El Zen es práctica cotidiana y disciplina

¿Sabes por qué no entiendes el Zen y todo parece confuso? ¿Imaginas la razón por la qué el Zen no te ha transformado como esperabas? ¿Sabes por qué aun hay depresión y angustia? Porque tomas descansos y haces pausa en la práctica, a veces por meses o años. Es como si arrancaras una manzana verde, esperando que sea dulce y deliciosa, pero sin esperar a que esté madura. El Zen es práctica cotidiana que no debe ser interrumpida, de lo contrario nunca madurará en ti. Así fue diseñada y funciona más de lo que tu gordo y pesado ego imagina.

El Soto Zen, como ya me habrán escuchado decir, difiere de otras tradiciones por muchas razones. Principalmente nos sentamos en Zazen como pilar de nuestra espiritualidad, pero también el Buda y Dogen Zenji hacían énfasis en que el Dharma no puede ser relegado a fines de semana. Mucho menos a una ventana corta de tiempo, apretado entre las actividades de nuestra agenda. El Zen es práctica cotidiana, pero con algunos comentarios importantes.

Puede que pases mucho tiempo estudiando por tu cuenta, pero si no te llevas el Dharma a cada rincón de tu experiencia de vida, acompañado de tu maestro, muy pronto te desesperarás y te irás.

La esencia del Soto Zen, más que cualquier otra doctrina espiritual, radica en su pragmatismo y aplicabilidad directa a la vida cotidiana. No es coincidencia que el 100% de los Patriarcas del Zen nos hayan pedido práctica y disciplina diaria.

Pero Chocobuda, yo solo quiero estar sin estrés y que la ansiedad ya no me coma.

El dolor y la insatisfactoriedad como material para crecer

En su iluminación, entre otras cosas, el Buda encontró la razón por la que todos la pasamos mal en esta vida. Al abordar el sufrimiento humano, el Buda no se quedó en la superficie; profundizó en la raíz del dolor, abriendo nuestra consciencia para hallar y aplicar soluciones que mitiguen nuestra insatisfactoriedad. Esta aproximación pragmática es evidente en todas sus enseñanzas, que se presentan como herramientas para navegar el mar tormentoso de la existencia. Zen es práctica cotidiana que nos ofrece la medicina específica para cada aflicción y enfatiza la importancia de actuar con prontitud y sabiduría.

Sin embargo, lo que distingue al budismo de otras filosofías es su rechazo a los absolutismos. Reconoce la relatividad de nuestra comprensión y práctica de la verdad, abogando por una flexibilidad que se adapta al contexto, a la realidad concreta y a las circunstancias individuales. Esta postura, lejos de ser rígida o dogmática, es dinámica y adaptable, permitiendo una interpretación y aplicación de sus enseñanzas que es genuinamente pragmática. A esto le llamamos la Perfección de la Gran Sabiduría, Prajnaparamita.

Es de suma importancia estudiar, hacer Zazen y vivir con el Dharma todos los días de nuestra vida porque solo así podremos comprender hasta la médula lo que el Buda nos dice. Hay que entender que no hay budismo sin meditación y para el Zen es práctica cotidiana. Solo así desarrollamos los elementos para poder examinar las situaciones con una mente abierta y un espíritu compasivo, reconociendo que nada ocurre en aislamiento. Esta visión de interconexión profundiza nuestra comprensión de la compasión como una necesidad intrínseca de la práctica budista, reflejando una verdad fundamental sobre nuestra existencia interdependiente.

Más allá de lo básico

Para alguien que ya pasó el nivel introductorio de su estudio de budismo, es crucial entender que la postura pragmática nos lleva a la inteligencia de que el bien y el mal existen dentro de un marco de relaciones y contextos, no como entidades aisladas. Esta visión se ilustra en la práctica de ajustar las reglas y enseñanzas según las necesidades y capacidades de los practicantes, evidenciando un profundo respeto por la diversidad y la individualidad en el camino espiritual.

Esta flexibilidad y apertura han permitido al budismo evolucionar y adaptarse a través de las eras, enriqueciendo su práctica con una variedad de expresiones, tecnologías y métodos que abarcan desde la meditación hasta la recitación y más allá. Esta diversidad, lejos de ser un obstáculo, es una fuente de fortaleza, permitiendo que el budismo hable a corazones y mentes en una multitud de contextos y culturas.

Zen es práctica cotidiana con algunos retos

A pesar de esta riqueza y complejidad, el Soto Zen es práctica cotidiana y enfrenta el desafío de mantener su esencia en un mundo que cambia rápidamente. La tarea de discernir la auténtica budeidad de las prácticas y enseñanzas requiere un compromiso continuo con el autoexamen y la reflexión crítica. Este proceso no siempre es fácil, pero es esencial para preservar la integridad y relevancia del budismo en la era moderna.

La práctica Zen se llama así porque es un esfuerzo diario, constante y disciplinado. El Buda no descansa en fines de semana, ¿por qué tú sí? El Zen es práctica cotidiana que nos lleva a una exploración profunda de nuestra propia naturaleza, liberándonos de los autoengaños y despertando a una vida de claridad y compasión.

La Vía del Zen ofrece no solo una guía para una vida espiritual plena y satisfactoria, sino también para una vida vivida con propósito y significado. En el Zen, encontramos no solo soluciones a los dilemas existenciales, sino también la promesa de un mundo más compasivo y consciente.