Ya hemos hablado sobre Kshanti Paramita, una de las cualidades sublimes a las que aspiramos en la práctica budista. Es parte importante de las enseñanzas del Buda y aparece en textos importantes como los Nikayas o el Buddhavamsa.

Es un tema al que siempre regreso porque, aunque nos queda claro que ser pacientes en la vida es importante, el problema base no lo hemos atendido.

El Buda no tiene prisa. La vida tampoco. Los dos han sabido esperar milenios para que leas este post.

Todos deseamos paciencia, pero si no entendemos que el ego descontrolado es la raíz de la impaciencia, jamás podremos entender la belleza de Kshanti como parte de nuestra espiritualidad.

En el budismo, la paciencia es una práctica poderosa que va más allá de la mera tolerancia. Implica trabajar de forma activa con nuestra mente para asegurarnos de no convertirnos en víctimas de emociones perturbadoras. La paciencia nos brinda la fuerza para trabajar en beneficio de nosotros mismos y de los demás, y es uno de los factores que nos impulsan hacia la liberación de dukkha.

Existen tres tipos de paciencia que son guía para superar desafíos, abrazar el sufrimiento con inteligencia y salir adelante de las dificultades que se nos presentan.

No enojarse con aquellos que causan daño

El primer tipo de paciencia es no enojarse ni molestarse con aquellos que causan daño. Esto se aplica no solo a las personas que actúan negativamente, sino también a aquellos que nos tratan de manera desagradable, nos maltratan y nos infligen dolor físico o mental. Incluso incluye a aquellos que no expresan gratitud o aprecio. Especialmente cuando ayudamos a otros, es crucial no enojarnos con ellos si no siguen nuestro consejo o si nuestros esfuerzos no dan los resultados deseados. Yo sé por mi experiencia como monje, que algunas personas son extremadamente difíciles de ayudar, por lo que, en lugar de perder la paciencia, debemos soportar las dificultades involucradas.

Abrazar dukkha con inteligencia

El segundo tipo de paciencia es aceptar y soportar nuestro propio sufrimiento. Si tenemos un problema que sí se puede resolver, no tiene sentido enojarse, molestarse o preocuparse.
Si tenemos un problema imposible de resolver, pues obvio que es aún más inútil enojarse y perder el control.

No ver esto nos vuelve estúpidos y se nos cierran todas las puertas. Es cuando más errores y actos desesperados cometemos.

Además, el sufrimiento que atravesamos nos brinda una base para cultivar la compasión y la empatía. Profundiza nuestra empatía y compasión por otros que atraviesan desafíos similares, lo que nos permite conectarnos con ellos a un nivel profundo. Nuestras propias experiencias de dukkha se convierten en un puente que nos permite ofrecer apoyo y comprensión a otros que pueden estar luchando.

Abrazar la verdad para salir adelante de las dificultades

El tercer tipo de paciencia es abrazar la verdad con todo amor. Esto implica comprender y aceptar la naturaleza de la realidad tal como es.

A menudo, tenemos expectativas poco realistas sobre cómo deberían ser las cosas o las personas, y cuando la realidad no se alinea con nuestras expectativas, surge la frustración.

También nos perdemos en la red de nuestros propios comentarios y juicios, lo que hace muy difícil ver que las cosas son mucho más sencillas de lo que pensamos.

Cultivar la paciencia requiere que dejemos de lado nuestras adherencias a ideas fijas y, en su lugar, abracemos la fluidez e impermanencia de la existencia.

Este tipo de paciencia también abarca la práctica de no apegarse. Con nuestra práctica de Shikantaza nos entrenamos para soltar deseos, aversiones y apegos, entendiendo que son las causas fundamentales de dukkha.

Al cultivar atención al estado de la mente, nos liberamos de la carga que resultan las expectativas y la agitación emocional que las acompaña.

La paciencia es espiritualidad

La paciencia en el budismo va más allá de la comprensión convencional de la palabra. Es una práctica poderosa que nos permite navegar por situaciones desafiantes, soportar el sufrimiento con gracia y abrazar la verdad de la realidad. Al cultivar los tres tipos de paciencia que vimos hoy: podemos desarrollar paz interior, compasión y sabiduría.