Hace años, cuando trabajaba en una oficina, una compañera estaba hecha un mar de lágrimas. Su perrita, Tita, había muerto el día anterior, y su dolor era evidente. Algunos compañeros, al verla en ese estado, se acercaron para preguntar cuál era el problema. Pero al enterarse de que una simple perrita había muerto, se daban la vuelta e ignoraban el sufrimiento de mi amiga. Como si la muerte de una mascota no fuera relevante. Y es que despedir a nuestros animales no es parte de la cultura humana.
Perder a un miembro animal de nuestra familia es un dolor profundo y real, y en el Budismo Zen, reconocemos y honramos este sentimiento. En esta segunda parte, daré algunas ideas de cómo podemos despedir a nuestros animales con amor, respeto y dignidad a través de una ceremonia budista. Este artículo está dirigido a aquellos que desean honrar a sus mascotas fallecidas de una manera significativa y compasiva, utilizando las enseñanzas del Budismo Zen.
Las Tres Marcas de la Existencia
Shakyamuni Buda nos enseñó sobre las Tres Marcas de la Existencia: la impermanencia (Anicca), el sufrimiento (Dukkha), y la ausencia de un yo permanente (Anatta). Estas enseñanzas son fundamentales para entender la naturaleza de la vida y la muerte.
Impermanencia (Anicca): Todo en el vasto cosmos es transitorio. Nada dura para siempre, ni nuestros cuerpos, ni nuestras relaciones, ni siquiera nuestras queridas mascotas. Reconocer la impermanencia nos ayuda a vivir con más presencia y gratitud, apreciando cada momento con los seres que amamos.
Sufrimiento (Dukkha): El sufrimiento es una parte inevitable de la existencia. Perder a una mascota nos enfrenta directamente a esta verdad. Sin embargo, el Buda nos da los elementos para aceptar el sufrimiento y a encontrar formas de trascenderlo. Es completamente posible vivir las situaciones duras de la vida sin hacer drama.
Ausencia de un yo permanente (Anatta): No existe un yo fijo e inmutable. Todos los seres están en un constante flujo de cambio. Nuestras mascotas también forman parte de este ciclo. Al entender esto, podemos soltar nuestros apegos y encontrar paz en la aceptación de la realidad.
Aprender sobre la Impermanencia
En el budismo en general, se tiene una manera distinta de ver la muerte. Y en el Zen es aún más particular porque desde el primer contacto con esta práctica, comenzamos a aceptar nuestra impermanencia y la de todo lo que nos rodea.
Lejos de ser una visión oscura de las cosas, lo vemos como una realidad a la que nos debemos adecuar para poder ser libres en la vida. Esto es útil para poder estar en paz con los cambios naturales, para poder despedir a nuestros animales, por supuesto.
Aprender sobre la impermanencia de las cosas es un desafío, especialmente cuando se trata de los seres que amamos profundamente. Sin embargo, esta comprensión nos ayuda a no desarrollar apegos obsesivos y a vivir de una manera más equilibrada y compasiva. Sabemos que todo lo que amamos es transitorio, lo que nos enseña a apreciar cada momento y a no dar por sentado el tiempo que tenemos juntos.
La preciosidad de cada instante
En el libro Tropas del Espacio, de Robert A. Heinlein, hay una frase que me ha seguido desde la adolescencia: “Adelante, monos, ¿acaso quieren vivir para siempre?”. No, no quiero vivir para siempre. Y no quiero que ningún ser que amo viva para siempre.
El spoiler más grande de la película de tu vida es: eres impermanente y sabes que eventualmente vas a morir. Pero no hay que tener miedo, sino al contrario. Esta conciencia de la mortalidad nos enseña que cada instante es precioso. No podemos darnos el lujo de desperdiciar el tiempo, especialmente con aquellos que amamos. Al vivir plenamente en el presente, podemos hacer de cada momento una oportunidad para expresar nuestro amor y gratitud hacia nuestras mascotas.
La práctica budista para despedir a nuestros animales
Cuando la muerte llega, la práctica budista nos ayuda a aceptar y a recuperarnos más rápidamente. Nos enseña a estar presentes con nuestro dolor, a observarlo sin resistirlo y a permitirnos sentir todas las emociones que surgen. Esta aceptación nos permite procesar el duelo de una manera más saludable y encontrar paz en medio de la tristeza.
La Importancia de una ceremonia de despedida
Debido a que hemos construido una cultura orienta a la razón y a lo material, hemos dejado de lado los ritos de pasaje, que han sido vitales para el desarrollo humano. Así como sabemos que la primavera llega y hacemos cosas de primavera, debemos marcar cuando la adolescencia o la madurez llegan.
La muerte es solo otro estado de nuestra realidad y también necesita una marca en el tiempo para poder movernos hacia adelante. El Zen tiene ritos de pasaje que nos dan paz, centro y nos mueven hacia el futuro.
Si hay servicios funerarios para humanos, ¿por qué no tener uno para despedir a nuestros animales? Debemos despedirnos de manera amorosa, honorable y digna, tal como lo haríamos con cualquier miembro de la familia.
Tu propia ceremonia budista para despedir a nuestros animales
En muchos templos budistas de Japón se ofrece un servicio funerario llamado Petto-rossu (Pet loss, pero en japonés). Se trata de una ceremonia memorial idéntica a la de los humanos, pero para mascotas. En los últimos años ha cobrado más auge y creo que es una gran idea.
Las ceremonias funerarias en el budismo japonés son, en realidad, ceremonias de ordenación. A la persona fallecida (o a la mascota) se le ordena como monje que ha trascendido el samsara. Aunque es hermosa, es una ceremonia complicada y que lleva muchos pasos reservados para monjes.
Pensando en que no todos son monjes o practicantes de Soto Zen, he escrito esta ceremonia inspirada en Petto-rossu. La intención es que sea accesible para cualquier persona que necesite una ceremonia de pasaje para su compañero cuadrúpedo, plumífero o acuático.
Es muy importante decir que esta ceremonia debe ser hecha unas semanas después de la muerte del animal. Queremos despedirle desde la razón, el amor y la gratitud; no desde el drama y el corazón roto.
Para aquellos que tienen un altar budista en casa, aquí hay una guía sencilla para diseñar una ceremonia de despedida para sus mascotas:
1. Preparación del Espacio:
Limpia el espacio alrededor de tu altar.
Limpia con cariño al Buda.
Coloca una foto de tu mascota.
Añade flores frescas o incienso de sándalo y velas.
Incluye un objeto que era significativo para tu mascota, como su juguete favorito.
Haz una reverencia a manos juntas (Gassho) al terminar.
2. Encendido de velas e incienso:
Enciende una vela. La luz de la vela simboliza la sabiduría y la compasión que guía a nuestra mascota hacia su próximo viaje.
Enciende un incienso. Este representa la pureza y la transitoriedad de la vida. Además, es para unir el mundo de los vivos con el de los muertos, aunque sea por unos instantes.
Gassho al terminar.
3. Recitación de Sutra del Corazón y Mantra:
Recita el Sutra del Corazón 3 veces. Lo puedes encontrar aquí. El Sutra del Corazón es una recitación poderosa que habla sobre la vacuidad y la interconexión de todas las cosas.
Recita el mantra de la compasión: «Om Mani Padme Hum». Este mantra puede repetirse 7 veces para crear un espacio de gratitud, compasión y paz en el corazón.
4. Reflexión y Zazen
Ahí frente a tu altar, toma unos minutos para reflexionar sobre los momentos felices y el amor compartido con tu mascota. Agradece las lecciones que ha dejado en ti y que te han transformado en mejor persona.
Permítete sentir y observar tus emociones sin juzgarlas. Si surgen lágrimas, deja que fluyan.
Siéntate en Zazen al menos por 20 minutos.
5. Palabras de despedida:
Habla en voz alta a tu mascota, expresando tu gratitud por el tiempo compartido y las enseñanzas recibidas.
Puedes decir algo como: «Querido [nombre de tu mascota], gracias por el amor, las enseñanzas y la alegría que trajiste a nuestras vidas. Te recordaremos siempre con amor y gratitud. Que encuentres paz y felicidad en tu próximo viaje.»
6. Versos de cierre:
Los versos los puedes encontrar también en nuestro cuaderno de liturgia aquí.
Verso de la enmienda.
Cuatro Promesas.
Verso de gratitud.
7. Cierre:
Toca tu campana 2 veces.
Apaga la vela y el incienso con gratitud y respeto.
Toma unos momentos finales para estar en silencio, permitiendo que la paz y la aceptación llenen tu corazón.
Conclusión
Perder a una mascota es una experiencia profundamente dolorosa. Sin embargo, a través de las enseñanzas del Budismo Zen y la práctica de ceremonias de despedida, podemos encontrar formas de honrar y recordar a nuestras mascotas con amor y dignidad.
Al aceptar la impermanencia y vivir cada momento con gratitud, aprendemos a valorar más profundamente nuestras relaciones y a soltar el apego de una manera saludable. Al realizar una ceremonia de despedida, no solo honramos la vida de nuestra mascota, sino que también nos permitimos a nosotros mismos sanar y encontrar paz.
Que este proceso nos ayude a todos a recordar el amor perfecto que jamás se apaga y a vivir con compasión y alegría, sabiendo que cada momento es precioso y que la conexión con nuestras mascotas siempre permanecerá en nuestros corazones.
Un día me cansé y ya no tuve más fuerza para seguir en contra del mundo para proteger mi ego. Era extenuante estar siempre a la defensiva para que mi castillo de naipes no se derrumbara porque, dentro de mí, sabía perfecto que todo era un autoengaño. Me di por vencido de luchar mil luchas que no me llevaron a ningún lado. Cuando dejé que la vida fuera, buena parte de mi sufrimiento se apagó para no regresar nunca. Fui consciente por primera vez, que había entendido que era posible tener confianza en el Buda para superar desafíos y retos; en lugar de ir contracorriente.
…uno no puede renacer en la Tierra Pura con raíces de mérito o virtud insuficientes, ni con carencia de un buen nidana (previas acciones buenas y felicidad o contento). Shariputra y hombres y mujeres virtuosos oyeron el nombre de Amida y le llamaron por un día, dos días, tres días, cuatro días, cinco días, seis días, siete días, manteniendo sus mentes imperturbables, dicho sea de paso, cuando ellos lleguen a morir verán ante sus ojos la visión de Amida Buda en su retina. Si él o ella, en su mente, mantiene intencionadamente la aspiración del renacimiento en Sukhavati (eliminando todos los deseos por las cosas mundanas), esa persona renacerá inevitablemente en la tierra feliz de Amida Buda. Oh Shariputra, en vista de esas ventajas, he aconsejado que todos los que oigan este mensaje que deben aspirar a nacer en esa tierra-de-Buda.
La figura del Buda no solo representa un maestro espiritual histórico, sino que también es un concepto religioso profundo que abarca la esencia misma de la iluminación de todas las cosas y la liberación del sufrimiento. Confiar en el Buda para superar desafíos y retos implica más que una simple adoración ciega. Es una práctica de vida con la que alcanzamos la verdadera paz interior y la aceptación de la realidad tal como es.
El Buda como maestro espiritual y concepto religioso
El Buda es mucho más que una figura que vemos en restaurantes chinos o en escuelas de yoga. Históricamente sabemos que Siddhartha Gautama fue un príncipe que alcanzó la iluminación bajo el árbol Bodhi hace más de 2500 años. Sin embargo, esta idea no alcanza a tocar lo más profundo de lo que es Buda. Se trata de entender que su identidad histórica es solo un aspecto de la naturaleza iluminada que reside en todos lo que nos rodea. Desde el átomo más pequeño hasta el universo completo, todo es Buda.
Confiar en el Buda es la certeza de que existió un maestro sabio y compasivo que nos dejó enseñanzas para salir adelante en la vida.
Confiar en Buda significa reconocer y despertar a nuestra naturaleza interna. No es solo una cuestión de fe, sino de práctica y experiencia directa. A través de Shikantaza, el estudio del Dharma y la observancia de los preceptos, cultivamos una conexión profunda con esta realidad interna, lo que nos proporciona la fortaleza necesaria para superar desafíos y retos.
Dejar la mente en paz y superar desafíos y retos
La mente es un panal de abejas. Estas vuelan libres para explorar y encontrar alimento que, llevan de regreso a la colmena. Vistas de lejos, son maravillosas y nos dan muchas enseñanzas.
Pero si llegas y le pegas al panal con un palo, las abejas se excitan y se ponen muy violentas. Nos persiguen con el aguijón listo para atacar. Esto es justo lo que hacemos con la mente.
Desarrollamos confianza en el Buda cuando dejamos la mente en paz y permitimos que la vida solo sea. Esto implica una aceptación radical de lo que es, sin resistirnos ni aferrarnos a nuestras expectativas y deseos. La mente, por su naturaleza, está llena de pensamientos, emociones y reacciones que a menudo nos desvían del momento presente. Sin embargo, al sentarnos en Zazen y poner atención plena, aprendemos a observar estos fenómenos sin identificarnos con ellos.
Cuando dejamos de entrometernos con la mente, liberamos una gran cantidad de energía que antes se gastaba en preocupaciones, discusiones estúpidas y miedos. Esta liberación nos permite enfrentar los desafíos con una mente clara y tranquila, viendo las situaciones tal como son y respondiendo de manera adecuada y compasiva.
Liberación del sufrimiento
No entrometernos con la mente nos libera de sufrimiento. Y resulta paradójico que también nos pone en la vía para superar desafíos y retos. El sufrimiento, según las enseñanzas de Shakyamuni, surge del apego y la aversión, de nuestra constante lucha por aferrarnos a lo que deseamos y rechazar lo que no deseamos. Al dejar que la mente repose en su estado natural, sin luchar contra nuestros pensamientos y emociones, encontramos una libertad que trasciende el sufrimiento.
Esta práctica de no intervención no es una pasividad resignada, sino una apertura activa a la realidad. Permitimos que los pensamientos y sentimientos fluyan sin juzgarlos ni aferrarnos a ellos. Este acto de soltar nos libera del ciclo de insatisfacción y dolor, creando paz y ecuanimidad dentro de nosotros.
Existir en el presente
No estorbar el flujo de la vida nos permite existir solo en el presente. La vida es un flujo constante de momentos cambiantes, y nuestra mente tiende a estar atrapada en el pasado o anticipando el futuro. Esta tendencia nos roba la oportunidad de experimentar plenamente el presente, el único momento en el que realmente vivimos.
Al cultivar la atención plena, aprendemos a regresar una y otra vez al aquí y ahora. Este estado de presencia nos hace más conscientes de nuestras acciones y de sus consecuencias, permitiéndonos responder a los desafíos con sabiduría y creatividad. En lugar de reaccionar impulsivamente, actuamos con una claridad que proviene de estar completamente presentes.
Creatividad y atención en los desafíos
Entonces, cuando hay desafíos en la vida, estamos siempre atentos y disponibles para ser creativos. La confianza en Buda nos da la serenidad para enfrentar los obstáculos sin ser abrumados por ellos. Nos volvemos observadores de nuestras propias experiencias, permitiendo que las soluciones emerjan desde un lugar de calma y claridad.
Esta creatividad no es una cuestión de intelecto, sino de apertura y receptividad. Cuando nuestra mente está en paz, estamos más dispuestos a ver las posibilidades que nos rodean y a actuar de manera innovadora y efectiva. Esta es la esencia de superar desafíos y retos: estar presentes, confiar en nuestra naturaleza búdica y permitir que la vida se desenvuelva de manera natural.
Vivir nuestro potencial
Desarrollamos confianza en Buda para vivir nuestro potencial y para solo permitir que las cosas se desenvuelvan de forma natural. Confiar en Buda no significa esperar pasivamente que todo se resuelva por sí solo, sino actuar con una confianza fundamentada en la comprensión de nuestra verdadera naturaleza.
Amida Buda es naturaleza perfecta y humilde. Esa es también nuestra naturaleza completa y perfecta. Dejamos de buscar fuera de nosotros mismos la validación y la seguridad. En cambio, nos volvemos hacia adentro, reconociendo que todo lo que necesitamos para superar desafíos y retos ya está dentro de nosotros. Esta confianza en Buda y nuestra naturaleza búdica, nos permite vivir de manera plena y auténtica, alineados con nuestro verdadero ser.
Aceptación radical de la realidad
Cuando hay vida, permitimos que sea. Cuando hay enfermedad, aceptamos y trabajamos para regresar a la salud sin sufrirla. Cuando hay risa, solo hay risa. Cuando muerte, solo muerte. Esta aceptación total de la realidad tal como es, en sus altos y bajos, es la verdadera confianza en el Buda.
Aceptar no significa resignarse pasivamente a las circunstancias, sino enfrentarlas con una mente abierta y un corazón compasivo. Cuando estamos enfermos, cuidamos nuestro cuerpo con amor y paciencia, sin añadir el sufrimiento del rechazo o la frustración. Cuando enfrentamos la muerte, ya sea la nuestra o la de un ser querido, lo hacemos con la comprensión de que es una parte natural del ciclo de la vida. Pero además entendemos la muerte como el nacimiento de la vida.
Las cosas solo son. Aceptar esto, es aceptar a Buda en el corazón. Al reconocer la naturaleza impermanente y cambiante de todas las cosas, encontramos una paz profunda. No intentamos cambiar lo que no puede ser cambiado, ni aferrarnos a lo que inevitablemente se desvanecerá.
Esta aceptación no es una derrota, sino una victoria de la comprensión espiritual. Nos permite vivir con una ligereza y libertad que solo puede ser encontrada al soltar nuestras expectativas y juicios. En esta aceptación, encontramos la verdadera libertad y confianza en el Buda.
Esta es la verdadera esencia del Zen: una aceptación profunda y una confianza inquebrantable en Buda y nuestra naturaleza interna, que nos guía hacia la paz y la libertad. Así es como en el Zen podemos superar desafíos y retos.
Un querido alumno, Rubén, ha escrito este texto que me tocó el corazón:
Flotando en el mismo centro. Afuera, nada. Adentro, nadie.
El viento ha abierto de par en par el ventanal y ha soplado todo el polvo acumulado.
Se apagó la luz temblorosa de la vela.
La luna llena ilumina ahora la estancia y en el viejo espejo se refleja el universo entero.
En este instante
abre los ojos el hombre que aquí dormía.
Junto con él todos los seres han sido liberados.
En este instante.
Vivimos ocupados más que nunca, logrando, alcanzando y deseando. Suena atractivo, pero estas búsquedas resultan muy destructivas a la larga.
En la práctica Zen se vuelve natural detenernos de cuando en cuando para solo contemplar la vida como es. Pomenos atención la verdadera naturaleza del ser y del tiempo.
Este texto es un retrato de un momento en el tiempo, un reflejo de la eternidad capturado en un simple acto de consciencia. En el Zen, realizamos que el ser es el tiempo y el tiempo es ser. Vivimos admirando la enormidad y la magia de la realidad, reconociendo que cada instante es una manifestación completa del universo. Esta es nuestra religión.
El viento limpiando la estancia, la vela apagándose y la luna llenando de luz el espejo, nos recuerda que esta enseñanza está por todos lados. En la práctica diaria, repetimos esta sabiduría con el Sutra del Corazón, afirmando que «la forma es vacío y el vacío es forma». Este instante, en su simplicidad y profundidad, lo contiene todo.
Cualquier persona que despierta, despierta con el Buda. Despierta al Buda, y con esto, la realidad de la naturaleza búdica. ¡Todos los seres son liberados en ese mismo instante! Soltamos comentarios y pensamientos para solo contemplar al Buda en la luna, en la luz de la vela y en la oscuridad de nuestro interior.
Este momento es un recordatorio constante de la presencia del Buda en cada aspecto de nuestra existencia, un llamado a vivir plenamente despiertos y en armonía con el universo.
Soltar nuestras ataduras y simplemente ser, en el flujo continuo del tiempo que es a la vez nuestro ser más íntimo.
Son tiempos candentes en México porque en unos días habrá elecciones presidenciales. Es muy cansado escuchar y ver el estira y afloja de los mensajes políticos, además del odio que fluye por todos lados. Los Tres Venenos de la Mente rigen sobre mente-corazón de todos. Resulta triste ver cómo las víctimas más grandes de todo esto son la compasión y la paz interna. Zen y política es un tema interesante para este blog porque es la primera vez en casi 20 años que escribo al respecto. Y hay razones importantes por las que evito el tema.
Y aunque sean momentos políticos en México, la política es siempre toca mente y corazón de los humanos, por lo que este post aplica para cualquier país, en cualquier momento del tiempo.
Como ya sabrás, el Budismo Zen es una escuela del budismo que ha influenciado profundamente las culturas de China y Japón, y su enfoque en Zazen y la práctica diaria ha capturado la atención de personas en todo el mundo. Sin embargo, cuando se trata de Zen y política, surge una pregunta crucial: ¿son compatibles? La respuesta, como discuto en este artículo, es un resonante no.
Es cierto que ha habido momentos en la historia donde el budismo se ha mezclado con los gobiernos de distintos países, pero son excepciones que no definen una postura oficial del budismo sobre política. En su mayoría, los maestros del Budismo Zen han mantenido una visión clara sobre la incompatibilidad entre Zen y política, y se mantienen separados de ella. Aún más después de la Segunda Guerra Mundial, cuando los intereses de las empresas y los bancos comenzaron a controlar a los gobiernos del mundo.
Zen y política son altamente incompatibles
El Budismo Zen y política son como el agua y el aceite, no se mezclan. Desde sus orígenes, el Budismo Zen ha enfatizado la importancia de la pureza espiritual y la práctica desapegada de las influencias mundanas. La política, por otro lado, está intrínsecamente ligada al poder, la ambición y, a menudo, a la corrupción. Esta naturaleza de la política es totalmente contraria a los principios fundamentales de las enseñanzas del Buda y de los patriarcas del Zen.
Por definición, la política y todos los políticos violan los preceptos del Buda. Los preceptos budistas, como la no violencia, la honestidad, la vida humilde, el autocontrol y la conducta ética, son difíciles de mantener en el ámbito político, donde las decisiones a menudo implican compromisos y acciones que pueden ser moralmente cuestionables. La política requiere un grado de manipulación, persuasión y, en muchos casos, engaño, lo cual está en directa contradicción con la enseñanza de vivir una vida pura, compasiva y ética.
He conocido personas que se dicen practicantes de Budismo Zen, pero que no han estudiado profundamente a Dogen o al Buda, y terminan tomando posturas polarizadas ante los conflictos políticos del mundo. Esto solo trae sufrimiento porque se provocan confusión interna y una autoengañada aplicación del Dharma a su causa. El Budadharma y el Zen, por definición, están muy por arriba de cualquier interés personal o político.
Las enseñanzas de Dogen sobre no mezclarse con políticos o ricos
Eihei Dogen, el fundador de la escuela Soto del Zen en Japón, recibió enseñanzas en China que reforzaron la idea de mantenerse alejado de los políticos y la gente rica. En su obra Shobogenzo Zuimonki, Dogen relata cómo su maestro chino, Rujing, le enseñó a evitar la política y a no involucrarse con individuos poderosos y adinerados. Dogen aprendió que la búsqueda de la pureza espiritual requería evitar las influencias corruptoras del poder y la riqueza, que podían desviar a los practicantes del verdadero camino del Dharma.
En Shobogenzo Zuimonki, Dogen nos dice:
«Un monje debe vivir en un lugar tranquilo y dedicarse únicamente a la práctica del Dharma. No debe buscar la compañía de los ricos ni de los poderosos, ya que esto solo lleva a la corrupción de la mente y al desvío del verdadero camino del Zen. El Buda nos enseñó a evitar las asociaciones que puedan poner en peligro nuestra pureza espiritual y nuestra dedicación a la práctica del Dharma.»
Dogen Zenji era firme en su postura sobre asuntos políticos. Jugaba con las reglas del sistema, pero no favorecía a nadie. Aconsejaba a sus discípulos que evitaran las conversaciones políticas y que no buscaran favores de la corte imperial o de figuras poderosas. Para Dogen, la práctica Zen debía ser pura y desapegada de las tentaciones del mundo secular. Creía que el Dharma no debía subyugarse al poder mundano y que los monjes debían contentarse con la virtud de la pobreza y una vida de práctica espiritual en la tranquilidad de las montañas.
La postura de Sawaki Kodo sobre Zen y política
Sawaki Kodo Roshi, otro influyente maestro Zen del siglo XX y patriarca de Grupo Zen Ryokan, compartía la visión de D?gen sobre la incompatibilidad del Zen y la política. El maestro insistía en que los practicantes de Zen no debían involucrarse en asuntos políticos, ya que esto desviaría su atención de la práctica y la enseñanza del Dharma.
Sawaki Roshi pensaba que todos los bandos en pelea política por el poder estaban en un error fundamental y jamás buscaban el bien público, solo el beneficio personal. Además, veía a los políticos como niños ignorantes peleando por juguetes. Y justo por esta desviación del ser, había que evitar involucrarse en estos temas.
Para Kodo, la verdadera práctica del Zen requería un compromiso total con la meditación y la vía del Buda, libre de las distracciones y corrupciones de la política.
Enfocarse en la práctica del Zen
La práctica del Zen, con su énfasis en Shikantaza y la vida simple, es la mejor manera de mantenerse alejado de las influencias corruptoras del poder, riqueza y fama. Al enfocarse en la meditación y la práctica diaria, los practicantes de Zen pueden cultivar una mente clara y un corazón puro, libres de las distracciones y tentaciones del mundo político. La práctica constante y dedicada del Zen ayuda a desarrollar una profunda comprensión de la naturaleza de la mente y la realidad, lo cual es el verdadero objetivo del Zen.
Compasión y humildad: poderes para mejorar la sociedad
La práctica de la compasión y la humildad son más poderosas para mejorar las sociedades que cualquier acción política. Los maestros Zen enseñan que, a través de la compasión y la humildad, los individuos pueden influir positivamente en su entorno y en las personas a su alrededor. Estas cualidades, cultivadas a través de la práctica del Zen, tienen un impacto duradero y profundo en la sociedad, mucho más que las políticas y los programas gubernamentales.
Por esta razón, los maestros del Zen nunca paramos de enseñar y propagar el Dharma. Quizá entre las sanghas que practican Zen, estemos cultivando al primer político compasivo y ético. Pero hasta entonces, nos mantenemos alejados de cualquier asunto político.
¿Deben los practicantes de Zen votar?
La cuestión de si los practicantes de Zen deben votar es una decisión personal. No hay una regla estricta en el Zen que prohíba la participación en las elecciones. Sin embargo, cuando los practicantes de Zen deciden votar, no lo hacen por partidos o personas específicas, sino por seres compasivos. La decisión de votar debe basarse en la consideración de quién es más probable que actúe con compasión y en el mejor interés de todos los seres, en lugar de intereses egoístas o de poder.
Si un político demuestra no estar en control de sus impulsos, su avidez, sus palabras o su propia salud, no es alguien que pueda cuidar de una población.
Un practicante de Zen y las preferencias políticas
Un practicante de Zen no tiene preferencias sobre candidatos políticos y no toma posturas fuera de equilibrio. La práctica del Zen enseña a ver más allá de las divisiones y dualidades, buscando siempre el equilibrio y la armonía. Nos esforzamos por mantener una mente clara y ecuánime, sin dejarnos llevar por las pasiones y conflictos que a menudo caracterizan el ámbito político.
También es nuestro deber ver más allá de los ataques y el odio entre bandos, que nublan la mente. Esta actitud nos permite participar en la sociedad de manera consciente y compasiva, sin quedar atrapados en las luchas de poder y las divisiones partidistas.
Conclusión
En resumen, el Zen y política son conceptos fundamentalmente incompatibles. El Budismo Zen, con su énfasis en la pureza espiritual, Shikantaza y la práctica desapegada, choca directamente con la naturaleza de la política, que está intrínsecamente ligada al poder, acumulación de riqueza y la ambición. A través de las enseñanzas de maestros como Dogen Zenji y Sawaki Kodo, queda claro que la mejor manera de seguir el camino del Zen es mantenerse alejado de las influencias políticas y enfocarse en la práctica diaria y la realización del Dharma.
La compasión y la humildad, cultivadas a través del Zen, son herramientas poderosas para mejorar la sociedad, más allá de cualquier acción política. Por lo tanto, los practicantes de Zen debemos seguir nuestro camino con claridad y compromiso, recordando siempre la incompatibilidad esencial entre el Zen y la política.
Antes de comenzar el post de hoy, quiero quitar algo de en medio. Aunque sea un chiste que regresa como zombi y se niega a morir; no, Confucio no fue el chino japonés que inventó la confusión. Es uno de los personajes insignia de la filosofía humana y, para el estudiante de Budismo Zen, la sabiduría del Confucio es el punto de origen para comprender la razón por la que insistimos tanto en la disciplina y la cultivación personal.
En este mundo que hemos creado, en donde lo vulgar, lo inmediato y lo fácil de digerir han ensuciado la cultura, es más importante que nunca poner freno de mano y recuperar terreno a la estupidez.
La sabiduría milenaria de Confucio, entonces, es un faro de luz que ofrece soluciones profundas y atemporales para muchas enfermedades sociales, psicológicas que nos aquejan. Aunque Confucio vivió en el siglo V a.C., su pensamiento sigue siendo relevante para nosotros hoy, proponiendo un camino hacia una vida plena y armoniosa; así como para crear mejores sociedades.
¿Quién fue Confucio?
Confucio, cuyo nombre real era Kong Qiu y a veces es llamado Kongzi, fue un pensador y educador chino que vivió entre el 551 y el 479 a.C. Aunque fue contemporáneo del Buda y de Aristóteles, nunca se encontró con ellos. Pero la sabiduría de Confucio se enfoca en la moralidad tanto personal como gubernamental, la justicia, y la sinceridad en las relaciones personales, especialmente dentro de la familia y entre amigos. Muy similar al Buddhadharma.
El Confucianismo, que es el sistema de ideas basado en sus enseñanzas, ha sido una de las influencias filosóficas más duraderas en la cultura china y en muchas otras partes de Asia. Sus ideas se centran en la importancia de la educación y el aprendizaje, el respeto por la jerarquía y la estructura social, y la creencia en un comportamiento ético que promueve la armonía social.
Relevancia en la vida moderna
Hoy en día, en nuestra búsqueda de significado y dirección, los principios de Confucio sobre la moralidad y la conducta ética pueden ofrecernos un camino claro. Vivimos en una época de cambio rápido y de desafíos sociales complejos, donde las enseñanzas de Confucio sobre la compasión, el respeto y la justicia se vuelven esenciales para fomentar comunidades sostenibles y cohesivas.
Sus cuatro enseñanzas más grandes son:
Ren: La benevolencia o humanidad es el corazón del confucianismo. Confucio enseñó que actuar con compasión hacia los demás es la base de la paz interna y espiritual, para así crear una sociedad armoniosa.
Li: Estas son las normas de cortesía y etiqueta que rigen las interacciones sociales. Confucio sostuvo que mantener las formas apropiadas de conducta ayuda a preservar el respeto y la dignidad entre las personas.
Xiao: La piedad filial, que implica respeto y cuidado por los padres y ancestros, es fundamental para cultivar el carácter y fortalecer la familia, piedra angular de la sociedad.
Yi: La justicia y la rectitud. Confucio nos insta a actuar con integridad y a tomar decisiones justas que no solo nos beneficien a nosotros mismos, sino también a los demás.
La intersección con el budismo Zen
Aunque la sabiduría de Confucio y el budismo Zen surgieron de tradiciones diferentes, ambos comparten el énfasis en la disciplina y la autorregulación como medios para alcanzar una vida plena en ecuanimidad.
En el Zen, esto se manifiesta en la meditación, la atención consciente y el estudio del Dharma. En el confucianismo, a través de la práctica rigurosa de las virtudes, la cultura y educación y la contemplación del mundo que nos rodea.
Ambos caminos sugieren que el alivio del sufrimiento se encuentra en la transformación interna y la autenticidad en nuestras acciones.
El valor de la educación, la autorregulación y la disciplina
Confucio fue un gran defensor de la educación y la cultura elevada como medio para el mejoramiento personal y social. Creía que solo a través del aprendizaje continuo y la reflexión podíamos llegar a conocernos verdaderamente y mejorar nuestra conducta. Esta idea resuena hoy más que nunca, en una era donde la autorregulación y la disciplina pueden parecer cualidades en desuso, pero son esenciales para navegar las complejidades de la vida moderna.
La sabiduría de Confucio queda en tus manos
Así como el Maestro Kongzi nos invitó a mirar dentro de nosotros y a buscar el bien mayor, te invito a reflexionar sobre cómo estas enseñanzas pueden aplicarse en tu vida diaria. ¿En qué áreas podrías practicar más compasión? ¿Estás manteniendo un equilibrio justo entre tus necesidades y las de los demás?
Dejar Tiktok e Instagram de lado y leer Analectas, puede ser de gran ayuda para crear la vida que te gustaría tener.
Y si practicas Zen, estudiar la sabiduría de Confucio te dará más elementos para entender, esforzarte en ser mejor y guiarte hacia un puerto seguro de paz y satisfacción. ¡El universo gana!
Las rupturas amorosas son una fuente inagotable de dolor emocional y confusión para muchos de nosotros. Cada historia es un mundo inexplorado, por lo que es imposible dar una guía máxima. El malestar de la separación tiene demasiadas capas y todas se activan al mismo tiempo.
El problema es que casi siempre acudimos por consejo con personas igual de desinformadas y confundidas que nosotros, lo que resulta aún en más sufrimiento.
No es que el Budismo Zen sea una medicina rápida contra el dolor de la separación, pero sí que nos puede ayudar a entender un poco mejor las cosas, para sanar de mejor manera.
Sé que el mundo se pone oscuro y claustrofóbico, pero las rupturas amorosas son nacimientos, en realidad. Y nacer siempre duele.
Desde la perspectiva del Budismo Zen, cada experiencia, incluso una ruptura, es una oportunidad para profundizar en nuestra comprensión de la vida y crecer espiritualmente.
Hay varios aspectos que no siempre se toman en cuenta.
1. La impermanencia de las relaciones
Una de las enseñanzas fundamentales del Budismo es la impermanencia. Todo en el universo está en constante cambio, y las relaciones no son una excepción. Sufrimos las despedidas porque olvidamos que nada es permanente. Aceptar la impermanencia ayuda a aliviar el sufrimiento de las rupturas amorosas porque ajusta nuestras expectativas y nos prepara para el cambio.
Y hablando de expectativas, son también fuente de dolor. Son estas fantasías que creamos de cómo deberían ser las cosas y las personas, pero cuando la realidad llega, llega la desilusión. Mantener la mente en el presente, es una inversión que reditúan en menos dolor.
2. La dificultad de soltar
Soltar es uno de los retos más difíciles, especialmente cuando se trata de relaciones significativas. Duele perder a una persona especial, pero lo que nos duele más es perder esa versión enamorada de uno mismo. Cuando estamos con alguien, nuestra personalidad se moldea alrededor de un ideal. Si este cambia, hay crisis de identidad porque estamos ante una nueva versión de uno mismo. Eso produce mucho miedo.
Por supuesto, nos cuesta trabajo soltar los recuerdos y todo lo que parecía seguro, ante la ruptura amorosa. Sin embargo, el Zen nos enseña que aferrarse a lo que sea es una fuente de Dukkha. Aprender a soltar no sólo cosas físicas sino también relaciones y emociones es fundamental para encontrar la paz interior.
Pero soltar va más allá. Soltamos la personalidad que hemos creado para liberarnos de las cadenas autoimpuestas.
3. El miedo al cambio
El miedo al cambio es una reacción natural, pero también es una barrera para el crecimiento personal. Cada vez que estamos ante un cambio significativo, como una ruptura, tendemos a paralizarnos. El Zen propone enfrentar el cambio con la mente abierta y aceptar que cada cambio trae consigo la semilla de un nuevo comienzo.
4. El orgullo herido
Nuestro orgullo humano queda mal herido tras una ruptura, especialmente si no la vimos venir o si nos resistimos a aceptarla.
¿Por qué el orgullo duele? Porque hay un ego que te domina. El Buda nos enseñó que el ego no es más que una ilusión, y la práctica Zen nos lo pone el claro con todas las prácticas que realizamos. Al bajarle algunos niveles al ego, ya no hay más ego que resulte dañado.
5. Fluir con la vida
La vida es un flujo constante, y a veces, nos lleva por caminos inesperados. Aunque resistirse a los cambios es una reacción humana, fluir con la vida y aceptar los giros que toma es esencial para mantener nuestro bienestar emocional y espiritual. La vida está en constante movimiento, y nosotros debemos movernos con ella.
6. El lodo y el loto
El Budismo Zen usa la metáfora del loto, que crece en el lodo y florece en belleza sobre la superficie del agua, para ilustrar cómo los momentos más difíciles pueden llevar a un crecimiento significativo. «Sin lodo no hay loto», es decir, sin dificultades y sufrimiento, no hay crecimiento ni belleza.
7. El Buda en el cambio
En estos momentos de dolor y transformación, es útil recordar que el Buda vio la luz gracias a su comprensión profunda del sufrimiento humano. Una ruptura puede ser un punto de inflexión que te pide crecer, aprender y eventualmente, encontrar la paz y el progreso personal a través de nuevas experiencias.
Aunque duela admitirlo, somos la sabiduría y experiencias ganadas ante la dificultad.
8. Soltar con gratitud y compasión
Aunque tu madre y tu tía gorda te hayan dicho que eres la persona más bonita e inteligente del universo, no lo eres. No eres superior ni mejor que nadie. Eres una persona normal, con luz y sombra, como cualquiera.
El hecho de que alguien haya decidido regalarte un poco de su vida, a pesar del asno que eres, es un milagro. No, no conquistaste a la persona. La persona DECIDIÓ estar contigo.
Cuando una relación termina, a pesar del dolor y las dificultades, hay que decir y sentir la palabra GRACIAS, con todo el corazón. También desear que la persona sea feliz, sin juicios ni opiniones.
Manejar la separación con estos sentimientos puede aliviar el dolor y facilitar el proceso de curación.
9. Mantener la práctica de meditación
Sin meditación no hay Buda. Sin Zazen no hay Zen y no hay calma.
Finalmente, no sueltes tu práctica de meditación; es un recurso invaluable en tiempos de crisis. La meditación puede proporcionar la estabilidad emocional necesaria para navegar por la tormenta de una ruptura, ayudándote a encontrar claridad y paz interior.
10. Deja entrar al Buda a tu corazón
La gran mayoría de occidentales nos sentimos incómodos al mencionar siquiera la palabra “religión”. Pero seguir una vía espiritual es una necesidad que todos tenemos porque nos da un propósito para seguir adelante.
El budismo no solo son mensajes bonitos. Es una guía que te ayuda a salir del pantano de las rupturas amorosas y una luz para seguir.
Existen muchas versiones del Buda, pero una a la que podrías recurrir ante la ruptura amorosa, es Yakushi Nyorai, el Buda Azul de la Medicina. Él es el Gran Médico que nos sana física, mental y espiritualmente. Siempre lleva consigo un tarro con bálsamo curativo, que es el Dharma y la práctica budista. Tenerlo cerca puede inspirarte a buscar refugio en él y en su sabiduría.
Su mantra es:
TAYATA, OM BEKADZE BEKADZE MAHA BEKADZE BEKADZE, RADZA SAMUNGATE SOHA
Dejar entrar al Buda a tu corazón podría ayudarte más de lo que imaginas. Pero no me creas a mí. Inténtalo y luego me dices.
Conclusión
Las rupturas son siempre muy difíciles, pero también son una parte inevitable de la experiencia humana que, vista a través del lente del Budismo Zen, ofrece valiosas lecciones para el crecimiento personal y espiritual. Al final, recordamos que cada fin es simplemente el comienzo de algo nuevo. Nos mantenemos firmes en nuestra práctica, sabiendo que en el fluir constante de la vida, siempre hay una oportunidad para renacer.
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Sobre mi
¡Hola! Soy Kyonin, monje y maestro budista de la tradición Soto Zen. Formo parte de Grupo Zen Ryokan. Comparto la sabiduría eterna del Buda para ayudar a encontrar la paz interior y la liberación del sufrimiento. Juntos vamos en camino hacia la compasión.
En días de lluvia
la melancolía invade
al monje Ryokan
-Haiku de Ryokan Taigu Roshi