No Zazenkai para domingo 10 de noviembre de 2024
Este es un aviso de que el domingo 10 de noviembre de 2024 no tendremos Zazenkai. Pueden tomarse el día, pero sin dejar de hacer Zazen 🙂
Nos veremos el siguiente domingo.
Amituofo.
Este es un aviso de que el domingo 10 de noviembre de 2024 no tendremos Zazenkai. Pueden tomarse el día, pero sin dejar de hacer Zazen 🙂
Nos veremos el siguiente domingo.
Amituofo.
Todos los Patriarcas del Zen son especiales para mí. Guían mi práctica, me dan Luz cuando la oscuridad llega y sus vidas me inspiran para seguir adelante. Pero de todos ellos, Bodhidharma es quien más está cerca de mi corazón. Hay fuerza y poder compasivo en su enseñanza. Su legado es más importante de lo que pensamos y es clave para muchos hitos de la civilización humana. La enseñanza de la chancla de Bodhidharma es digna de preservar.
Hay mucho que decir de sus enseñanzas, pero en vísperas del Daruma-ki, Día de Bodhidharma, hoy quiero enfocarme en algo de lo que no he hablado antes: ¡su chancla (sandalia, zapato)!
Bodhidharma fue el 28° Patriarca del budismo y el Primer Patriarca del budismo Chan en China, que posteriormente se transformó en el Zen japonés. Se le atribuye la introducción del Zen en China en el siglo VI, llevando consigo una enseñanza radicalmente diferente a lo que se había visto antes. Era un maestro que enfatizaba la práctica directa de la meditación, el cuidado del cuerpo y la salud; y la realización de la naturaleza de la mente sin depender de escrituras o rituales.
Como muchas figuras legendarias del budismo, Bodhidharma está envuelto en un manto de historias que ilustran sus enseñanzas. A pesar de que sus detalles biográficos son difusos, se le representa como un monje indio con barba, ojos penetrantes y, en algunas representaciones, con una sola chancla. Esto último forma parte de una de las leyendas más conocidas que se asocia con él y su enseñanza final.
La historia cuenta que Bodhidharma, tras pasar nueve años en meditación continua frente a una pared, sintió que su misión en China había terminado y decidió regresar a su hogar en India.
Se dice que mientras cruzaba las montañas para irse, fue visto por un funcionario chino llamado Songyun. A este le sorprendió ver a Bodhidharma con un zapato colgado de su bastón, una imagen peculiar que se quedó grabada en su mente.
Cuando Songyun regresó a su ciudad, reportó este encuentro a sus superiores, pero le informaron que Bodhidharma había muerto semanas atrás y que su tumba estaba en el Monasterio Shaolin.
Intrigado, fue a inspeccionar la tumba, y al abrirla solo encontraron una sandalia, confirmando que el maestro había abandonado el mundo material de una manera misteriosa.
La leyenda del zapato de Zombi Bodhidharma tiene múltiples capas de interpretación y simbolismo. La chancla que Bodhidharma lleva consigo no es un mero objeto, sino un recordatorio de la naturaleza misma del Dharma. Al colgarla de su bastón, Bodhidharma nos transmite que el Dharma, su enseñanza, no está limitado a un solo lugar o momento. La chancla de Bodhidharma, es un símbolo de movimiento, y sugiere que el Dharma viaja y se adapta a las diferentes circunstancias y lugares, pero nunca se pierde ni se aparta de su esencia original.
Cuando se descubre una sola sandalia en su tumba, esto no indica la ausencia de Bodhidharma, sino su presencia continua en el mundo. El zapato simboliza que el maestro nunca se ha ido realmente; su enseñanza sigue viva, y su esencia no se puede contener en una tumba o en un lugar físico. Esta paradoja entre presencia y ausencia es una de las enseñanzas más profundas del Zen, donde lo absoluto y lo relativo coexisten sin contradecirse.
El regreso de Bodhidharma a su hogar no es un viaje físico, sino el reconocimiento de que siempre estamos en casa, aquí y ahora, cuando estamos presentes en el momento. La verdadera casa de Bodhidharma es la realidad misma, tal como es en este preciso instante. Así, regresar a casa es comprender que no hay un lugar al cual ir, porque la realidad del Dharma se encuentra siempre en el presente.
La chancla en la tumba también representa la idea de que el cuerpo de Bodhidharma, como manifestación física, puede desaparecer, pero su enseñanza sigue viva y presente.
En el Zen, sabemos que el maestro nunca muere porque su enseñanza está más allá de la forma y el tiempo. Nuestros Maestros nos hacen mejores personas, mejoran la vida que nos rodea y son guías para siempre. Cuando el cuerpo regresa al origen, el Maestro Zen solo cambia de forma.
La leyenda de la chancla de Bodhidharma vuela desde el pasado para golpearnos en la cabezota. Está aquí para despertar la consciencia y ablandar el corazón. Nos hace ver más allá de las apariencias y a conectar con la enseñanza viva del Dharma en cada momento de nuestras vidas.
Y sí, sé que voy a arder en mil infiernos por toda la eternidad por la imagen de este post. Pero no me pude resistir.
Toda mi vida pensé que no me gustaban los animales. Mis padres siempre evitaron que tuviera mascotas. “Son sucios y desordenados”, decían para proteger su comodidad. Por esa razón nunca tuve demasiado interés por ellos. Hasta que un día las cosas cambiaron para siempre. Nunca pensé que despedir a nuestros animales sería un tema de conversación para mí.
Rikku y Yuna fueron dos gatitas tabby carey hermanas que rescaté de un hoyo en una avenida muy transitada de la ciudad. A pesar de que los gatos me daban miedo y asco porque nunca había estado cerca de ellos, escuchar los maullidos de miedo de dos bebés, tocó mi corazón. En una tienda pedí una caja de cartón y rescaté a las dos gatitas.
En mi imaginación, solo las tendría por 2 semanas en lo que alguien las adoptaba. Pero esas 2 semanas se convirtieron en 22 años. Fueron mis bebés, mis amigas, mis acompañantes, mis generadoras de pelo, mi fuente de arañazos y mi familia. Envejecimos juntos, pero ellas se adelantaron hacia la siguiente vida y me tuve que despedir.
Perder a una mascota querida es uno de los desafíos emocionales más profundos que podemos enfrentar. Nunca es fácil y no hay escuelas para aprender a despedir a nuestros animales. En el Budismo Zen, reconocemos la profundidad de esta pérdida y aprendemos una perspectiva amorosa y compasiva para ayudar a navegar por el dolor. Desde el Buda hasta los maestros contemporáneos, la relación amorosa y compasiva con los animales ha sido una constante.
Justo porque entiendo el dolor de decir adiós a nuestra familia cuadrúpeda o plumífera, esta serie de 2 artículos busca ofrecer consuelo y guía, basado en las enseñanzas de Shakyamuni, las Cuatro Nobles Verdades y los Preceptos del Bodhisattva, para honrar y despedir a nuestras mascotas con gratitud y aceptación.
Desde los tiempos de Shakyamuni, los animales han sido objeto de amor y compasión en la tradición budista. El Buda mismo reconoció la interconexión de todas las formas de vida y promovió el respeto y la bondad hacia los animales. En el Sutra del Loto, se menciona cómo el Buda extendía su compasión a todos los seres, sin distinción. Los grandes maestros Zen, como Dogen Zenji y Bodhidharma, también han enfatizado la importancia de tratar a los animales con amabilidad y respeto.
En la enseñanza de Bodhidharma, por ejemplo, se subraya la unidad de todas las cosas vivientes y la práctica de la compasión hacia todos los seres. Esto se refleja en los preceptos del Bodhisattva, que nos animan a no dañar de forma volitiva a ningún ser viviente y a proteger y cuidar a todos. Esta tradición de compasión se ha mantenido a lo largo de los siglos, influenciando cómo los practicantes de Zen interactuamos con el mundo natural y sus criaturas.
Creemos que todo es Buda. Desde plantas, piedras, virus, bacterias, personas o planetas; todo es Buda. Despedir a nuestros animales es decir hola al Buda en todos los seres de la existencia, a lo largo de todos los tiempos y multiversos.
El estudio de las enseñanzas de Shakyamuni Buda, especialmente las Cuatro Nobles Verdades y los Preceptos del Bodhisattva, de Shantideva; nos ayudan a cultivar un amor genuino y desinteresado por todas las formas de vida. Las Cuatro Nobles Verdades nos enseñan sobre la naturaleza del sufrimiento, su causa, su cesación y el camino que conduce a su cesación. Al entender que el sufrimiento es una parte inevitable de la existencia, podemos desarrollar una compasión profunda por todos los seres que sufren, incluidas nuestras mascotas.
Asimismo, desarrollamos una conexión especial incluso por los animales con los que no tenemos una relación directa.
Los Preceptos del Bodhisattva nos guían para vivir de manera que minimicemos el daño volitivo a otros seres. Nos enseñan a no matar, no robar, no mentir, no intoxicar nuestras mentes y a ser respetuosos con todas las formas de vida. Al practicar estos preceptos, desarrollamos una sensibilidad y un cuidado profundo por nuestras mascotas, reconociendo que ellas también son parte de la vasta red de la vida.
Esta sabiduría se extiende para animales en otros lugares. Cuando vemos el sufrimiento de un animal en la calle, por ejemplo, es imposible no sentir empatía. Nosotros aprendemos a estar con ellos, a cuidarlos y a hacerlos sentidos amados, aunque sea por un breve instante.
En el Budismo Zen, juramos cuidar y proteger a todos los seres vivos, lo que incluye a nuestra familia animal. Este compromiso se basa en la comprensión de que todos los seres, incluidos los animales, tienen el potencial de alcanzar la iluminación. Son tan Budas como cualquier Buda del multiverso. Al cuidar y proteger a nuestras mascotas, estamos practicando el camino del Bodhisattva, trabajando por el bienestar de todos los seres.
Aunque amamos y protegemos a nuestras mascotas como parte de nuestra familia, no están exentas de las Tres Marcas de la Existencia: impermanencia, sufrimiento y no-yo. La impermanencia significa que todo cambia y que nada dura para siempre. Esto incluye la vida de nuestras queridas mascotas. El sufrimiento es una parte inevitable de la existencia y la muerte de nuestras mascotas es un recordatorio doloroso de esta verdad. El no-yo nos enseña que no hay un ser permanente e inmutable; nuestras mascotas también son parte de este flujo constante de cambio.
La impermanencia simplemente llega porque llega. Es una verdad difícil de aceptar, pero al hacerlo, podemos encontrar un camino hacia la paz y la aceptación.
El dolor de la muerte de una mascota es profundo y real. Despedir a nuestros animales de manera adecuad es un reto porque el torbellino de emociones nos domina.
En lugar de «lidiar» con el dolor, que implica rechazo y combate activo, en el Zen buscamos aceptar. Aceptamos la impermanencia de las cosas y permitimos que el dolor esté presente en nuestras vidas. Este enfoque nos permite conectar con el sufrimiento de manera genuina y nos despedimos de nuestras mascotas con un corazón lleno de gratitud, sin drama, estando presentes y atentos.
Las despedidas siempre son dolorosas, pero la práctica Zen nos da la habilidad de ver más allá del ego triste y abrazar las lecciones aprendidas, la gratitud y las memorias. Honramos la vida de nuestra familia animal viviendo, sonriendo y ayudando a todos los seres vivos. Dejamos que la vida sea, sin molestarla, y soltamos el melodrama para pasar a la ecuanimidad.
¿Cómo logramos todo esto para despedir a nuestros animales? Sentándonos en Zazen con la tristeza, con las memorias y con las lágrimas. En Zazen, observamos nuestros pensamientos y emociones sin apegarnos a ellos. Las observamos, las sentimos, pero no nos dejamos atrapar por ellos. Al final, esos nubarrones de tristeza comienzan a disiparse, dejando el recuerdo y el legado de nuestra familia animal. Sobre todo, queda el amor perfecto que jamás se apaga.
Despedir a nuestros animales es una experiencia dolorosa y profundamente personal. En el Budismo Zen, encontramos consuelo y guía en las enseñanzas de compasión y aceptación.
Al reconocer la interconexión de todas las formas de vida y practicar la aceptación de la impermanencia, podemos despedirnos de nuestras mascotas con gratitud y amor. La práctica de Shikantaza, además de recitar el Sutra del Corazón, nos ayudan a procesar nuestro dolor y a encontrar paz en medio de la tristeza. Al honrar la vida de nuestras mascotas, continuamos viviendo con compasión y amor por todos los seres vivos, manteniendo viva la llama del amor que compartimos con ellas.
Rikky y Yuna me enseñaron la budeidad en la familia animal. Ellas me permitieron comenzar a amar a todos los animales por igual. Es por ellas que ahora tengo herramientas y conocimientos para convivir con mis mejores amigos, Tamal Sensei y Tesla Sensei.
Hoy día, me pregunto si haber estudiado veterinaria hubiera sido buena carrera para mí.
La práctica Zen nos da la oportunidad de aprender a cuidar la vida y sobre compasión, gracias a nuestros acompañantes animales.
En el próximo post hablaremos de qué hacer para despedir a nuestras mascotas en una ceremonia llamada Petto-rosto (Pérdida de mascotas, en japonés).
Los humanos sufrimos la vida por incontables razones derivadas de los Tres Venenos de la Mente. Ira, Avaricia e Ignorancia producen estados poco hábiles, lo que nos causa ansiedad existencial. Nos causamos daño y causamos daño al universo. Y no es una sorpresa ver que encontrar tu verdadero Yo se vuelva algo de fantasía.
Y es que todos queremos saber quiénes somos en realidad. Es nuestro legítimo derecho. Pero en esta civilización que ha erradicado la espiritualidad de nuestras vidas, solo nos causa más confusión.
Apuntalamos la ilusión de Yo con estímulos externos como la carrera que estudiamos, el país al que pertenecemos o nuestras aficiones. Pero todo esto es solo un autoengaño muy costoso.
En la vasta enseñanza de Shakyamuni Buda, uno de los conceptos más profundos y transformadores es el de Anatta, o la doctrina del no-yo. Este principio no solo desafía la noción convencional de un yo permanente, sino que también abre la puerta a una comprensión más profunda de nuestra verdadera naturaleza. ¿Será posible que encontrar nuestro verdadero Yo sea posible al olvidarnos del Yo?
Shakyamuni enseñó que lo que consideramos como el «yo» es, en realidad, una ilusión. Esta enseñanza, conocida como Anatta, niega la existencia de un alma o un yo permanente. En lugar de un yo fijo, el Buda explicó que lo que realmente existe son los cinco agregados: forma (rupa), sensación (vedana), percepción (sanna), formaciones mentales (sankhara) y conciencia (viñña?a). Estos agregados están en constante cambio y no poseen una esencia duradera que pueda ser identificada como un yo permanente.
En el sutta «Ananda, ¿hay un Yo?», el venerable Ananda pregunta al Buda si existe un yo en realidad. El Buda responde con un silencio elocuente, lo que significa que cualquier afirmación sobre la existencia o no existencia de un yo lleva a un error conceptual. Posteriormente, el Buda explica que tanto afirmar como negar un yo perpetúa la ignorancia y el apego, y que el camino a la liberación reside en comprender que el concepto de yo es un error de percepción.
Entonces el vagabundo Vacchagotta se acercó al Bienaventurado… y le dijo:
«¿ Maestro Gotama, hay un yo?»
Cuando esto fue dicho, el Bienaventurado guardó silencio.
«Entonces, Maestro Gotama, ¿no existe el yo?»
Por segunda vez, el Bienaventurado guardó silencio.
Entonces el vagabundo Vacchagotta se levantó de su asiento y se marchó.
Entonces, no mucho después de que el vagabundo Vacchagotta se hubiera ido, el Venerable Ananda le dijo al Bienaventurado: «¿Por qué, venerable señor, cuando el Bienaventurado fue interrogado por el vagabundo Vacchagotta, él no respondió?»
… «Ananda, y si, cuando él me preguntaba: ‘¿No existe el yo?’ Yo hubiera respondido: ‘No hay yo’, el vagabundo Vacchagotta, ya confundido, habría caído en una confusión aún mayor, pensando: ‘Parece que el yo que antes tenía no existe ahora’.
La creencia en un yo permanente es una ilusión que surge de la ignorancia (avidya). Esta ilusión es la causa principal del sufrimiento, ya que nos aferramos a una identidad falsa y buscamos proteger y gratificar este yo ilusorio. Los siguientes ejemplos ilustran por qué el yo es solo una ilusión que te aleja de encontrar tu verdadero Yo:
1. Impermanencia (Anicca): Todo en el universo está en constante cambio, incluido nuestro cuerpo y mente. Lo que somos hoy no es lo mismo que seremos mañana. Este cambio constante es incompatible con la idea de un yo fijo y permanente.
Piensa en un programa de televisión que te gustaba mucho en la infancia. Ahora, ya en los años de adultez, el programa ya no parece tan bueno. ¿Por qué? El programa sigue siendo el mismo, pero la persona que lo miraba en la infancia ya no está aquí. Ahora hay una persona adulta, con otros valores, madurez e intereses, y no puede ver ese programa con los mismos ojos.
2. Origen dependiente de las cosas (Pratityasamutpada): Nuestra existencia y experiencia son el resultado de una red compleja de causas y condiciones. No hay un yo independiente que exista por sí mismo; todo está interconectado y depende de otros factores para su existencia.
3. Cinco Agregados (Skandhas): El Buda enseñó que lo que llamamos «yo» es simplemente una colección de los cinco agregados. Ninguno de estos agregados, ni su combinación, constituye un yo permanente. Son fenómenos transitorios que surgen y cesan continuamente.
Dogen Zenji, profundizó en la enseñanza del Buda sobre el no-yo. En su obra Genjokoan, Dogen explica que estudiar la Vía del Buda es estudiarse a sí mismo, y que este estudio lleva inevitablemente al olvido del yo. Al olvidarse de sí mismo, uno es autentificado por todas las existencias, lo que lleva al abandono del cuerpo y la mente propios y de los demás.
Esto significa que para encontrar tu verdadero Yo, es necesario entender que lo que crees que eres es una narrativa a la que te has aferrado. Si la sueltas, comienza tu liberación del dolor. Pero aún más importante, es que al soltar el Yo, tu verdadero Ser aflora. Por eso es que Dogen y otros maestros del Zen siempre nos enseñan que Zazen es la base para soltarnos y encontrar tu verdadero Yo.
El budismo Zen ofrece prácticas y enseñanzas que nos ayudan a ver a través de la ilusión del yo. A través de Shikantaza y la introspección, podemos experimentar directamente la verdad de Anatta y darnos cuenta de que nuestra identidad verdadera no está confinada a un yo pequeño y separado. Esta realización no solo libera a uno del sufrimiento, sino que también permite vivir en armonía con el universo y todas sus manifestaciones. Es así como comenzamos a encontrar nuestro verdadero Yo.
El Zen, con su enfoque en la experiencia directa y la práctica continua, nos proporciona las herramientas para trascender la ilusión del yo y encontrar nuestro verdadero ser. Al hacerlo, descubrimos una paz profunda y una conexión con todo lo que existe, liberándonos de las cadenas del ego y entrando en una vida de compasión y sabiduría.
La enseñanza de Anatta del Buda y las profundas interpretaciones de maestros como Dogen nos muestran que el yo es una ilusión que perpetúa el sufrimiento. Al soltar esta ilusión y experimentar directamente la verdadera naturaleza de nuestra existencia, podemos encontrar nuestro verdadero yo y vivir una vida plena y libre.
Así, al liberarnos del yo ilusorio, no solo puedes encontrar tu verdadero Yo, sino que también nos alineamos con la esencia misma de la vida, viviendo en paz y armonía con el universo.
Dukkha o insatisfactoriedad, es un tema central de las enseñanzas del Buda que no paramos de estudiar. La vida incluye las cosas que no nos hacen felices, pero en lugar de entenderlo y aceptarlo, luchamos en contra de esta Primera Noble Verdad. El resultado es que vivimos sin conocer la auténtica felicidad que llega cuando comprendemos la naturaleza transitoria del Ser y de las cosas.
¿Te has dado cuenta cómo nos aburrimos muy fácil de las cosas y las personas? ¿Has notado como muchas personas (o tú) se la pasan quejándose de todo y de todos? ¿Nunca has notado que la vida parece una carrera para conseguir mini-euforias de tiempo completo?
¡Qué cansado es vivir así!
Nos aferramos a tantas ilusiones y fantasías, que ya no sabemos qué es lo que en verdad nos lleva a la liberación del sufrimiento. Pero el Buda nos dice que no podemos aferrarnos siquiera a la personalidad que nos hemos construido, porque es inefable y dinámica.
El Gomaya Sutta (Sutra del estiércol de vaca) es un discurso esencial en el canon budista, que nos brinda una profunda comprensión de la naturaleza transitoria del Ser. Hoy quiero compartir contigo el significado de este sutra, su importancia, y cómo su estudio puede transformar nuestra percepción de la existencia y guiarnos hacia la liberación del sufrimiento.
El Gomaya Sutta es un sermón del Buda que se centra en la impermanencia y la falta de una esencia duradera en los fenómenos que componen la existencia. Eso incluye nuestra ilusión del Ser. O sea que lo que crees que eres es una narración a la que te aferras, ignorando que todas las narraciones son flotantes, cambian a lo largo del tiempo y que son el resultado de nuestros motivos egocéntricos.
En este sutra, el Buda responde a un monje que le pregunta si hay algo en el mundo que sea constante, permanente, eterno y no sujeto a cambio. La respuesta del Buda es clara y directa: «No, monje, no hay forma, sentimiento, percepción, fabricaciones ni conciencia que sea constante, permanente, eterna, no sujeta a cambio, que permanezca así para la eternidad».
Este sutra es fundamental porque aborda uno de los principios centrales del budismo: la impermanencia (Anicca) del Yo, así como de todas las cosas y fenómenos.
Absolutamente todo en el multiverso es impermanente. Las cosas, el dinero, el control, tus ideas más valiosas, lo que amas y lo que no. Y, por desgracia, eso incluye tu mente y tu sentimiento de Yo. Entonces, comprender la naturaleza transitoria del Ser es crucial para liberar la mente de los apegos y el sentimiento de que nada te satisface.
El Buda explica que no hay nada en la existencia que permanezca sin cambio, y esta comprensión es la base para el desapego y la práctica del camino hacia la liberación.
Y no, no se trata de tomar una postura derrotista asumiendo que todo muere y se destruye. La enseñanza de Shakyamuni es: todo es dinámico y se transforma a lo largo del tiempo, por lo que es inútil tratar de retener a las personas, experiencias, fenómenos u objetos.
El Buda utiliza una metáfora poderosa en el Gomaya Sutta. Levantando un poco de estiércol de vaca, dice: «No hay ni siquiera esta cantidad de un estado del ser que sea constante, permanente, eterno, no sujeto a cambio, que permanezca así para la eternidad». Este ejemplo ilustra que incluso la noción de un «yo» o «ser» es una construcción que cambia con el tiempo. La naturaleza transitoria del Ser implica que nuestras identidades, emociones y pensamientos son impermanentes y están en constante flujo.
A lo largo de nuestras vidas, nos aferramos a la idea de un «yo» fijo y permanente. Sin embargo, nuestras experiencias, deseos y pensamientos cambian continuamente. Esta realización es fundamental para la práctica budista, ya que nos ayuda a soltar la ilusión de un yo permanente y nos permite vivir de manera más libre y consciente.
A esta enseñanza también se le llama Ilusión de Continuidad, porque el ego asume que sí mismo es permanente, aún después de la muerte.
El Buda enseña en el Gomaya Sutta que no hay nada en este mundo a lo que podamos aferrarnos con seguridad. Todo cambia con el tiempo. «Todo lo que es compuesto está sujeto a desintegración», dice el Buda. La naturaleza transitoria del Ser nos muestra que las formas, los sentimientos, las percepciones, las fabricaciones y la conciencia están en un estado constante de cambio. Aferrarse a cualquiera de estos aspectos solo conduce al sufrimiento.
Esta enseñanza nos lleva a considerar nuestras propias vidas. ¿A qué nos aferramos? ¿Qué expectativas tenemos sobre nosotros mismos y sobre los demás? Al comprender la impermanencia de todas las cosas, podemos empezar a soltar nuestras expectativas y a vivir de manera más plena y en paz con el flujo natural de la vida.
Shikantaza es una práctica clave para entender el Gomaya Sutta, la inexistencia del Yo (Anatta) y la impermanencia de las cosas (Anicca). En Shikantaza, simplemente nos sentamos y observamos, sin intentar controlar o cambiar nada. Esto nos permite experimentar directamente la naturaleza transitoria del Ser, de nuestros pensamientos y apegos.
Al practicar Shikantaza, notamos cómo los pensamientos, las sensaciones y las emociones surgen y pasan. Observamos el flujo constante de la mente y nos damos cuenta de que no necesitamos aferrarnos a nada. Aunque intentemos aferrarnos, ¡es imposible de verdad! Esta experiencia directa de la impermanencia nos ayuda a internalizar las enseñanzas del Gomaya Sutta y a vivir de acuerdo con ellas.
El Gomaya Sutta nos da esperanza al mostrarnos que es posible liberarnos del sufrimiento practicando el budismo Zen. Al comprender la naturaleza transitoria del Ser, podemos dejar de aferrarnos a las ilusiones y vivir de manera más libre y consciente. El Buda nos enseña que, aunque todo es impermanente, esta misma impermanencia es la puerta hacia la liberación.
Al aceptar que no hay nada permanente a lo que aferrarnos, podemos soltar nuestros miedos y ansiedades. La práctica del desapego y la aceptación de la impermanencia nos conducen a una vida más plena y en paz. La meditación y la práctica del budismo Zen nos proporcionan las herramientas necesarias para cultivar esta comprensión y aplicarla en nuestra vida diaria.
El sutra cierra con estos párrafos:
De esas 84.000 mujeres, sólo había una que me atendía en un momento dado: una guerrera noble o una guerrera mitad brahmán, mitad guerrera noble. De esos 84.000 ko?is de prendas de vestir, solo había una que usaba en un momento dado: una hecha de lino fino, una hecha de seda fina, una hecha de lana fina o una hecha de algodón fino. De esos 84.000 platos, sólo había uno del que comía en un momento dado una medida de arroz y una cantidad adecuada de curry.
Pero ahora, monje, todas esas invenciones han pasado. Dejado. Cambiado. Así de inconstantes son las fabricaciones, monje. Así de impermanentes son las invenciones, monje. Así de poco fiables son todas las invenciones, monje: lo suficiente como para desencantarse con todas las fabricaciones, lo suficiente como para volverse desapasionado, lo suficiente como para ser liberado.
Hay ocasiones en las que uno no puede evitar sentirse pequeñito, pero maravillado, cuando ha dejado entrar al Buda a su corazón. En su vasto espectro de expresiones y enseñanzas, el Buddhadharma abre para nosotros múltiples caminos hacia la comprensión de la vida y el alivio del sufrimiento humano. Entre estos textos se encuentra el Avatamsaka Sutra, conocido como el Sutra de la Guirnalda (de Budas).
Es una escritura fundamental para el budismo Mahayana que nos ofrece una visión deslumbrante de la interconexión del multiverso y la omnipresencia de la iluminación. Sí, leíste bien. Dije multiverso.
Aunque el término “multiverso” ha sido explotado hasta el cinismo por las películas de Hollywood y los cómics; para nosotros los practicantes de Zen, es una verdad milenaria que comprobamos una y otra vez cuando estamos en Zazen. En el Avatamsaka Sutra, la Luz Dorada del Buda se extiende para cubrir este cosmos y los infinitos cosmos dentro de cosmos que existen, a lo largo del Tiempo de tiempos y Realidad de realidades.
¿Cómo comprobar la idea del multiverso aquí y ahora y sin ser budista? Piensa en tus intestinos. Está lleno de criaturas que viven un universo completo, con sus reglas, con sus catástrofes y su florecimiento. Estas criaturas perciben el universo a su manera y es muy posible que no tengan conciencia de que son parte de otro universo llamado sistema digestivo. Así mismo, el sistema digestivo contiene más órganos con más tipos de seres vivos y todos ellos te forman a ti.
Tú, con tus decisiones y forma de vida, impactas y gobiernas estos universos. Y hacia afuera es igual. Tú formas parte de otro ser vivo más grande, aunque no tengas conciencia de ello. Tu amigo es un universo que contiene universos y así hasta el infinito cosmos.
El Sutra de la Guirnalda de Budas, aunque difícil de entender para el novato, está aquí para explicarnos cómo el Buda Cósmico gobierna a todos los otros budas. Sabernos cobijados y guiados y cuidados por la Luz del Dharma, hace que este texto clásico esté siempre para ti y aliviar el sufrimiento.
Si quieres leer este sutra, lo puedes descargar de aquí.
El Avatamsaka Sutra, también conocido como Sutra de la Guirnalda de Budas, es uno de los sutras más elaborados y extensos del budismo Mahayana. Según fuentes históricas, este sutra fue uno de los primeros textos budistas traducidos al chino, proceso que comenzó en el siglo II con la llegada del budismo a China. El sutra es famoso por su estilo literario complejo y sus profundos mensajes filosóficos creados para aliviar el sufrimiento, lo que refleja una etapa de madurez en la literatura budista.
Conocido por su descripción poética de la interpenetración de todos los fenómenos y la visión cósmica de la budeidad, el Avatamsaka Sutra ha influido en varias escuelas del budismo Mahayana, incluido el budismo Zen, y ha servido como una fuente de inspiración artística y espiritual a lo largo de Asia.
Aunque el Avatamsaka Sutra no es un texto originario del Zen, sus enseñanzas han permeado profundamente nuestra escuela, influenciando a maestros y practicantes a lo largo de los siglos.
Bodhidharma, nuestro Primer Patriarca del Zen, cargaba con él una versión del sutra a todos lados. Así pudo enseñar que la iluminación está presente en todos los seres y es accesible instantáneamente cuando nos sentamos en Zazen. Esta es una idea que floreció en Bodhidharma inspirado por el Avatamsaka Sutra, que también habla sobre la universalidad y accesibilidad de la naturaleza búdica.
Esta percepción ayuda a comprender la naturaleza intrínseca del Buda en cada ser, un concepto clave en la práctica Zen que busca la experiencia directa y la realización personal de la verdad.
El Sutra de la Guirnalda enseña que todos los fenómenos en los universos están íntimamente conectados entre sí, formando una red infinita de existencias interdependientes. Esta visión es fundamental para aliviar el sufrimiento y comprender la naturaleza no dual de la realidad.
Los Bodhisattvas, seres dedicados al despertar y bienestar de todos, son centrales en el Avatamsaka Sutra. Representan el ideal Mahayana de compasión activa y sabiduría, buscando iluminar no solo a sí mismos sino también a todos los seres sensibles.
El sutra explica cómo cada Buda puede manifestarse en innumerables formas a través del multiverso, enseñando en todas las dimensiones y tiempos, ayudando a todos los seres de manera simultánea. Esta visión subraya la omnipresencia de la budeidad y la potencialidad sin límites de la iluminación.
El Avatamsaka Sutra ofrece una cosmología donde el multiverso está vivo con la presencia de innumerables Budas, que en realidad es uno solo. Cada grano de arena, cada hoja y cada pensamiento contienen universos enteros tejiendo juntos una guirnalda cósmica de existencia interconectada. Esta visión no solo expande nuestra comprensión del universo, sino que también eleva nuestra percepción de nuestro lugar y responsabilidad dentro de él.
Comenzar siquiera a imaginar esta interconexión entre TODO lo que existe, es una manera de dar el primer paso hacia aliviar el sufrimiento. Nunca más conocerás la soledad o la ingratitud cuando abres el corazón-mente a esta forma de existir.
Para el practicante de Zen contemporáneo, las enseñanzas del Avatamsaka Sutra nos ofrecen una rica fuente de inspiración y contemplación. Al reconocer que cada acción y cada momento son interdependientes, cultivamos una mayor conciencia y compasión en su vida diaria. Además, la visión del sutra de la budeidad omnipresente ayuda a los practicantes a ver la naturaleza búdica en todos los seres, promoviendo un enfoque de vida más inclusivo y compasivo.
Y quizá lo más importante es que el sutra nos explica y nos enseña de manera magistral que la naturaleza última de la mente es la vacuidad.
El Avatamsaka Sutra no es solo un texto antiguo de belleza literaria y profundidad filosófica, sino una guía viva para aquellos que buscamos entender y aliviar el sufrimiento en el mundo contemporáneo. Al tejer esta «guirnalda de Budas», los practicantes podemos encontrar caminos hacia la paz interior y hacia la creación de un mundo más compasivo, sustentable, moral y consciente.
Si quieres saber más sobre este sutra, Bodhidharma y profundizar en tu práctica budista, nuestro Curso 2 de Introducción al Budismo Zen (2024) está por comenzar. Clic aquí.