Todos tenemos hábitos que nos avergüenzan o que mantenemos en secreto. Sabemos que están mal, pero seguimos con ellos. Por ejemplo, admito ante todo el mundo que me muerdo las uñas. Es un hábito que a veces se va, y otras regresa. Y es que los malos hábitos son esas persistentes prácticas que destruyen lentamente nuestra calidad de vida, felicidad y éxito. Dicen adiós a los malos hábitos quienes han entendido que estos no solo son acciones repetitivas, sino cadenas que restringen nuestro potencial.
Desde procrastinar hasta fumar, los malos hábitos pueden parecer nuestros compañeros inocentes en nuestro cotidiano, pero en realidad causan infelicidad que se manifiesta en muchas áreas de nuestra vida.
Este post es solo informativo y menciona algunas ideas recopiladas de diferentes fuentes, pero como siempre he dicho: si necesitas ayuda con algún mal hábito y es más grande que tú, ve con un profesional que te guíe. Siempre es buena idea ir a terapia psicológica. Por favor no lo descartes.
La destructiva naturaleza de los malos hábitos
Los malos hábitos son destructivos porque operan bajo el radar, fortaleciéndose con cada repetición. A nivel psicológico, estos hábitos crean un ciclo negativo de recompensa inmediata, proporcionando satisfacción a corto plazo a expensas de nuestras metas y salud a largo plazo.
Con más frecuencia de lo que imaginamos ofrecen una recompensa inmediata, placer o alivio que parece resolver una necesidad o deseo instantáneo. Estos pueden variar desde la impermanente euforia de consumir alimentos poco saludables hasta la gratificación instantánea de procrastinar tareas importantes.
La recompensa instantánea actúa como un refuerzo positivo, grabando el hábito en nuestras rutinas diarias y circuitos neuronales. Sin embargo, aunque satisfacen en el corto plazo, estos hábitos nos atrapan en un ciclo perjudicial, sacrificando nuestro bienestar a largo plazo por un placer momentáneo, y a menudo nos dejan en una peor situación que antes.
Las adicciones de todo tipo son hábitos destructivos que tienen muchos matices. Pero al final son hábitos que podemos mejorar, si sabemos cómo y si tenemos la ayuda adecuada.
Identificar y comprender las recompensas inmediatas es crucial para desmantelar los malos hábitos y reemplazarlos con otros más saludables y beneficiosos.
El cambio es posible y real
A veces los malos hábitos puedan parecer invencibles. Muchos se rinden porque no saben qué hacer. Pero la realidad es que, con las técnicas y estrategias adecuadas, el cambio es posible. La comprensión de cómo se forman los hábitos y cómo funcionan nuestros cerebros es fundamental para deshacer los patrones negativos. Aquí es donde entra la neurociencia y la psicología positiva, ofreciendo esperanza y métodos para un cambio duradero.
Identificación: el primer paso hacia el cambio
El primer paso para decir adiós a los malos hábitos es identificarlos. Esto parece sencillo, pero en realidad, requiere una introspección profunda y honestidad. Reconocer los desencadenantes, las acciones y las recompensas de nuestros malos hábitos es crucial. Un diario de hábitos puede ser una herramienta efectiva para este proceso, ayudando a rastrear cuándo y por qué recurrimos a ciertos comportamientos.
Estrategias basadas en neurociencia
La neurociencia ha revelado que los hábitos están profundamente arraigados en el circuito neuronal del cerebro, especialmente en una región conocida como los ganglios basales. Sin embargo, también ha demostrado que el cerebro es increíblemente plástico y capaz de cambiar y adaptarse. Técnicas como la reatribución y meditar ayudan a reformar las vías neuronales, permitiendo la formación de nuevos hábitos saludables.
Reatribución: Consiste en asociar el deseo intenso de un mal hábito con una actividad más positiva. Cada vez que surge el impulso, se redirige la acción hacia algo beneficioso.
Mindfulness: Practicar la atención plena nos ayuda a ser más conscientes de nuestros pensamientos y acciones, permitiéndonos detener los malos hábitos en su origen y reemplazarlos con respuestas más saludables.
Psicología Positiva: Enfocarse en el Fortalecimiento
La psicología positiva se centra en fortalecer las cualidades y comportamientos positivos en lugar de simplemente erradicar los negativos. Esto incluye:
Establecer metas claras y positivas: En lugar de simplemente intentar «dejar de fumar», establece un objetivo positivo como «llevar un estilo de vida saludable».
Gratitud y reflexión: Tómate un tiempo cada día para reflexionar sobre los progresos y agradece por los pequeños éxitos en el camino hacia el cambio.
Mejorar nuestros hábitos es una tarea sin fin
Decir adiós a los malos hábitos no es un evento único. Ese es un muy buen aspecto porque siempre estamos tratando de ser mejores personas. Es un proceso continuo de autodescubrimiento, adaptación y compromiso. Con cada pequeño paso hacia el cambio, nos despedimos repetidamente de esos comportamientos destructivos y abrimos nuevas puertas a una vida más saludable, feliz y satisfactoria.
Conclusión
Los malos hábitos pueden ser destructivos, pero no son invencibles. Con las estrategias adecuadas, basadas en la comprensión de la neurociencia y reforzadas por la psicología positiva, es posible un cambio duradero. Identificar, reemplazar y fortalecer son las claves para una transformación exitosa. Así que, con cada decisión consciente y cada nuevo hábito saludable, decimos una vez más, adiós a los malos hábitos.
Con frecuencia me preguntan si está bien usar drogas como parte de la espiritualidad budista. Mi respuesta es un rotundo y poderoso NO.
Es preocupante ver cómo el uso de drogas se ha vuelto cada vez más común en la búsqueda de experiencias espirituales, y cómo algunas personas que se autoproclaman espirituales las consumen regularmente. No están en búsqueda de la iluminación o de ser mejores personas para la vida, sino de mantener una adicción.
Si bien es cierto que algunas tradiciones chamanísticas han utilizado drogas con el pretexto de la espiritualidad, en el Budismo Zen, debemos recordar uno de nuestros preceptos fundamentales: Evito intoxicar la mente. Este precepto cobra especial relevancia en nuestra práctica Zen, ya que nuestro objeto de atención y contemplación es la realidad misma.
Para poder mirar la vida tal como es, sin distorsiones ni autoengaños, necesitamos una mente clara y libre de intoxicantes. Las drogas pueden abrir puertas momentáneas, pero también pueden nublar nuestra comprensión y nuestra capacidad de ver la realidad con claridad.
Aún peor es el hecho de que la mente intoxicada produce una versión retorcida de cómo funciona el universo. Un alucinógeno jamás dará la experiencia de luz que trae Shikantaza.
Un practicante de Zen puede mantener el estado de calma sin necesidad de ningún factor externo que no sea la disciplina que Shakyamuni nos dejó.
Usar drogas para la espiritualidad es como querer tomar un helicóptero para llegar a la cima de una montaña. El paseante puede llegar hasta allá sin esfuerzo alguno y tener la fantasía de que lo logró. Pero un montañista de verdad se construye como una mejor persona con base en el entrenamiento, en su constancia, así como en empujar sus límites.
Un paseante perezoso nunca tendrá la experiencia ni la fuerza que un montañista cultivará con el paso de los años.
El budismo no nos pide subir al helicóptero. Nos pide convertirnos en montañistas y escaladores, un día a la vez.
Todas esas experiencias artificiales que dan las drogas o el alcohol, para un practicante serio son obstáculos para vivir la naturaleza búdica que es legítima para todos los seres vivos.
El Budismo Zen nos enseña a cultivar la atención plena y la presencia en cada momento, sin huir ni evadirnos a través del uso de sustancias. La verdadera libertad y despertar provienen de enfrentar la realidad sin filtros, sin muletas artificiales.
Nuestra práctica Zen nos invita a abrazar la vida tal como es, con todos sus desafíos y maravillas, sin buscar escondernos cobardemente del presente o escapar de nuestros propios pensamientos y emociones.
Así que, no, en el Budismo Zen no utilizamos drogas como camino hacia la iluminación. En cambio, buscamos desarrollar una mente prístina y despierta que nos permita experimentar la vida plenamente, con valentía y compasión.
En la vía del Buda encontramos una libertad genuina al enfrentar la vida tal como es, sin necesidad de artificios. La mente clara y la presencia consciente son los verdaderos aliados en nuestra búsqueda espiritual y en el despertar a la verdad que yace en cada uno de nosotros.
Importante: si estás luchando contra una adicción, pide ayuda. Acude con un profesional de la salud que pueda sacarte adelante. No sigas el consejo de personas igual de desinformadas que tú porque será contraproducente. Pide ayuda y verás cómo es más fácil. La práctica Zen no sustituye a un tratamiento profesional, pero sí lo complementa.
El Buda sabía perfecto que el camino a la paz interior no estaba en rezar ni en hacer mil ofrendas a los dioses. Él sabía que los pequeños rituales cotidianos y los hábitos son la esencia de la transformación personal.
Por eso Shakyamuni estaba en lo cierto cuando animaba a sus discípulos a que practicaran el Dharma con sinceridad y disciplina. Pero más allá, cuando los hábitos y rituales son dedicados para el beneficio de los demás, entonces la salida del sufrimiento y la adicción es más tangible que nunca.
La Cuarta Noble Verdad entonces, es el tratamiento adecuado para salir del sufrimiento y comenzar a vivir sin apego a sustancia alguna. Es la guía para seguir y contiene acciones concretas que todos podemos ejecutar en todo momento y que, poco a poco, van haciendo que la vida sea un lugar más cómodo.
Esta lista de preceptos se llama El Noble Sendero Ócutple. Son ocho conceptos que necesitan ser puestos en marcha al mismo tiempo para que funcionen. Millones de practicantes de budismo en todo el planeta y a través del tiempo hemos encontrado sentido y libertad al practicarlos.
Los elementos del Noble Sendero Óctuple son:
1. Visión Correcta. Es apoyarse en las enseñanzas del Buda para poder entender la vida. Por ejemplo, la realidad de que todos los seres vivos estamos hechos de lo mismo y que somos parte de lo mismo, por lo tanto, todos podemos sufrir. Esto abre el corazón a la compasión y a entender que todos nuestros actos tienen consecuencias.
2. Pensamiento Correcto. Somos lo que pensamos. Esto implica estar atentos al discurso mental y si detectamos que nos atormentamos con un pensamiento, es momento de hacerlo de lado y cambiar la narrativa. Siempre es mejor dejar de lado la crítica, los juicios y cambiarlos por pensamientos de cariño para todos los seres vivos, comenzando por uno mismo. La adicción siempre comienza con un pensamiento, así como las ansias por consumir. Si estamos atentos a esto, será más fácil dejar pasar estos impulsos y contemplar cómo la ansiedad disminuye hasta esfumarse.
3. Expresión Correcta. La manera en la que te expresas cambia tu relación con las cosas. Si todo el tiempo estás quejándote o criticando, la vida se verá sin esperanza y agresiva. Si todo el tiempo estás expresando deseo por las sustancias o los estímulos, vas a caer en ellos muy fácil. Practicar Expresión Correcta significa cambiar el discurso destructivo, por palabras que construyan; o por silencio, que también es útil muy frecuentemente.
4. Acción Correcta. Es estar consciente de que absolutamente todo lo que haces o no, tiene un impacto en el universo. Por ello revisamos todo lo que hacemos siguiendo fielmente la idea de “Si esto que estoy por hacer daña a alguien, yo incluido, entonces no se hace”.
5. Medio de Vida Correcto. Buscamos trabajar en cualquier actividad que sea legal y que ayude a los demás. Si nos mantenemos ocupados trabajando y estudiado, es posible soltar las adicciones porque un Medio de Vida Correcto requiere una mente clara y no intoxicada.
6. Esfuerzo Correcto. Es dedicar absolutamente todo lo que hacemos para el beneficio de los demás. ¿Por qué dejar las drogas? Porque si las dejas, tu familia, los amigos y toda tu comunidad estarán mejor y podrás ser útil.
7. Atención Consciente Correcta. Todos los pasos anteriores no pueden ser puestos en marcha sin tener claro que hay que poner todo nuestro empeño y disciplina en estar al tanto de lo que pensamos, de lo que hablamos, de lo que comemos, cómo descansamos y hasta de lo que comemos. Es decir, aprendemos a mantenernos en este instante, en el presente.
8. Meditación Correcta. Este concepto es la base de la práctica Zen. Nos sentamos a meditar diario al menos 20 minutos, sin días de descanso y sin fata. Es en meditación que podemos contemplar la ansiedad, las emociones y los pensamientos para poder dejar que floten en el espacio y que se disuelvan con cada respiración.
El Noble Sendero Óctuple es en verdad la puerta de salida que todos buscamos. Si comienzas hoy, solo por hoy, practicarlo, estarás ganando tu vida de regreso un instante a la vez.
En el próximo post hablaremos sobre la práctica de Amor Benevolente o Metta Bhavana.
Importante: si estás luchando contra una adicción, pide ayuda. Acude con un profesional de la salud que pueda sacarte adelante. No sigas el consejo de personas igual de desinformadas que tú porque será contraproducente. Pide ayuda y verás cómo es más fácil. La práctica Zen no sustituye a un tratamiento profesional, pero sí lo complementa.
Nota especial: Debido al interés que despertó el primer artículo, en lugar de solo 2 posts, publicaremos toda una serie.
Deseo. Avaricia. Sin control. Urgencia por la intoxicación. Falsa idea de bienestar y placer. Escape de la realidad. Son algunos de los conceptos que vienen a la mente cuando pensamos en esta condición destructiva llamada adicción. Desde el punto de vista de la práctica Zen, intoxicar la mente con cualquier químico o estímulo, es la puerta al sufrimiento.
Quizá al principio la persona adicta piense que controla la situación, pero la intoxicación es tan diabólicamente encantadora, que muy pronto se pierde el rumbo y el sentido de la realidad. Y como hemos mencionado en el post anterior, una mente intoxicada está muy lejos de vivir plenamente la vida y aún más lejos de una práctica espiritual profunda y significativa.
Una persona adicta, por más que pretenda que todo está bien, pasa por algo que llamamos tanha, la sed que jamás se extingue. Es esta situación que sin importar lo que se haga o lo que se consuma, nunca se está en paz ni satisfecho con la vida. De lo que sea que ha generado la obsesión, siempre necesita más.
Para el Buda, este hueco del ser es uno de los autoengaños más grandes, pues para empezar no somos lo que creemos que somos. El YO es tan solo una ilusión que se sale de control cuando hay intoxicación de por medio. Por esta razón, la esencia del Budismo Zen es la práctica de Zazen. Entra más se medita, más claro queda el hecho de que el YO, los pensamientos y las emociones; todo ello se puede dejar pasar para que no cause más angustia.
En Zazen experimentamos cómo los pensamientos surgen, se acercan, quieren tomar el control y luego los dejamos porque no los alimentamos. La ansiedad por intoxicarse tiene la misma naturaleza. Comienza como un pensamiento que, si es alimentado, tomará el control antes de darnos cuenta. Es por eso por lo que se necesita ayuda profesional y más si la adicción es química.
Las enseñanzas que el Buda nos dejó están diseñadas para soltar la madre de todas las adicciones: el YO. Si esta adicción puede ser comprendida y soltada, cualquier otra también. Para eso tenemos una colección de conceptos que, puestos en práctica con disciplina y constancia, pueden ser de gran apoyo para un tratamiento diseñado por un profesional. También ayudan mucho si se sigue el programa de los Doce Pasos de muchas asociaciones contra la adicción.
El sufrimiento humano, decía el Buda, llega cuando no podemos tener lo que queremos. También llega cuando no queremos soltar por lo que estamos obsesionados. Pero el sufrimiento, como todo en el universo, es impermanente.
Nuestra comprensión de lo que es adicción y recuperación reflejan estas enseñanzas. El sufrimiento en la adicción viene cuando una persona con adicción desea estar consumiendo, pero no puede en ese preciso momento. Además, el uso de estímulos o sustancias enmascaran las emociones negativas con las que no se quiere lidiar, lo que hace aún más poderosa la dependencia.
En su esencia, los conceptos más esenciales del Buda nos dan luz sobre las adicciones. En particular las Cuatro Nobles Verdades y los Cinco Preceptos Laicos. En el próximo post de esta serie exploraremos las Cuatro Nobles Verdades y cómo nos pueden ayudar a comprender la adicción.
Importante: si estás luchando contra una adicción, pide ayuda. Acude con un profesional de la salud que pueda sacarte adelante. No sigas el consejo de personas igual de desinformadas que tú porque será contraproducente. Pide ayuda y verás cómo es más fácil. La práctica Zen no sustituye a un tratamiento profesional, pero sí lo complementa.
En la práctica Zen no hay espacio ni tolerancia para cualquier sustancia o estímulo que nuble nuestro juicio. La realidad es por defecto tan maravillosa e inconmensurable, que se requiere una mente funcionando en su mejor capacidad para no obstaculizar ver las cosas sin juicios ni autoengaños.
Una mente intoxicada está impedida para la práctica budista profunda y es una vía segura a dukkha. Más al respecto en este post.
El entrenamiento Zen nos lleva a vivir con una mente cristalina por medio de la disciplina y la automoderación. Sin embargo, muchos de nosotros tenemos que vivir con la adicción como un fantasma que nos acecha todo el tiempo. Cuando uno admite que se es propenso a la adicción, esta siempre está latente en nuestra vida.
Como adicto a los carbohidratos y ex-obeso en eterna etapa de mantenimiento, la ansiedad por comer siempre está en mí. Por casi 40 años viví con la mente entumecida, deprimido, aletargado y enfermo por mi incapacidad de controlar la adicción. Uno pensaría algo como “pero si solo era comida, pudiste ponerte a dieta”. Pero no funciona así. La comida de mala calidad es tan dañina y adictiva como cualquier otra sustancia.
Una adicción a los químicos, pornografía, sexo, juegos de video, música, deportes; sigue siendo una adicción e intoxica la mente.
La buena noticia es que la práctica Zen te da herramientas para entender y para abrazar esta condición de la vida.
A diferencia de otras filosofías, nosotros no negamos nuestra condición humana. A veces hay adicción, a veces hay ira, a veces tristeza. Todo ello es parte de lo que eres y lo aceptamos.
La constancia en Zazen y apoyados en la Triple Joya (Buda, Dharma, Sangha) podemos ver cómo la ansiedad y el antojo nacen dentro de uno, justo como nacen otros pensamientos. De hecho, el antojo/ansiedad tiene la misma naturaleza que los pensamientos; nacen, llegan, quieren tomar el control, y si no los alimentas, se esfuman.
El punto es que no les damos la vuelta a los pensamientos de adicción, los aceptamos. Al vivir con los Preceptos del Buda guiando tu vida, cada vez será más difícil que la adicción gane terreno.
Tenemos Cinco Preceptos Laicos:
Respetar la vida en toda mi capacidad.
No tomar lo que no se me ha dado libremente.
Comunicar de manera amable, veraz y útil.
No hacer mal uso de la sexualidad.
No intoxicar la mente.
Todos son importantes y están diseñados para que nuestra experiencia de vida sea compasiva y útil para la vida.
El Quinto Precepto nos habla de que en el Zen cultivamos una mente clara, lo más libre de juicios, opiniones y venenos posible. Es un trabajo cotidiano, difícil. Pero poco a poco es más y más fácil.
Entonces la urgencia por intoxicar la mente siempre está para una persona propensa a la adicción. Con los años de práctica budista es posible soltar los pensamientos de ansiedad por el consumo, en lugar de alimentarlos.
A diferencia de otras escuelas de budismo, en el Zen no rechazamos esta parte de nuestra personalidad. La reconocemos, la entendemos y no la subestimamos.
Finalmente, el Buda dijo que la única forma que tenemos de que la serpiente no nos muerda, es no entrar a su nido.
Si estás lidiando con controlar una adicción, ¿qué haces rodeado de personas que te pueden llevar hacia abajo?
El Zen es una gran ayuda para un tratamiento provisto por un profesional de la salud. Sé responsable y pide ayuda.
Vivir con una mente clara es mucho más agradable y sostenible que 1,000 sustancias.
En el próximo post hablaré de algunas prácticas y tradiciones que pueden ayudarte a salir de la adicción.
Si lo que escribo te es útil y te gusta, ¿por qué no invitarme un café? Gracias.
Sobre mi
¡Hola! Soy Kyonin, monje y maestro budista de la tradición Soto Zen. Formo parte de Grupo Zen Ryokan. Comparto la sabiduría eterna del Buda para ayudar a encontrar la paz interior y la liberación del sufrimiento. Juntos vamos en camino hacia la compasión.
En días de lluvia
la melancolía invade
al monje Ryokan
-Haiku de Ryokan Taigu Roshi