Una de las urgencias más grandes que tienen las sociedades occidentales es la de no caer en el conformismo. ¡Horror de horrores!

Desde chicos nos educan para creer ciegamente que caer en el conformismo es igual a mediocridad y a auto-abandono.

El conformista es visto como paria, como cáncer social y como una persona que no vale la pena porque está contento con lo que tiene y renunció a sus aspiraciones a mejorar.

La presión por siempre ser mejores y por vivir con metas tangibles es enfermiza. Nos atrapa en el eterno ciclo de estrés y nos envenena el juicio, haciéndonos creer que ambición es sinónimo de felicidad.

Incluso nos puede llevar al extremo de pasar por encima y dañar a los demás con tal de cumplir. Los objetivos se tienen que alcanzar y el fracaso no es una opción.

¿Y todo para qué? Para comprar más cosas que no necesitamos, para presumir viajes, y para reunir títulos y medallas que serán usadas para validad nuestra posición social.

El no-conformista vive para sus estímulos externos y jamás para sí mismo, por más que se quiera engañar.

Con todo esto dicho, ¿el budismo y el minimalismo son iguales a conformismo?

Sí. Sí lo son, y no tiene nada de malo.

Ser budista o minimalista es comprender que la vida como está es perfecta. Nada que agregar y nada que quitar, aun si las cosas no son sencillas.

El budista está contento con su misma ropa, gadgets, autos, conocimientos y estilo de vida al día de hoy. Porque lo que tenemos aquí y ahora es perfecto. No rechazamos la realidad, sino que la abrazamos y nos vemos como parte de ella.

Y aquí es donde viene lo más hermoso de ser conformista bajo la filosofía budista: estamos contentos con lo que somos y tenemos, pero al mismo tiempo trabajamos para mejorar. Poco a poco, un día a la vez.

Jamás abandonamos nuestro intelecto y nunca negamos cubrir nuestras necesidades. Por ejemplo, si en algún punto se necesita una nueva computadora, simplemente se considera y se trabaja para ello, perdiendo las expectativas y siendo crudos y realistas al respecto.

Sabemos que en la vida necesitamos conocimientos, así que estudiamos la universidad. Entendemos que el ejercicio es necesario, así que lo hacemos. Comer bien nos asegura buena salud, así que cultivamos una buena relación con los alimentos. Si necesitamos reemplazar una camiseta, se hace tan pronto sea posible.

Paso a paso, sin esperar nada del futuro y sabiendo que cada centímetro avanzado es una llegada completa y perfecta. 

Sabemos hacia dónde vamos, pero no nos aferramos al resultado; porque la vida es impermanente y las cosas pueden cambiar de un segundo al otro.

Hoy somos perfectos así como estamos. Tenemos todo lo que necesitamos y lo que podemos. Y eso está bien.

Los conformistas llegamos a donde queremos, pero con tiempo y calma, soltando los ideales del futuro.

Ser conformista trae mucha paz.