Advertencia: Este es un post personal y muy poco budista de algo que me gusta mucho, pero que forma parte de lo que soy desde pequeño. Lo puedes saltar y estarás a salvo.
La llegada del otoño me es especial desde que era niño. El clima refresca un poco, la luz del día cambia y dentro de mi hay un contraste de melancolía y felicidad. A finales de octubre y los primeros días de noviembre llega mi época favorita: Día de Muertos entrelazada con Halloween.
El Día de Muertos es una tradición mexicana que, aunque no la llevo al pie de la letra, me parece una forma perfecta para honrar nuestra impermanencia; así como a nuestros ancestros. Me gustan los colores, las velas y la comida. Y de hecho, todos los años regreso a esta meditación.
Los puristas dirán que abrazar Halloween es el triunfo de la mercadotecnia gringa, pero no me importa. Halloween es disfraces, música fantasmagórica pero alegre, diversión, dulces y chocolates, películas y video juegos de terror. Y también la Gran Calabaza llega cargada de regalos y dulces para quienes no tenemos miedo a los espíritus ni a la muerte.
Por una semana del año me permito entrar en ambiente de fiesta, diversión y contemplación. Son días en donde siento fluir la alegría en mí. Aunque esté cargado de trabajo por Ango y mis actividades monásticas, encuentro algún tiempo para divertirme y navegar atento estos momentos. Digamos que Día de Muertos y Halloween es mi navidad.
Una nueva canción para Día de Muertos
Rescatando mi lista de reproducción de la temporada que incluye canciones como Dragula, de Rob Zombie, o Monster Mash, de Boris Pickett; YouTube me sugirió una canción nueva de una banda japonesa que no conocía. Descubrí que Calaveras, de BabyKingdom se ha convertido en una de las esenciales para cada año.
La música es rock japonés, pero con toques mexicanos y de Halloween. Muy interesante. Las imágenes son divertidas. Pero la letra es completamente compatible con la práctica Zen. Me impresionó porque justo combina todas las cosas que me gustan de la temporada. Le di la bienvenida tanto a la pieza como a la banda.
Pero Chocobuda, eso es apropiación cultural. ¡Hay que odiarlo!
Si eres una persona suavecita, pequeña y débil, de esos que se ofenden por todo, claro que vas a encontrar problemas de apropiación cultural. Pero solo demuestras ingnorancia. En 2008 el Día de Muertos fue proclamado patrimonio cultural de la humanidad, por UNESCO. Eso significa que, si vives en el planeta Tierra, el Día de Muertos es tuyo. Lo puedes tomar y disfrutarlo como está, o agregarle y quitarle cosas.
En México nos ponemos felices de compartir esta festividad y que la humidad se una con nuestra risa y tradición.
La primera de Calaveras dice:
Papel picado revoloteando Velas las cuales celebran el Día de Muertos En este alegre pueblo, no hay tristeza Todos van al mismo lugar Es por eso por lo que le damos color a nuestras vidas con cada uno de nuestros desfiles.
Abrazar la impermanencia es lo que nos hace extraer todo el sabor del momento presente. Le damos color a nuestras vidas porque sabemos que tenemos el tiempo contado. No sé si voy a estar vivo para las 4:00 PM de mañana, por eso vivo con atención plena y en comunión con el Buda en cada momento.
Mi otra estrofa favorita dice:
«Es hermoso que estemos con vida ahora» Habrá días donde duermas y te des por vencido Pero el alma no termina ahí Nos volveremos a encontrar mañana al amanecer Hasta mañana
Sí, a veces nos cansamos y queremos mandar todo muy lejos. Pero es solo por un momento. Las dificultades también son impermanentes. Nuestro Ser Universal es mucho más grande que cualquier problema. Por eso respiramos, nos sentamos en Zazen y sabemos que mañana será una nueva oportunidad para renacer.
Comparto la canción y la letra un poco más abajo. Espero te guste tanto como a mi. Feliz Día de Muertos. Disfruta Halloween. Hasuta Maniana.
Calaveras
Papel picado revoloteando Velas las cuales celebran el Día de Muertos En este alegre pueblo, no hay tristeza Todos van al mismo lugar Es por eso que le damos color a nuestras vidas Con cada uno de nuestros desfiles.
Pétalos de sol que ilumina el cempasúchil Calaveras brillantes que irrumpen en danza El regreso del arcoíris trae el regreso de los muertos «Es hermoso que estemos con vida ahora» Habrá días donde duermas y te des por vencido Pero el alma no termina ahí Nos volveremos a encontrar mañana al amanecer Hasta mañana
Los ojos que miran fijamente Atrapados en una jaula de su juicio Aunque lo único que buscas es paz y normalidad Porque es difícil vivir Simplemente miras a otro lado Ves? todavía finges que no lo sabes
Si me disfrazo, ¿me mirarás? Con esa sonrisa de esqueleto, Catrina. En la superficie incluso tu atuendo es una imitación de otra cosa, En el interior del caparazón, como una muñeca. Como la forma en la que te atesoro y amo Como en la misma forma que me amo a mi mismo, solo un poco La razón por la que somos como somos Seguimos buscándola
Todos van al mismo lugar Es por eso que le damos color a nuestras vidas Con cada uno de nuestros desfiles.
Color naranja Pétalos de sol que ilumina el cempasúchil Calaveras brillantes que irrumpen en danza El regreso del arcoíris trae el regreso de los muertos «Es hermoso que estemos con vida ahora» Habrá días donde duermas y te des por vencido Pero el alma no termina ahí Nos volveremos a encontrar mañana al amanecer Hasta mañana
Hace años, cuando trabajaba en una oficina, una compañera estaba hecha un mar de lágrimas. Su perrita, Tita, había muerto el día anterior, y su dolor era evidente. Algunos compañeros, al verla en ese estado, se acercaron para preguntar cuál era el problema. Pero al enterarse de que una simple perrita había muerto, se daban la vuelta e ignoraban el sufrimiento de mi amiga. Como si la muerte de una mascota no fuera relevante. Y es que despedir a nuestros animales no es parte de la cultura humana.
Perder a un miembro animal de nuestra familia es un dolor profundo y real, y en el Budismo Zen, reconocemos y honramos este sentimiento. En esta segunda parte, daré algunas ideas de cómo podemos despedir a nuestros animales con amor, respeto y dignidad a través de una ceremonia budista. Este artículo está dirigido a aquellos que desean honrar a sus mascotas fallecidas de una manera significativa y compasiva, utilizando las enseñanzas del Budismo Zen.
Las Tres Marcas de la Existencia
Shakyamuni Buda nos enseñó sobre las Tres Marcas de la Existencia: la impermanencia (Anicca), el sufrimiento (Dukkha), y la ausencia de un yo permanente (Anatta). Estas enseñanzas son fundamentales para entender la naturaleza de la vida y la muerte.
Impermanencia (Anicca): Todo en el vasto cosmos es transitorio. Nada dura para siempre, ni nuestros cuerpos, ni nuestras relaciones, ni siquiera nuestras queridas mascotas. Reconocer la impermanencia nos ayuda a vivir con más presencia y gratitud, apreciando cada momento con los seres que amamos.
Sufrimiento (Dukkha): El sufrimiento es una parte inevitable de la existencia. Perder a una mascota nos enfrenta directamente a esta verdad. Sin embargo, el Buda nos da los elementos para aceptar el sufrimiento y a encontrar formas de trascenderlo. Es completamente posible vivir las situaciones duras de la vida sin hacer drama.
Ausencia de un yo permanente (Anatta): No existe un yo fijo e inmutable. Todos los seres están en un constante flujo de cambio. Nuestras mascotas también forman parte de este ciclo. Al entender esto, podemos soltar nuestros apegos y encontrar paz en la aceptación de la realidad.
Aprender sobre la Impermanencia
En el budismo en general, se tiene una manera distinta de ver la muerte. Y en el Zen es aún más particular porque desde el primer contacto con esta práctica, comenzamos a aceptar nuestra impermanencia y la de todo lo que nos rodea.
Lejos de ser una visión oscura de las cosas, lo vemos como una realidad a la que nos debemos adecuar para poder ser libres en la vida. Esto es útil para poder estar en paz con los cambios naturales, para poder despedir a nuestros animales, por supuesto.
Aprender sobre la impermanencia de las cosas es un desafío, especialmente cuando se trata de los seres que amamos profundamente. Sin embargo, esta comprensión nos ayuda a no desarrollar apegos obsesivos y a vivir de una manera más equilibrada y compasiva. Sabemos que todo lo que amamos es transitorio, lo que nos enseña a apreciar cada momento y a no dar por sentado el tiempo que tenemos juntos.
La preciosidad de cada instante
En el libro Tropas del Espacio, de Robert A. Heinlein, hay una frase que me ha seguido desde la adolescencia: “Adelante, monos, ¿acaso quieren vivir para siempre?”. No, no quiero vivir para siempre. Y no quiero que ningún ser que amo viva para siempre.
El spoiler más grande de la película de tu vida es: eres impermanente y sabes que eventualmente vas a morir. Pero no hay que tener miedo, sino al contrario. Esta conciencia de la mortalidad nos enseña que cada instante es precioso. No podemos darnos el lujo de desperdiciar el tiempo, especialmente con aquellos que amamos. Al vivir plenamente en el presente, podemos hacer de cada momento una oportunidad para expresar nuestro amor y gratitud hacia nuestras mascotas.
La práctica budista para despedir a nuestros animales
Cuando la muerte llega, la práctica budista nos ayuda a aceptar y a recuperarnos más rápidamente. Nos enseña a estar presentes con nuestro dolor, a observarlo sin resistirlo y a permitirnos sentir todas las emociones que surgen. Esta aceptación nos permite procesar el duelo de una manera más saludable y encontrar paz en medio de la tristeza.
La Importancia de una ceremonia de despedida
Debido a que hemos construido una cultura orienta a la razón y a lo material, hemos dejado de lado los ritos de pasaje, que han sido vitales para el desarrollo humano. Así como sabemos que la primavera llega y hacemos cosas de primavera, debemos marcar cuando la adolescencia o la madurez llegan.
La muerte es solo otro estado de nuestra realidad y también necesita una marca en el tiempo para poder movernos hacia adelante. El Zen tiene ritos de pasaje que nos dan paz, centro y nos mueven hacia el futuro.
Si hay servicios funerarios para humanos, ¿por qué no tener uno para despedir a nuestros animales? Debemos despedirnos de manera amorosa, honorable y digna, tal como lo haríamos con cualquier miembro de la familia.
Tu propia ceremonia budista para despedir a nuestros animales
En muchos templos budistas de Japón se ofrece un servicio funerario llamado Petto-rossu (Pet loss, pero en japonés). Se trata de una ceremonia memorial idéntica a la de los humanos, pero para mascotas. En los últimos años ha cobrado más auge y creo que es una gran idea.
Las ceremonias funerarias en el budismo japonés son, en realidad, ceremonias de ordenación. A la persona fallecida (o a la mascota) se le ordena como monje que ha trascendido el samsara. Aunque es hermosa, es una ceremonia complicada y que lleva muchos pasos reservados para monjes.
Pensando en que no todos son monjes o practicantes de Soto Zen, he escrito esta ceremonia inspirada en Petto-rossu. La intención es que sea accesible para cualquier persona que necesite una ceremonia de pasaje para su compañero cuadrúpedo, plumífero o acuático.
Es muy importante decir que esta ceremonia debe ser hecha unas semanas después de la muerte del animal. Queremos despedirle desde la razón, el amor y la gratitud; no desde el drama y el corazón roto.
Para aquellos que tienen un altar budista en casa, aquí hay una guía sencilla para diseñar una ceremonia de despedida para sus mascotas:
1. Preparación del Espacio:
Limpia el espacio alrededor de tu altar.
Limpia con cariño al Buda.
Coloca una foto de tu mascota.
Añade flores frescas o incienso de sándalo y velas.
Incluye un objeto que era significativo para tu mascota, como su juguete favorito.
Haz una reverencia a manos juntas (Gassho) al terminar.
2. Encendido de velas e incienso:
Enciende una vela. La luz de la vela simboliza la sabiduría y la compasión que guía a nuestra mascota hacia su próximo viaje.
Enciende un incienso. Este representa la pureza y la transitoriedad de la vida. Además, es para unir el mundo de los vivos con el de los muertos, aunque sea por unos instantes.
Gassho al terminar.
3. Recitación de Sutra del Corazón y Mantra:
Recita el Sutra del Corazón 3 veces. Lo puedes encontrar aquí. El Sutra del Corazón es una recitación poderosa que habla sobre la vacuidad y la interconexión de todas las cosas.
Recita el mantra de la compasión: «Om Mani Padme Hum». Este mantra puede repetirse 7 veces para crear un espacio de gratitud, compasión y paz en el corazón.
4. Reflexión y Zazen
Ahí frente a tu altar, toma unos minutos para reflexionar sobre los momentos felices y el amor compartido con tu mascota. Agradece las lecciones que ha dejado en ti y que te han transformado en mejor persona.
Permítete sentir y observar tus emociones sin juzgarlas. Si surgen lágrimas, deja que fluyan.
Siéntate en Zazen al menos por 20 minutos.
5. Palabras de despedida:
Habla en voz alta a tu mascota, expresando tu gratitud por el tiempo compartido y las enseñanzas recibidas.
Puedes decir algo como: «Querido [nombre de tu mascota], gracias por el amor, las enseñanzas y la alegría que trajiste a nuestras vidas. Te recordaremos siempre con amor y gratitud. Que encuentres paz y felicidad en tu próximo viaje.»
6. Versos de cierre:
Los versos los puedes encontrar también en nuestro cuaderno de liturgia aquí.
Verso de la enmienda.
Cuatro Promesas.
Verso de gratitud.
7. Cierre:
Toca tu campana 2 veces.
Apaga la vela y el incienso con gratitud y respeto.
Toma unos momentos finales para estar en silencio, permitiendo que la paz y la aceptación llenen tu corazón.
Conclusión
Perder a una mascota es una experiencia profundamente dolorosa. Sin embargo, a través de las enseñanzas del Budismo Zen y la práctica de ceremonias de despedida, podemos encontrar formas de honrar y recordar a nuestras mascotas con amor y dignidad.
Al aceptar la impermanencia y vivir cada momento con gratitud, aprendemos a valorar más profundamente nuestras relaciones y a soltar el apego de una manera saludable. Al realizar una ceremonia de despedida, no solo honramos la vida de nuestra mascota, sino que también nos permitimos a nosotros mismos sanar y encontrar paz.
Que este proceso nos ayude a todos a recordar el amor perfecto que jamás se apaga y a vivir con compasión y alegría, sabiendo que cada momento es precioso y que la conexión con nuestras mascotas siempre permanecerá en nuestros corazones.
Un día me cansé y ya no tuve más fuerza para seguir en contra del mundo para proteger mi ego. Era extenuante estar siempre a la defensiva para que mi castillo de naipes no se derrumbara porque, dentro de mí, sabía perfecto que todo era un autoengaño. Me di por vencido de luchar mil luchas que no me llevaron a ningún lado. Cuando dejé que la vida fuera, buena parte de mi sufrimiento se apagó para no regresar nunca. Fui consciente por primera vez, que había entendido que era posible tener confianza en el Buda para superar desafíos y retos; en lugar de ir contracorriente.
…uno no puede renacer en la Tierra Pura con raíces de mérito o virtud insuficientes, ni con carencia de un buen nidana (previas acciones buenas y felicidad o contento). Shariputra y hombres y mujeres virtuosos oyeron el nombre de Amida y le llamaron por un día, dos días, tres días, cuatro días, cinco días, seis días, siete días, manteniendo sus mentes imperturbables, dicho sea de paso, cuando ellos lleguen a morir verán ante sus ojos la visión de Amida Buda en su retina. Si él o ella, en su mente, mantiene intencionadamente la aspiración del renacimiento en Sukhavati (eliminando todos los deseos por las cosas mundanas), esa persona renacerá inevitablemente en la tierra feliz de Amida Buda. Oh Shariputra, en vista de esas ventajas, he aconsejado que todos los que oigan este mensaje que deben aspirar a nacer en esa tierra-de-Buda.
La figura del Buda no solo representa un maestro espiritual histórico, sino que también es un concepto religioso profundo que abarca la esencia misma de la iluminación de todas las cosas y la liberación del sufrimiento. Confiar en el Buda para superar desafíos y retos implica más que una simple adoración ciega. Es una práctica de vida con la que alcanzamos la verdadera paz interior y la aceptación de la realidad tal como es.
El Buda como maestro espiritual y concepto religioso
El Buda es mucho más que una figura que vemos en restaurantes chinos o en escuelas de yoga. Históricamente sabemos que Siddhartha Gautama fue un príncipe que alcanzó la iluminación bajo el árbol Bodhi hace más de 2500 años. Sin embargo, esta idea no alcanza a tocar lo más profundo de lo que es Buda. Se trata de entender que su identidad histórica es solo un aspecto de la naturaleza iluminada que reside en todos lo que nos rodea. Desde el átomo más pequeño hasta el universo completo, todo es Buda.
Confiar en el Buda es la certeza de que existió un maestro sabio y compasivo que nos dejó enseñanzas para salir adelante en la vida.
Confiar en Buda significa reconocer y despertar a nuestra naturaleza interna. No es solo una cuestión de fe, sino de práctica y experiencia directa. A través de Shikantaza, el estudio del Dharma y la observancia de los preceptos, cultivamos una conexión profunda con esta realidad interna, lo que nos proporciona la fortaleza necesaria para superar desafíos y retos.
Dejar la mente en paz y superar desafíos y retos
La mente es un panal de abejas. Estas vuelan libres para explorar y encontrar alimento que, llevan de regreso a la colmena. Vistas de lejos, son maravillosas y nos dan muchas enseñanzas.
Pero si llegas y le pegas al panal con un palo, las abejas se excitan y se ponen muy violentas. Nos persiguen con el aguijón listo para atacar. Esto es justo lo que hacemos con la mente.
Desarrollamos confianza en el Buda cuando dejamos la mente en paz y permitimos que la vida solo sea. Esto implica una aceptación radical de lo que es, sin resistirnos ni aferrarnos a nuestras expectativas y deseos. La mente, por su naturaleza, está llena de pensamientos, emociones y reacciones que a menudo nos desvían del momento presente. Sin embargo, al sentarnos en Zazen y poner atención plena, aprendemos a observar estos fenómenos sin identificarnos con ellos.
Cuando dejamos de entrometernos con la mente, liberamos una gran cantidad de energía que antes se gastaba en preocupaciones, discusiones estúpidas y miedos. Esta liberación nos permite enfrentar los desafíos con una mente clara y tranquila, viendo las situaciones tal como son y respondiendo de manera adecuada y compasiva.
Liberación del sufrimiento
No entrometernos con la mente nos libera de sufrimiento. Y resulta paradójico que también nos pone en la vía para superar desafíos y retos. El sufrimiento, según las enseñanzas de Shakyamuni, surge del apego y la aversión, de nuestra constante lucha por aferrarnos a lo que deseamos y rechazar lo que no deseamos. Al dejar que la mente repose en su estado natural, sin luchar contra nuestros pensamientos y emociones, encontramos una libertad que trasciende el sufrimiento.
Esta práctica de no intervención no es una pasividad resignada, sino una apertura activa a la realidad. Permitimos que los pensamientos y sentimientos fluyan sin juzgarlos ni aferrarnos a ellos. Este acto de soltar nos libera del ciclo de insatisfacción y dolor, creando paz y ecuanimidad dentro de nosotros.
Existir en el presente
No estorbar el flujo de la vida nos permite existir solo en el presente. La vida es un flujo constante de momentos cambiantes, y nuestra mente tiende a estar atrapada en el pasado o anticipando el futuro. Esta tendencia nos roba la oportunidad de experimentar plenamente el presente, el único momento en el que realmente vivimos.
Al cultivar la atención plena, aprendemos a regresar una y otra vez al aquí y ahora. Este estado de presencia nos hace más conscientes de nuestras acciones y de sus consecuencias, permitiéndonos responder a los desafíos con sabiduría y creatividad. En lugar de reaccionar impulsivamente, actuamos con una claridad que proviene de estar completamente presentes.
Creatividad y atención en los desafíos
Entonces, cuando hay desafíos en la vida, estamos siempre atentos y disponibles para ser creativos. La confianza en Buda nos da la serenidad para enfrentar los obstáculos sin ser abrumados por ellos. Nos volvemos observadores de nuestras propias experiencias, permitiendo que las soluciones emerjan desde un lugar de calma y claridad.
Esta creatividad no es una cuestión de intelecto, sino de apertura y receptividad. Cuando nuestra mente está en paz, estamos más dispuestos a ver las posibilidades que nos rodean y a actuar de manera innovadora y efectiva. Esta es la esencia de superar desafíos y retos: estar presentes, confiar en nuestra naturaleza búdica y permitir que la vida se desenvuelva de manera natural.
Vivir nuestro potencial
Desarrollamos confianza en Buda para vivir nuestro potencial y para solo permitir que las cosas se desenvuelvan de forma natural. Confiar en Buda no significa esperar pasivamente que todo se resuelva por sí solo, sino actuar con una confianza fundamentada en la comprensión de nuestra verdadera naturaleza.
Amida Buda es naturaleza perfecta y humilde. Esa es también nuestra naturaleza completa y perfecta. Dejamos de buscar fuera de nosotros mismos la validación y la seguridad. En cambio, nos volvemos hacia adentro, reconociendo que todo lo que necesitamos para superar desafíos y retos ya está dentro de nosotros. Esta confianza en Buda y nuestra naturaleza búdica, nos permite vivir de manera plena y auténtica, alineados con nuestro verdadero ser.
Aceptación radical de la realidad
Cuando hay vida, permitimos que sea. Cuando hay enfermedad, aceptamos y trabajamos para regresar a la salud sin sufrirla. Cuando hay risa, solo hay risa. Cuando muerte, solo muerte. Esta aceptación total de la realidad tal como es, en sus altos y bajos, es la verdadera confianza en el Buda.
Aceptar no significa resignarse pasivamente a las circunstancias, sino enfrentarlas con una mente abierta y un corazón compasivo. Cuando estamos enfermos, cuidamos nuestro cuerpo con amor y paciencia, sin añadir el sufrimiento del rechazo o la frustración. Cuando enfrentamos la muerte, ya sea la nuestra o la de un ser querido, lo hacemos con la comprensión de que es una parte natural del ciclo de la vida. Pero además entendemos la muerte como el nacimiento de la vida.
Las cosas solo son. Aceptar esto, es aceptar a Buda en el corazón. Al reconocer la naturaleza impermanente y cambiante de todas las cosas, encontramos una paz profunda. No intentamos cambiar lo que no puede ser cambiado, ni aferrarnos a lo que inevitablemente se desvanecerá.
Esta aceptación no es una derrota, sino una victoria de la comprensión espiritual. Nos permite vivir con una ligereza y libertad que solo puede ser encontrada al soltar nuestras expectativas y juicios. En esta aceptación, encontramos la verdadera libertad y confianza en el Buda.
Esta es la verdadera esencia del Zen: una aceptación profunda y una confianza inquebrantable en Buda y nuestra naturaleza interna, que nos guía hacia la paz y la libertad. Así es como en el Zen podemos superar desafíos y retos.
Un querido alumno, Rubén, ha escrito este texto que me tocó el corazón:
Flotando en el mismo centro. Afuera, nada. Adentro, nadie.
El viento ha abierto de par en par el ventanal y ha soplado todo el polvo acumulado.
Se apagó la luz temblorosa de la vela.
La luna llena ilumina ahora la estancia y en el viejo espejo se refleja el universo entero.
En este instante
abre los ojos el hombre que aquí dormía.
Junto con él todos los seres han sido liberados.
En este instante.
Vivimos ocupados más que nunca, logrando, alcanzando y deseando. Suena atractivo, pero estas búsquedas resultan muy destructivas a la larga.
En la práctica Zen se vuelve natural detenernos de cuando en cuando para solo contemplar la vida como es. Pomenos atención la verdadera naturaleza del ser y del tiempo.
Este texto es un retrato de un momento en el tiempo, un reflejo de la eternidad capturado en un simple acto de consciencia. En el Zen, realizamos que el ser es el tiempo y el tiempo es ser. Vivimos admirando la enormidad y la magia de la realidad, reconociendo que cada instante es una manifestación completa del universo. Esta es nuestra religión.
El viento limpiando la estancia, la vela apagándose y la luna llenando de luz el espejo, nos recuerda que esta enseñanza está por todos lados. En la práctica diaria, repetimos esta sabiduría con el Sutra del Corazón, afirmando que «la forma es vacío y el vacío es forma». Este instante, en su simplicidad y profundidad, lo contiene todo.
Cualquier persona que despierta, despierta con el Buda. Despierta al Buda, y con esto, la realidad de la naturaleza búdica. ¡Todos los seres son liberados en ese mismo instante! Soltamos comentarios y pensamientos para solo contemplar al Buda en la luna, en la luz de la vela y en la oscuridad de nuestro interior.
Este momento es un recordatorio constante de la presencia del Buda en cada aspecto de nuestra existencia, un llamado a vivir plenamente despiertos y en armonía con el universo.
Soltar nuestras ataduras y simplemente ser, en el flujo continuo del tiempo que es a la vez nuestro ser más íntimo.
Son tiempos candentes en México porque en unos días habrá elecciones presidenciales. Es muy cansado escuchar y ver el estira y afloja de los mensajes políticos, además del odio que fluye por todos lados. Los Tres Venenos de la Mente rigen sobre mente-corazón de todos. Resulta triste ver cómo las víctimas más grandes de todo esto son la compasión y la paz interna. Zen y política es un tema interesante para este blog porque es la primera vez en casi 20 años que escribo al respecto. Y hay razones importantes por las que evito el tema.
Y aunque sean momentos políticos en México, la política es siempre toca mente y corazón de los humanos, por lo que este post aplica para cualquier país, en cualquier momento del tiempo.
Como ya sabrás, el Budismo Zen es una escuela del budismo que ha influenciado profundamente las culturas de China y Japón, y su enfoque en Zazen y la práctica diaria ha capturado la atención de personas en todo el mundo. Sin embargo, cuando se trata de Zen y política, surge una pregunta crucial: ¿son compatibles? La respuesta, como discuto en este artículo, es un resonante no.
Es cierto que ha habido momentos en la historia donde el budismo se ha mezclado con los gobiernos de distintos países, pero son excepciones que no definen una postura oficial del budismo sobre política. En su mayoría, los maestros del Budismo Zen han mantenido una visión clara sobre la incompatibilidad entre Zen y política, y se mantienen separados de ella. Aún más después de la Segunda Guerra Mundial, cuando los intereses de las empresas y los bancos comenzaron a controlar a los gobiernos del mundo.
Zen y política son altamente incompatibles
El Budismo Zen y política son como el agua y el aceite, no se mezclan. Desde sus orígenes, el Budismo Zen ha enfatizado la importancia de la pureza espiritual y la práctica desapegada de las influencias mundanas. La política, por otro lado, está intrínsecamente ligada al poder, la ambición y, a menudo, a la corrupción. Esta naturaleza de la política es totalmente contraria a los principios fundamentales de las enseñanzas del Buda y de los patriarcas del Zen.
Por definición, la política y todos los políticos violan los preceptos del Buda. Los preceptos budistas, como la no violencia, la honestidad, la vida humilde, el autocontrol y la conducta ética, son difíciles de mantener en el ámbito político, donde las decisiones a menudo implican compromisos y acciones que pueden ser moralmente cuestionables. La política requiere un grado de manipulación, persuasión y, en muchos casos, engaño, lo cual está en directa contradicción con la enseñanza de vivir una vida pura, compasiva y ética.
He conocido personas que se dicen practicantes de Budismo Zen, pero que no han estudiado profundamente a Dogen o al Buda, y terminan tomando posturas polarizadas ante los conflictos políticos del mundo. Esto solo trae sufrimiento porque se provocan confusión interna y una autoengañada aplicación del Dharma a su causa. El Budadharma y el Zen, por definición, están muy por arriba de cualquier interés personal o político.
Las enseñanzas de Dogen sobre no mezclarse con políticos o ricos
Eihei Dogen, el fundador de la escuela Soto del Zen en Japón, recibió enseñanzas en China que reforzaron la idea de mantenerse alejado de los políticos y la gente rica. En su obra Shobogenzo Zuimonki, Dogen relata cómo su maestro chino, Rujing, le enseñó a evitar la política y a no involucrarse con individuos poderosos y adinerados. Dogen aprendió que la búsqueda de la pureza espiritual requería evitar las influencias corruptoras del poder y la riqueza, que podían desviar a los practicantes del verdadero camino del Dharma.
En Shobogenzo Zuimonki, Dogen nos dice:
«Un monje debe vivir en un lugar tranquilo y dedicarse únicamente a la práctica del Dharma. No debe buscar la compañía de los ricos ni de los poderosos, ya que esto solo lleva a la corrupción de la mente y al desvío del verdadero camino del Zen. El Buda nos enseñó a evitar las asociaciones que puedan poner en peligro nuestra pureza espiritual y nuestra dedicación a la práctica del Dharma.»
Dogen Zenji era firme en su postura sobre asuntos políticos. Jugaba con las reglas del sistema, pero no favorecía a nadie. Aconsejaba a sus discípulos que evitaran las conversaciones políticas y que no buscaran favores de la corte imperial o de figuras poderosas. Para Dogen, la práctica Zen debía ser pura y desapegada de las tentaciones del mundo secular. Creía que el Dharma no debía subyugarse al poder mundano y que los monjes debían contentarse con la virtud de la pobreza y una vida de práctica espiritual en la tranquilidad de las montañas.
La postura de Sawaki Kodo sobre Zen y política
Sawaki Kodo Roshi, otro influyente maestro Zen del siglo XX y patriarca de Grupo Zen Ryokan, compartía la visión de D?gen sobre la incompatibilidad del Zen y la política. El maestro insistía en que los practicantes de Zen no debían involucrarse en asuntos políticos, ya que esto desviaría su atención de la práctica y la enseñanza del Dharma.
Sawaki Roshi pensaba que todos los bandos en pelea política por el poder estaban en un error fundamental y jamás buscaban el bien público, solo el beneficio personal. Además, veía a los políticos como niños ignorantes peleando por juguetes. Y justo por esta desviación del ser, había que evitar involucrarse en estos temas.
Para Kodo, la verdadera práctica del Zen requería un compromiso total con la meditación y la vía del Buda, libre de las distracciones y corrupciones de la política.
Enfocarse en la práctica del Zen
La práctica del Zen, con su énfasis en Shikantaza y la vida simple, es la mejor manera de mantenerse alejado de las influencias corruptoras del poder, riqueza y fama. Al enfocarse en la meditación y la práctica diaria, los practicantes de Zen pueden cultivar una mente clara y un corazón puro, libres de las distracciones y tentaciones del mundo político. La práctica constante y dedicada del Zen ayuda a desarrollar una profunda comprensión de la naturaleza de la mente y la realidad, lo cual es el verdadero objetivo del Zen.
Compasión y humildad: poderes para mejorar la sociedad
La práctica de la compasión y la humildad son más poderosas para mejorar las sociedades que cualquier acción política. Los maestros Zen enseñan que, a través de la compasión y la humildad, los individuos pueden influir positivamente en su entorno y en las personas a su alrededor. Estas cualidades, cultivadas a través de la práctica del Zen, tienen un impacto duradero y profundo en la sociedad, mucho más que las políticas y los programas gubernamentales.
Por esta razón, los maestros del Zen nunca paramos de enseñar y propagar el Dharma. Quizá entre las sanghas que practican Zen, estemos cultivando al primer político compasivo y ético. Pero hasta entonces, nos mantenemos alejados de cualquier asunto político.
¿Deben los practicantes de Zen votar?
La cuestión de si los practicantes de Zen deben votar es una decisión personal. No hay una regla estricta en el Zen que prohíba la participación en las elecciones. Sin embargo, cuando los practicantes de Zen deciden votar, no lo hacen por partidos o personas específicas, sino por seres compasivos. La decisión de votar debe basarse en la consideración de quién es más probable que actúe con compasión y en el mejor interés de todos los seres, en lugar de intereses egoístas o de poder.
Si un político demuestra no estar en control de sus impulsos, su avidez, sus palabras o su propia salud, no es alguien que pueda cuidar de una población.
Un practicante de Zen y las preferencias políticas
Un practicante de Zen no tiene preferencias sobre candidatos políticos y no toma posturas fuera de equilibrio. La práctica del Zen enseña a ver más allá de las divisiones y dualidades, buscando siempre el equilibrio y la armonía. Nos esforzamos por mantener una mente clara y ecuánime, sin dejarnos llevar por las pasiones y conflictos que a menudo caracterizan el ámbito político.
También es nuestro deber ver más allá de los ataques y el odio entre bandos, que nublan la mente. Esta actitud nos permite participar en la sociedad de manera consciente y compasiva, sin quedar atrapados en las luchas de poder y las divisiones partidistas.
Conclusión
En resumen, el Zen y política son conceptos fundamentalmente incompatibles. El Budismo Zen, con su énfasis en la pureza espiritual, Shikantaza y la práctica desapegada, choca directamente con la naturaleza de la política, que está intrínsecamente ligada al poder, acumulación de riqueza y la ambición. A través de las enseñanzas de maestros como Dogen Zenji y Sawaki Kodo, queda claro que la mejor manera de seguir el camino del Zen es mantenerse alejado de las influencias políticas y enfocarse en la práctica diaria y la realización del Dharma.
La compasión y la humildad, cultivadas a través del Zen, son herramientas poderosas para mejorar la sociedad, más allá de cualquier acción política. Por lo tanto, los practicantes de Zen debemos seguir nuestro camino con claridad y compromiso, recordando siempre la incompatibilidad esencial entre el Zen y la política.
Si lo que escribo te es útil y te gusta, ¿por qué no invitarme un café? Gracias.
Sobre mi
¡Hola! Soy Kyonin, monje y maestro budista de la tradición Soto Zen. Formo parte de Grupo Zen Ryokan. Comparto la sabiduría eterna del Buda para ayudar a encontrar la paz interior y la liberación del sufrimiento. Juntos vamos en camino hacia la compasión.
En días de lluvia
la melancolía invade
al monje Ryokan
-Haiku de Ryokan Taigu Roshi