Cuando era niño y entrenaba Karate-Do, mis padres se sentían contentos de que al fin hiciera algo que no fuera leer cómics o jugar video juegos. Y estaban orgullosos. Entonces cada vez que había visitas en casa, mis padres me pedían que demostrara alguna Kata para presumir mis talentos.

Esto simplemente no me gustaba. Me sentía exhibido y me daba mucha vergüenza. No quería volverme mono de circo. Pero tenía que decir que sí, de lo contrario sabía que, al irse las visitas, habría reprimenda.

En contra de mi voluntad y con la cara roja, comenzaba. Hacía lo más básico y rápido posible, para irme a esconder y regresar a mi habitación, mi lugar seguro.

Decir que no y poner límites es de las cosas más difíciles del mundo. ¿Cuántas veces hemos accedido a cosas que no queremos o que sabemos que nos van a lastimar? Y ni siquiera sabemos la razón, aunque hay muchísima información al respecto, es solo que no la buscamos. Además, la práctica Zen nos enseña que es posible decir NO y poner límites.

Para poder entender esta conducta y comenzar a cambiarla, primero hay que explorar las razones más comunes de porqué nos cuesta tanto decir NO.

Programación cultural

Cuando nos educaron nuestros padres y maestros, hicieron un esfuerzo para integrarnos a la sociedad. Esto implica obedecer a los adultos a toda costa. Decir que no, no es opción porque “los adultos saben más y lo que nos conviene”. No obedecer implica enfrentar un castigo. Esto, repetido por años, modifica nuestra conducta y nos hace muy débiles a la hora de negarnos.

Decir que no es incómodo

La Doc. Vanessa K. Bohns, en su estudio Subestimando nuestra influencia sobre otros, nos dice que ver la decepción de las personas cuando decimos NO, es incómodo. Puede dar como resultado una confrontación que no queremos. Acceder es más fácil y nos quita problemas momentáneos, aunque después haya consecuencias.

No queremos parecer difíciles o raros

Somos animales sociales y necesitamos ser parte de una manada. Y a veces hay que decir que sí a cosas que hace la manada. De no hacerlo, el grupo nos segrega y nos marca, lo que genera sentimientos negativos en nosotros. Acceder nos hace preservar las relaciones personales, nos dice la Doc. Emily Anhlt, fundadora de COA, grupo de salud mental.

Culpa por decepcionar o herir a la gente

Saber que herimos a alguien nos pesa mucho en la conciencia. No queremos cargar con la culpa de ello, y por eso nos involucramos en cosas que no queremos.

Realmente queremos ayudar

Poner el ego de lado para ayudar es lo más noble que existe. A veces decimos que sí a cosas que nos lastiman porque queremos que los demás estén bien. El problema es que con frecuencia llevamos esto al extremo y terminamos peor de como comenzamos.


Estas fueron algunas de las razones más comunes por las que no podemos decir que no. Conocerlas nos ayuda a estar atentos a nuestros pensamientos para no caer en esta conducta.

En los siguientes artículos veremos cómo llevarlo a cabo y algunas técnicas para desarrollar el hábito de poner límites y decir que no.


Serie Cómo decir No y poner límites:

Parte 1

Parte 2

Parte 3