Antes de comenzar el post de hoy, quiero quitar algo de en medio. Aunque sea un chiste que regresa como zombi y se niega a morir; no, Confucio no fue el chino japonés que inventó la confusión. Es uno de los personajes insignia de la filosofía humana y, para el estudiante de Budismo Zen, la sabiduría del Confucio es el punto de origen para comprender la razón por la que insistimos tanto en la disciplina y la cultivación personal.
En este mundo que hemos creado, en donde lo vulgar, lo inmediato y lo fácil de digerir han ensuciado la cultura, es más importante que nunca poner freno de mano y recuperar terreno a la estupidez.
La sabiduría milenaria de Confucio, entonces, es un faro de luz que ofrece soluciones profundas y atemporales para muchas enfermedades sociales, psicológicas que nos aquejan. Aunque Confucio vivió en el siglo V a.C., su pensamiento sigue siendo relevante para nosotros hoy, proponiendo un camino hacia una vida plena y armoniosa; así como para crear mejores sociedades.
¿Quién fue Confucio?
Confucio, cuyo nombre real era Kong Qiu y a veces es llamado Kongzi, fue un pensador y educador chino que vivió entre el 551 y el 479 a.C. Aunque fue contemporáneo del Buda y de Aristóteles, nunca se encontró con ellos. Pero la sabiduría de Confucio se enfoca en la moralidad tanto personal como gubernamental, la justicia, y la sinceridad en las relaciones personales, especialmente dentro de la familia y entre amigos. Muy similar al Buddhadharma.
El Confucianismo, que es el sistema de ideas basado en sus enseñanzas, ha sido una de las influencias filosóficas más duraderas en la cultura china y en muchas otras partes de Asia. Sus ideas se centran en la importancia de la educación y el aprendizaje, el respeto por la jerarquía y la estructura social, y la creencia en un comportamiento ético que promueve la armonía social.
Relevancia en la vida moderna
Hoy en día, en nuestra búsqueda de significado y dirección, los principios de Confucio sobre la moralidad y la conducta ética pueden ofrecernos un camino claro. Vivimos en una época de cambio rápido y de desafíos sociales complejos, donde las enseñanzas de Confucio sobre la compasión, el respeto y la justicia se vuelven esenciales para fomentar comunidades sostenibles y cohesivas.
Sus cuatro enseñanzas más grandes son:
Ren: La benevolencia o humanidad es el corazón del confucianismo. Confucio enseñó que actuar con compasión hacia los demás es la base de la paz interna y espiritual, para así crear una sociedad armoniosa.
Li: Estas son las normas de cortesía y etiqueta que rigen las interacciones sociales. Confucio sostuvo que mantener las formas apropiadas de conducta ayuda a preservar el respeto y la dignidad entre las personas.
Xiao: La piedad filial, que implica respeto y cuidado por los padres y ancestros, es fundamental para cultivar el carácter y fortalecer la familia, piedra angular de la sociedad.
Yi: La justicia y la rectitud. Confucio nos insta a actuar con integridad y a tomar decisiones justas que no solo nos beneficien a nosotros mismos, sino también a los demás.
La intersección con el budismo Zen
Aunque la sabiduría de Confucio y el budismo Zen surgieron de tradiciones diferentes, ambos comparten el énfasis en la disciplina y la autorregulación como medios para alcanzar una vida plena en ecuanimidad.
En el Zen, esto se manifiesta en la meditación, la atención consciente y el estudio del Dharma. En el confucianismo, a través de la práctica rigurosa de las virtudes, la cultura y educación y la contemplación del mundo que nos rodea.
Ambos caminos sugieren que el alivio del sufrimiento se encuentra en la transformación interna y la autenticidad en nuestras acciones.
El valor de la educación, la autorregulación y la disciplina
Confucio fue un gran defensor de la educación y la cultura elevada como medio para el mejoramiento personal y social. Creía que solo a través del aprendizaje continuo y la reflexión podíamos llegar a conocernos verdaderamente y mejorar nuestra conducta. Esta idea resuena hoy más que nunca, en una era donde la autorregulación y la disciplina pueden parecer cualidades en desuso, pero son esenciales para navegar las complejidades de la vida moderna.
La sabiduría de Confucio queda en tus manos
Así como el Maestro Kongzi nos invitó a mirar dentro de nosotros y a buscar el bien mayor, te invito a reflexionar sobre cómo estas enseñanzas pueden aplicarse en tu vida diaria. ¿En qué áreas podrías practicar más compasión? ¿Estás manteniendo un equilibrio justo entre tus necesidades y las de los demás?
Dejar Tiktok e Instagram de lado y leer Analectas, puede ser de gran ayuda para crear la vida que te gustaría tener.
Y si practicas Zen, estudiar la sabiduría de Confucio te dará más elementos para entender, esforzarte en ser mejor y guiarte hacia un puerto seguro de paz y satisfacción. ¡El universo gana!
Las rupturas amorosas son una fuente inagotable de dolor emocional y confusión para muchos de nosotros. Cada historia es un mundo inexplorado, por lo que es imposible dar una guía máxima. El malestar de la separación tiene demasiadas capas y todas se activan al mismo tiempo.
El problema es que casi siempre acudimos por consejo con personas igual de desinformadas y confundidas que nosotros, lo que resulta aún en más sufrimiento.
No es que el Budismo Zen sea una medicina rápida contra el dolor de la separación, pero sí que nos puede ayudar a entender un poco mejor las cosas, para sanar de mejor manera.
Sé que el mundo se pone oscuro y claustrofóbico, pero las rupturas amorosas son nacimientos, en realidad. Y nacer siempre duele.
Desde la perspectiva del Budismo Zen, cada experiencia, incluso una ruptura, es una oportunidad para profundizar en nuestra comprensión de la vida y crecer espiritualmente.
Hay varios aspectos que no siempre se toman en cuenta.
1. La impermanencia de las relaciones
Una de las enseñanzas fundamentales del Budismo es la impermanencia. Todo en el universo está en constante cambio, y las relaciones no son una excepción. Sufrimos las despedidas porque olvidamos que nada es permanente. Aceptar la impermanencia ayuda a aliviar el sufrimiento de las rupturas amorosas porque ajusta nuestras expectativas y nos prepara para el cambio.
Y hablando de expectativas, son también fuente de dolor. Son estas fantasías que creamos de cómo deberían ser las cosas y las personas, pero cuando la realidad llega, llega la desilusión. Mantener la mente en el presente, es una inversión que reditúan en menos dolor.
2. La dificultad de soltar
Soltar es uno de los retos más difíciles, especialmente cuando se trata de relaciones significativas. Duele perder a una persona especial, pero lo que nos duele más es perder esa versión enamorada de uno mismo. Cuando estamos con alguien, nuestra personalidad se moldea alrededor de un ideal. Si este cambia, hay crisis de identidad porque estamos ante una nueva versión de uno mismo. Eso produce mucho miedo.
Por supuesto, nos cuesta trabajo soltar los recuerdos y todo lo que parecía seguro, ante la ruptura amorosa. Sin embargo, el Zen nos enseña que aferrarse a lo que sea es una fuente de Dukkha. Aprender a soltar no sólo cosas físicas sino también relaciones y emociones es fundamental para encontrar la paz interior.
Pero soltar va más allá. Soltamos la personalidad que hemos creado para liberarnos de las cadenas autoimpuestas.
3. El miedo al cambio
El miedo al cambio es una reacción natural, pero también es una barrera para el crecimiento personal. Cada vez que estamos ante un cambio significativo, como una ruptura, tendemos a paralizarnos. El Zen propone enfrentar el cambio con la mente abierta y aceptar que cada cambio trae consigo la semilla de un nuevo comienzo.
4. El orgullo herido
Nuestro orgullo humano queda mal herido tras una ruptura, especialmente si no la vimos venir o si nos resistimos a aceptarla.
¿Por qué el orgullo duele? Porque hay un ego que te domina. El Buda nos enseñó que el ego no es más que una ilusión, y la práctica Zen nos lo pone el claro con todas las prácticas que realizamos. Al bajarle algunos niveles al ego, ya no hay más ego que resulte dañado.
5. Fluir con la vida
La vida es un flujo constante, y a veces, nos lleva por caminos inesperados. Aunque resistirse a los cambios es una reacción humana, fluir con la vida y aceptar los giros que toma es esencial para mantener nuestro bienestar emocional y espiritual. La vida está en constante movimiento, y nosotros debemos movernos con ella.
6. El lodo y el loto
El Budismo Zen usa la metáfora del loto, que crece en el lodo y florece en belleza sobre la superficie del agua, para ilustrar cómo los momentos más difíciles pueden llevar a un crecimiento significativo. «Sin lodo no hay loto», es decir, sin dificultades y sufrimiento, no hay crecimiento ni belleza.
7. El Buda en el cambio
En estos momentos de dolor y transformación, es útil recordar que el Buda vio la luz gracias a su comprensión profunda del sufrimiento humano. Una ruptura puede ser un punto de inflexión que te pide crecer, aprender y eventualmente, encontrar la paz y el progreso personal a través de nuevas experiencias.
Aunque duela admitirlo, somos la sabiduría y experiencias ganadas ante la dificultad.
8. Soltar con gratitud y compasión
Aunque tu madre y tu tía gorda te hayan dicho que eres la persona más bonita e inteligente del universo, no lo eres. No eres superior ni mejor que nadie. Eres una persona normal, con luz y sombra, como cualquiera.
El hecho de que alguien haya decidido regalarte un poco de su vida, a pesar del asno que eres, es un milagro. No, no conquistaste a la persona. La persona DECIDIÓ estar contigo.
Cuando una relación termina, a pesar del dolor y las dificultades, hay que decir y sentir la palabra GRACIAS, con todo el corazón. También desear que la persona sea feliz, sin juicios ni opiniones.
Manejar la separación con estos sentimientos puede aliviar el dolor y facilitar el proceso de curación.
9. Mantener la práctica de meditación
Sin meditación no hay Buda. Sin Zazen no hay Zen y no hay calma.
Finalmente, no sueltes tu práctica de meditación; es un recurso invaluable en tiempos de crisis. La meditación puede proporcionar la estabilidad emocional necesaria para navegar por la tormenta de una ruptura, ayudándote a encontrar claridad y paz interior.
10. Deja entrar al Buda a tu corazón
La gran mayoría de occidentales nos sentimos incómodos al mencionar siquiera la palabra “religión”. Pero seguir una vía espiritual es una necesidad que todos tenemos porque nos da un propósito para seguir adelante.
El budismo no solo son mensajes bonitos. Es una guía que te ayuda a salir del pantano de las rupturas amorosas y una luz para seguir.
Existen muchas versiones del Buda, pero una a la que podrías recurrir ante la ruptura amorosa, es Yakushi Nyorai, el Buda Azul de la Medicina. Él es el Gran Médico que nos sana física, mental y espiritualmente. Siempre lleva consigo un tarro con bálsamo curativo, que es el Dharma y la práctica budista. Tenerlo cerca puede inspirarte a buscar refugio en él y en su sabiduría.
Su mantra es:
TAYATA, OM BEKADZE BEKADZE MAHA BEKADZE BEKADZE, RADZA SAMUNGATE SOHA
Dejar entrar al Buda a tu corazón podría ayudarte más de lo que imaginas. Pero no me creas a mí. Inténtalo y luego me dices.
Conclusión
Las rupturas son siempre muy difíciles, pero también son una parte inevitable de la experiencia humana que, vista a través del lente del Budismo Zen, ofrece valiosas lecciones para el crecimiento personal y espiritual. Al final, recordamos que cada fin es simplemente el comienzo de algo nuevo. Nos mantenemos firmes en nuestra práctica, sabiendo que en el fluir constante de la vida, siempre hay una oportunidad para renacer.
¿Sabes por qué no entiendes el Zen y todo parece confuso? ¿Imaginas la razón por la qué el Zen no te ha transformado como esperabas? ¿Sabes por qué aun hay depresión y angustia? Porque tomas descansos y haces pausa en la práctica, a veces por meses o años. Es como si arrancaras una manzana verde, esperando que sea dulce y deliciosa, pero sin esperar a que esté madura. El Zen es práctica cotidiana que no debe ser interrumpida, de lo contrario nunca madurará en ti. Así fue diseñada y funciona más de lo que tu gordo y pesado ego imagina.
El Soto Zen, como ya me habrán escuchado decir, difiere de otras tradiciones por muchas razones. Principalmente nos sentamos en Zazen como pilar de nuestra espiritualidad, pero también el Buda y Dogen Zenji hacían énfasis en que el Dharma no puede ser relegado a fines de semana. Mucho menos a una ventana corta de tiempo, apretado entre las actividades de nuestra agenda. El Zen es práctica cotidiana, pero con algunos comentarios importantes.
Puede que pases mucho tiempo estudiando por tu cuenta, pero si no te llevas el Dharma a cada rincón de tu experiencia de vida, acompañado de tu maestro, muy pronto te desesperarás y te irás.
La esencia del Soto Zen, más que cualquier otra doctrina espiritual, radica en su pragmatismo y aplicabilidad directa a la vida cotidiana. No es coincidencia que el 100% de los Patriarcas del Zen nos hayan pedido práctica y disciplina diaria.
Pero Chocobuda, yo solo quiero estar sin estrés y que la ansiedad ya no me coma.
El dolor y la insatisfactoriedad como material para crecer
En su iluminación, entre otras cosas, el Buda encontró la razón por la que todos la pasamos mal en esta vida. Al abordar el sufrimiento humano, el Buda no se quedó en la superficie; profundizó en la raíz del dolor, abriendo nuestra consciencia para hallar y aplicar soluciones que mitiguen nuestra insatisfactoriedad. Esta aproximación pragmática es evidente en todas sus enseñanzas, que se presentan como herramientas para navegar el mar tormentoso de la existencia. Zen es práctica cotidiana que nos ofrece la medicina específica para cada aflicción y enfatiza la importancia de actuar con prontitud y sabiduría.
Sin embargo, lo que distingue al budismo de otras filosofías es su rechazo a los absolutismos. Reconoce la relatividad de nuestra comprensión y práctica de la verdad, abogando por una flexibilidad que se adapta al contexto, a la realidad concreta y a las circunstancias individuales. Esta postura, lejos de ser rígida o dogmática, es dinámica y adaptable, permitiendo una interpretación y aplicación de sus enseñanzas que es genuinamente pragmática. A esto le llamamos la Perfección de la Gran Sabiduría, Prajnaparamita.
Es de suma importancia estudiar, hacer Zazen y vivir con el Dharma todos los días de nuestra vida porque solo así podremos comprender hasta la médula lo que el Buda nos dice. Hay que entender que no hay budismo sin meditación y para el Zen es práctica cotidiana. Solo así desarrollamos los elementos para poder examinar las situaciones con una mente abierta y un espíritu compasivo, reconociendo que nada ocurre en aislamiento. Esta visión de interconexión profundiza nuestra comprensión de la compasión como una necesidad intrínseca de la práctica budista, reflejando una verdad fundamental sobre nuestra existencia interdependiente.
Más allá de lo básico
Para alguien que ya pasó el nivel introductorio de su estudio de budismo, es crucial entender que la postura pragmática nos lleva a la inteligencia de que el bien y el mal existen dentro de un marco de relaciones y contextos, no como entidades aisladas. Esta visión se ilustra en la práctica de ajustar las reglas y enseñanzas según las necesidades y capacidades de los practicantes, evidenciando un profundo respeto por la diversidad y la individualidad en el camino espiritual.
Esta flexibilidad y apertura han permitido al budismo evolucionar y adaptarse a través de las eras, enriqueciendo su práctica con una variedad de expresiones, tecnologías y métodos que abarcan desde la meditación hasta la recitación y más allá. Esta diversidad, lejos de ser un obstáculo, es una fuente de fortaleza, permitiendo que el budismo hable a corazones y mentes en una multitud de contextos y culturas.
Zen es práctica cotidiana con algunos retos
A pesar de esta riqueza y complejidad, el Soto Zen es práctica cotidiana y enfrenta el desafío de mantener su esencia en un mundo que cambia rápidamente. La tarea de discernir la auténtica budeidad de las prácticas y enseñanzas requiere un compromiso continuo con el autoexamen y la reflexión crítica. Este proceso no siempre es fácil, pero es esencial para preservar la integridad y relevancia del budismo en la era moderna.
La práctica Zen se llama así porque es un esfuerzo diario, constante y disciplinado. El Buda no descansa en fines de semana, ¿por qué tú sí? El Zen es práctica cotidiana que nos lleva a una exploración profunda de nuestra propia naturaleza, liberándonos de los autoengaños y despertando a una vida de claridad y compasión.
La Vía del Zen ofrece no solo una guía para una vida espiritual plena y satisfactoria, sino también para una vida vivida con propósito y significado. En el Zen, encontramos no solo soluciones a los dilemas existenciales, sino también la promesa de un mundo más compasivo y consciente.
Si me has seguido por algún tiempo, sabrás que soy monje budista y que he elegido ayudar a los demás como camino de vida. Pero no siempre fue así. Antes, me encontraba inmerso en la vorágine del consumismo sin control, ajeno al impacto devastador que mis acciones podían tener en la naturaleza que me rodeaba. El medio ambiente no me importaba porque estaba embelesado comprando todo lo que se me antojaba. No me imaginaba siquiera que el Budismo Zen y el medio ambiente tuvieran alguna relación.
El Budismo Zen ha transformado mi forma de percibir el mundo y mi relación con la ecología de una manera contundente. Desde que tomé refugio en Buda, Dharma, Sangha y en la vía del Zen, he experimentado una revelación interna que ha despertado en mí una conexión sagrada con la tierra y todas las formas de vida en el cosmos. Cada momento de meditación me ha llevado a comprobar la interdependencia de todas las formas de vida, y cada enseñanza del Dharma ha resonado en mi corazón, recordándome la importancia de honrar y proteger el precioso regalo que es nuestro planeta.
He entendido que en un mundo donde el clamor por la sostenibilidad y el respeto por nuestro entorno natural se ha vuelto más apremiante que nunca, el Budismo Zen y medio ambiente están íntimamente relacionados. El Soto Zen no solo es una filosofía y religión de profundo respeto y amor por el medio ambiente, sino que también es una guía práctica para vivir en armonía con el mundo que nos rodea.
La semilla de la compasión
El Budismo Zen enseña que la compasión hacia uno mismo es el primer paso hacia la compasión hacia el universo. Este principio, lejos de ser un acto de egoísmo, es el reconocimiento de que solo al cuidarnos y respetarnos a nosotros mismos podemos extender genuinamente ese cuidado y respeto hacia los demás y, por extensión, hacia el medio ambiente. La práctica de Zazen, nuestra meditación sentada, es la manifestación de esta compasión y cuidado, un acto de amor propio que nos prepara para amar y respetar el mundo.
Eihei Dogen y la Unidad con el Universo
Eihei Dogen, nuestro Gran Maestro y fundador, nos enseña que «practicar el verdadero Zazen es expresar el verdadero yo» y que «todo en el universo es Buda«. Esta visión no solo eleva nuestra percepción del entorno, sino que abre la consciencia para la práctica activa de respeto absoluto hacia todo lo que existe. Al considerar cada árbol, cada gota de agua y cada ser viviente como una manifestación del Buda, nuestra relación con el mundo se transforma. Nos volvemos guardianes de la vida, protegiendo, venerando y respetando cada aspecto de la naturaleza; pero sin caer en el fundamentalismo ni en el fanatismo.
Dogen y los Patriarcas del Zen nos da las herramientas y los conocimientos para vivir de manera sostenible, pero con elegancia y dignidad. No vamos por la vida violentando obras de arte. Solo nos dedicamos a la experiencia del ser, en silencio y en introspección.
Venerar al Buda, Dharma y Sangha, es venerar a la Madre Tierra. Budismo Zen y medio ambiente no son dos.
La Unión con la naturaleza
Lejos de separarnos de la naturaleza, el Zen nos hace reconocer nuestra unidad con ella. Esta no es una unión meramente filosófica. Tampoco es un cuento de hadas. Es una vivencia real que se experimenta a través de la práctica de Zazen y el estudio del Dharma. Al sentarnos en meditación, dejamos de ser observadores externos del mundo natural para convertirnos en parte de él, reconociendo nuestra interdependencia y nuestro papel dentro de este gran tejido de la vida.
Estamos integrados, unidos, interrelacionados. La mota de polvo es Yo. Árbol es Yo. Buda es Yo. Causar daño a lo que sea, es causar daño al Buda mismo. Y ningún practicante de Zen tendrá la intención de violentar al Buda.
Vivir con lo necesario nos lleva a una vida plena y sostenible
El camino del Zen es uno de moderación, pero no de privación. Nos enseña a vivir de manera sostenible, disfrutando de una vida plena con solo lo necesario.
No decimos que no a tener un auto o a viajar en avión. Es solo que no vamos por la vida cometiendo excesos ni buscando el super lujo, porque el super lujo genera super pobreza y saca de equilibrio a la Madre Tierra.
Esta práctica, profundamente arraigada en el estudio y la aplicación del Noble Sendero Óctuple, nos muestra que un estilo de vida sustentable no solo es posible, sino también profundamente enriquecedor.
Reflexiones personales
En mi propia práctica, he encontrado en el Zen un camino hacia una mayor conciencia y respeto por el medio ambiente. Pero como mencioné arriba, el Zen no te vuelve violento ni aguerrido. Al contrario. Nos sentimos tan unidos a la vida, que nuestro paso por ella es compasión activa.
La práctica de Zazen, en particular, ha sido una revelación, mostrándome que incluso el acto más simple de sentarse en silencio puede ser una poderosa declaración de cuidado y respeto por el mundo. Cada momento de meditación es un acto de amor, no solo hacia uno mismo sino hacia todo lo que nos rodea. Budismo Zen y medio ambiente, como estás descubriendo hoy, son una sola cosa indivisible.
Hacia un futuro sostenible y de paz
En estos tiempos, donde la crisis ambiental exige acciones concretas y un cambio profundo en nuestra relación con el mundo, el Budismo Zen y el medio ambiente ofrece un camino esperanzador. Nos enseña que, mediante la compasión, la práctica consciente y una vida de moderación, podemos contribuir a un futuro más sostenible y respetuoso con nuestra Madre Tierra.
La naturaleza tiene un orden y elegancia que nos cuesta mucho trabajo ver. Hay reglas en el universo que simplemente son seguidas por todo lo que existe. Desde los átomos hasta galaxias completas, todo tiene propósito, lugar y sincronía. Es como una Gran Danza. Sin embargo, los únicos animales que lo niegan y quieren modificar todo, somos los humanos. Sufrimos tanto porque no podemos entender que el Zen mejora tu vida al darte límites y reglas para estar en sincronía con el cosmos.
Tenemos esta ilusión de que la libertad es siempre hacer lo que te venga en gana, en todo momento. Pero una vida sin reglas o límites puede parecer libertad absoluta, pero en realidad, conduce al caos y la confusión. En el budismo, esto se conoce como Dukkha, el sufrimiento que surge de la insatisfacción y la falta de orden en nuestras vidas. Sin embargo, el Budismo Zen nos ofrece un camino para poner límites y encontrar la armonía interior que tanto anhelamos.
Me encantaría decir que Zen es solo la tranquilidad de una mañana en el spa, pero es más que eso.
El Budismo Zen, una rama del budismo Mahayana que enfatiza la meditación Zazen y la práctica cotidiana para alcanzar una auténtica vida tranquila, nos proporciona las herramientas necesarias para establecer límites en nuestras vidas y cultivar un sentido de orden y paz interna. A través de la práctica del Zen, aprendemos que las reglas no son restricciones arbitrarias impuestas desde el exterior, sino guías que nos ayudan a vivir de manera más consciente y satisfactoria.
Dukkha, la insatisfacción de una vida sin reglas
El Buda descubrió que la raíz del sufrimiento humano, o Dukkha, proviene de nuestra incapacidad para aceptar la realidad tal como es. Cuando vivimos sin reglas claras o principios que guíen nuestras acciones, nos encontramos perdidos en un mar de desorden y confusión. Nos aferramos a deseos inalcanzables, a lo impermanente y nos vemos atrapados en un ciclo interminable de insatisfacción.
Imagina una vida sin horarios, sin normas sociales, sin límites personales. Inicialmente, puede sonar liberador, pero rápidamente nos damos cuenta de que el caos reina en todas partes. Sin estructura ni disciplina, nos sentimos perdidos y desorientados, sin un propósito claro que nos guíe.
Budismo Zen para descubrir que no hay tal como caos
El Budismo Zen nos ofrece un enfoque práctico y directo para establecer límites en nuestras vidas y encontrar que no existe caos alguno. A través de Zazen y la práctica de la atención plena, aprendemos a observar nuestros pensamientos y emociones sin juzgar y a cultivar una mayor claridad mental.
Zazen nos enseña a estar presentes en el momento actual, a aceptar la realidad tal como es y a dejar de lado nuestras expectativas y deseos. En lugar de luchar contra el flujo de la vida, aprendemos a fluir con él, encontrando paz y armonía incluso en medio de las dificultades.
Límites y reglas para la paz interna y la mejora de la sociedad
Hacer lo que te venga en gana, así solo por pasión cavernícola, solo te ha metido en problemas. Y seguirás sufriendo, a menos que te pongas límites.
Además de ayudarnos a encontrar paz interna, el Budismo Zen también nos proporciona reglas y principios éticos que nos guían en nuestras interacciones con los demás y en nuestra contribución a la sociedad. A través de los Cinco Preceptos, que incluyen abstenerse de causar daño, robar, mentir, intoxicarse y participar en conductas sexuales dañinas, aprendemos a cultivar una forma de vida que promueva el bienestar tanto para nosotros mismos como para los demás.
Al establecer límites claros y seguir principios éticos sólidos, contribuimos a crear un mundo más compasivo y comprensivo. En lugar de actuar desde el egoísmo y la avidez, aprendemos a cultivar la compasión y la generosidad hacia todos los seres vivos.
¿Quieres hacer algo por la paz en Palestina o en el conflicto armado actual? Practica Zen hoy, aquí y ahora.
¿Quieres mejorar el medio ambiente? Estudia las palabras del Buda y D?gen para entender tu lugar e impacto en la vida.
¿Hay personas difíciles en tu vida? Practicar Zen con una sangha te ayuda a mantener la calma y actuar con prudencia basada en compasión.
Así tal cual, el Zen mejora tu vida.
Mirarnos con honestidad es el camino hacia la mejora personal
Una parte fundamental de la práctica del Budismo Zen es la auto-reflexión honesta y sin adornos. Lo sé, a veces puede ser muy crudo. Pero eso es justo por lo que podemos crecer. No nos andamos con medias tintas. Nos revisamos con brutal honestidad.
A través de Zazen y la observación de nuestros pensamientos y emociones, aprendemos a ver con claridad nuestras fortalezas y debilidades y a reconocer las áreas en las que podemos crecer y mejorar.
El Zen nos hace a mirarnos profundamente y cuestionar nuestras suposiciones y creencias arraigadas. Al abandonar la falsa ilusión del ego separado, podemos comenzar a ver la interconexión de todas las cosas y a comprender nuestra verdadera naturaleza.
¿Qué es el ego separado? Cuando crees que eres uno contra el mundo y que te lo mereces todo.
La maravilla de estudiar Zen
Estudiar Zen mejora tu vida porque te pone en un camino fascinante y transformador. Te permite explorar lo que hay debajo de lo que crees que eres. A medida que profundizamos en nuestra práctica, experimentamos una sensación de asombro y asombro ante la vastedad y la belleza del universo.
Los practicantes de Budismo Zen estamos abiertos a la experiencia directa de la vida en cada momento, a saborear la riqueza y la plenitud de cada instante. Es con nuestra práctica de Zazen y la atención plena, que aprendemos a estar completamente presentes en nuestra experiencia y a apreciar la unicidad que nos rodea en todas partes.
En resumen, el Budismo Zen mejora tu vida porque nos ofrece los límites y las reglas necesarias para mejorar nuestra calidad de vida y encontrar paz interna en un mundo lleno de caos y confusión.
Con Zazen y la práctica de la atención plena, aprendemos a establecer límites claros en nuestras vidas y a vivir de acuerdo con principios éticos sólidos que promuevan el bienestar tanto para nosotros mismos como para los demás.
Estudiar Zen es maravilloso porque podemos explorar la verdadera naturaleza de nuestra mente y corazón, para así experimentar que no hay tal cosa como caos. Solo hay orden, sencillez y elegancia. Y poder verlo es la más grande de las libertades.
Si lo que escribo te es útil y te gusta, ¿por qué no invitarme un café? Gracias.
Sobre mi
¡Hola! Soy Kyonin, monje y maestro budista de la tradición Soto Zen. Formo parte de Grupo Zen Ryokan. Comparto la sabiduría eterna del Buda para ayudar a encontrar la paz interior y la liberación del sufrimiento. Juntos vamos en camino hacia la compasión.
En días de lluvia
la melancolía invade
al monje Ryokan
-Haiku de Ryokan Taigu Roshi