Me parece curioso y divertido que el concepto de «modo monje» está muy de moda en los blogs de productividad, pero muchos de ellos están escritos por personas que no tienen idea de lo que es ser un monje ordenado en una tradición milenaria. Se van por lo que ven en videos de YouTube, pero los hábitos del Budismo Zen son mucho más profundos y hermosos.
Por esa razón, decidí escribir este artículo. Estos son los hábitos que he desarrollado como monje Soto Zen, y que considero pueden aportar profundamente a la vida de cualquier persona, sin importar su camino o creencia.
1. Práctica inquebrantable de meditación
La práctica de Zazen, o meditación sentada, es el pilar del Budismo Zen. No sirve para nada. No te vuelve una persona más exitosa ni más bella. Es tonto y aburrido. Y justo por eso lo practicamos.
No he parado de practicar Zazen ni un solo día, desde hace más de 20 años. No hay descansos y tampoco hay días de licencia por enfermedad. Todo es Zazen.
En mi experiencia personal y en la enseñanza de los textos sagrados, Zazen es mucho más que una simple técnica de meditación; es una manera de vivir y experimentar el momento presente. Esta práctica nos enseña a ser testigos de nuestros pensamientos y emociones sin juzgarlos, permitiéndonos una mayor claridad mental y una profunda paz interior.
Zazen no solo tranquiliza la mente, sino que también nos abre a una comprensión más profunda de nosotros mismos y del mundo que nos rodea. En el silencio y la quietud, aprendemos a observar la naturaleza impermanente de todas las cosas, lo cual es esencial para desarrollar sabiduría y compasión. Esta práctica diaria es una fuente de fortaleza y estabilidad en mi vida, y recomiendo encarecidamente su adopción para aquellos que buscan una vida más plena y consciente.
2. Dedicar mis esfuerzos al beneficio de los seres vivos
La compasión o Karuna, es el corazón de los hábitos del Budismo. Shakyamuni enseñó que todos los seres desean ser felices y estar libres de sufrimiento, y esta comprensión debe guiar nuestras acciones. En mi vida como monje, he aprendido que dedicar mis esfuerzos para el beneficio de otros no solo ayuda a aliviar su sufrimiento, sino que también enriquece mi propia experiencia y comprensión de la vida. Me da una dirección para caminar y facilita todas las tomas de decisiones. Si hay algo que solo me beneficia a mí, no lo hago.
Esta práctica de compasión se manifiesta en actos de generosidad, palabras amables, y en el compromiso de trabajar por un mundo más justo y compasivo. Al centrarnos en los demás, rompemos las barreras del ego y nos conectamos más profundamente con la interconexión de todos los seres. Es un hábito que transforma tanto al individuo como a la sociedad.
3. Agradecer por mis alimentos
En la tradición Soto Zen, cada comida comienza con una oración de gratitud. Es uno de los hábios del Budismo Zen que más me ha cambiado, pero que más trabajo cuesta para muchos. Esta práctica me ha enseñado a reconocer y valorar el esfuerzo y los recursos que se necesitan para producir cada alimento que consumimos. La gratitud fomenta la humildad y una profunda conexión con la vida y el mundo que nos rodea.
Agradecer por los alimentos es un recordatorio diario de nuestra dependencia de la naturaleza y de otros seres humanos. Nos enseña a no dar nada por sentado y a vivir de manera más consciente y sostenible. La gratitud es una poderosa herramienta para cultivar una actitud positiva y un corazón abierto hacia la vida.
Al principio se siente extraño… pero la mente comprende y poco a poco este hábito va transformando tu relación con los alimentos.
Te invito a que lo intentes con el Gatha de los Alimentos:
Esta comida viene por los esfuerzos de todos los seres vivos del pasado y del presente, y es medicina para nutrir nuestra práctica. Ofrecemos estos alimentos de muchas virtudes y sabores al Buda, al Dharma y a la Sangha, y a toda la vida en cada reino de la existencia. Que todos los seres vivos del multiverso tengan suficiente alimento.
Terminar con una reverencia un poco más larga y sincera.
4. Acepto el silencio como práctica espiritual
El silencio es un aspecto fundamental en mi camino espiritual. En el silencio, encontramos un espacio para la introspección y la conexión con nuestro verdadero ser. El mundo que nos hemos construido está lleno de distracciones y ruido que pueden alejarnos de nuestra esencia y verdad interior. El silencio nos ofrece un refugio, un lugar para recalibrar nuestro ser interior y escuchar la sabiduría que reside en nosotros.
Esta práctica de silencio no es simplemente la ausencia de palabras, sino una forma activa de escucha y presencia. En el silencio, podemos descubrir respuestas a preguntas que el ruido constante de la vida cotidiana a menudo ahoga.
5. Estudio y práctica de una filosofía de vida
El Budismo no es solo una religión o una filosofía; es una forma de vida. Estudiar y practicar las enseñanzas del Buda, como las Cuatro Nobles Verdades y el Noble Sendero Óctuple, ofrece una guía clara para vivir una vida ética y significativa. Estos principios me han ayudado a desarrollar una mente más clara, un corazón más compasivo y una vida más equilibrada. Pero esto solo viene con el hábito de la lectura y el estudio.
Una filosofía de vida basada en los principios budistas nos ayuda a navegar las complejidades de la existencia con mayor sabiduría y compasión. Nos enseña a abrazar la impermanencia, a vivir con integridad y a buscar el bienestar de todos los seres. Es un camino que nos lleva hacia el crecimiento y la transformación personal.
Conclusión
Estos cinco hábitos del Budismo Zen han sido fundamentales en mi vida y desarrollo espiritual. No tienes que ser monje o monja para ponerlos a prueba en tu experiencia.
Cada uno de ellos ofrece una perspectiva única y valiosa para mejorar la calidad de nuestra vida y nuestras relaciones con los demás. Al adoptar estos hábitos, no solo nos beneficiamos nosotros mismos, sino que también contribuimos al bienestar y la armonía de nuestro entorno.
Por favor, intenta explorar estos hábitos en tu vida diaria y a descubrir por ti cómo pueden enriquecer tu experiencia del mundo.
Nunca me gustó el personaje de Daria, de las viejas animaciones de MTV. Aunque era un programa de comedia, también era un muestrario de lo que una persona ingrata puede ser. Traducido a la vida real, las Darias del mundo no se la pasan nada bien. Yo era una de ellas.
¿Has sentido alguna vez que la vida no te da lo que mereces? ¿Haces hechizos o decretos para que el cosmos te cumpla y cambiar las cosas? ¿Sientes que el universo te debe algo? ¿Te cuesta ser paciente con los demás? ¿Crees que tener dinero o un buen empleo te otorga el derecho de tratar a los demás como tus sirvientes? ¿Ves a otros como inferiores culturalmente? ¿Te has sentido solo y desconectado de los demás? Si has experimentado alguna de estas emociones o actitudes, podrías estar viviendo tu vida con un sentido de ingratitud.
Tengo que decir que la ingratitud está tan arraigada en las culturas hispanoparlantes, que ni siquiera estamos conscientes de ello. Se requiere un esfuerzo consciente para verlo y entender lo mucho que nos afecta. Si pones atención, hay ingratitud en casi todas las personas que te rodean. Las charlas en las que participas, la cultura familiar y hasta el contenido de redes sociales, todos están marcadas por la ingratitud.
El budismo, independiente de la tradición, es una práctica espiritual con base en gratitud. Pero justo porque no sabemos verla, no podemos tocar esta parte fundamental de las enseñanzas de Shakyamuni. Pero hablaremos de eso en otro artículo.
¿Qué es la ingratitud?
La ingratitud es un sentimiento y una postura ante la vida que se caracteriza por no reconocer ni apreciar los actos amables, los favores, los regalos, las cosas que ya están o las bendiciones que recibimos de los demás o de la vida en general. Es como mirar un hermoso paisaje y no ver más allá de la suciedad en el cristal de la ventana. La ingratitud nos hace enfocarnos en lo que falta o en lo que creemos que merecemos en lugar de apreciar y valorar lo que tenemos.
Esta mente de carencia se convierte en una sombra que opaca toda la experiencia de vida.
Es importante destacar que sentir ingratitud en algún momento no nos convierte automáticamente en personas ingratas. Todos enfrentamos desafíos y momentos de insatisfacción en la vida. Sin embargo, cuando la ingratitud se convierte en un patrón de pensamiento constante y una forma de vida, puede tener consecuencias emocionales significativas.
Los riesgos de la ingratitud para la salud emocional
La ciencia ha demostrado que la ingratitud puede tener varios efectos negativos en nuestra salud emocional y bienestar. Aquí hay algunos riesgos comunes asociados con la ingratitud:
1. Aislamiento Emocional: La ingratitud puede aislar emocionalmente a las personas. Cuando no apreciamos ni reconocemos las contribuciones y los actos amables de los demás, es más probable que perdamos conexiones significativas con amigos y seres queridos. Esta desconexión puede llevar a la soledad y la sensación de aislamiento.
2. Dificultad en las Relaciones: La ingratitud puede dañar nuestras relaciones personales. Cuando no mostramos gratitud hacia los demás, es menos probable que otros quieran ayudarnos o ser amables con nosotros. Esto puede llevar a conflictos y tensiones en nuestras relaciones.
3. Mayor Estrés: La ingratitud está asociada con niveles más altos de estrés. Cuando constantemente nos enfocamos en lo que nos falta o en lo que no estamos recibiendo, experimentamos niveles más altos de estrés y ansiedad.
4. Depresión: La ingratitud también se ha relacionado con un mayor riesgo de depresión. Las personas ingratas tienden a tener una perspectiva más negativa de la vida y pueden sentirse más deprimidas debido a su enfoque constante en lo negativo.
5. Falta de Resiliencia: La ingratitud puede socavar nuestra capacidad de recuperación. Aquellas personas que practican gratitud tienden a ser más resistentes y creativas ante la adversidad, mientras que la ingratitud puede hacer que enfrentemos los desafíos con menos recursos emocionales.
6. Menos Felicidad General: En última instancia, la ingratitud puede disminuir nuestro nivel de felicidad general. Al no apreciar lo que tenemos, perdemos la oportunidad de experimentar la alegría y la satisfacción que proviene de la gratitud.
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La ingratitud puede oscurecer nuestras vidas y socavar nuestra salud emocional y nuestras relaciones. Sin embargo, la gratitud tiene el poder de iluminar nuestro mundo y mejorar nuestro bienestar.
Cultivar la gratitud no solo nos beneficia a nosotros mismos, sino que también tiene un efecto positivo en las personas que nos rodean. Al enfocarnos en lo que tenemos y apreciarlo plenamente, podemos vivir una vida más feliz y significativa.
La gratitud nos conecta con el presente, con los demás y con la belleza que existe en el mundo, y nos recuerda que tenemos mucho más de lo que imaginamos. Si quieres comenzar a vivir en gratitud, nuestro próximo taller te interesa. Clic aquí.
En el post anterior de esta serie sobre Gratitud, aprendimos lo que la ciencia dice sobre este hábito. Puedes leer aquí.
Hoy veremos otro tema útil para entender sobre gratitud y su importancia, no desde el budismo, sino desde los ojos de otros filósofos.
En mi búsqueda personal para darle sentido a mi vida, hace muchos años me encontré con este loco y super extraño concepto llamado gratitud. En un libro que rescaté de un librero de un tío muerto, me topé con un capítulo sobre filósofos griegos, la felicidad y cómo estaba ligada a desarrollar gratitud.
Recuerdo haber pensado con mi incompleto cerebro adolescente algo como «¿Por qué demonios voy a agradecer por todo? Mi vida es muy difícil, así como está como para agregar algo tan tonto como dar gracias hasta por respirar. Eso es para perdedores».
Poco me imaginaba que promover la Gratitud sería mi motivo de existir.
En ese viejo libro aprendí muchas cosas. Para la filosofía, gratitud, en su esencia, es un sentimiento de reconocimiento y agradecimiento hacia los demás por los actos de bondad y las bendiciones que recibimos. A lo largo de la historia, la gratitud ha sido una virtud profundamente estudiada por la filosofía de muchas culturas y en diferentes eras. Desde el estoicismo hasta los pensadores renacentistas y la filosofía occidental moderna, la gratitud ha sido considerada como una piedra angular para tener una vida plena y significativa.
Definición Filosófica de Gratitud
Antes de ver qué nos dicen los viejos sabios, veamos otra definición de gratitud. La gratitud es un sentimiento de reconocimiento y aprecio hacia los demás por sus acciones, regalos o actos de amabilidad. Y esto es muy importante: va más allá de simplemente decir «gracias»; implica un profundo sentido de conexión y reconocimiento de la bondad en el mundo. Cuando adoptamos la gratitud como filosofía de vida, estamos comprometidos con la práctica constante de reconocer y valorar lo que tenemos, en lugar de enfocarnos en lo que nos falta.
La Gratitud desde la filosofía estoica
La filosofía estoica, que floreció en la antigua Grecia y Roma, enfatizaba la importancia de vivir de acuerdo con la razón y la virtud. Dos filósofos estoicos destacados, Séneca y Epicteto, tenían mucho que decir sobre la gratitud.
Séneca, en sus escritos sobre la gratitud, enfatizó que debemos ser agradecidos por cada día que vivimos y por todas las bendiciones que disfrutamos. Dijo: «El que es agradecido por poco, lo es por todo«.
Epicteto, otro filósofo estoico, instó a sus seguidores a practicar la gratitud incluso en las circunstancias más desafiantes. Afirmó: «Solo aquellos que dan las gracias por las bendiciones recibidas, seguirán recibiendo cosas por las que dar las gracias«.
Desde una perspectiva estoica, la gratitud implica reconocer que muchas cosas en la vida están fuera de nuestro control, pero siempre tenemos el control sobre cómo respondemos a ellas. Practicar la gratitud significa apreciar lo que tenemos en lugar de lamentar lo que nos falta.
La Gratitud para los filósofos del renacimiento
Durante el Renacimiento, un período de revitalización cultural y filosófica en Europa, varios pensadores destacados exploraron la naturaleza de la gratitud.
Michel de Montaigne, un filósofo renacentista francés, creía que la gratitud era una de las virtudes más nobles del ser humano. Sostenía que, al mostrar gratitud, elevamos nuestras almas y fortalecemos nuestros lazos con los demás. Montaigne afirmó: «La gratitud es la virtud más grande; pero los beneficios recibidos nos hacen olvidarla».
Benedicto de Spinoza, filósofo holandés del siglo XVII, sostenía que la gratitud es esencial para la vida buena y la alegría. Argumentaba que, al enfocarnos en lo que tenemos en lugar de lo que nos falta, encontramos la felicidad genuina. Spinoza escribió: «La envidia hace que uno se sienta miserable por lo que no tiene; el agradecimiento hace que uno se sienta feliz por lo que tiene».
Desde la perspectiva renacentista, la gratitud se consideraba una virtud que enriquece nuestras vidas al enfocarnos en las bendiciones presentes y fortalecer nuestros lazos con los demás.
La Gratitud desde la Filosofía Occidental Moderna
La filosofía occidental moderna también ha abordado el tema de la gratitud. Dos filósofos notables que han reflexionado sobre este sentimiento son Immanuel Kant y Jean-Jacques Rousseau.
Immanuel Kant, el influyente filósofo alemán del siglo XVIII, creía que la gratitud era un deber moral. Argumentaba que debemos mostrar gratitud hacia aquellos que nos han ayudado o brindado regalos, ya que es una expresión de reconocimiento por su humanidad y su capacidad para la acción moral.
Jean-Jacques Rousseau, filósofo francés del mismo período, consideraba que la gratitud era esencial para mantener relaciones sociales saludables. Sostenía que, al expresar gratitud, fortalecemos nuestros lazos con los demás y contribuimos a la armonía en la sociedad.
Desde una perspectiva filosófica moderna, la gratitud se ve como un acto moral que fomenta la conexión entre las personas y contribuye a una sociedad más cohesionada.
La Gratitud como Filosofía de Vida
Ahora que hemos explorado cómo la gratitud ha sido abordada por filósofos a lo largo de la historia, es importante considerar cómo podemos adoptarla como una filosofía de vida en la actualidad. Yo sé que nos cuesta mucho trabajo a los hispanoparlantes, pero hay que esforzarnos.
Basado en lo que nos dicen los filósofos clásicos, pensé que las siguientes acciones nos funcionarían para hacer de la gratitud un hábito cotidiano. No tienen que ver con religión, sino que creo que son de sentido común y pragmático.
Practicar la atención plena: La atención plena nos ayuda a estar más presentes en el momento actual y a apreciar las pequeñas alegrías de la vida. Observar conscientemente nuestros pensamientos y experiencias puede aumentar nuestra gratitud.
Mantener un diario de gratitud: Tomar unos minutos cada día para escribir tres cosas por las que estás agradecido puede cultivar la gratitud de manera constante.
Expresar gratitud: No hay que guardar ni ignorar nuestros sentimientos de agradecimiento. Debemos expresarlos sinceramente a las personas que nos rodean. Un simple «gracias» y una sonrisa SINCEROS pueden tener un impacto significativo.
Enfocarse en lo positivo: A pesar de los desafíos que enfrentamos, es importante centrarse en las bendiciones y las oportunidades que tenemos en la vida. Aunque estemos pasando por dificultades, SIEMPRE hay cosas buenas que nos rodean.
Ser generoso: Ayudar a los demás y hacer actos de bondad pueden generar un ciclo de gratitud tanto para ti como para quienes beneficias. Sentir la gratitud de los demás hacia uno, da sentido a la existencia.
Gratitud como filosofía de vida implica reconocer que la vida está llena de cosas increíbles y que nos forman. Incluso en medio de las dificultades. Al adoptar esta perspectiva y practicar la gratitud de manera constante, podemos tener vidas más plenas y significativas, fortaleciendo nuestros lazos con los demás y contribuyendo a un mundo más armonioso. La gratitud nos recuerda que, a pesar de las adversidades, hay belleza y bondad en el mundo que merece ser valorada y celebrada.
Si quieres saber más sobre gratitud y ponerla en práctica para mejorar tu vida, ven a nuestro próximo taller corto. Podría transformarte de maneras que ni siquiera imaginas. Informes aquí.
Este taller es presencial y por Zoom para nuestros amigos en otras ciudades. Incluye material de estudio descargable.
Taller Gratitud Espiritual. Profundiza tu práctica espiritual con la sabiduría del Budismo Zen.
Fechas: 18, 25 de agosto y 1 de septiembre de 2023. De 19:00h a 20:30h (CDMX).
Lugar: Árbol del Yoga y por Zoom. La información para la transmisión se publicará en el grupo de WhatsApp.
Facilitador: Hondou Kyonin, monje budista Soto Zen.
Costo por sesión: $200.
Costo por todo el taller: $500. – Inscripciones en el correo choco ARROBA budismosotozen.org
Costos fuera de México: escribir para pedir informes.
Informes e inscripciones en: choco ARROBA budismosotozen.org
Todos los días de nuestra vida decimos la palabra “gracias” tantas veces, que se ha convertido en una costumbre vacía. ¿Realmente lo sientes en el corazón?
En un mundo lleno de distracciones y demandas constantes, a veces nos resulta difícil detenernos y reconocer genuinamente las bendiciones que nos rodean. La falta de gratitud sincera puede llevarnos a sentirnos desconectados de la vida misma. Y peor aún, sin gratitud como base de nuestra espiritualidad, es muy difícil encontrar sentido a nuestros esfuerzos.
¿Alguna vez has sentido que las piezas de quién eres parecen estar dispersas y desordenadas? Es posible que la ausencia de gratitud sea la razón. Cuando no cultivamos la gratitud en nuestras vidas, nos volvemos víctimas incapaces de apreciar la paz y la conexión de Todo lo que Es. Como resultado, nos sentimos aislados, como si estuviéramos mirando la vida desde fuera en lugar de sumergirnos en ella.
Pero aquí está la buena noticia: el Budismo Zen, con su sabiduría ancestral y profunda comprensión de la mente humana, ha encontrado una manera de integrar la gratitud en la esencia misma de nuestra espiritualidad. Desde el Buda hasta los Maestros Zen contemporáneos descubrieron cómo nutrir y cultivar la gratitud para que no solo se convierta en un hábito más, sino también en una fuerza transformadora en nuestras vidas.
Para ti que estás buscando profundizar en tu práctica espiritual, te invito al taller Gratitud Espiritual. A lo largo de tres sesiones enriquecedoras, exploraremos la esencia de la gratitud y cómo podemos integrarla de manera auténtica en nuestra vida.
Es impresionante lo poco agradecidos que somos en la cultura hispana. Como vivimos para el YO, nos desconectamos de la vida y pensamos que lo merecemos todo. Claro, eso nos lleva a vivir con resentimiento porque todo es insatisfactorio.
El Budismo Soto Zen es una rama del budismo Mahayana que se centra en el cultivo de la compasión para servir a los demás, y en la práctica de Zazen (meditación Zen) para vivir con atención plena en cada momento.
Aunque muchos maestros nos dicen que debemos vivir en el presente, pero no nos dan un entrenamiento preciso para lograrlo; en el Zen nos practicamos desde el inicio para realizar la vía del Buda. Es decir, apreciamos la vida completa de manera radical y sin juicios.
Con disciplina y la guía de nuestros maestros logramos ser conscientes de los pensamientos, sentimientos y acciones.
Una de nuestras prácticas más hermosas es la gratitud. En el Mangala Sutra, el Buda nos dice:
Reverencia, humildad, contentamiento, gratitud y escuchar en el momento apropiado el Dharma, la enseñanza del Buda. Esta es la mayor de las bendiciones.
Shakyamuni nos invita a dar valor adecuado a todo lo que tenemos y somos en la vida. A través de prácticas diarias de Zazen y gratitud, vivimos con una profunda satisfacción y alegría. Hoy exploramos un poco sobre cómo el Soto Zen influye en nuestra gratitud y cómo podemos incluirla en nuestros días para cultivar la paz interior.
El Budismo Zen incluye la gratitud como parte de nuestra espiritualidad
Desde el momento que comenzamos a investigar qué es budismo, casi siempre conectamos con su dulzura y su mensaje de paz espiritual. Esto no es coincidencia, gran parte de las enseñanzas de Shakyamuni son para desarrollar sentimientos de gratitud por todo lo que existe.
No es fácil de verlo, pero si abres el corazón a lo que el Buda y maestros como nuestro querido D?gen Zenji, verás que compasión y gratitud son base de nuestra religión.
Zazen y gratitud pueden ser herramientas poderosas para ayudarnos a ser más conscientes de nuestros pensamientos, sentimientos y acciones. Practicar estas técnicas puede ayudarnos a cultivar una mejor comprensión de nosotros mismos y del mundo que nos rodea, porque nos conecta con la vida.
Lo que eres, lo que tiene, todo lo que has aprendido en la vida; se lo debes a alguien más y a incontables esfuerzos. Comenzar a verlo hace que se desarrolle amor por la propia existencia y nos sentimos plenos.
Cuando desarrollamos un corazón agradecido, creamos belleza en todo lo que nos rodea.
En nuestra sangha, Grupo Zen Ryokan, la práctica de gratitud es diaria, luego de nuestra meditación. Siempre nos tomamos un tiempo para apreciar a las personas, los lugares y las cosas en nuestras vidas que nos brindan alegría.
El Verso de Gratitud es parte importante de nuestras mañanas:
Agradezco con todo mi ser a los millones de vidas, seres y esfuerzos, en todos los tiempos, que resultaron en mi existencia.
Agradezco con todo mi ser la oportunidad de vivir un día más para servir a todos los seres vivos y liberarlos del sufrimiento.
Agradezco con todo mi ser, todo lo que soy, todo lo que tengo aquí y ahora. En este momento.
Recitarlo todos los días nos ayuda a aceptar que estamos unidos con el resto del universo. Que todos somos Buda.
La práctica espiritual de gratitud ayuda a descubrir tu verdadero ser
La práctica diaria del Buddhadharma, Zazen y el incluir gratitud en nuestra vida espiritual nos llevan en un maravilloso viaje interior de autodescubrimiento. Son una forma de explorar nuestras profundidades internas, obtener información sobre nuestra verdadera naturaleza y desarrollar un sentido de aprecio por la vida.
Aunque no seas budista, con todo mi corazón sugiero que recites nuestro Verso de Gratitud diariamente, por 1 mes. La vida será más linda, te lo aseguro.
La colecta está cerrada. Muchas gracias a todos por su generosidad. Sigamos adelante un año más.
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Aunque nos reunimos de manera presencial, aquí en Guadalajara, Zoom se ha convertido en nuestra herramienta principal para unirnos como la sangha sin fronteras que somos. Y luego de dos años de pandemia, esta plataforma nos ayuda a vivir las enseñanzas de Dogen Zenji.
En un Zazenkai normal y todas las mañanas para Zazen, estamos conectados personas en Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, España, Estados Unidos, México, Perú y Venezuela.
Nos unimos como la comunidad global que somos para practicar Zazen y mantener el Zen vivo y vibrante. ¡Sin duda alguna el mundo es nuestro templo!
Pero no es gratis. A mediados de junio de 2022 será el tiempo para renovar el servicio y pido ayuda de la sangha para poder pagar la anualidad. Cuento con algo de dinero, pero no la cantidad completa.
El servicio cuesta US$150 al año y tengo solo una fracción de la cifra.
Así que pido ayuda de la sangha para cubrir el costo del servicio. Entre todos podemos pagarlo.
Si está en tus posibilidades hacer un donativo, escribe a elchocobuda@gmail.com o revisa nuestro foro para más información
Si lo que escribo te es útil y te gusta, ¿por qué no invitarme un café? Gracias.
Sobre mi
¡Hola! Soy Kyonin, monje y maestro budista de la tradición Soto Zen. Formo parte de Grupo Zen Ryokan. Comparto la sabiduría eterna del Buda para ayudar a encontrar la paz interior y la liberación del sufrimiento. Juntos vamos en camino hacia la compasión.
En días de lluvia
la melancolía invade
al monje Ryokan
-Haiku de Ryokan Taigu Roshi