Justo como la flor en el espacio, no hay manera de encontrar su verdadera esencia.
El viento y la luna que entran por las seis ventanas, también están prístinos y vacíos.
Las cosas parecen reales aún en la vacuidad, pero no lo son.
No hay sustancia en ellas.
Solo han rentado temporalmente estas cuatro paredes luminosas.
El Gran Círculo abarca todo el espacio vacío, sin embargo, no tiene sombra ni forma.
Abraza todas las cosas bajo el sol, sin opacar la luz de su verdadera esencia.
¿Cómo puede uno distinguir el verdadero aspecto de las cosas ante nuestros ojos?
Brillante es la luna de otoño en el claro cielo azul.
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El Preceptor Naong (1320–1376) es un personaje clave del Budismo Seon, de Corea. Su práctica lo llevó a enseñar en muchos templos importantes de su tiempo y cuentan que siempre estaba rodeado de alumnos.
La base de su práctica era la contemplación de la Triple Gema y la vacuidad que los caracterizaba. Este poema es justo producto de su admiración y reverencia por la Luz Dorada del Buda.
Las cosas de la vida, tanto objetos físicos como mentales, carecen de sustancia. No tienen nombre, no tienen importancia intrínseca. Todo está vacío de personalidad nata, pues todo es producto de millones de causas y efectos.
La flor que observas, no se llama flor. El espacio vacío alrededor de ella no necesita nuestras etiquetas para ser. Todo requiere rentar un espacio en la mente para poder existir. La mente iluminada es la que sabe esta verdad y no permite que las cosas se queden para siempre, sino que les renta un espacio temporal.
Todo lo que existe es Buda. Es un círculo eterno que a veces cierra y a veces no. El enso es vacuidad rodeada de vacuidad que contiene todas las vacuidades.
Pero solo con la mente clara como el cielo azul es posible que la Iluminacion del Universo nos de acceso a concer estas verdades.
Por supuesto, sentarnos en Zazen es la manera de limpiar la mente y volverla un cielo azul perfecto.