Una de las enseñanzas supremas y más místicas de cualquier tradición budista es la del renacimiento. Con frecuencia es mal llamada reencarnación porque la gente no lee libros, pero son cosas diferentes.

La reencarnación es la idea que cuando María muera, su alma se transmuta a otro cuerpo. Sigue siendo María, pero con un cuerpo, espacio y tiempo diferentes. Esta idea no pertenece al budismo, sino a otras filosofías que se desprendieron del movimiento hippie de la segunda mitad del siglo XX.

En cambio, el renacimiento sí que es la idea detrás de muchas enseñanzas del Buda. Renacer implica que, al morir, el cuerpo orgánico regresa a la Madre Tierra, pero también tu energía vital se reintegra a la energía vital del universo; para que luego nazcan otras formas de vida. Entonces, al morir María, el concepto y personalidad de María se mueren, pero no así sus enseñanzas y sus obras de compasión.

Para los recién llegados al budismo, la reencarnación es un concepto seductor porque lo vemos como una buena oportunidad para la continuidad de mi ego o el de las personas que amamos. Hay muchos que incluso les da alegría saber que hay una posibilidad, aunque sea pequeña, de reencarnar. Lamento ser aguafiestas, pero reencarnar es justo lo que NO queremos en el budismo.

El budismo es una religión que cree en el ciclo del renacimiento, también conocido como samsara. Este ciclo se basa en la Ley de Causa y Efecto (Karma-Vipaka), que establece que todas las acciones tienen consecuencias y que la vida actual de uno está determinada por sus vidas pasadas.

El objetivo del budismo es liberarnos (moksha) de este ciclo de renacimientos y alcanzar el nirvana. A través de la práctica de Zazen, el estudio del Dharma y las ceremonias con la Sangha, los budistas nos esforzamos para ya no renacer más y lograr una mayor comprensión del universo.

Explorando los beneficios de creer en el renacimiento según el budismo

Creer en el renacimiento no es solo una cuestión de fe, sino una parte importante del crecimiento espiritual budista. Nos permite comprender el ciclo de la vida y la muerte, y cómo podemos usar cada vida para crecer espiritualmente.

Al creer en el renacimiento, podemos reconocer que cada acción que tomamos afecta la vida del universo en su totalidad, por lo que nos entrenamos en el Dharma que nuestra existencia lleve compasión y júbilo a todos los seres que nos rodean.

Tomar en serio el renacimiento nos ayuda entender cómo absolutamente todo en el cosmos está unido y es interdependiente.

En última instancia, creer en el renacimiento nos permite vivir vidas más conscientes que están llenas de propósito y significado.

La perspectiva del Soto Zen sobre el renacimiento

En nuestra tradición estamos convencidos de que la forma en que uno vive su vida determinará lo que sucederá después de la muerte, por lo que es importante vivir con intención y propósito.

No porque haya una fuerza mágica que determine nuestras acciones, sino que la realidad de la interconexión es parte de nuestros estudios espirituales. Conectamos con estas relaciones del universo para determinar nuestro lugar y lo mucho que afectan nuestras acciones. No al morir, no en el futuro; sino aquí en este instante.

Es aquí y ahora donde la persona que eras puede morir para renacer y comenzar de nuevo. Es en este momento donde tienes todo para observar tus pensamientos y soltar todo aquello con lo que te lastimas.

La materia prima del Zen es la realidad, así como está, más allá de nuestras opiniones y trasciende al lenguaje. El Sutra del Corazón nos enseña que el nirvana está aquí y ahora. Es esto que tienes, esto que estás viviendo, incluidas las cosas que no te gustan. Todo es Buda.

Al morir estamos ciertos de que nuestros nombres serán olvidados, pero no nuestras acciones. Si ayudamos a alguien hoy, esta compasión trasciende a las personas y toca más vidas de las que imaginamos. Un acto de amabilidad pequeñito puede cambiar el curso de la historia.

Renacemos justo aquí y ahora. Nuestro cuerpo orgánico será regresado a la Madre Tierra, pero seguimos siendo parte del gran flujo de la vida al ser parte de la benevolencia universal.

¿Cómo alcanzar el nirvana?

Partiendo de que el Buda llegó a la iluminación por su práctica de Zazen, ese es nuestro primer paso. Sentarnos en Zazen es la práctica suprema del budismo. A través sentarnos en silencio y en inmovilidad uno puede obtener una visión de su verdadera naturaleza y liberarse del sufrimiento. Expandimos la consciencia (vjinana) en Shikantaza.

Y luego, vivimos siguiendo el Noble Óctuple Sendero, que incluye la visión correcta, la intención correcta, el habla correcta, la acción correcta, el sustento correcto, el esfuerzo correcto, la atención correcta y la concentración correcta.

Estos ocho pasos ayudan a purificar la mente y el cuerpo para que puedan alcanzar un nivel superior de conciencia.

El nirvana está aquí y ahora, pero alcanzarlo depende de nuestra disciplina. servicio a los demás y de vivir con el Dharma siendo la guía.