Si quieres ser parte del sutil Camino Verdadero, primero debes vaciar todas tus causas y condiciones.
Adéntrate en las verdes montañas,
siéntate erguido en la cueva de roca.
Da un paseo entre la niebla y las nubes;
Quédate y vete junto con el ciervo.
Las preocupaciones mundanas deben ser olvidadas,
los Principios Sutiles deben ser estudiados en detalle.
Con el cuerpo cómodo, apóyate en la silla de bambú,
cuelga tu espíritu en el vasto arco del cielo.
Envía tu mirada a la plataforma elevada y nivelada,
trae tus pensamientos para marcar el ritmo del riachuelo del oriente.
Entre los acantilados, brillan las flores
más allá de los bosques, la hierba es exuberante.
Después de muchos días, te desprenderás de tus raíces polvorientas,
después de muchos años, el Camino tendrá un sabor dulce.
Fuera de las persianas, observa la luna en las montañas,
apóyate en la barandilla y escucha los pinos al viento
Si llegas al lugar donde se perdieron las ovejas,
tu ojo vivo las verá a todas y cada una de ellas.
—Por Wolbong, maestro Seon, Corea (1624-?). Traducido por Kyonin.
Este poema de Wolbong, un maestro Seon de Corea, es un viaje hacia el interior de nosotros mismos. El verdadero entendimiento y paz pueden encontrarse al vaciar nuestras mentes de las preocupaciones cotidianas y sumergirnos en la contemplación de la naturaleza y el silencio. ¿Cómo lograrlo? Entendiendo que las preocupaciones son solo pensamientos a los que nos hemos aferrado.
Pero los pensamientos tienen la misma naturaleza de las nubes. Parecen enormes, pero en realidad no tienen sustancia.
Wolbong nos hace una invitación sutil a practicar Zazen, donde el acto de soltar los pensamientos se convierte en un arte tan natural como observar las nubes desplazarse por el cielo.
«Si quieres ser parte del sutil Camino Verdadero», el poema nos desafía desde el principio a abandonar nuestras «causas y condiciones», un llamado a dejar atrás los apegos y las identificaciones que nos atan a la ilusión del yo. El Camino Verdadero es la vía del Buda. Soltarlo todo es la puerta de entrada a un estado de presencia y conciencia puras, donde las preocupaciones y distracciones se desvanecen, permitiéndonos ver la realidad tal cual es.
El poema nos da un retrato de «las verdes montañas» y «sentarnos erguidos en la cueva de roca», metáforas de la profundidad de nuestra propia naturaleza búdica, y físicamente, del acto de sentarse en meditación. Esta práctica de Zazen no es meramente un ejercicio de concentración, sino una inmersión en el ser, donde «da un paseo entre la niebla y las nubes» se convierte en un caminar meditativo por los paisajes de nuestra mente, aprendiendo a observar sin apegarnos a los pensamientos que, como nubes, vienen y van.
El poeta habla de «quédate y vete junto con el ciervo», una hermosa metáfora de la armonía con la naturaleza y el fluir con el momento presente. Nos recuerda la importancia de estar presentes, de ser uno con nuestro entorno, reconociendo la interconexión de toda vida.
Así como «el cuerpo cómodo» se apoya en «la silla de bambú» y el espíritu se «cuelga en el vasto arco del cielo», se nos recuerda que debemos trascender la comodidad. Nos sentamos en Zazen donde caiga. A veces en piedra, a veces en cojín. A veces en el autobús. Zazen es esencial para que el espíritu se eleve y se expanda, liberándose de las limitaciones del cuerpo y de la mente. Este estado de expansión es un recordatorio de que somos más que nuestros pensamientos y emociones; somos el vasto cielo en el que aparecen y desaparecen.
El poema culmina con una visión de realización y entendimiento profundo: «Si llegas al lugar donde se perdieron las ovejas, tu ojo vivo las verá a todas y cada una de ellas». Aquí, el «ojo vivo» simboliza la percepción iluminada, la capacidad de ver claramente la naturaleza de la realidad, liberada de las distracciones y confusiones que nublan nuestro verdadero ser. Es decir, la mente libre de nubes, es una mente en vacuidad.
La esencia de este poema es la práctica de Zazen. Enfatiza que soltar los pensamientos y volver a nuestra naturaleza esencial nos permite experimentar la vida con una claridad y paz profundas, como si contempláramos nubes al cielo, dejándolas pasar sin apego, en un estado de pura observación y serenidad.