A veces me gusta saludar en Twitter con preguntas que nos hagan pensar y que tengan relación con la práctica budista. Creo que nos sirve a todos porque en lugar de engancharnos en el discurso de odio que fluye en las redes sociales, nos llevamos un instante de reflexión… o no.

Hace unos días pregunté: ¿Con qué te estás lastimando hoy?

Aunque imaginé que quizá alguien respondería, me sorprendió la cantidad de interacciones. Muchas personas respondieron comentando la razón de su sufrimiento en ese momento. Recibí un torrente de mensajes privados para pedir ayuda y muchas personas que no conocía comenzaron a seguirme.

Esa pregunta fue importante porque toca fibras muy profundas de nuestro ser. Nos hace detenernos, aunque sea por unos segundos, para revisar lo que sea por lo que estamos en dolor. Además, nos hace entender que el sufrimiento que cargamos es provocado por uno mismo.

El Buda nos dice en el Dhammapada:

Todos los estados encuentran su origen en la mente. La mente es su fundamento y son creaciones de la mente. Si uno habla o actúa con un pensamiento impuro, entonces el sufrimiento le sigue de la misma manera que la rueda sigue la pezuña del buey.

Esta es la postura fundamental sobre Dukkha (sufrimiento, insatisfactoriedad)  que nos enseña Shakyamuni. Es cierto que la vida humana está llena de situaciones dolorosas y retos. Pero ese es justo el dilema. Nuestra experiencia es un desafío constante, que se transforma en un infierno cuando la mente y el ego se salen de control y permitimos que se vuelvan en nuestra contra.

Vemos esta existencia como un reto a vencer, como un terreno en donde todo debe salir justo como lo imaginamos. Pero esta vida nos da lo que necesitamos, no lo que queremos. Es una gran diferencia.

Preguntas como «¿Con qué te estás lastimando hoy»? Nos hacen tomar conciencia de que el sufrimiento siempre llega por nuestra propia mano. No podemos culpar a nadie de cómo tomamos la vida, más que a nuestra indisciplina y falta de práctica espiritual.

Pero Chocobuda, mi gobierno es corrupto y diabólico, ¿cómo puede eso ser mi responsabilidad?

A veces uno no es responsable de lo que pasa en el mundo, pero siempre somos responsables de cómo la mente se relaciona con lo externo. La práctica Zen nos permite guardar la calma, tomar un respiro, revisar lo que pensamos; para poder tomar decisiones con base en la virtud y no en la desesperación.

Entonces, cuando no encuentres la salida, cuando haya más tristeza y desesperación, es bueno tomar unos segundos y preguntar con humildad: ¿Cómo me estoy lastimando hoy?

Lo que resulte te dará calma y fuerza para seguir.