El minimalismo es un tema que ha estado flotando en los blogs y podcasts en español por los últimos 15 años. Me parece muy curioso que se comporta como las olas del mar: se forma lentamente, se acerca a la orilla, rompe y se desvanece… para formarse de nuevo.

El minimalismo regresó con fuerza gracias a que Netflix cuenta con la serie de Marie Kondo y un par de documentales sobre ello. Algunos autores impulsan a la gente a deshacerse de las cosas que no se necesitan, otros a enfocarse en la parte hedonista de vivir con menos y otros nos dan ideas para organizar desde un cajón hasta el negocio.

Claro que eso está bien. Vivir con menos nos lleva a la tranquilidad, pero me parece que muchas de estas fuentes se quedan cortas y solo proveen una versión descafeinada del minimalismo real. El proceso ha sido muy similar al movimiento mindfulness, que tiene fuertes raíces budistas, pero lo han diluido tanto que ahora es una práctica vacía y sin sentido.

Aquí en Chocobuda el minimalismo también es un tema recurrente, aunque mi punto de vista ha cambiado mucho en los últimos 7 u 8 años.

En la Práctica Zen el minimalismo no es un proceso forzado que resulte de ver un documental o leer un blog. Es más bien el resultado de practicar activamente el concepto de Renuncia, que nos lleva a revisar nuestros apegos, autoengaños y aversiones, para poder soltarlos poco a poco.

De esta manera, es posible tener mil libros almacenados por su utilidad, pero nos queda claro que la naturaleza de los libros es la Impermanencia. La mente debe estar en calma si el tifón o un incendio acaban con una colección. Tener muchos libros, discos, ropa o películas no es la raíz del problema. Lo es el vacío y la angustia existencial que nos lleva a tapar los huecos con objetos para no soltarlos nunca.

Recientemente estuve en Japón visitando templos y sus maestros. Hablando con ellos me di cuenta de que el término minimalismo ni siquiera existe en su vocabulario, pues la cantidad de objetos que hay en un templo pequeño excede por mucho lo que cualquier casa normal en occidente puede contener. Eso sí, cada objeto está en su lugar y casi siempre fuera de la vista.

También tuve la oportunidad de visitar hogares de familias no budistas. El minimalismo brilla por su ausencia. De hecho, muchas de las cocinas en las que estuve, el nivel de caos y saturación era impresionante. ¿Marie Kondo? Salvo una persona que la recuerda de algún programa de TV de hace unos 10 años, nadie sabe quién es. Nos han vendido una idea romántica y fantasiosa de cómo es la vida en Japón.

Mi punto con todo esto es que el minimalismo como lo entendemos en occidente está dirigido al lugar equivocado. No es la cantidad de cosas, sino el nivel de apegos lo que debemos entender para poder soltar.

Son los Tres Venenos de la Mente (Ignorancia, Avaricia e Ira) los que nos hacen acumular basura.

Por eso la práctica de Zazen es tan necesaria, porque es en la mente donde comienza la verdadera Renuncia. Al soltar los pensamientos y dejarlos pasar, nos será posible dejar pasar apegos, lujuria y deseo.