La palabra «afuera» es muy poderosa para muchos de nosotros. Nos da un lugar para escapar de lo que no nos gusta y crea la sensación de separación más dolorosa.
¿Y qué tal si no existe un afuera? En nuestra vida solemos imaginar que podemos huir del dolor, del conflicto o incluso de nosotros mismos, moviéndonos hacia un “afuera” más seguro, más limpio, más puro. Pero el Buda abre nuestra conciencia para ver con ojos claros que esta separación entre “adentro” y “afuera” es una construcción mental, una proyección del ego que divide lo indivisible y perpetúa el sufrimiento.
Este domingo hablaremos de afuera y cómo el Zen nos ayuda a integrar todo para no caer en la trampa de la separación.
¡Te espero!
Dana
Como monjes budistas dependemos de la generosidad de nuestra comunidad para nuestro sustento. No tenemos salario y vivimos con sencillez, por lo que cada donación es muy apreciada.
Con tu ayuda, me es posible continuar difundiendo las enseñanzas del Buda y de los Patriarcas del Zen, y compartiendo su mensaje de compasión con el mundo.
Tu donación me ayudarás a seguir ofreciendo clases de Budismo Soto Zen, Zazen y otras actividades que benefician a la comunidad. ¡Gracias por tu amabilidad y generosidad!
Zazenkai significa Meditamos Juntos, y son las reuniones semanales de una sangha Soto Zen. En Grupo Zen Ryokan nos reunimos todos los domingos, para una pequeña ceremonia, practicar Zazen juntos y aprender Budismo Soto Zen.
Si estás fuera de Guadalajara, Jalisco, puedes participar con nosotros vía Zoom en vivo, o ver la transmisión grabada en YouTube.
Si estás en la ciudad, te esperamos en el Árbol del Yoga, siempre y cuando sigas al pie de la letra las medidas de prevención por la contingencia sanitaria. Detalles aquí.
El tema del día será: Afuera no existe.
Los espero:
Día: Domingo 27 de abril de 2025.
Hora: Ciudad de México / Guadalajara 10:00h Caracas / La Paz 12:00h Madrid 18:00h
Por respeto al Maestro y los asistentes, LLEGAR TEMPRANO. Comenzamos a la hora en punto y se cerrará la reunión de Zoom.
Duración: 90 minutos.
Lugar: Sala de Zoom. El enlace a la sala será publicado 15 minutos antes en el grupo de difusión en WhatsApp. Clic aquí.
Si no te puedes conectar a esa hora, puedes participar en la grabación que quedará en YouTube.
Indicaciones especiales para Zoom:
Descargar nuestro cuaderno de liturgia de https://1drv.ms/w/s!Akxki0vbnRKilJdQA9WC8DyqzTqBaA?e=swI1t4
Llevar ropa cómoda.
Preparar cojín, silla o zafu.
Tener agua disponible.
Elegir un lugar donde se pueda ver la pantalla con claridad y tener espacio para moverse y sentarse en un cojín o silla.
Seguir las instrucciones que daré en el video.
Un poco de incienso siempre es buena idea.
Espero verlos ahí. Cualquier duda o pregunta ya saben que siempre estoy disponible.
Como todo ser humano, he pasado por muchos periodos intensos de dolor y desesperación. Recuerdo que una vez estaba tan exhausto, tan herido por dentro, que consideré seriamente huir hacia las montañas y convertirme en una especie de ermitaño cavernícola. Sé que ahora puede parecer gracioso, pero en verdad quise escapar del mundo, de la ciudad, de los compromisos, de las voces, de los recuerdos. Quise salir hacia «afuera» del dolor. Pensé que, si me alejaba lo suficiente de todo y de todos, encontraría paz. Pero me di cuenta de que afuera no existe.
Finalmente, no lo hice. Me quedé. Y hoy, al mirar en retrospectiva, veo con claridad que esa idea del «afuera» fue un autoengaño muy sutil, pero también muy peligroso. Porque intentar escapar hacia un «afuera» que no existe solo genera más sufrimiento y confusión que cualquier situación dolorosa que haya experimentado.
Hay una canción muy famosa de Caifanes que dice «afuera tú no existes, solo adentro». Suena bien, pero creo que no hay tal cosas como afuera.
Afuera no existe porque todo está dentro de Buda
La idea de que podemos huir hacia otro lugar para dejar atrás nuestro sufrimiento parte de un error fundamental: la creencia de que existe un «afuera» separado de lo que somos. Pero desde la perspectiva del Budismo Zen, afuera no existe.
Todo es Amida Buda. Todo está contenido en la naturaleza del despertar. Aunque salgas de la casa, aunque tomes un vuelo y huyas a otro país, sigues estando dentro de Buda, y sigues siendo el mismo Buda. No hay límites. Las fronteras son una de las mentiras más grandes. No hay un lugar al que puedas ir donde no esté la realidad absoluta.
«Si buscas al Buda fuera de ti, nunca lo encontrarás. El Buda no está separado de tu propia mente» dijo el Sexto Patriarca Huineng.
La mente que divide y el sufrimiento que creamos
Entonces, ¿de dónde viene esta idea de que hay un afuera? Viene de la mente. La mente, en su función de dividir y categorizar, crea un mundo dualista de adentro y afuera, yo y los otros, bien y mal, sagrado y profano. Pero esa es la mente egocéntrica, que gira en torno al «yo» como centro del universo.
Cuando creemos en el «afuera», comenzamos a hacer cosas como:
– Buscar culpables externos.
– Reprimir emociones incómodas.
– Fantasear con que la felicidad está en otra parte, en otro trabajo, en otra relación, en otro planeta.
– Huir de las responsabilidades internas proyectándolas hacia lo externo.
Todo esto alimenta el sufrimiento. Entre más «afueras» creamos, más separados nos sentimos. Esa sensación de separación es el origen del dukkha: el sufrimiento básico de estar vivos sin comprender la verdadera naturaleza de la realidad.
El Zen como vía para desmontar la ilusión del afuera
La práctica Zen no busca darnos respuestas rápidas ni calmarnos superficialmente. Lo que busca es ayudarnos a ver, con claridad radical, que la dualidad es una construcción mental. Que la división entre adentro y afuera no es real.
Cuando nos sentamos en Zazen, en silencio, sin hacer nada, sin intentar escapar ni cambiar nada, comenzamos a ver la mente en acción. Observamos los pensamientos que vienen y van, las emociones que se alzan como olas, las narrativas que la mente construye para sostener su identidad.
Zazen nos permite ver que no hay nada que sacar «hacia afuera». Todo está ya aquí. Todo está siendo sostenido por la realidad del Buda, justo ahora, justo en este instante.
La frase “La salida es por adentro” es completamente válida. No hay hacia donde escapar porque ya estás donde necesitas estar: dentro de Buda, siendo Buda, bailando la danza cósmica del Buda, donde todo tiene una razón de ser. Nada falta y nada sobra.
Afuera no existe: todo es uno solo
Cuando Dogen Zenji escribió en Genjokoan que «estudiar el camino del Buda es estudiarse a uno mismo», nos estaba recordando que no hay camino que se haga fuera de esta experiencia presente. El «afuera» es una distracción, un eco de la mente que no quiere rendirse ante la Triple Gema. Es la mente la que insiste en encontrar escape en lugar de liberación.
Incluso el dolor, el cansancio, la ansiedad o el miedo, están dentro de Buda. No hay nada que quede fuera. No puedes separarte ni un milímetro de lo que eres, porque eso que eres, es precisamente el Todo.
Dentro de este mismo cuerpo, con su percepción y pensamiento, se halla el mundo, el surgimiento del mundo y el cese del mundo.
Todo está aquí. Todo empieza y termina en el corazón de la experiencia directa. El Zen nos invita a volver aquí una y otra vez, a dejar de correr, a dejar de crear más afueras.
Aunque salgas de casa, sigues estando dentro de la Madre Tierra. Aunque salgas del sistema solar, sigues estando en Buda. No hay escapatoria y eso es perfecto.
Desmontar el afuera es una práctica cotidiana
Practicar que “afuera no existe” no es una filosofía abstracta. Es una disciplina diaria:
– Cuando te sientas con tentación de escapar de una conversación incómoda, respira y permanece presente.
– Cuando tu mente fantasee con una vida ideal en otro lugar, recuerda que el verdadero trabajo es aquí y ahora.
– Cuando el dolor parezca insoportable, siéntate con él, escúchalo, obsérvalo.
No hay nada que sacar. No hay nada que poner afuera. Solo hay realidad, completa, brillante, ineludible. Solo hay una Perla Brillante que está justo aquí.
Vuelve a casa, porque nunca te has ido
No puedes escapar hacia afuera, porque afuera no existe. No hay nada que temer, porque no hay a dónde huir. Esta verdad puede parecer abrumadora, pero también es profundamente liberadora.
Estás en casa. Siempre lo has estado. Ahora siéntate aquí conmigo y regalemos al universo nuestra atención plena.
Con más de 2,500 años de sabiduría viva y millones de personas que han encontrado en él un camino de paz, el budismo sigue vigente porque ofrece algo único: un verdadero manual para vivir con claridad, compasión y propósito.
¿Por qué el Budismo Zen es tan relevante hoy?
Porque en un mundo acelerado, polarizado y lleno de incertidumbre, el Zen nos regresa a lo esencial. Nos invita a soltar el estrés, romper con patrones compulsivos, dejar atrás lo que nos lastima y aprender a aceptar la vida tal como es, sin drama, sin complicaciones. Simplemente con presencia y paz.
El Zen es una práctica para el corazón y la conciencia.
Estudiar su historia, su arte y su filosofía es abrir la puerta a una vida espiritual profunda, donde la gratitud, el silencio, la compasión y la generosidad no son conceptos abstractos, sino formas de vivir cada día.
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Hace años, cuando me encontraba abrumado por las cosas de mi vida, acudí con mi maestro. Escuchó paciente por 30 minutos cómo me quejaba lo duras que estaban las cosas. Y solo me dijo: haz menos. Luego se despidió y se acabó la sesión.
En la práctica del Zen, así como en el Aikido, hay momentos en los que lo más sabio no es avanzar, sino detenerse. ¡Hay que hacer menos! Dar un paso atrás no es señal de debilidad, sino de claridad. Nos permite ver con amplitud, responder con compasión, y soltar la urgencia de controlar.
Ueshiba Morihei Osensei, creador del Aikido, decía: “Mantén siempre tu mente tan brillante y clara como el vasto cielo, el gran océano y el pico más alto, vacía de todos los pensamientos. Mantén siempre tu cuerpo lleno de luz y calor. Llénate con el poder de la sabiduría y la iluminación.”
Esta es la esencia de nuestra práctica: crear espacio para ser claros como el vasto cielo. En Zazenkai exploraremos cómo ese espacio, que parece vacío, puede ser el lugar donde nace nuestra naturaleza búdica.
¡Te espero!
Dana
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Zazenkai significa Meditamos Juntos, y son las reuniones semanales de una sangha Soto Zen. En Grupo Zen Ryokan nos reunimos todos los domingos, para una pequeña ceremonia, practicar Zazen juntos y aprender Budismo Soto Zen.
Si estás fuera de Guadalajara, Jalisco, puedes participar con nosotros vía Zoom en vivo, o ver la transmisión grabada en YouTube.
Si estás en la ciudad, te esperamos en el Árbol del Yoga, siempre y cuando sigas al pie de la letra las medidas de prevención por la contingencia sanitaria. Detalles aquí.
El tema del día será: Dar un paso atrás.
Los espero:
Día: Domingo 13 de abril de 2025.
Hora: Ciudad de México / Guadalajara 10:00h Caracas / La Paz 12:00h Madrid 18:00h
Por respeto al Maestro y los asistentes, LLEGAR TEMPRANO. Comenzamos a la hora en punto y se cerrará la reunión de Zoom.
Duración: 90 minutos.
Lugar: Sala de Zoom. El enlace a la sala será publicado 15 minutos antes en el grupo de difusión en WhatsApp. Clic aquí.
Si no te puedes conectar a esa hora, puedes participar en la grabación que quedará en YouTube.
Indicaciones especiales para Zoom:
Descargar nuestro cuaderno de liturgia de https://1drv.ms/w/s!Akxki0vbnRKilJdQA9WC8DyqzTqBaA?e=swI1t4
Llevar ropa cómoda.
Preparar cojín, silla o zafu.
Tener agua disponible.
Elegir un lugar donde se pueda ver la pantalla con claridad y tener espacio para moverse y sentarse en un cojín o silla.
Seguir las instrucciones que daré en el video.
Un poco de incienso siempre es buena idea.
Espero verlos ahí. Cualquier duda o pregunta ya saben que siempre estoy disponible.
En algún episodio de mi vida, cuando pensaba que mi empleo, mi dinero y mi posición entre el grupo de amigos eran importantes, comencé a entrenar Aikido. Siempre he sido una persona grande, así que moverme de forma fluida como lo hacía Tauchi Sensei en clase me costaba trabajo. Para demostrar una técnica (Juji Nage), ella me llamó al frente. Y yo, siempre fanfarrón, pensé que una mujer tan pequeña no podría conmigo. Ella dijo a la clase: “Crea espacio”. Me extendió la mano, le tomé la muñeca y salí volando varios metros hacia un lado.
Solo recuerdo que el mundo se puso de cabeza y luego el dolor de la caída en mi espalda plana contra el piso. No fue demasiado fuerte, pero sí lo suficiente para darme un poco de humildad.
Esa técnica, como muchas en Aikido, trata sobre usar la fuerza y peso del antagonista en su contra. Pero no funciona sin primero ser consciente del espacio disponible. En caso de no haber suficiente, era imperativo crearlo primero.
Con el tiempo, Aikido se convirtió en mi arte marcial porque lo que entrenaba en el dojo se podía aplicar al día a día. El problema es que tiene tantos años de eso, que esta lección la había olvidado. Debo crear espacio.
La vida que hemos construido se mueve con una rapidez que nos abruma. Las tareas se apilan, los pendientes nos sobrepasan, y las exigencias del mundo parecen no dejar espacio para respirar. Literalmente, sentimos que nos ahogamos. Y lo más paradójico es que, en medio de todo esto, no sabemos cómo parar.
Muchos de nosotros seguimos adelante por pura inercia. Aunque el cuerpo nos da señales claras como dolores, insomnio, ansiedad; seguimos. Hasta que algo dentro de nosotros comienza a romperse. Por eso creo importante que aprendamos a crear espacio.
¿Qué significa crear espacio en el Zen?
En artes como el Aikido, hay momentos en los que el practicante da un paso atrás, literalmente, para ver con claridad la situación, para respirar, para no reaccionar automáticamente. Este pequeño gesto, aparentemente pasivo, puede ser la diferencia entre una acción torpe o una respuesta hábil. No es evasión. Es sabiduría en movimiento.
En el Zen, crear espacio tiene una dimensión similar. No se trata de dejar de actuar, sino de abrir un intervalo interior donde no estamos dominados por la urgencia, la reacción o el miedo. Es el momento en que dejamos que el polvo mental se asiente para ver con claridad. Es sutil y difícil de ver, pero si ponemos atención, esto pasa en muchas disciplinas humanas.
Bodhidharma: la pausa como camino
Bodhidharma, nuestro Primer Patriarca del Zen, enseñaba que “el verdadero Zen es no pensar en nada”. Pero esta frase ha sido malinterpretada. No se trata de bloquear los pensamientos, sino de no aferrarse a ellos. En su Sermón de la Corriente Sanguínea, Daruma-sama señala que todo surge en la mente, y que el camino no consiste en agregar más cosas como ideas, conceptos o explicaciones, sino en soltar.
Crear espacio es soltar el impulso inmediato de reaccionar, de querer controlar, de buscar salidas mentales a todo lo que sentimos. Es volver al cuerpo, a la respiración, a la presencia.
Huineng: permitir que las cosas pasen
Huineng, el Sexto Patriarca del Zen, enseñaba que la iluminación no consiste en «detener los pensamientos», sino en no seguirlos. No hace falta pelear con la mente. Basta con no montar el caballo cuando llega.
En uno de sus discursos, Huineng decía que la mente original es como un cielo abierto: los pensamientos son nubes que vienen y van. Si no los retenemos ni los empujamos, el cielo sigue ahí, intacto.
Crear espacio es entonces cultivar esa actitud. Cuando sentimos que la vida nos aprieta, en lugar de luchar contra lo que sentimos o actuar desde la angustia, podemos hacer una pausa. Dos pasos atrás. Respirar. Soltar la necesidad de controlar o de entender todo. Así, el espacio aparece.
Cómo detectar que necesitas crear espacio
No siempre es obvio que necesitamos detenernos. Aquí hay algunos signos:
– Te sientes irritable sin razón clara.
– Te cuesta respirar profundamente.
– Tienes pensamientos repetitivos o catastróficos.
– Te estás aislando o evitando actividades que antes disfrutabas.
– Hay una sensación constante de urgencia.
Estos son los gritos del cuerpo y de la mente pidiendo espacio. No para colapsar, sino para poder actuar de manera lúcida. El Zen no busca que te desconectes del mundo, sino que puedas habitarlo con conciencia y compasión. Desde un espacio saludable para todos los seres.
Prácticas cotidianas para crear espacio
Aquí te comparto algunas prácticas muy simples pero poderosas. De cuando en cuando las aplico y sé que funcionan:
1. Respiración consciente
Tómate un minuto para hacer tres respiraciones profundas. Inhala por la nariz, exhala por la boca. Siente el cuerpo. No necesitas cambiar nada. Solo observar.
2. Zazen: meditación sentada
Aunque tengas solo cinco minutos, siéntate. No para «lograr» algo, sino para estar. La postura, la quietud, el silencio son formas de crear espacio dentro del caos.
3. Pausas intencionales
Antes de responder un mensaje, de decir algo en una conversación difícil o de tomar una decisión importante, haz una pausa. Respira. Pregúntate: ¿desde dónde estoy actuando? ¿Desde el miedo, la urgencia, o desde la presencia?
4. Conexión con la naturaleza
Un paseo entre árboles, mirar el cielo, tocar la tierra. La naturaleza no tiene prisa. Nos recuerda ese ritmo más amplio donde todo tiene su lugar.
Crear espacio no es lujo, es necesidad
En un mundo saturado de información, de velocidad y de presión, hacer espacio parece una rareza. Pero es una medicina. Nos devuelve a lo que somos. No una mente llena de pendientes, sino una conciencia vasta, suave, atenta.
Practicar Zen es vivir desde ese lugar. A no dejarnos atrapar por el remolino de las expectativas. A no buscar ser perfectos, sino presentes.
Crear espacio para mejorar
La práctica de crear espacio no es evasión, es despertar. Es recordar que hay algo más allá del torbellino de hacer, hacer, hacer. Es volver a habitar el instante con simplicidad.
El Aikido nos enseña a no chocar con la fuerza del otro, sino a fluir con ella. El Zen nos propone lo mismo con nuestra propia mente y emociones. Crear espacio es dejar que la vida respire a través de nosotros, sin tener que empujarla.
Crea espacio hoy
Si en este momento en tu experiencia hay presión o ansiedad, crea espacio. De verdad es más importante de lo que crees.
Tómate cinco minutos para sentarte en silencio. No busques resultados. Solo crea espacio.
Y si te funciona, ¿Por qué no integrarla poco a poco en tu rutina diaria? Cuando creamos espacio, dejamos que la vida misma nos muestre el siguiente paso.
Crear espacio
En el claro del bosque, ni ramas que atrapen, ni sombras que oculten. Solo viento pasando entre ramas que no piden nada.
La mente, nube que no se nombra, deja de buscar el cielo cuando se da cuenta que ella misma es el cielo.
Sentado sin meta, las piedras no me pesan, los pensamientos se marchan sin decir adiós.
Hacer no-haciendo, la vida se inclina ante sí misma y sonríe.
¿Dónde está el camino? Entre el paso y el suelo. ¿Dónde está el Buda? En el espacio que no llenas.
Crea espacio, como la luna que no exige el reflejo y sin embargo ilumina el estanque.
Si lo que escribo te es útil y te gusta, ¿por qué no invitarme un café? Gracias.
Sobre mi
¡Hola! Soy Kyonin, monje y maestro budista de la tradición Soto Zen. Formo parte de Grupo Zen Ryokan. Comparto la sabiduría eterna del Buda para ayudar a encontrar la paz interior y la liberación del sufrimiento. Juntos vamos en camino hacia la compasión.
En días de lluvia
la melancolía invade
al monje Ryokan
-Haiku de Ryokan Taigu Roshi