Nunca, nunca pensé que un día estaría en Sesshin rodeado de tantos amigos y de tanto cariño. De hecho, nunca había hecho uno público porque asumí que es muy difícil para la mayoría de quienes solo se sientan por 15 o 20 minutos.
Sesshin es aburrido. Incómodo. Duele.
Pero ayer estuve acompañado todo el día y algunos de ustedes estuvieron desde antes del amanecer, hasta el final.
No me comparo con Master Dogen, para nada. Él llegó de China con una bolsa llena de nada y le tomó muchos años para que la gente comprendiera la importancia de Zazen. Imagino que en los primeros años él se sentaba solo en Zazen y poco a poco otros fueron sentándose a su lado.
Por eso, aunque las lágrimas querían salir, leí Fukanzazangi. No tenía otra forma de expresar lo que sentía.
Ahora solo hay gratitud, una maleta llena de nada y un Sutra del Corazón que a veces sale bien.
Amituofo.