Hablamos de hábitos en La Visión Radio

Hablamos de hábitos en La Visión Radio

El viernes 2 de diciembre de 2022 me invitaron a hablar sobre hábitos en La Visión Radio. Resultó una charla entre amigos para conocer lo esencial para construir hábitos o cambiar aquellos que no te funcionan.

Para ver o escuchar la entrevista, dar clic en https://fb.watch/hfaUQMULeU/?mibextid=RUbZ1f

La charla de hábitos comienza en el minuto 59:40.

Si quieres saber cómo sí que es posible crear hábitos duraderos, te invito al taller que comienza en enero de 2023. Clic aquí para toda la información.

Muchas gracias a La V Radio por la oportunidad.

Crea tu vida ideal entendiendo los hábitos, parte 1

Crea tu vida ideal entendiendo los hábitos, parte 1

A todos nos ha pasado que descubrimos una charla TED o un tutorial interesante que promete cambiar nuestra vida. En unos minutos nos dan la receta para crear hábitos o cambiarlos, pero al terminar el video regresamos a ser nosotros mismos. Toda esa intención e ilusión de cambiar algo, se diluye en las mil ocupaciones que tenemos.

Es posible que el material que vemos sea de buena calidad y esté bien presentado, pero lo expuesto jamás quedará en nosotros a menos que vayamos profundo dentro de nosotros para entender cómo funcionamos ante los hábitos.

Entre muchas variables, hay que destacar que los hábitos nos cuestan mucho trabajo porque la mente humana está hecha para optimizar recursos y aprovechar la comodidad. Una vez que encontramos la ruta de menos esfuerzo, nos quedamos atascados y no queremos movernos.

Es en ese punto donde dejamos de progresar y de intentar cosas nuevas, a pesar de que somos el resultado de nuestros hábitos. Aunque tengamos la fantasía de ser libres y únicos, todo lo que hacemos, la manera en la que aprendemos y cómo navegamos las aguas del samsara, está apoyado en los hábitos que nos forman.

Para los practicantes de budismo, los hábitos son esenciales. Las enseñanzas de Shakyamuni son, en esencia, una colección de hábitos para entrenar la mente y soltar todo aquello con lo que nos causamos daño. En el Dhammapada, el Buda nos dice:

Se destruyen todas las contaminaciones de aquellos que siempre están vigilantes, que se autodisciplinan día y noche y que se esfuerzan totalmente en alcanzar el Nibbana.

Para el Buda, el poder de la disciplina y el cultivo de hábitos eran vitales para una vida sin sufrimiento. Hay mucho que aprender de ello.

Te sugiero un pequeño ejercicio. Haz memoria de cómo fue esta mañana. ¿Qué hiciste después de despertar? ¿En qué orden?
Y ahora piensa en ayer. Luego el día anterior. Es muy posible que hayas lo mismo y en el mismo orden. Quizá hubo una variación aquí y allá, pero los hábitos y la rutina que sigues es la misma todos los días.

Los hábitos nos ayudan a crear patrones de conducta que hacen la vida más ligera porque ya no inviertes tiempo ideando cómo cepillarte los dientes. Una vez que los aprendemos, ejecutamos rutinas de manera intuitiva. Así liberamos tiempo de procesamiento a la mente y podemos enfocarnos en otras cosas.

Todo esto suena bien y hasta lógico. Pero ¿por qué no podemos crear hábitos nuevos tan fácil?

Las razones varían, pero las más importantes son:

  • Falta de un método
  • Falta de información
  • Consultamos a personas igual de desinformadas que nosotros
  • Metas demasiado grandes y a corto plazo

El ejemplo clásico es bajar de peso. Queremos adelgazar a como de lugar, sin haber leído un solo libro de nutrición, sin consultar a un experto, y con la poca información de un video de Tik Tok. Por supuesto que fallamos con todo éxito.

Comenzar con un solo hábito y por la vía lenta

Justo porque no tenemos información ni un método, los hábitos son muy difíciles y no los cumplimos.

La manera ideal para lograrlos es comenzar con una etapa de investigación. Luego, descomponer el hábito en mini-hábitos para que sea más fácil de lograr.

Por ejemplo. Si queremos comenzar a practicar un deporte y ganar un torneo, hay que comenzar con lo mínimo indispensable para lograrlo. Por ello, no compramos ropa deportiva, ni zapatos, ni equipo costoso. Solo comenzamos a despertar 10 minutos antes por la mañana. Eso es todo.

Una vez que eso se logra, luego de un par de meses, saltamos al siguiente hábito. Podría ser salir a caminar 20 minutos por la mañana.

Parece mentira, pero descomponer una meta grande en pequeños hábitos, funciona muy bien.

En la próxima entrega de esta serie veremos cómo la economía y otras ramas del conocimiento nos pueden ayudar.

¿Qué hábito te gustaría crear? ¿Qué hábito te gustaría cambiar?

Si quieres saber cómo crear hábitos virtuosos o cambiar alguno que no te guste, te invito a nuestro taller Shojiki.

Todo lo que vives es Buda

Todo lo que vives es Buda

Con más frecuencia de lo que quisiéramos, la vida nos obsequia retos que ponen a prueba todo lo que somos. Estas situaciones van desde personas difíciles, problemas socioeconómicos, corazones rotos, clima que no nos obedece y hasta comida que no nos gusta.

Ir en contra de la vida y que no se cumplan nuestras expectativas, nos causa dolor de todo tipo. Dukkha es el término en sánscrito para estas situaciones que rechazamos todo el tiempo y que nos causan insatisfactoriedad.

¿Te has percatado como son las conversaciones en las que participas? A veces da la impresión de que es un concurso de quién ha sufrido más o quien tiene la peor noticia de todas. Y entonces, lejos de que nuestro sufrimiento disminuya, contribuimos al Dukkha colectivo.

El budismo en general nos ofrece una puerta de salida del sufrimiento. Pero la práctica Zen abre las puertas a los retos de la vida. No los rechazamos, no luchamos contra ellos, sino que los dejamos entrar a nuestra vida.

Es como si el practicante de Zen fuéramos surfistas profesionales. Flotamos pacientes en el agua, disfrutando del mar. Cuando viene una ola, la esperamos, subimos a nuestra tabla de surf llamada Aceptación, y montamos la ola para que nos lleve a donde ella quiera. Camos de regreso al agua, salimos a flote y repetimos el ciclo.

La aceptación no es otra cosa más que estar 100% presentes en lo que la vida nos da. No deseamos que las cosas fueran diferentes ni anhelamos nada. Solo vivimos este momento con todo lo que tiene. Trascendemos las etiquetas de «bueno» y «malo». Las cosas son solo lo que son y no buscamos nada más.

De esta manera, Dukkha se aleja y nos mantenemos atentos para aprender, ser creativos y encontrar maneras de salir adelante.

Esto lo digo desde la experiencia personal. Estos días para mí son de mucho reto, pues estoy pasando por una situación que me requiere estar presente y con el corazón abierto a la compasión.

Mi padre sufrió un accidente y tuvo una cirugía que nos mantuvo a la familia viviendo en el hospital por casi 2 semanas. Ahora han pasado varios días y estamos en su casa. Aquí es donde el reto más grande comienza porque se trata de un adulto mayor que requiere asistencia en todo.

Gracias a la práctica Zen que he llevado meticulosamente por tantos años, esta experiencia está siendo menos fuerte. Puedo notar cuando el ego quiere dominarme y los pensamientos de YO se arremolinan.

Pero aún en el ojo de la tormenta, Shikantaza está ahí para ver todo eso flotar y desvanecerse.

En la profundidad y silencio de Zazen puedo sentir cómo la aceptación florece en mí. Veo cómo todo está interconectado.

Todo tiene una razón de ser. Todo sirve y no hay tal cosa como «tiempo desperdiciado». La vida necesita de todo lo que vivimos y de lo que aprendemos.

El Buda está en cada detalle de nuestra vida. Y estando en temporada de Ango, las oportunidades para ver cómo el Dharma fluye, son inmensas. Celebramos a Shakyamuni con cada acto de compasión, con cada minuto en silencio y cada vez que podemos dejar de lado el ego.

Este instante que estás viviendo, te guste o no, es perfecto. Ango nos da la oportunidad de abrir la mente y el corazón para que la Perla Brillante emita aún más belleza.

Sigamos adelante, amigos.

Ango está aún comenzando y me siento agradecido por todas las oportunidad es de aprendizaje y para vivir por lo que enseño.

Nunca sabes lo mucho que extrañarás tu salud

Nunca sabes lo mucho que extrañarás tu salud

El sonido de los respiradores artificiales y los aparatos que mantienen con vida a los pacientes provocan un estado de hipnosis muy extraño.

Se siente como si estuviera en un sueño de alguien más. Pero los pacientes y los familiares que los acompañan, todos tienen historias únicas que contar. Mientras me siento en silencio junto con mi propio paciente, observo en silencio.

Estos días he estado viviendo muy de cerca como la salud de alguien importante para mí, se desvanece.

Es una persona que nunca tomó en serio su salud y hacía las cosas por ego. Comía solo alimentos procesados diseñados para ser ultra palatables, no hacia ejercicio y en más de 40 años nunca dejó de fumar.

Hace unos días, entonces, mi padre de casi 80 se cayó y se fracturó el fémur derecho. Bajo los ojos de los que saben, reparar este hueso no debería ser difícil. Excepto cuando el cuerpo comienza a pasar las facturas atrasadas.

Aunque es necesaria una cirugía de rutina para reparar la fractura, a mi padre no lo pueden intervenir porque su cuerpo y mente están en muy malas condiciones. Su presión arterial sube y sube, y justo hace unas horas lo acaban de diagnosticar con EPOC, por fumador. Su oxigenación es inferior a la de un paciente con covid.

Todo esto es muy familiar. Mi madre se murió también víctima de sus adicciones y de EPOC.

Hoy más que nunca valoro mucho la salud y pienso cómo la desperdiciamos. Abusamos de nosotros mismos y a la hora de la verdad, queremos pastillas mágicas para reparar lo que nos provocamos nosotros mismos en primer lugar.

El Buddhadharma está por todos lados en esta situación.

La Ilusión de Continuidad que estudiamos en el Soto Zen se manifiesta cuando pensamos que nunca vamos a enfermar o a envejecer.

Estos retos de la vida son Buda y aprendemos de ello. La enfermedad es una gran maestra. También la compasión y cariño de cientos de budas que trabajan por nuestra salud se manifiesta frente a nuestros ojos.

Es cierto que la impermanencia es Buda y que la enfermedad también, pero nuestra responsabilidad para conservar la salud es nuestra obligación en la práctica Zen. Si no tenemos un cuerpo-mente aptos para practicar el Dharma, estamos fallando a nuestros preceptos. Le fallamos a la vida, a nuestros ancestros y Shakyamuni. Hacemos lo posible para estar bien y si la enfermedad ya está, tomamos acciones para que las cosas sean lo menos difíciles.

Siempre he animado a la sangha y a todos mis lectores a cuidar la salud.

Hoy vengo a reiterar mi cansado y frecuentemente ignorado mensaje: debemos cuidar la salud y protegerla como la joya preciosa qué es.

Es, en verdad, lo único que poseemos. Si la descuidas, ni todo el dinero del mundo te ayudará.

Es hora de revisar tu alimentación. Sin importar tu filosofía alimenticia, dejar la comida procesada y azúcares es la mejor inversión qué puedes hacer. Si no puedes y te es difícil, busca ayuda.

Si tienes alguna adicción, es tiempo de pedir ayuda para dejarlo,

Si tus amigos te impulsan a malos hábitos, es hora de cambiar de amigos.

Si no haces ejercicio, comienza.

Si amas a tu familia y amigos, harás lo posible por no hacerlos pasar por el infierno que podrías crear.

Si practicas Soto Zen con nosotros, ya sabes que el cuidado de la salud es esencial.

Y por supuesto, Zazen es el pilar de todo lo que hacemos.

La práctica Zen nos regresa a la naturaleza

La práctica Zen nos regresa a la naturaleza

Durante su viaje a China, Dogen Zenji llegó a la Iluminación cuando dejó el ego de lado y permitió que la vida fuera. Fue un proceso gradual que lo llevó a contemplar el mundo humano y cómo el sufrimiento llega cuando nos sentimos dueños de la Tierra.

El Maestro describía su Despertar con estas palabras:

«Llegué a la clara realización que la mente no es otra cosa que ríos y montañas. Es la Gran Tierra, el sol, la luna y las estrellas».

La práctica Zen tiene muchas características útiles para la vida cotidiana, pero la manera en la que destrona la soberbia humana es remarcable. Con la mente clara que resulta de nuestras sesiones de Zazen, podemos ver lo lejos que nos hemos puesto de la naturaleza.

Vivimos creyendo que somos dueños de la Tierra. Matamos para adueñarnos de los recursos y estamos dispuestos a destrozar el medio ambiente para que la comodidad gane. Pensamos solo en el YO y en la acumulación, pero no vemos el daño que le causamos a la vida.

Entonces el Zen es relevante porque es una vía de autocontrol, moderación y de buscar el equilibrio. Comienza entendiendo que este cuerpo-mente es nuestro único vehículo para experimentar las enseñanzas de Shakyamuni, lo cual se traduce en compasión hacia uno mismo.

Esto abre la conciencia para entender que los demás también tienen el derecho de un cuerpo-mente saludable. ¿Quién soy yo para negarlo? ¡Al contrario! La compasión se expande hacia los demás. El practicante de Budismo Zen siempre está en disposición de ayudar a los demás a que sean felices y gocen de buena salud.

Luego, la conciencia se expande aún más para entender unos de los mensajes principales de Dogen: no solo los seres sintientes tienen naturaleza búdica. Todo en el universo tiene naturaleza búdica.

Esta postura religiosa es importante porque ahí comenzamos a unirnos con el universo. Apreciamos con el mismo amor cada átomo y cada galaxia en el cosmos. Tenemos el mismo respeto por una lechuga que por un presidente. Todo es Buda.

Si todo es Buda, entonces todo merece reverencia, respeto y compasión.

Entendemos que necesitamos tomar cosas de la naturaleza para tener una vida linda y cómoda, pero justo porque entendemos la vida con todo respeto, no tomamos más de lo absolutamente indispensable.

Por supuesto que este equilibrio con la naturaleza no viene fácil ni rápido. La vía del Zen es una de honestidad y de constante revisión de nuestros pensamientos. Nos mantenemos alertas para que los Tres Venenos de la Mente no gobiernen nuestras decisiones y siempre tratamos de ver las repercusiones de nuestros pensamientos, palabras y acciones.

Amamos cada milímetro de esta Gran Tierra porque es nuestro cuerpo-mente. Los ríos de nuestras venas son los ríos que van hacia el mar. La mente con sus millones de pensamientos es el cielo estrellado que nos presenta la Vía Láctea.

Los seres vivos desde plantas hasta planetas enteros, todos son Buda. Nos postramos ante ellos.