La práctica Zen es muy llamativa para muchos porque, erróneamente, se cree que Zen es igual a calma y paz.

En realidad, vivir una vida dedicada a la disciplina, al estudio y preservación de las Enseñanzas de Dogen y de los Patriarcas del Zen, es un compromiso que no solo abarca lo intelectual, sino que hay que poner a prueba todo lo aprendido en lo cotidiano. Es en este punto de nuestro entrenamiento que muchos deciden abandonar, pues el Zen requiere dejar de lado el ego y los caprichos, para ver la vida con los menores juicios posibles.

El Budismo Soto Zen es la escuela budista que, con base en las enseñanzas de Shakyamuni y los Patriarcas, invita al practicante a sentarse en Zazen y a la aceptar la vida de forma radical y sin comentario alguno.

¿Y qué mejor oportunidad para poner a prueba al Buda, que estos tiempos de pandemia? Es cuando enfrentamos el riesgo, la angustia y el dolor, que comprobamos en primera persona si esto del Zen sirve para algo o son solo mensajes lindos en redes sociales.

En días pasados, mis amigos del Árbol Del Yoga me pidieron que diera una charla en su Instagram, para que su comunidad supiera cómo mantenerse zen durante el encierro. Pero como soy un rebelde y respetuoso de mi tradición, en lugar de usar Zen como sinónimo de calma, convertí la charla en una ligera introducción a la práctica Zen, para aquellos recién llegados al Buddhadharma. También hablé de cómo la compasión nos lleva a la ecuanimidad en tiempos difíciles.

Me permití leer y explicar un poema de Dogen Zenji:

Impermanencia
¿Con qué podría comparar el mundo?
Con la luz de luna
reflejada en las gotas de rocío,
sacudidas del pico de una grulla.

Comparto aquí dicha charla. Espero la encuentres de utilidad.