Cultivo del Bien. El Sendero Puro (4/5)

Cultivo del Bien. El Sendero Puro (4/5)

 

El hueco y angustia existenciales que nacen del culto a lo material ha producido cientos de problemas en todas las sociedades occidentales. Aunque parece que lo tenemos todo, la felicidad está cada vez más lejos. Estamos más estresados, deprimidos y angustiados que nunca.

En los últimos años hemos estado estudiando científicamente esa parte de nuestro ser que había estado sin atender por siglos. Ahora buscamos entender y racionalizar conceptos de los que antes nos burlábamos como la felicidad, el altruismo y la compasión. Lo que are signo de debilidad, ahora es “algo” que necesita regresar, paradójicamente, para hacernos más productivos y explotables.

Hace algunos 2,500 años, el Buda cambió lo material por el cultivo del bien. Aunque no tenía las ciencias ni conocimiento que ahora disfrutamos, él impulsaba a sus seguidores a actuar siempre por el beneficio de los demás. Y es que el altruismo y la compasión funcionan. Así de simple.

No es necesario seccionar la bondad en fragmentos para estudiarla. ¿Por qué mejor no ser bondadoso y ya?

Pensar, hablar y actuar con una mente compasiva y bondadosa no es signo de debilidad, sino de valentía y fortaleza. Como decimos en México, se necesitan muchos calzones para tener la dignidad y el honor de servir a los demás.

El cultivo del bien es el resultado de entender la Ley de Causa y Efecto, así como las conexiones sutiles que unen nuestro interior con el universo. “Si todo lo que hago crea consecuencias, ¿no es mejor hacer cosas benevolentes?”. Hacer el bien se traduce en la destrucción de la ilusión del YO.

Así como la maldad crea caos y víctimas, actuar con bondad hace que la vida a nuestro alrededor siga adelante. Se crean nexos, altruismo y cariño que trascienden las palabras y las explicaciones.

La bondad y la amabilidad funcionan. Nos llenan de paz y alegría que duran, en contraste con las cosas materiales que solo nos generan un estado de euforia que se extingue rápido, porque el deseo y la avaricia jamás paran.

Muchas personas me preguntan cómo empezar a practicar bondad. Sin duda leer el Buddhadharma es un gran primer paso, pero es a la hora del rock’n’roll (a la hora de la verdad) en tu vida cotidiana, que tus actos mantienen vivo al Buda y a Avalokiteshvara.

Encima de todo, ¡se siente bien ser buena persona! Cultivar el bien deslava tu tristeza, angustia y estrés; hasta el punto de desaparecerlas. Te da dignidad y honor. Te vuelve una persona confiable, divertida, entera e íntegra. Mejor que cualquier droga.

Así que comienza por agradecer lo que tienes, que se lo debes a incontables vidas, seres y esfuerzos, en todos los tiempos.

Sé amable.

No juzgues ni critiques.

Guarda silencio y ayuda.

Sonríe más.

 

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Si quieres aprender más sobre Budismo Zen, te invito al curso que inicia el 3 de junio de 2019.

Abandonar el mal. El Sendero Puro (3/5)

Abandonar el mal. El Sendero Puro (3/5)

En occidente los valores cristianos están grabados hasta la médula en el imaginario colectivo. Tenemos muy claros los conceptos de virtud y pecado gracias a los Diez Mandamientos. Sabemos que la virtud nos premia con el cielo y que el pecado nos manda a freír lento en nuestra propia manteca, en las calderas del infierno. Y aunque parecen mensajes contundentes, en realidad estas ideas morales simplemente no funcionan. Si no me crees, sólo lee las noticias del día.

La benevolencia y la maldad no obedecen a cuestiones religiosas. Son más bien el potencial que todos los seres humanos tenemos grabado en nuestro ADN. Muy dentro sabemos que actuar con virtud brinda una buena vida a nosotros y a nuestra manada. Por eso es que la bondad es natural para el universo.

Miles de años antes de que la ciencia para entender el altruismo y la compasión existiera, el Buda comprendió que la no-virtud es muy peligrosa y que no depende de religiones ni filosofías. Lo que en verdad mueve nuestra moral, independiente de cultura o tiempo, es la Ley de Causa y Efecto o Karma-Vipaka.

Es decir, cualquier acto de la mente, habla y acciones que cause daño a uno mismo o a otros seres vivos, es no-virtud o negativo. No hay un ser imaginario que te castigue por tus actos, sino que tú recibes lo que das. Así de simple.

Somos la consecuencia de incontables actos de millones de seres en el pasado. Y al día de hoy estás viviendo las consecuencias de todas tus acciones.

Entonces, si queremos comprender el concepto de “mal”, hay que imaginar meter la mano al fuego. La consecuencia es inmediata; te quemas.

Si olvidas la Ley de Causa y Efecto y actúas con dolo y avaricia; también te quemarás. No en los fuegos del infierno, pero sí en el mar de consecuencias de tus actos.
En los párrafos 131 y 132 del Dhammapada, el Buda nos enseña:

131. Quienquiera que buscando su propia felicidad daña a los que igual que él la buscan, no la obtendrá.

132. Quienquiera que busca su propia felicidad y no daña a los que igual que él la buscan, la hallará.

En la era de la recompensa inmediata y de la cultura del ego, a nadie nos gusta que nos hablen de auto-control y moderación. ¡Queremos más! ¡Mejor, más rápido, más grande, con más basura extra! La búsqueda compulsiva por apaciguar la vanidad y la avaricia nos vuelve personas peligrosas porque no contemplamos que todo lo que hacemos afecta a la vida. De nuevo, si no me crees, mira el desastre ecológico que nos hemos creado.

Las enseñanzas de Shakyamuni son el primer paso para abandonar el mal. Cuando estudiamos el dharma entendemos que Budismo ES auto-control y moderación. Nos entrenamos para que con nuestros actos todos los seres vivos que nos rodean encuentren el final de su sufrimiento.

Nuestra mente se vuelve un remanso de paz cuando comenzamos a vivir con disciplina y humildad.

Comenzando a trabajar desde el interior del ser, el Buda nos impulsa a mejorar al universo.

 

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Los Cuatro Brazos de la práctica budista. El Sendero Puro (2/5)

Los Cuatro Brazos de la práctica budista. El Sendero Puro (2/5)

Por su naturaleza pragmática y de sentido común, las enseñanzas del Buda son una de las mejores herramientas para tener una vida tranquila. No solo marcan una ruta para el desarrollo espiritual de todos los seres sintientes, sino que su esencia es una vía de Gratitud, Compasión y Generosidad, aplicadas a la cotidianidad.

Hay cientos de textos budistas que uno podría aprender, pero si pudiéramos resumir el Buddhadharma a unas cuantas palabras, el párrafo 183 del Dhammapada nos impulsa a cultivar el Sendero Puro, centrándonos en la calidad de nuestras acciones más elementales:

El abandono del mal,
el cultivo del bien
y la purificación de la mente:
tal es la enseñanza de los Budas.

Este párrafo se compone de tres partes.

La primera línea nos invita a descartar de nuestra vida aquellas acciones con las que causamos daño tanto a uno mismo, al medio ambiente y a los demás seres vivos. Posiblemente sea el consejo más fácil de seguir porque todos los seres vivos buscamos tener una vida sana y feliz. Todos sabemos lo que es bueno y lo que no lo es, por más que busquemos mentirnos.

La segunda línea nos abre los ojos a que todos tenemos un lugar activo en el esquema de la existencia. Lo natural para la vida es que la vida siga adelante con benevolencia en cada uno de nuestros pensamientos, palabras y acciones.

La tercera línea encierra varios significados, pero el más importante es que nuestros pensamientos casi siempre son chatarra ególatra que sirve para mantenernos en la ignorancia. Es posible dejar ir los celos, ira, avaricia, tristeza y apegos cuando entrenamos la mente con nuestra práctica de zazen. Éste es el pilar de las enseñanzas de Dogen Zenji, creador de la escuela japonesa del Zen.

Aunque es posible sentirse muy bien si se practica las dos primeras líneas de este párrafo, Shikantaza Zazen (“solo siéntate y medita”) es vital para que todo el conocimiento sea interiorizado. No hay manera de que el Buddhadharma sea comprendido con la mente consciente porque está llena de ego. Es cuando se suelta la ilusión de YO, que el Dharma se manifiesta ante nosotros. Es en la perfección de la inmovilidad y el silencio, que toda la vida y el cosmos en su totalidad, tienen sentido.

 

En los siguientes artículos exploraremos más sobre el Sendero Puro.

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Budismo cotidiano: El Sendero Puro (1/5)

Budismo cotidiano: El Sendero Puro (1/5)

Muchas personas me preguntan si deben ir a un monasterio para aprender sobre Budismo Zen. Mi respuesta es la misma: no, no es necesario.

Las enseñanzas del Buda y de Dogen Zenji están tan bien diseñadas que sólo se tratan de palabras lindas que nos hacen sentir lindo una vez. Son un sistema de acciones y conocimiento que nos llevan a una vida tranquila. Promueven el cultivo de la disciplina y habilidades que, aunque no lo creas, nos liberan de estrés y los malestares de la vida cotidiana.

No se necesita ser un estudioso de filosofía o un monje para entender y conectar de manera profunda con las palabras de Shakyamuni o los Patriarcas del Zen. ¡Están dirigidas para todos! El Buda y Dogen hablaban por igual con reyes, militares, clérigos, comerciantes. Ahí radica el secreto de que el dharma se haya mantenido vigente por milenios.

El Sendero Puro es la manera de caminar en esta existencia con atención plena y practicando los valores budistas en dondequiera que estés.

Llegamos a esta Vía entrenando la mente para producir pensamientos y acciones que ayuden al bienestar de los demás seres que nos rodean. Cultivamos una vida saludable con el desarrollo de cualidades como empatía, gentileza, paciencia, perseverancia, concentración y atención plena al presente.

Con la práctica comenzamos a tener una existencia con menos estrés ante las situaciones difíciles o demandantes. Dejamos de ser esclavos de los pensamientos y de las emociones.

Debido a que el Budismo es una filosofía sin dioses, este Sendero Puro es para todos los seres humanos y es independiente de cualquier religión.

En esta serie aprenderemos cómo el Budismo Zen se puede llevar a la escuela, a la oficina o a la pareja.

Nuestra guía será la línea 183 del Dhammapada. En el Capítulo 14, titulado el Buda, Shakyamuni nos dice:

El abandono del mal,
el cultivo del bien
y la purificación de la mente:
tal es la enseñanza de los Budas.

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La calamidad que es el botón de «Me gusta»

La calamidad que es el botón de «Me gusta»

Hace tiempo un amigo fue despedido de su trabajo. Con tristeza y angustia, publicó en su Facebook un largo lamento en el que expresaba los hechos, sus sentimientos y sus miedos. En lugar de recibir empatía o palabras de apoyo, recibió 25 «me gusta».

Si miramos esta respuesta desde lejos, parece inocente. ¡Todos usamos el botón de «me gusta»! Pero si nos detenemos a pensar, sus 25 amigos estaban validando y a favor de que la persona se quedara sin trabajo.

En otros ejemplos, he visto cómo personas publican quejas o peticiones de ayuda, solo para recibir «me gusta». También he sido testigo de muchos que al encontrar más de un párrafo en el muro de alguien, descartan el contenido del texto para deslizar la pantalla hasta el botón de dedo’pa’rriba y pulsarlo. Peor aún, escriben «JAJAJA» u «OK», sin saber qué de qué se trataba el asunto.

Hablando de mi experiencia personal, intenté que mis talleres y comunidad budista existieran en Facebook, pero me encontré con el mismo fenómeno una y otra vez. La gente no lee, no se comunica y, apelando a la comodidad de las redes sociales, solo dan «me gusta».

Hace unos días pregunté en un grupo de uno de mis talleres: «¿Tienen alguna duda?». En lugar de preguntas o una conversación, la gente solo pulsó el botón de la pereza. No tuve comentarios, preguntas ni dudas. Eso es grave para cualquier maestro.

Y me quedó claro lo que he pensado desde hace años: el botón de «me gusta» es una calamidad para la comunicación humana.

Entiendo la psicología detrás de este fenómeno, pero como comunicador y maestro también veo más problemas que soluciones. El fundamento de la comunicación humana es compartir ideas usando un código común, con el que un mensaje es emitido, decodificado y aprehendido… para generar retroalimentación. Este intercambio nutre la civilización humana y es necesario para nuestra subsistencia como especie. ¡Es lo que nos hace crear y ser!

El botón de «me gusta» significa validación y aceptación. Me parece útil y divertido para dar vistazos rápidos a información volátil como memes o fotos de comida. Pero si se trata de comunicación útil, se convierte en el portavoz de la pereza y la apatía. Crea conformismo, malos entendidos y confusión. No es casualidad que Facebook se haya convertido en la causa principal de divorcios y bullying en varias partes del mundo.

El punto de vista del budismo

El Noble Sendero Óctuple que nos marca el Buda para lograr la liberación, incluye el principio de Habla/Expresión Correcta. Nos entrenamos para que nuestras comunicaciones sean virtuosas, amables y útiles para los demás. Pulsar el botón de la pereza, en muchos casos, solo genera más ruido y confusión de lo que creemos.

Siguiendo este precepto, cada uno de nosotros debemos pensar cómo usamos el botón de «me gusta» y preguntarnos: ¿de verdad estoy usándolo para algo útil? ¿De verdad estoy entendiendo el mensaje que estoy por validar?

Si se aprecia a la persona o la idea que estamos leyendo, me parece que tomarse unos segundos para escribir un mensaje sincero es mucho más valioso que demostrar apatía con el botón de «me gusta».

Comunicaciones honestas y claras, producen relaciones honestas y claras.