Sentimientos de regocijo, por el Maestro Baekgok

Sentimientos de regocijo, por el Maestro Baekgok

Las nubes pasan flotando todo el día.

Flotan y flotan de regreso al norte.

Había un hombre que era alguien distinguido a cualquier edad,

Pero ganar o perder, ambas están mal.

¿Qué hay que ganar de «mal» y «bien» cuando uno ya ha cazado esas nubes flotantes?

Las nubes no dejan ningún rastro,

pero las nubes y yo nos ayudamos mutuamente.

En mis manos no hay más que un durazno o una rama de bambú,

en mi cuerpo una túnica hecha de hiedra.

En mi mente profunda siento confianza.

¡Pero tristemente voy en contra de los tiempos!

—Maestro Baekgok, Corea, ?–1680.

Traducido por Kyonin.


En nuestra práctica de Zazen aprendemos a ver que somos montañas a las que llegan miles de nubes. Estas nubes son los pensamientos.

Llegan, tapan el cielo, pero siempre se van.

Todas nuestras etiquetas, nuestros idiomas y nuestras ideas más brillantes; no tienen importancia para la naturaleza. Son solo nubes.

Pero al mismo tiempo, esas nubes son parte de lo que somos. Nos necesitamos mutuamente. No podemos tener una vida humana sin los pensamientos y éstos no pueden existir sin la mente humana.

Al final, no importa quiénes somos o de cuándo; no poseemos nada en realidad. Nuestra ropa más cara no es mejor que una túnica sencilla.

¿Tiempo y urgencias? Son también nubes creadas por nosotros.

Un sentimiento, por el Gran Maestro Buhyudang (1543–1615)

Un sentimiento, por el Gran Maestro Buhyudang (1543–1615)

Buscando la verdad, me topé con discusiones de qué está bien y qué está mal.
Sin darme cuenta de que había sido el hazmerreír por años.
Solo con la práctica Zen entendí que el Yo y el mundo son solo fantasmas;
y decidí quedarme junto a la nube blanca por el resto de mi vida.

— Gran Maestro Buhyudang


Cuando discutimos, sin importar la plataforma, estamos dispuestos a defender nuestra opinión a capa y espada. Pero no nos damos cuenta que las opiniones son solo humo en la cabeza y que no significan nada.

Estamos dispuestos a hacer rodar cabezas para defender una opinión, pero estamos muy lejos de solo ver al mundo por lo que realmente es.

El Gran Maestro Buhyudang nos llena el corazón recordándonos que somos solo tontos defendiendo lo indefendible. Solo el Buda Nube Blanca nos da la serenidad adecuada para VER por primera vez.

Ven, siéntate aquí. Veamos pasar las nubes.

Sobre las flores. Poema por Wongam (1226-1292)

Sobre las flores. Poema por Wongam (1226-1292)

En el día 26 del doceavo mes, entré por primera vez a la ciudadela.
En un abrir y cerrar de ojos, ya es el día 73 de la primavera.
El año pasado y este, las corrientes de los ríos son las mismas.
Ayer y hoy han pasado muy rápido.
Ayer observé cómo abrían los primeros capullos,
hoy veo de nuevo cómo las flores caen.
Las primaveras van y vienen, no podemos agarrar ninguna.
las personas de este mundo solo ven flores abrir y caer,
pero no saben que ellos mismos son como flores.
¿No lo has notado?
Por la mañana nos vemos muy bien al espejo.
por la tarde flores funerarias adornan el camino a la tumba.
Hay que entender que el nacimiento y caída de las flores
claramente proclaman el Dharma de la Impermanencia.

—Preceptor de la Nación Wongam, Corea, 1226-1292

Estamos a mitad de la primavera. Hay flores. Pronto el paisaje cambiará. Todo será dorado y naranja. Luego blanco otra vez. Esta es la manera en la que opera la vida. No te espera, no te consulta. Solo es.

Aprender a apreciar la elegancia de la Impermanencia de las cosas, es un paso más hacia la liberación.

Impermanencia, poema por Dogen Zenji

Impermanencia, poema por Dogen Zenji

¿Con qué debería
comparar el mundo?
Luz de luna que se refleja
en las gotas de rocío,
que cayeron del pico de una gruya

—Dogen Zenji

Nuestro Maestro Dogen ha dejado esta importante enseñanza. Es paradójico que al hablar de la impermanencia de las cosas, el poema parecería ser eterno.

El Maestro se cuestiona cómo podría entender el mundo. Si dejamos que la mente analítica lo interprete, el mundo puede ser un lugar de centímetros y gramos, todo perfectamente medido y explicado. Todo frío. Podemos ver las conexiones, crear definiciones y tratar de explicar cómo las cosas nos afectan.

También podríamos hacer mil historias de drama o comedia sobre la experiencia personal ante el mundo que nos rodea.

Pero si pasamos demasiado tiempo explicando todo, nos perdemos de la clara luz de luna, que es una metáfora para la iluminación. La Luz Dorada del Buda se manifiesta a través de la luna llena, que da claridad en la noche más densa.

Esta luz se aprecia en cada gota de rocío. Si hay mil gotas de rocío, se reflejan mil lunas. Pero todas son una sola luna iluminando las gotas y cada gota experimentando la Luz. Si la gota se ensucia, la luna ya no se puede reflejar.

Las gotas de rocío somos tú y yo, y todos los seres capaces de contemplar las cosas sin ensuciarlas con opiniones o juicios.

Hemos caído del pico de una gruya blanca, que es otra metáfora para la mente inmaculada.

Somos solo gotas de rocío reflejándonos unos a otros y siendo parte de la Luz Dorada de Amida.

Siguiendo la rima, por el Gran Maestro Cheongheodang (1520–1604)

Siguiendo la rima, por el Gran Maestro Cheongheodang (1520–1604)

¿De qué sirve discutir sobre las experiencias fuera de lo común durante meditación?
Mira a la luna creciente: es solo una ceja colgada del cielo.
Aun si usaras el mar como tinta y la montaña como pincel,
es imposible poner en letras los pensamientos en mi corazón.
Mis ojos vieron lo que es Zazen
cuando la luna del bosque se asomó por mi ventana.
Entonces supe que nuestra verdadera naturaleza está más allá de las palabras.
Entonces, ¿por qué razón habré leído las incontables páginas del Sutra de la Guirnalda?

Gran Maestro Cheongheodang (1520–1604)

A diferencia de otras escuelas de budismo, en Soto Zen no nos perdemos en las experiencias místicas. Aunque son hermosas, a menudo nos distraen del punto medular de la práctica: servir a los seres sintientes para que estén plenos y en tranquilidad.

En este poema clásico del Seon (budismo coreano), el Gran Maestro Cheongheodang nos recuerda que ni siquiera leer un sutra es tan importante como la práctica de Zazen. ¿De qué sirve saber mil datos, si no somos capaces de sentarnos inmóviles por 10 minutos? ¿De qué sirve haber visto todas las charlas dharma en YouTube, si no podemos siquiera sonreír a un extraño para aligerar su día?

Nuestra verdadera naturaleza no son los logros ni los títulos. Somos silencio y compasión.

Para el monje que medita, poema del Maestro Seon Jeonggwan (1533–1608)

Para el monje que medita, poema del Maestro Seon Jeonggwan (1533–1608)

Sentado en silencio en la plataforma del sur,
contemplas la no-vacuidad y la vacuidad.
No deberías preocuparte siquiera por los reinos que hay más allá
de las esferas del sonido el mundo de los fenómenos.
Nunca debes caer en el error de dar importancia a lo que percibes y escuchas.
Contempla la luna en el callado y brillante estanque de otoño,
y el robusto pino en la montaña cubierta de nieve.
Cuando rompas la oscura barrera del patriarca,
entonces el trueno del Zen se escuchará por todo el mundo.

—Maestro Seon Jeonggwan (1533–1608)

No se necesita ser monje para sentarse en silencio y contemplar que todo lo que nos rodea está vacío. Pero al mismo tiempo todo importa y todo tiene una razón de existir en esta vida.

Vivimos aferrados a lo que nos gusta y odiamos lo que no acaricia el ego. ¡Solo hay sufrimiento en esa vida!

En silencio podemos trascender las preferencias y las opiniones. Solo en Zazen los Patriarcas callan para que el estridente trueno del Zen se manifieste.