La lluvia no me derrotará (Ame ni mo Makezu)

La lluvia no me derrotará (Ame ni mo Makezu)

La lluvia no me derrotará.
El viento no me derrotará.
Ni la nieve ni el calor del verano me derrotarán.

Con un cuerpo fuerte
y sin dejar que el deseo me pudra,
de ninguna forma ofenderé a nadie.
Siempre sonrío callado.
Todos los días cuatro tazones de arroz integral,
miso y algunos vegetales para comer.

El lo que sea, no te pongas en la ecuación.
Es mejor escuchar, entender y no olvidar
desde tu choza en la sombra del bosque de pinos.

Si en el este hay un niño enfermo,
hay que ir a cuidarlo.
Si en el oeste hay una madre cansada,
hay que ir a cargar sus sacos de arroz.
Si en el sur hay alguien a punto de morir,
hay que ir a decirle que no tenga miedo.
Si en el norte hay una pelea o demanda,
hay que ir a decirles que no sean tan aburridos.

Cuando hay sequía, hay que llorar lágrimas de empatía.
Cuando hay frío en el verano, hay que caminar.

Que todos digan que no soy nadie,
sin halago alguno,
sin ser una carga
en esa persona
me quiero convertir.

—Miyazawa Kenji (1896 – 1933)

¿Cuántas veces te has dejado vencer por el clima? ¿Cuántas veces has dejado de ayudar a los demás por acariciar tus propios deseos? Este poema nos recuerda que quizá las situaciones de la vida no deberían ser un obstáculo para ayudar, para escuchar y para soltar la ilusión de YO.

Todos nuestros problemas, las cosas que nos gustan, las pasiones y los conflictos; todo ello está solo en la imaginación. Aprender a verlo es un paso más hacia la libertad y a una vida más tranquila por que por fin podremos conectar con los demás. Esto nos lleva directamente a que el corazón se llene de compasión y generosidad.

Así, aunque haya cuentas por pagar y proyectos por entregar, es posible vivir justo en medio del conflicto y la paz; de nuestros apegos y aversiones.

Hoy es un buen día para decir: ¡La lluvia no me derrotará!

Miyazawa Sensei fue un escritor que producía libros y poemas para niños. Practicaba Budismo Nichiren y tenía una percepción muy fina del Buddhadharma. Si encuentras un libro de él, no te lo pierdas.

 

Sobre egos, graffiti y Maestros Zen

Sobre egos, graffiti y Maestros Zen

 

Este post viene desde el punto más profundo y oscuro de mi ignorancia. No sé nada de arte y no pretendo convertirme en experto. No sé distinguir un Van Gogh de un Rothko y mucho menos conozco de arte callejero. Pero la reciente controversia sobre cómo un artista urbano pintó sobre un mural de alguien más me ha hecho pensar sobre la naturaleza del ego y de cómo pide a gritos existir. La noticia, que no comentaré, está aquí.

Los seres humanos somos una especie animal más. Aunque pensamos ser los «reyes de la creación» y la crema y nata de este planeta, no somos más que simios comportándose como simios. Tenemos un ego que existe para que podamos salir adelante como individuos y como especie. El problema es que a veces sale de control y hace lo que sea para ser notado.

Y al igual que otras especies animales, recurrimos al marcaje de territorio para crearnos la ilusión de que dominamos, y para hacer saber a los demás que ahí estamos.  A veces usamos orina u hormonas y otras veces pintura. Pasa en todos los niveles de la sociedad humana, desde niños de escuela hasta en jefes de estado. Y claro, ha pasado mil veces en monasterios budistas a través de la historia.

La controversia del mural me ha recordado uno de los episodios más elegantes y hermosos de la historia del Zen. Es una historia con dos humanos que quieren ser notados y recurren a pintas en la pared. Pero al ser un relato budista, en lugar de destrucción y pelea, lo que resulta es uno de los intercambios de opinión más valiosos para el desarrollo del budismo.

En aras de no escribir todo un ensayo y para mantener este post lo más corto posible, de forma muy sencilla la historia va así:

Hace muchos años existió en China un monje llamado Huineng. Era analfabeta y una persona callada, pero su comprensión del Buddhadharma era grande.

Un día el abad del templo, Hongren, pidió que los alumnos escribieran un poema para demostrar su dominio del dharma. El ganador sería nombrado sucesor del abad. Todos los estudiantes se pusieron a trabajar, pero fue Shenxui quien, en una pared, escribió:

Nuestro cuerpo es el árbol de la iluminación
Y nuestra mente un espejo brillante
Con cuidado los limpiamos hora tras hora
Sin dejar rastros de polvo.

Huineng escuchó el poema, pero no sabía escribir, así que pidió a un compañero que le ayudara con una respuesta. Escribieron abajo del poema de Shenxui:

No hay árbol de la iluminación
No hay tampoco un espejo claro en el estante
Originalmente todo es vacío
Entonces, ¿donde se posan las partículas de polvo?

La respuesta de Huineng creó un alboroto tal en el monasterio, que el abad corrió a ver qué ocurría. Leyó ambos poemas y esa misma noche, el monje analfabeta fue nombrado su sucesor. Y al día siguiente, Shenxui también fue nombrado sucesor.

¿Cuál poema era el mejor? Ambos.

¿Por qué los dos estudiantes fueron nombrados sucesores de Hongren? Por que un poema no opaca al otro; sino que se complementan. Las dos pintas en la pared reflejan la enseñaza de que es necesaria la práctica diaria y disciplinada del Budismo Zen, pero al mismo tiempo hay que entender que estamos donde tenemos que estar. No hay nada por cambiar y nada qué agregar. La Iluminación no existe como concepto humano, porque el universo ya está iluminado; solo hay que mantener nuestra intención sincera en la práctica Zen para participar de ella.

La historia de Huineng resuena en mí cada vez que veo marcaje de territorio en la sociedad humana. Los dos estudiantes necesitaban hacerse notar y expresarse, pero en lugar de eclipsar uno al otro, el intercambio se dio vía el respeto y la sincronía. Ambas pintas resultaron valiosas, tanto que han pasado siglos y el episodio sigue siendo estudiado por millones de practicantes de Budismo Zen en todo el mundo.

La controversia del mural y la pinta encima será olvidada muy fácil porque solo demuestra conflicto y un ego queriendo oscurecer al otro.

Y lo que voy a decir puede ser una locura, algo fuera de toda lógica: ¿y si en lugar de querer tapar al otro, mejor trabajamos en equipo? ¿Será que existen formas de hacerlo posible por medio del arte y del cultivo de la belleza; pero como un esfuerzo conjunto? ¿Y si dejáramos de lado el ego, aunque sea por un momento? Me pregunto ¿qué pasaría si en lugar de tapar al otro, mejor complementamos y enriquecemos el conocimiento, las opiniones y las artes?

Pero como dije al principio, este post viene de lo más profundo de mi ignorancia.

 

 

Elogio al Sutra del Diamante, por el Maestro Seon Muuija (1178–1234)

Elogio al Sutra del Diamante, por el Maestro Seon Muuija (1178–1234)

How to follow and practise Buddha’s teachings

La verdadera forma es la no-forma
con el cuerpo redondo y vacío.
Aún así no deja de brillar,
y lo hace sin fallo alguno.
Debido a muchas causas toma muchas formas,
pero siempre es lo mismo.
Gran Compasión y Gran Sabiduría,
parecen crecer dentro de mi.
Lavo mis pies y coloco el cojín de meditar,
en el que Subhuti llegó a la Iluminación.
Por eso pido una enseñanza más,
que se derrama sobre mi ser.
Aunque todos los seres vivos sean salvados,
jamás ha existido un Yo.
Ahora en este pequeño círculo,
las tres Perfecciones de la Sabiduría están completas.
En esta balsa puedes cruzar el río
para así llegar a la orilla.

Maestro Muuija

Cuando creemos que tenemos la razón y criticamos a los demás, es por que estamos seguros de que nuestro pensamiento es la realidad. Pero en el Budismo Zen entendemos que el pensamiento, los objetos y uno mismo; todo tiene la misma naturaleza vacía.

Es cuando comprendes la enseñanza de la Vacuidad, que la desesperación se va y por fin reina la paz en el corazón.

Este poema de Muuija nos recuerda que la Compasión y la Perfección de la Gran Sabiduría solo pueden ser comprendidas cuando lo soltamos todo y practicamos Zazen. Es cuando guardamos silencio y estamos inmóviles que nos subimos la balsa (Buddadharma) para cruzar el río del Samsara y llegamos a la ecuanimidad.

Un sentimiento ocasional, poema Zen por Cheongheodang

Un sentimiento ocasional, poema Zen por Cheongheodang

 

El confucianismo y el budismo son solo nombres vacíos, signos para despistarnos.
En las lomas, en la corte, en el mercado; solo traen sufrimiento.
La verdad máxima está más allá de las letras y los nombres,
y el silencio es la única manera correcta de estar con la naturaleza.
Entre las personas, ¿habrá final a la discusión del «bien» y el «mal»?
Planificar una sola vida es en verdad muy difícil.
Las montañas verdes pueden durar año tras año,
pero el viejo poeta acaba de subir al cielo.

—Maestro Zen Cheongheodang Hyujeong (1520 – 1604)

Conocer muchas cosas y temas, estar siempre informado de las últimas noticias o saber datos budistas de memoria; no te convierten en una persona sabia. De hecho, hay mucho sufrimiento para los sabiondos porque pronto se sienten superiores a los demás, convirtiéndolas en personas poco divertidas.

En la práctica Zen estamos obligados a aprender, leer y documentarnos, pero al mismo tiempo, nos entrenamos para soltar estos conocimientos y rendirnos ante el poder el silencio que trae Zazen.

El Maestro Cheongheodang nos regala esta enseñanza que no ha perdido su importancia, a pesar de los milenios.

¿Hasta dónde estás dispuesto a memorizar datos? ¿Cuando comienza tu silencio?

Pensamiento sobre la vanidad del mundo. Poema Zen del Maestro Wolbong

Pensamiento sobre la vanidad del mundo. Poema Zen del Maestro Wolbong

Pienso sobre la Vanidad del Mundo.
En mi corazón hay un pensamiento,
pero me es difícil expresarlo en verso para ti.
Si me preguntas qué es…
el viento agita las campanas en la esquina del Salón Dharma.
Agarrar un cepillo para limpiar o recitar un verso.
No es mi estilo.
Estar en silencio frente a la ventana. Esa es mi práctica.
¿Siquiera sabes el significado de la verdad que viene del Oeste?*
El viento se lleva el sonido del riachuelo hacia
las barandillas iluminadas por luz de la luna.
¿Qué clase de verdad has estado tratando de encontrar todo el día?
Es como si quieras encontrar al buey mientras lo montas.
¡Qué absurdos son los practicantes estos días!

Cuando cesas las búsquedas,
puedes llegar a la Iluminación por tu propia mente.

Hay quienes con extrañas palabras y habla presuntuosa
aseguran poseer el conocimiento.
Se hacen pasar por sabios solo porque ha visto mucho
o han escuchado mucho.
Aunque estuvieran bien instruidos en los sutras,
y aunque pudieran componer poesía fina;
si no conocen la mente,
todo lo que hacen será en vano.

—Por Wolbong, maestro Seon, Corea (1624-?). Traducido por Kyonin.

¿Cuánto sabe un maestro budista?

No es la cantidad de libros que ha leído o la manera grandilocuente con la que se expresa. Tampoco son los títulos o las fotos con personas famosas.

Un Maestro Zen guarda y enseña silencio.

* El Oeste. En muchos textos budistas se hace referencia al Oeste. Es una manera corta, pero elegante, para referirse al Buda o a las enseñanzas que vienen del norte de la India, la tierra del Buda.

 

Verso Improvisado, poema Zen por el Patriarca Heoeung Dang

Verso Improvisado, poema Zen por el Patriarca Heoeung Dang

 

Nublado, luego cielo azul.
Cielo azul, luego nublado.
La precisión del cielo es como mi mente.
¿Cómo puedo controlar esta mente
y luego enseñarle al universo a elegir
entre cielo azul o lluvia?
La nube trae lluvia a la Montaña del Sur.
Los pinos mandan viento hacia el Valle del Norte.
Todas las cosas gozan el instante.
Aún las golondrinas dejan que los insectos
caigan de sus picos.

— Patriarca Heoeung Dang del Budismo Seon. Corea, 1515–1565

El aire juega con los árboles. Las montañas danzan con las estaciones del año; a veces se visten de blanco y otras de verde. Las aves vuelan por doquier y no se detienen a revisar Facebook. Los delfines no están presionados por ir a comprar a la barata nocturna.

El Patriarca Heoeung Dang sólo necesitaba contemplar las montañas para improvisar unas líneas que trascenderían el tiempo y las culturas.

¿En verdad te crees el cuento de que necesitas tantas cosas para estar bien?