El año 2024 está muriendo, trayendo la temporada de fiestas y la frescura de un nuevo año. Y como cada año, millones de personas establecen propósitos con la esperanza de mejorar sus vidas, ya sea ejercitarse más, dejar malos hábitos o aprender algo nuevo. Sin embargo, al llegar febrero, la mayoría de esos propósitos ya han sido olvidados. Entonces, ¿por qué no se cumplen los propósitos de año nuevo?
Aquí describo algunas razones que te pueden ayudar para que al fin puedas lograr tus propósitos de año nuevo que, en la mayoría de los casos, es un nombre más para “hábitos”.
¿Por qué no se cumplen los propósitos de año nuevo? ¡Porque no los tomas en serio!
Al sonar las campanas de año nuevo estamos muy felices y compartimos con los amigos y familia lo que queremos para el ciclo que comienza. ¿Te has fijado que casi siempre es un juego, más que un compromiso?
Los propósitos de año nuevo se esfuman porque simplemente no los tomamos con la seriedad necesaria. Ver los propósitos como algo secundario o como simples ideas sin importancia lleva a la falta de compromiso real. Cuando no se le da el peso adecuado a un objetivo, resulta fácil dejarlo de lado ante cualquier dificultad o inconveniente. Para cambiar esto, hay que recordar que cada propósito representa una mejora personal y requiere ser tratado con disciplina y dedicación, reconociendo su importancia en nuestro bienestar y desarrollo.
Falta de claridad en los objetivos
Uno de los errores más comunes es la falta de claridad en los propósitos de año nuevo. Muchos nos proponemos metas como «quiero bajar de peso» o «quiero dejar de fumar», pero estas declaraciones son vagas y carecen de detalles específicos.
Para que un propósito sea efectivo, debe ser claro y medible. Cambia «quiero ser más saludable» por algo como «voy a correr 3 veces por semana durante 30 minutos cada vez». Cuanto más detallado y específico sea tu propósito, más fácil será seguirlo y medir tu progreso.
Expectativas irreales
Las expectativas irreales son otro factor importante que contribuye al fracaso de los propósitos de año nuevo. Al inicio del año, muchas personas se sienten llenas de energía y determinación, y se proponen metas extremadamente ambiciosas, como correr un maratón sin tener ninguna experiencia previa o perder una gran cantidad de peso en poco tiempo, sin acudir con un nutriólogo profesional.
El problema con estas expectativas es que pueden ser difíciles de alcanzar, lo cual lleva a frustración y abandono. En lugar de establecer metas gigantescas, es mejor empezar con metas más pequeñas y alcanzables, y luego incrementarlas conforme vayas avanzando. Por ejemplo, si deseas correr un maratón, comienza con corriendo por 5 minutos por sesión y construir hacia arriba.
Falta de planificación adecuada
Un propósito de año nuevo sin un plan es simplemente un deseo que habita en el mundo de la fantasía. La falta de planificación concreta es otra razón clave por la que los propósitos de año nuevo fallan. Si deseas comenzar a hacer ejercicio, necesitas definir cuándo, dónde y cómo lo harás. ¿A qué hora irás al gimnasio? ¿Qué tipo de ejercicios harás?
Haz un plan detallado y escribe todos los pasos necesarios para alcanzar tu objetivo. Crear un calendario, establecer recordatorios y preparar todo con anticipación te ayudará a convertir tu propósito en una parte de tu rutina diaria.
Falta de compromiso con el proceso
La motivación inicial puede ser alta, pero suele disminuir con el tiempo. Para cumplir con tus propósitos de año nuevo, es importante comprometerse no solo con el resultado, sino también con el proceso. La clave está en construir hábitos que respalden tus objetivos.
Por ejemplo, si tu meta es «leer más libros», debes crear el hábito diario de leer, aunque solo sean 5 páginas al día. Es mejor enfocarse en pequeños pasos consistentes que sean sostenibles a largo plazo en lugar de intentar cambiar todo de golpe.
Exceso de ego y autoconfianza
El exceso de confianza puede ser otro obstáculo para cumplir los propósitos de año nuevo. Creer que simplemente porque decidiste algo serás capaz de hacerlo sin esfuerzo puede llevarte al fracaso. La disciplina y el compromiso son esenciales.
Y no, El Secreto, los decretos al universo y basura motivacional de ese calibre, no funcionan.
Aceptar que necesitarás cambios constantes y ajustes en tu estilo de vida para alcanzar tu meta es crucial. Reconoce que podrás fallar, pero eso no significa abandonar; el verdadero progreso viene de aprender y adaptarte cuando las cosas no salen como esperabas.
Barreras psicológicas: miedo al fracaso y procrastinación
El miedo al fracaso y la procrastinación son barreras comunes que evitan que las personas cumplan sus propósitos. El miedo al fracaso a menudo paraliza, llevando a evitar el compromiso total. Por otro lado, la procrastinación surge de la incomodidad de enfrentarse a un reto.
Una forma de superar estas barreras es enfocarte en las acciones pequeñas y concretas. Por ejemplo, si te da miedo ir al gimnasio por miedo a hacer mal los ejercicios, empieza por mirar videos de ejercicios en casa o pedir ayuda a un entrenador personal. Pequeños pasos te ayudarán a construir confianza y vencer la resistencia inicial.
Falta de un método
Muchas veces queremos el cambio sin comprometernos a investigar una forma efectiva que nos ayude. Es fácil emocionarse con la idea de un nuevo comienzo, pero sin un método adecuado para alcanzar nuestros propósitos, es poco probable tener éxito. Para lograr cambios significativos, es esencial dedicar tiempo a estudiar y aprender diferentes estrategias que han demostrado ser efectivas. Esto implica encontrar recursos, como libros, cursos o guías, que proporcionen un enfoque estructurado para establecer hábitos sostenibles.
Importancia de medir el progreso
Una de las claves para mantener el rumbo es medir tu progreso regularmente. Si no llevas un registro de lo que estás logrando, es fácil perder motivación o desviarte del camino.
Utiliza herramientas como diarios, aplicaciones para seguimiento de hábitos o simples listas de verificación para mantenerte consciente de tu progreso. Al ver las pequeñas victorias diarias, te sentirás motivado para continuar.
Para cumplir tus propósitos de año nuevo
La razón principal de por qué no se cumplen los propósitos de año nuevo suele ser la falta de planificación, expectativas poco realistas y una visión limitada del proceso necesario para cambiar. Al comprender estas barreras y adoptar un enfoque más estructurado, puedes aumentar significativamente tus posibilidades de éxito.
Super importante para mí como monje budista es ser constante y paciente. Es algo que todos podemos lograr, pero hay que meternos en la cabezota que el cambio no ocurre de la noche a la mañana. Comienza con pequeños pasos, establece hábitos consistentes y celebra tus avances. Ahora que entiendes cómo cumplir tus propósitos, ¿qué paso darás hoy para acercarte a tus objetivos?
Estás a tiempo. ¡Toma acción hoy mismo! Define un propósito claro, haz un plan y da el primer pequeño paso. Tu futuro depende de las decisiones que tomes ahora.
Es muy divertido ver cómo está de moda hablar del “modo monje” para lograr ser más productivo. Es real que los hábitos moldean tu vida, pero yo soy monje budista Soto Zen y no hago nada de lo que los blogs motivacionales dicen. De hecho, mis compañeros monjes de otras tradiciones budistas, coinciden en la falacia de estos artículos. Si sabes de budismo, entonces lo que quieres es ser menos productivo para dar paso a la ecuanimidad y al equilibrio. Pero ese es tema para otro día.
Sin embargo, lo que sí es muy real, es que los hábitos son parte fundamental para la vida de un monje. Al comprenderlos, estudiarlos meticulosamente y comenzar sin juzgar, transformamos nuestra vida a una existencia ecuánime y disponible para ayudar a los demás.
Por supuesto, el camino del monje budista no es para todo mundo. Pero los hábitos sí son para toda la humanidad, porque son el corazón de lo que nos vuelve humanos.
Cuando dedicamos tiempo a entender cómo funcionan los hábitos, muchas necesidades de nuestra vida comienzan a ser resueltas. Nos volvemos personas más enfocadas y capaces de lograr cosas que antes solo estaban en la imaginación. De nuevo, los hábitos moldean tu vida tanto para cosas virtuosas como para otras no tanto.
En esta nueva serie de posts hablaré sobre hábitos y cómo implementarlos de forma efectiva para que los propósitos de año nuevo no se conviertan en frustración.
En el corazón de cada logro significativo, hay un inicio humilde, una semilla de hábito plantada que crece y da forma a nuestro futuro.
Imagina que cada pequeña acción que realizas a diario es una semilla que plantas en el jardín de tu vida. Con el tiempo, cuidado y atención plena, estas semillas crecen y florecen, transformando tu realidad de formas que nunca imaginaste. Esta es la esencia del poder de los hábitos: pequeños comienzos que, repetidos a lo largo del tiempo, conducen a grandes cambios. Los hábitos, esos patrones de comportamiento que realizamos casi sin pensar, son los bloques de construcción de nuestras vidas. Al entender y optimizar nuestros hábitos, podemos moldear nuestras vidas de manera significativa.
La naturaleza de los hábitos
Los hábitos son acciones o conductas que repetimos regularmente, a menudo de manera automática. Desde cepillarnos los dientes hasta revisar el teléfono apenas nos despertamos, los hábitos forman parte de nuestra rutina diaria. Pero ¿alguna vez te has detenido a pensar en cuánto impactan en tu vida? Los hábitos no solo son parte de nuestras vidas, sino que literalmente las construyen.
Nuestro gran problema con los hábitos es que queremos que lleguen de la forma más fácil, sin fricción y sin compromiso. Pero lamentablemente eso no pasará. Para que los hábitos queden hay que estudiar qué son, cómo los entiende el cerebro y comenzar a experimentar con ellos.
Sin un método y sin investigación, los hábitos solo crecen como maraña sin orden y sin propósito.
Los hábitos y el cerebro
Nuestro cerebro está programado para buscar eficiencia. Cuando formamos un hábito, el cerebro encuentra una manera de hacer menos esfuerzo en esa tarea específica. Esto se debe a la dopamina, un neurotransmisor asociado con el placer y la recompensa. Cada vez que seguimos un hábito y obtenemos una recompensa, ya sea una sensación de logro o una gratificación inmediata, nuestro cerebro registra ese patrón. Eventualmente, lo que comenzó como una decisión consciente se convierte en un comportamiento automático.
Los pequeños comienzos son la semilla del cambio
La belleza de los hábitos radica en su simplicidad. Un pequeño hábito, como dedicar cinco minutos al día a la meditación, puede tener un efecto mariposa en tu vida. Por ejemplo, una persona que comienza a caminar diez minutos al día puede sentirse más energizada, lo que podría llevarla a hacer cambios más saludables en su dieta. Estos pequeños hábitos son manejables y no intimidantes, lo que aumenta la probabilidad de adherencia a largo plazo.
Los hábitos como herramientas de transformación
Los hábitos son herramientas poderosas para alcanzar objetivos personales y profesionales. Por ejemplo, un escritor que se propone escribir 200 palabras al día puede acabar escribiendo un libro al cabo de un año. La consistencia y la paciencia son claves en este proceso. Al desarrollar hábitos, nunca hay que perder de vista que los resultados no son inmediatos, pero con el tiempo, la acumulación de pequeñas acciones consistentes puede conducir a logros significativos.
Integrando nuevos hábitos en tu vida
Incorporar nuevos hábitos en tu vida requiere un enfoque estratégico que derive de un método y de un sustancioso proceso de investigación. Si no tienes la información adecuada, la posibilidad de que falles es muy grande.
Primero hay que elegir qué hábito quieres. Luego hay que investigar cómo lograrlo y dividirlo en acciones pequeñas que puedan ser mantenidas por al menos un par de meses. También hay que vincularlo con una acción existente. Por ejemplo, si deseas empezar a leer más, podrías formar el hábito de leer diez páginas cada noche después de cenar.
Para mantener el seguimiento de tus progresos, considera usar un diario de hábitos o aplicaciones específicas. Y si te encuentras con obstáculos, adapta tu enfoque, pero no abandones tu objetivo.
Conclusión
Los hábitos moldean tu vida de formas extraordinarias. Desde mejorar nuestra salud y productividad, decir adiós a conductas adictivas, hasta enriquecer nuestras relaciones personales; los hábitos son la llave para desbloquear nuestro potencial.
El minimalismo para la productividad es algo de lo que te podrías beneficiar en más sentidos de los que imaginas. Yo lo he descubierto a lo largo de los años y la experiencia ha sido maravillosa. De verdad que me gustaría que todos pudieran probar la vida minimalista para tener vidas más amplias y lindas.
Aunque tenemos tecnologías y herramientas maravillosas que prometen vidas más tranquilas, la verdad es que trabajamos más que nunca. Todos hemos experimentado burnout y estamos exhaustos porque la avalancha de cosas que debemos hacer no para. Entonces, la búsqueda de la productividad y el anhelado descanso a menudo parecen ser fuerzas opuestas. Nos encontramos en una constante carrera contra el tiempo, intentando cumplir con las demandas diarias mientras anhelamos un merecido descanso. ¿Y si te dijera que hay una filosofía de vida que puede equilibrar estas fuerzas aparentemente contradictorias?
Cuando comenzamos a crearnos el estilo de vida minimalismo, lo primero que aprendemos es que menos, es más, y que es posible encontrar armonía entre productividad y descanso pleno.
Evita distracciones y encuentra la concentración
Nos hemos creado un universo de distracciones, notificaciones y sistemas que pelean por nuestra atención. De verdad que es muy cansado estar atento a tantas alertas en nuestros días. Por eso es por lo que el minimalismo es una gran solución, porque es una suerte de escudo protector para tu enfoque.
Al reducir el desorden y notificaciones en tu entorno, encuentras la paz necesaria para concentrarte en lo que realmente importa. Elimina aplicaciones innecesarias, organiza tu espacio de trabajo y experimenta cómo la claridad mental se convierte en tu aliada en la búsqueda de objetivos diarios.
Crea espacios agradables y estimula la creatividad
El minimalismo para la productividad no solo se trata de deshacerte de cosas; también se trata de cuidar y valorar lo que eliges conservar. Al crear espacios de trabajo más agradables y libres de desorden, permites que la creatividad fluya. Un entorno ordenado es el lienzo perfecto para ideas innovadoras y soluciones creativas. Descubre cómo la simplicidad puede ser el catalizador de tu creatividad.
Menos estrés, más bienestar
La relación entre minimalismo y reducción del estrés es innegable. Al liberarte de la carga de posesiones innecesarias y compromisos abrumadores, experimentas una sensación de ligereza. El hábito del minimalismo te enseña a priorizar lo esencial y a dejar de lado lo superfluo, lo que naturalmente disminuye la carga emocional y mental. Encuentra la tranquilidad que necesitas para enfrentar cada día con calma y serenidad.
Atención plena para cumplir objetivos
La atención plena es una habilidad crucial para alcanzar tus metas diarias. Al adoptar el minimalismo para la productividad, te vuelves más consciente de tus elecciones y acciones. En lugar de abrumarte con una lista interminable de tareas, aprendes a dedicar plena atención a lo que está frente a ti. La atención plena te permite cumplir tus objetivos con eficacia, sin sacrificar la calidad de tu trabajo ni tu bienestar.
Sobran horas para estudiar, hacer ejercicio o descansar
El día tiene 24 horas, pero parece que dura 2. ¡El tiempo no nos alcanza! Pero lejos de ser un problema externo a ti, es totalmente el resultado de nuestra saturación de cosas por hacer.
Cuando practicas minimalismo y meditación, el tiempo se dobla y te rinde más. De pronto te encuentras con un excedente de tiempo. Aprovecha esas horas adicionales para invertir en el autocuidado. Ya sea dedicando tiempo a estudiar algo que amas, comprometiéndote con una rutina de ejercicio o simplemente disfrutando de un merecido descanso, los minimalistas entienden el valor del tiempo bien empleado.
El descanso, un pilar fundamental
Contrario a la creencia de que la productividad implica sacrificar el descanso y la salud, el minimalismo abraza la importancia de recargar energías. Un minimalista reconoce que la calidad del descanso es vital para un rendimiento óptimo. Al simplificar la vida, se crea un espacio sagrado para el descanso reparador, garantizando que cada día comiences fresco y revitalizado.
Una mente descansada, enfocada en el éxito
La relación entre un sueño reparador y el éxito diario es innegable. Una mente que ha descansado bien es capaz de enfrentar desafíos con claridad y determinación. El minimalismo y la meditación no solo te brindan tiempo para el descanso, sino que también te enseñan a valorarlo como un componente esencial para alcanzar el éxito sostenible.
Comienza a crear el hábito del minimalismo. Vale la pena
La transformación hacia una vida minimalista y productiva no ocurre de la noche a la mañana, pero cada pequeño paso cuenta. Comienza por evaluar tus posesiones, eliminar lo innecesario y simplificar tu rutina diaria. Descubre cómo el minimalismo no solo mejora tu productividad, sino que también te permite disfrutar de un descanso pleno y significativo.
El minimalismo no es una moda. Es un estilo de vida que se revela como la clave para reconciliar la productividad con el descanso. ¿Listo para explorar este viaje transformador? Únete a Mínima, nuestro curso de minimalismo y meditación para iniciar tu camino hacia una vida más simple, centrada y plena. Tu bienestar y éxito están a solo un paso de distancia. ¡Inscríbete hoy!
Siempre que comienza un nuevo año, las redes sociales están llenas de retos de hábitos. Muchos creadores de contenido retan a su público a que hagan algo extraordinario por 20 o 30 días, con la esperanza de que esta acción se quede para siempre. Aunque la iniciativa de cambio es noble, estos retos solo nos llevan a un esfuerzo inútil, porque justo así es como no debemos construir hábitos nuevos.
Iniciar un año de retos como 2023 no solo es cuestión de buenos deseos o tomar retos, sino de saber qué demonios estamos haciendo con nuestros hábitos. Hay que saber cómo funciona la mente y el cuerpo ante las nuevas rutinas, para que a lo largo de muchas semanas o meses, se puedan convertir en hábitos.
Pero el problema es que no estamos educados para entender cómo funcionan los hábitos, los pequeños rituales cotidianos y su importancia. Queremos que los hábitos se queden tan sólo por imaginarlos o recurriendo a la fuerza bruta, sin tener claro la disciplina y constancia que se requiere. Pero aún más importante, no tomamos conciencia del tiempo que requiere crear un hábito nuevo. Por ejemplo, como cuando queremos volvernos corredores en cada enero.
Nos preparamos y conseguimos todo. Estamos listos. Este año será el que marque la diferencia en mi vida.
El 1 de enero es el día perfecto para iniciar. ¡Vamos con todo!
Si entreno duro, en un mes estaré corriendo mi primera carrera. Al fin y al cabo, los blogs de productividad y TED dicen que con 21 o 30 días el hábito queda listo.
Los expertos en productividad al estilo estadounidense nos dicen que debemos vivir con la mentalidad de cambio y realizando afirmaciones que pongan la mente en el camino ideal. Aunado a acciones pequeñas, al final de 30 días el hábito quedará en la mente y será parte de nuestra vida.
Suena fácil y sencillo. Uno piensa que con un esfuerzo de tan sólo unos días podrá comer ensaladas cual vaca o salir a incendiar las calles con el running.
Sin embargo, hay una falla inmensa en este sistema. Esta teoría está pensada con la mentalidad de la recompensa inmediata.
Para la mentalidad occidental, los cambios deben llegar sin esfuerzo y de la manera menos incómoda posible. Si algo produce un poco de sudor en la frente, es descartado. Es más, si pueden pagar por que alguien más se esfuerce, lo hacen.
No en vano Estados Unidos es el país que más productos milagrosos lanza. Basta con echar un vistazo a los informerciales. Harán lo que sea para vendernos desde pelador de patatas mágico, hasta un aparato de tortura medieval para ejercitar el abdomen. Todo es fácil y con el menor esfuerzo posible.
¡Puedo tener six pack mientras miro Netflix!
Los hispanoparlantes no somos diferentes.
La recompensa inmediata es uno de los daños más grandes que la sociedad de consumo ha casado en el crecimiento personal y espiritual.
Todo lo queremos aquí y ahora, y los hábitos no se escapan.
Por eso, al intentar cumplir metas y adquirir mejores disciplinas, fallamos miserablemente. Cuando vemos la cruda realidad de que los hábitos requieren esfuerzo y hasta un poco de sacrificio, los abandonamos.
Hace años, cuando estaba experimentando con los hábitos, decidí retar la idea de los 21 a 30 días porque algo no estaba correcto.
Ya sea curar mi insomnio, volverme corredor, aprender un idioma o a cocinar… todos mis procesos de hábitos nuevos han tomado mucho más de 3 meses. Algunos más complejos han tomado unos buenos 4 años. Todas y cada una de mis mejoras personales han llevado un largo proceso de introspección, investigación, experimentación, muchos errores y caídas, y práctica constante.
Los hábitos que formamos los monjes budistas requieren aún más tiempo para quedar, pues también tienen que ver con la práctica activa de dejar el ego de lado.
Quizá soy muy tonto. Es posible que mi cerebro de mandril no pueda con una meta corta de 21 días. Pero lo que sí puedo decir es que los cambios que se han quedado y que forman parte de mi cotidiano, han sido logrados al 100% y los practico hasta el día de hoy.
Pero todos han tomado mucho tiempo y, sobre todo, disciplina.
No me cansaré de decirlo. El secreto de la vida es la disciplina. La necesitamos para estudiar, trabajar, divertirnos y hasta para dormir.
Creo que es hora de comenzar a entenderlo antes de que 2023 nos lleve en su remolino.
El monstruo más grande que tenemos los humanos es nuestro ego. Y de él se desprenden minions terribles como la apatía y la adoración a la comodidad. Esta es la que nos ata y nos mantiene inmóviles mientras la vida alrededor se desarrolla.
En esta charla, originalmente en vivo, abarcamos algunas de las razones por las que fallamos al intentar hacernos de nuevos hábitos, y respondo preguntas de los participantes.
Hubo una pregunta que me hicieron y no respondí, pero lo hago aquí.
¿Es la meditación el hábito más importante? Un rotundo Súper Sí Turbo Champion Edition Alpha X. Cuando meditas dejas de lado el ego, suspendes las preguntas y aceptas la vida como es. Por unos instantes puedes mirarte sin apegos u opiniones, para apreciar el camino que tienes qué recorrer. Meditar te calma, te da cimientos para seguir adelante y nos hace ver la vida con ojos frescos.
Existen tantos malos hábitos como estrellas en el cielo. Cada uno de nosotros somos definidos por nuestros hábitos. Algunos son virtuosos y nos ayudan a cuidar la salud y nuestro sustento. Otros, por desgracia, minan nuestra calidad de vida y la de los seres que nos rodean.
Ya sea que nos mordamos las uñas, comamos cosas a escondidas o estemos en una relación codependiente, los hábitos poco virtuosos todos los tenemos. A veces son graciosos, pero en muchas ocasiones son vergonzosos porque sabemos que necesitamos cambiarlos o dejarlos del todo, pero no sabemos cómo.
Cuando un hábito negativo se instala en nuestra mente, los resultados negativos solo se acumulan y transforman nuestra percepción de la vida. De pronto ya no imaginamos nuestra experiencia sin X tipo de comida, X tipo de estímulo o X tipo de conducta.
¿Cómo cambiar o dejar un mal hábito? Por desgracia, solo la voluntad de cambiar no es suficiente. Todos los hábitos que tenemos han modificado nuestro cerebro de manera física, al establecer conexiones neuronales que se quedan para siempre. Piensa en montar una bicicleta. Cuando aprendiste fue difícil, pero ahora es intuitivo.
Pero fumar, la adicción al porno o el uso de drogas, han modificado nuestro cerebro y, en parte, por eso es casi imposible abandonarlos.
Entonces necesitamos saber que no es posible abandonar los hábitos así de fácil. Lo que resulta más eficaz es entender primero nuestro cerebro y utilizar esas conexiones neuronales para modificar la conducta.
Digamos que queremos dejar de fumar. Lo primero que tenemos que identificar es lo que dispara la urgencia por un cigarrillo. Quizá es el estrés del trabajo. Quizá es aburrimiento. O quizá solo queremos pertenecer y hacer lo que la manada hace.
Una vez que sabemos lo que lo dispara, entonces hay que ver la recompensa que se obtiene cuando se ejecuta el hábito negativo. Quizá es calmar los nervios. Podría ser que necesitamos el golpe de nicotina para despertar del sopor luego de la comida (en México se llama Mal del Puerco).
Entonces, al saber qué dispara el hábito y cual es la recompensa final, lo que queda en medio es la conducta por cambiar con un pensamiento como este:
Cuando hay estrés, en lugar de encender un cigarrillo, salgo a caminar a paso veloz por 10 minutos. Eso me va a calmar y a despertar.
Y por supuesto, como todos los hábitos, es necesario poner empeño en ejecutarlo sin negociar con el ego.
La teoría de la Ventana Rota
En la década de los 80’s el crimen en la ciudad de Nueva York estaba fuera de control. De hecho, era uno de los lugares más peligrosos del planeta. Alcalde tras alcalde intentaron sin éxito alguno, tratar de erradicar la violencia.
El criminólogo George Kering tenía una teoría sobre criminología ambiental: los crímenes violentos disminuyen si los delitos menores son erradicados. Se llama teoría de la ventana rota porque si la calle está libre de piedras u objetos que puedan ser arrojados, no habrá ventanas rotas.
Con esto de base, en 1994 el nuevo gobierno de la ciudad implementó la política de cero tolerancia al crimen. Y penalizó enérgicamente delitos menores como tirar basura en la calle, no obedecer el semáforo, hacer pintas en las paredes o perturbar la paz pública con música estridente.
Fue una medida radical y difícil de aceptar para la población, pero luego de unos meses, los crímenes violentos y los de las mafias alcanzaron mínimos históricos. No desaparecieron por completo, pero sí que hubo mejoría en la calidad de vida de los ciudadanos.
¿Qué tiene qué ver con los hábitos?
Los hábitos con los que nos causamos daño nublan nuestra vista porque los resultados son enormes y son una sombra poderosa sobre nosotros. Sabemos que comemos de más o que usamos drogas, pero eso solo es el resultado final de una cadena de conductas.
Al ser meticulosos, disciplinados y seguir reglas estrictas en nuestra conducta, es más fácil comenzar a cambiar los hábitos negativos.
Por ejemplo, si abusas de comida chatarra, podríamos tomar varias medidas como comenzar por no comprarla y no almacenarla a escondidas; comer en casa antes de una reunión social; o no frecuentar a los amigos que no respetan nuestra alimentación.
Suena radical, claro. Pero funciona mejor de lo que nos imaginamos.
¿Con qué hábito te aces daño? ¿Te gustaría cambiarlo?
Si lo que escribo te es útil y te gusta, ¿por qué no invitarme un café? Gracias.
Sobre mi
¡Hola! Soy Kyonin, monje y maestro budista de la tradición Soto Zen. Formo parte de Grupo Zen Ryokan. Comparto la sabiduría eterna del Buda para ayudar a encontrar la paz interior y la liberación del sufrimiento. Juntos vamos en camino hacia la compasión.
En días de lluvia
la melancolía invade
al monje Ryokan
-Haiku de Ryokan Taigu Roshi