El martes 24 de noviembre transmití una charla por Periscope para resolver algunas preguntas frecuentes sobre budismo zen, además de preguntas que surgieron de las participantes.
No soy experto, pero respondí lo mejor que pude. Tuve un error cuando hablé sobre la historia del budismo zen. Me confundí y dije que uno de los precursores del zen en Japón había sido Rinzai. ¡Falso! Rinzai es una escuela de budismo zen, no una persona.
El zen fue introducido a Japón por tres maestros: Myoan Eisai, creador del Rinzai; Dogen Zenji, creador del Soto Zen; y Nanpo Shomyo, creador del Otokan.
Muchísimas gracias a todos los participantes y a los trolls.
Si no pudiste ver el stream, aquí dejo el Periscope grabado con los comentarios y preguntas.
También está en YouTube, pero solo el video sin comentarios.
El cerebro humano es una computadora (ordenador) orgánica que tiene muchos paralelos con su contraparte digital que usamos todo el tiempo para trabajar y comunicarnos.
Consta de hardware compuesto de procesadores, memoria y millones de conectores; tiene firmware que contiene la programación básica de nuestras funciones vitales, evolutivas y de especie; pero requiere de software para funcionar.
Estos programas son aprendidos de manera social y por repetición. Desde muy pequeños descargamos programas de servidores que nos rodean, pero que están conectados a la red social que nos rodea. El primero de ellos es nuestra madre, quien con amor y paciencia nos instala las primeras rutinas necesarias para la vida. Luego está el padre, familia, amigos, medios de comunicación… todo el tiempo estamos descargando programas nuevos que van formando nuestra personalidad y forma de relacionarnos con el universo.
El problema con los programas que nuestro cerebro corre es que una vez que están funcionando, es virtualmente imposible cerrarlos. Estará corriendo por muchos años o hasta el final de nuestros días, lo cual hace que estén generando pensamientos y abstracciones de tiempo completo. Es decir, producen pensamientos.
Pensar no tiene nada de malo. Es lo que hacemos los humanos para que el universo tenga sentido. Pero nunca entendimos que los pensamientos solo ocurren dentro de nosotros y de ninguna manera reflejan la realidad. Los pensamientos y nuestro ego interpretan la realidad.
Vivimos como en una especie de sueño, lo que nos lleva al sufrimiento.
Cuentan los historiadores que cuando el Buda se iluminó, lo primero que dijo fue algo como: «¡Qué maravilloso! ¡Todo Lo Que Es ya lo tiene! Todo tiene naturaleza búdica. Pero los seres humanos no lo entendemos. Por eso sufrimos.»
Cuando nos dejamos llevar por el resultado de nuestro software, asumimos que esa es la realidad. Si algo no nos gusta o si la vida se sale de control, sufrimos. Si la Señora Impermanencia nos muestra su poder, sufrimos.
Como nunca nadie nos enseñó que el software no somos nosotros, no podemos ver que dentro de nuestra circuitería interna existe la naturaleza búdica. Vivimos en un sueño del que pocos despiertan.
Una propuesta básica del budismo Zen es que la práctica de zazen nos ayuda a apagar estos programas, aunque sea por unos minutos. Así la memoria se vacía y se reinician los procesadores.
Zen es soltar todo lo que nos hace sufrir, pues ha sido creado por nuestra mente usando los programas llamados Deseo, Aversión, Avaricia, Ira, Ignorancia.
Zen es terminar voluntariamente el sueño para despertar a la realidad.
El Maestro Zen Daju Huihai (pron. Dashu Hueiha) vivió en el sureste de China entre los siglos VIII y IX. Cuenta la leyenda que su frente era grande y redonda, por ello su nombre dharma significa «Gran Perla, Mar de Sabiduría».
En su biografía, Gran Perla relata esta conversación con su maestro Mazu Daoyi (pron. Matzu Daoyii).
Mazu: ¿De dónde vienes?
Gran Perla: De la provincia Yue.
M: ¿Porqué planeaste venir aquí?
GP: He venido en busca del Buddhadharma.
M: No tengo nada para ti aquí. ¿Qué Buddhadharma crees que vas a encontrar aquí? No has visto el tesoro que está en tu propia casa. ¿Para qué ir a cualquier otro lado?
GP: ¿Cuál es el tesoro de la sabiduría del mar?
M: Es justo quien está preguntándome esa pregunta. Ese es tu tesoro. Es abundante, no le falta ni lo más mínimo. Si entiendes lo que significa, ¿entonces para qué buscarlo en otro lugar?
Al escuchar estas palabras, Daju percibió que su mente se liberaba de pensamientos estorbosos. Agradeció y honró a Mazu por la enseñanza.
—
Este pequeño relato me gusta mucho porque nos recuerda lo mucho que valemos, lo mucho que tenemos… y lo tontos que somos al querer buscar por fuera lo que hemos llevado dentro desde que nacimos.
Con un poco de silencio y de gratitud podremos entender que la búsqueda es inútil. Estamos donde necesitamos estar y eso es suficiente para ser felices. Pero al mismo tiempo, esta realización no significa que dejemos de caminar hacia adelante. Se camina un día a la vez, aceptándonos y aceptando Todo Lo Que Es.
Como habrán leído en el post anterior, ayer tuvimos una tarde de charla en Periscope. Hablamos sobre autoestima y la contrastamos con auto compasión y hablamos de acciones que reparan nuestra relación con nosotros mismos.
Hubieron preguntas muy interesantes y comentarios muy agradables.
Durante la llamada prometí algunas ligas sobre lo hablado. Aquí están:
Si lo que escribo te es útil y te gusta, ¿por qué no invitarme un café? Gracias.
Sobre mi
¡Hola! Soy Kyonin, monje y maestro budista de la tradición Soto Zen. Formo parte de Grupo Zen Ryokan. Comparto la sabiduría eterna del Buda para ayudar a encontrar la paz interior y la liberación del sufrimiento. Juntos vamos en camino hacia la compasión.
En días de lluvia
la melancolía invade
al monje Ryokan
-Haiku de Ryokan Taigu Roshi