, pero sí que hubo mejoría en la calidad de vida de los ciudadanos.

¿Qué tiene qué ver con los hábitos?

Los hábitos con los que nos causamos daño nublan nuestra vista porque los resultados son enormes y son una sombra poderosa sobre nosotros. Sabemos que comemos de más o que usamos drogas, pero eso solo es el resultado final de una cadena de conductas.

Al ser meticulosos, disciplinados y seguir reglas estrictas en nuestra conducta, es más fácil comenzar a cambiar los hábitos negativos.

Por ejemplo, si abusas de comida chatarra, podríamos tomar varias medidas como comenzar por no comprarla y no almacenarla a escondidas; comer en casa antes de una reunión social; o no frecuentar a los amigos que no respetan nuestra alimentación.

Suena radical, claro. Pero funciona mejor de lo que nos imaginamos.

¿Con qué hábito te aces daño? ¿Te gustaría cambiarlo?

En Shojiki, nuestro taller de hábitos, aprendemos todo esto y lo ponemos en práctica para mejorar nuestra vida. Comenzamos en enero de 2023. ¡Te invito a que crezcamos juntos!

Falso: los hábitos no se forman en solo 30 días

Falso: los hábitos no se forman en solo 30 días

 

Iniciar un año de retos como 2021 no solo es cuestión de buenos deseos, sino de saber qué demonios estamos haciendo con nuestros hábitos. ¿Por qué hago énfasis en los hábitos? Porque tenerlos, además de rutinas establecidas a lo largo del día, nos da paz y seguridad en este mundo en el que la Señora Impermanencia nos recuerda quién es la jefa.

Pero el problema es que no estamos educados para entender cómo funcionan los hábitos, los pequeños rituales cotidianos y su importancia. Queremos que los hábitos se queden tan sólo por imaginarlos, sin tener claro la disciplina y constancia que se requiere. Pero aún más importante, no tomamos conciencia del tiempo que requiere crear un hábito nuevo. Por ejemplo, como cuando queremos volvernos corredores en cada enero.

Nos preparamos y conseguimos todo. Estamos listos. Este año será el que marque la diferencia en mi vida.

El 1 de enero es el día perfecto para iniciar. ¡Vamos con todo!

Si entreno duro, en un mes estaré corriendo mi primera carrera. Al fin y al cabo, los blogs de productividad y TED dicen que con 21 o 30 días el hábito queda listo.

Los expertos en productividad al estilo estadounidense nos dicen que debemos vivir con la mentalidad de cambio y realizando afirmaciones que pongan la mente en el camino ideal. Aunado a acciones pequeñas, al final de 30 días el hábito quedará en la mente y será parte de nuestra vida.

Suena fácil y sencillo. Uno piensa que con un esfuerzo de tan sólo unos días podrá comer ensaladas cual vaca o salir a incendiar las calles con el running.

Sin embargo, hay una falla inmensa en este sistema. Esta teoría está pensada con la mentalidad de la recompensa inmediata.

Para la mentalidad occidental, los cambios deben llegar sin esfuerzo y de la manera menos incómoda posible. Si algo produce un poco de sudor en la frente, es descartado. Es más, si pueden pagar por que alguien más se esfuerce, lo hacen.

No en vano Estados Unidos es el país que más productos milagrosos lanza. Basta con echar un vistazo a los informerciales. Harán lo que sea para vendernos desde pelador de patatas mágico, hasta un aparato de tortura medieval para ejercitar el abdomen. Todo es fácil y con el menor esfuerzo posible.

¡Puedo tener six pack mientras miro Netflix!

Los hispanoparlantes no somos diferentes.

La recompensa inmediata es uno de los daños más grandes que la sociedad de consumo ha casado en el crecimiento personal y espiritual.

Todo lo queremos aquí y ahora, y los hábitos no se escapan.

Por eso, al intentar cumplir metas y adquirir mejores disciplinas, fallamos miserablemente. Cuando vemos la cruda realidad de que los hábitos requieren esfuerzo y hasta un poco de sacrificio, los abandonamos.

Hace años, cuando estaba experimentando con los hábitos, decidí retar la idea de los 21 a 30 días porque algo no estaba correcto.

Ya sea curar mi insomnio, volverme corredor, aprender un idioma o a cocinar… todos mis procesos de hábitos nuevos han tomado mucho más de 3 meses. Algunos más complejos han tomado unos buenos 4 años. Todas y cada una de mis mejoras personales han llevado un largo proceso de introspección, investigación, experimentación, muchos errores y caídas, y práctica constante.

Los hábitos que formamos los monjes budistas requieren aún más tiempo para quedar, pues también tienen que ver con la práctica activa de dejar el ego de lado.

Quizá soy muy tonto. Es posible que mi cerebro de mandril no pueda con una meta corta de 21 días. Pero lo que sí puedo decir es que los cambios que se han quedado y que forman parte de mi cotidiano, han sido logrados al 100% y los practico hasta el día de hoy.

Pero todos han tomado mucho tiempo y, sobre todo, disciplina.

No me cansaré de decirlo. El secreto de la vida es la disciplina. La necesitamos para estudiar, trabajar, divertirnos y hasta para dormir.

Creo que es hora de comenzar a entenderlo antes de que 2021 nos lleve en su remolino.

Si quieres aprender y entrenar hábitos conmigo, estamos por comenzar un nuevo taller. Información aquí.