por Kyonin | Abr 7, 2015 | Budismo, Creatividad, Inspiración, Meditación, Mindfulness
El mindfulness es la práctica de estar atento y despiertos en el momento actual, en el presente. Sí, yo sé que suena a cliché y que muchos memes en las redes sociales hablan sobre ello, pero sólo cuando practicamos mindfulness podemos entender el poder detrás de él.
Cuando se practica diario nos volvemos cada vez más conscientes de nuestras actividades, de lo que nos rodea y, aunque usted no lo crea, nos volvemos más amables con los demás. Esto abre las puertas a la tranquilidad porque todos pueden disfrutar de alguien que practica meditación.
¿Cómo es esto? Sí, una persona que practica mindfulness o meditación se hace más paciente, abierta y escucha con más atención. Su sentido del humor mejora para encontrar felicidad en las cosas más sencillas del mundo.
Esto lo digo porque justo esta mañana me di cuenta que estaba muy feliz porque mi desayuno incluiría un mango.
Sí, un simple mango me hace un hombre feliz por muchas razones.
Un mango en mi refrigerador (nevera) implica tantos milagros y esfuerzos juntos que se necesitaría un tratado completo para entenderlo. Primero se necesita que el universo exista, que la galaxia que habitamos esté donde esté, luego que el sistema solar haya pasado todo lo que ha pasado, el planeta Tierra necesita esta posición e inclinación y toda su historia. Mi mango requirió la evolución, el trabajo y sacrificio de millones de seres del pasado para poder existir. Luego está toda la tecnología involucrada para que exista mi casa, mi cocina y todos los aparatos.
Un mango en mi nevera es un triunfo del universo para lo cual yo no colaboré en nada, pero puedo disfrutar su sabor dulce y ácido.
Yo, que no soy nada, que no soy nadie, que no lo merezco, tengo el privilegio de disfrutar los mangos en cada primavera.
¿No es eso un motivo maravilloso para estar feliz? ¿No es acaso el mejor motivo para estar agradecido de todo corazón?
Vivir en el presente nos hace más conscientes de los pequeños detalles que escapan a la vista. Los apreciamos y los valoramos como la joya que son.
Entonces, al entender estas conexiones del universo, vemos la impermanencia de las cosas y que todos tenemos un sitio en la vida.
Quien practica mindfulness sonríe más y abre su corazón a estos detalles, que al final nos hacen más atentos a nuestra vida y nos vuelven más creativos en el trabajo.
Así que mira con atención lo que te rodea.
La realidad y el presente son magia.
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Si quieres saber más sobre mindfulness y cómo aplicarlo a tu vida cotidiana, te invito a Omoi, taller de mindfulness para personas creativas.
por Kyonin | Mar 10, 2015 | Budismo, Creatividad, Inspiración, Mindfulness, Vida
Esta mañana durante mi zazen tuve un momento de claridad, o como decimos en México, me cayó el veinte sobre la belleza y cómo la hemos pisoteado en nuestra intensa búsqueda por cumplir metas, mantener el poder y comprar basura que no necesitamos.
Al vivir en el eterno ciclo capitalista de trabajar-comprar-dormir, perdimos la sensibilidad para apreciar la belleza de la vida. En lugar de la sencillez y la elegancia, optamos por tener más de lo que sea para mantener la obsesión por poseer.
Pagamos por tener el nuevo iLo-que-sea de Apple (o de cualquier marca, para el caso), que terminará apilado junto a todos los demás productos inútiles con diseño industrial placentero.
Pero lo que nadie nos dice es que tener demasiado de todo no nos hace más felices, sino que nos deja vacíos y secos para apreciar la realidad por lo que es. Aun más allá, este atasque por comprarlo todo y por controlarlo todo, nos ha vuelto más tontos.
Y es que admirar la belleza no requiere invertir dinero ni poseer nada, sino que es un esfuerzo mental al que ya no estamos acostumbrados y lo rechazamos categóricamente.
Mirar el amanecer, ir al museo, apreciar una pintura, disfrutar del silencio, escuchar música no popular; todas son actividades que requieren callar el pensamiento para poner atención a lo que se tiene en frente.
La realidad misma es mágica.
No necesitas comprar nada para sentir la elegante paz de la meditación zen cuando sólo miras la pared por 20 minutos.
Tampoco hay que tener 15 parejas al mismo tiempo para ver la sincronía con la que se mueve el mundo que nos rodea.
No es requerimiento el ser político destacado para rendirse ante la majestuosidad de Magritte. De hecho, nunca conocí político que disfrutara del arte.
Al contrario. Ahora escuchamos reguetón y pintamos las paredes. Destruímos. Extinguimos especies completas. Violamos culturas completas para quitarles oro u otros recursos materiales.
Cambiamos nuestro voto por un premio instantáneo, opacando la nobleza y futuro de toda una nación.
Cada vez que optamos por la fealdad, estamos renunciando a la razón y a la creatividad. Nos hemos vuelto criaturas feas en tantos sentidos, que cuesta trabajo entenderlo.
Pero al mismo tiempo… pero al mismo tiempo, aun dentro de todo este ambiente humano que ensucia la naturaleza, hay destellos de que lo hermoso vive dentro de nosotros.
Por cada 100 grafiteros, hay un pintor que es libre y vuela hacia el cosmos con sus pinceles.
Por 1000 grupos norteños o reguetoneros, hay un joven componiendo jazz o cantando ópera.
Por un millón de compradores compulsivos en fiestas navideñas, hay un padre que lleva a su hijo al museo y le explica de dónde vienen sus raíces y por qué debe estar orgulloso de ser humano.
El arte, el silencio y la elegancia viven en la simpleza de cada amanecer.
La creatividad se asoma de entre el lodo, como flor de loto.
Es cuestión de callar la mente y ver la realidad en silencio.
¿Qué ves?
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Si quieres saber más sobre cómo callar la mente para que tu creatividad florezca, ven a Omoi, el taller de mindfulness para creativos.
por Kyonin | Feb 24, 2015 | Inspiración, Meditación, Talleres
Todas las personas que desarrollan un trabajo creativo, que deciden comenzar un proyecto original o que necesitan incrementar su creatividad en el trabajo como en la escuela, hemos pasado por ese horrendo instante en el que la mente no coopera y todo parece congelarse en el tiempo.
Las ideas no llegan, y cuando lo hacen son imitaciones de otros trabajos o conceptos justo como NO los necesitas. Esto se traduce en tiempo quemado y el proyecto sigue igual.
La carga de estrés y de cansancio impactan nuestra vida. Dejamos de dormir bien, comer saludable y hacer ejercicio. Muchos optan por fumar o usar drogas para mantener el ritmo.
Seguro, somos jóvenes y no nos importa, pero a la larga el precio a pagar es altísimo.
Ningún proyecto creativo merece tu salud, por más fuerte que sea la presión laboral o social.
La cultura creativa ha sufrido de este mal por mucho tiempo y parecería que vivir en angustia continua es requisito para crear y ser productivo.
En Omoi decimos ¡FALSO! El Mindfulness nos da la opción a una vida más sana en la que la creatividad fluye y nos hace más productivos.
Bienvenidos al nuevo taller de Chocobuda.
Más información sobre Omoi
por Kyonin | Nov 28, 2014 | Budismo, Inspiración, Talleres, Vida
Las fiestas de diciembre son un tiempo maravilloso para relajarse, dejar que el invierno llegue y de celebrar la vida. Nos da la oportunidad de revisar todo lo que hicimos en el año y pensar en lo que queremos lograr para el siguiente.
Idear nuestros propósitos de año nuevo es muy divertido porque imaginamos el futuro con algún nuevo hábito o mejorando uno que no sea tan afortunado. Hacemos listas y nos preparamos con mucha ilusión.
Suenan las 12 campanadas con las que nuestra felicidad estalla en abrazos y buenos deseos. Llega el 1 de enero y estamos listos para mejorar la vida.
Pero pasan las semanas, regresamos a la rutina y un mes después los propósitos quedaron encerrados en el recuerdo. Continuamos la vida con los mismos vicios, malos hábitos y deseando que las cosas sean distintas.
Desgraciadamente, ésto no le pasa sólo ti o a tus amigos. Nos pasa a todos. Y hay razones científicas que explican este fenómeno:
1. El cerebro humano no puede procesar los propósitos
El problema con generar propósitos es que son sinónimo de una fantasía. En la mente generamos esta imagen de que la vida cambiará mágicamente sólo con desearlo (lo siento, amigos de The Secret). Lo que el cerebro necesita en realidad es pensar en acciones cortas que nos lleven hacia el resultado final. Es decir, el objetivo final es importante, pero si primero no generamos la ruta a seguir, perderemos el enfoque en cuestión de días.
De acuerdo con el Prof. Baba Shiv, de la Universidad de Stanford, se necesita practicar fuerza de voluntad. Ésta se procesa en la corteza prefrontal del cerebro, el área detrás de nuestra frente. Para que el cerebro pueda calcular lo necesario para los propósitos de año nuevo, se necesita una fuerza de voluntad enorme, buena memoria a corto plazo y una buena capacidad para resolver problemas abstractos.
Al dividir un propósito en acciones pequeñas y al definir el camino a seguir, el cerebro tendrá menos qué procesar, menos material para fantasías y te será más fácil lograr lo que necesites hacer.
2. El cerebro disfruta los hábitos, no la fantasía de los propósitos
Todos tenemos la magnífica capacidad de imaginar y de soñar. Unos pensamos en un mundo mejor, otros pensamos en ganar la lotería, otros en que podrán dejar de fumar.
Imaginar la vida en mejores condiciones es parte de nuestra naturaleza y es lo que enciende la chispa del cambio. El problema es que queremos vivir de estas fantasías sin saber que lo que en verdad motiva una vida mejor, es el cultivo de hábitos.
Si nuestro propósito de año nuevo es convertirnos en corredores, fallaremos a menos de que comencemos por levantarnos temprano diariamente y calzarnos los Nikes.Los hábitos nos definen y aunque tengamos la fantasía de que somos seres únicos y sorprendentes, la verdad es que somos animales rutinarios y disfrutamos tener hábitos.
Definimos hábitos como acciones rutinarias de ejecución automática que no cambian con el tiempo. El cerebro se siente muy bien con ellos porque quitan trabajo a la mente para que se pueda enfocar en lo que realmente importa.
Pensar en 100 propósitos de año nuevo es una tarea fallida, a menos que pienses en el hábito que te lleve a ellos.
3. La soledad no funciona y no le gusta a la mente
Creer que tu propósito de año nuevo es sólo tuyo y que a nadie le importa, es un grave error. Te sorprendería saber la cantidad de personas que quieren lograr lo mismo.
Otro grave inconveniente de los propósitos es que asumimos que somos la única persona en el planeta. Damos por hecho que todo lo haremos solos.
Esto es real en el sentido de que nadie más podrá tener disciplina o fuerza de voluntad por nosotros. Pero nos referimos a que si buscamos un grupo de apoyo, será más fácil comprometernos.
¿Quieres convertirte en corredor? Busca un grupo de corredores en tu comunidad o en Facebook. Únete a ellos y participa en sus eventos y reuniones.
¿Quieres aprender a alimentarte mejor? Existen cientos de grupos a los que puedes acudir, en línea o en vivo.
La idea es entender que nuestro cerebro no es el de una iguana, que puede pasar su vida en solitario. Tenemos un cerebro de primate que evolucionó para que todo lo hagamos por y para el grupo social.
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Por supuesto hay una gran cantidad de estudios científicos sobre los propósitos y sobre los hábitos. Aquí sólo expuse algunos que son de suma importancia para entender porqué fallamos año con año.
¿Qué propósito de año nuevo has cumplido? ¡Cuéntanos en los comentarios!
Si necesitas saber cómo crear hábitos con todo éxito, ven a Shojiki. Es un taller de hábitos que proporciona un método exitoso probado por muchas personas, donde la meditación y el conocimiento son la base del cambio.
por Kyonin | Feb 21, 2014 | Budismo, Inspiración, Meditación, Zen
La pregunta más difícil de responder es ¿por qué?
¿Por qué pasa esto? ¿Por qué la maldad, el abuso, el odio, la división?
¿Por qué la confusión, el caos, el desorden, la desigualdad?
¿Por qué la violencia, el ejército, los policías y el terrorismo?
¿Por qué lo políticos, los medios masivos, la corrupción, la manipulación?
¿Por qué estoy aquí?
¿Por qué estamos aquí?
¿Por qué debo hacer esto, aquello?
¿Por qué obedecer, hacer, aprender, lograr?
¿Por qué meditar, actuar, mentir o hablar con la verdad?
¿Por qué hay que esforzarse, subir y vencer al oponente?
¿Por qué hay oponentes? ¿Por qué perdemos y dejamos que nos pisoteen?
Junta todos los por qués te tengas.
Siéntate con ellos. Juega con ellos en tu mente, como si fueran barajas.
Ahora déjalos ir. Suéltalos. No los necesitas.
¿Qué es lo que queda?
Sólo silencio.
por Kyonin | Dic 4, 2013 | Inspiración, Talleres, Vida
La seguridad es una ilusión.
No importa qué tan gruesas sean las paredes de tu casa, qué tan completas sean tus pólizas de seguro, cuántos años lleves en tu trabajo o los años que lleves de casado. Nada importa a la hora de que la Señora Impermanencia decide golpearte directo en la cabeza. Es una de las lecciones más grandes de la vida, pero a la que más nos resistimos a entender.
Si esta verdad es absoluta y no cambia, ¿porqué seguimos abrazándonos a lo que nos hace sentir seguros? Porque a los humanos nos gusta sentir que tenemos el control de todo, hasta de la misma naturaleza.
Lejos de buscar motivos o criticar esta conducta básica, podemos mejor enfocarnos en las virtudes de ello.
Tomar el control de las cosas y situaciones nos da cimientos para tener una vida tranquila. Cuando la impermanencia ataque, tendremos la calma y los elementos para actuar de manera acorde.
Por el contrario, vivir desparpajados, sin organización y sin dirección, genera angustia y sufrimientos.
Es aquí donde los nuevos hábitos se vuelven fundamentales para el desarrollo personal.
Cuando decides practicar un nuevo idioma, ajustar tu gasto, expresarte mejor, comer sano o hacer ejercicio; lo que estás haciendo en realidad es salir de tu área de comodidad para solucionar un problema de forma directa.
Para algunos se trata de tener las agallas, la disciplina y determinación para lograrlo al día siguiente.
Para otros, el camino tiene que ser lento y amigable. Poco a poco es mejor.
Como quiera que sea, todos los esfuerzos para cristalizar un nuevo hábito se traducen en tomar el control de nuestra vida.
Esto equivale a bienestar porque comprendemos que la cura para el miedo es la acción.
Nos hace personas más íntegras porque para empezar un nuevo hábito se requiere aceptar que el cambio es necesario. Pasamos encima de nuestro ego.
Nos volvemos positivos porque sabemos que el camino hacia una nueva conducta es terreno inexplorado, pero estamos dispuestos a fracasar una y otra vez hasta lograrlo.
Adoptar nuevos hábitos nos abre la mente a posibilidades que no imaginábamos e incrementa nuestra capacidad de asombro.
Sabemos que las acciones tomadas nos dan la dulce, dulce ilusión de seguridad porque no estamos sentados en nuestro gordo trasero esperando la muerte.
Un año nuevo está por comenzar y lanzo el reto:
¿Cuál será tu nuevo hábito para el año entrante?
¿Tienes los bríos necesarios para tomar el control de tu vida?
¡Actúa!